Medio Oriente - Asia - Africa
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Palestina, Mahatma Ghandi y Desmond Tutu
Miguel Ángel Llana *
En 1947, por intereses e imposición británica, estadounidense y de los
lobbies judíos, Naciones Unidas aprobaba el plan de partición de Palestina
dividiendo sus 27.000 Km. cuadrados en dos mitades, una para los palestinos y
otra para los judíos sionistas y, así se inventaba el artificial Estado de
Israel en contra de la letra y del espíritu de la Carta de Naciones Unidas. El
relevo imperial hacía que la colonia palestina pasara de británicos a
estadounidenses. Desde 1918 las masacres de decenas de miles de palestinos a
manos de los británicos, como respuesta a sus contínuas sublevaciones, fueron la
tónica de aquel periodo y, con todo ello, la necesidad del imperio de una
renovación de las pautas coloniales en toda la zona, que determinaron el cambio
del modelo tradicional de colonización caduco e imposible ya de mantener.
Durante todo el pasado siglo, las confrontaciones alcanzaron un nivel de
virulencia en todo el mundo, que apenas hubo país donde las víctimas no se
contaran por millones, pocos se libraron de la barbarie y no se escatimaron
víctimas, civiles o no. La población de numerosos países ha sido mártir y no
cabe hacer parcelas de exclusividad y protagonismo donde tantos países y pueblos
sufrieron lo mucho que a cada uno les tocó. Los holocaustos fueron cientos y
continúan aún. Pretender su exclusividad no es ni serio ni histórico y mucho
menos justificado el repetirlo, como el gobierno israelí está haciendo.
Volviendo a finales de1947, la comunidad judío sionista solo poseía un 5,5% del
territorio palestino, incluidas las concesiones británicas. La mayoría eran
palestinos árabes de diversas etnias y confesiones religiosas, incluida la
minoría judía, pero con una forzada e importante inmigración de judíos planeada
por el mandato británico norteamericano de ocupar las entrañas de Oriente Medio
en el corazón del mundo árabe, que constituía y constituye la mayor población y
cultura semita existente. El hebreo y su población judía parlante, casi
inexistente entonces, apenas llaga actualmente a los cinco millones.
En 1948 se produce lo que los palestinos han denominado como "Al Naksba" (El
Desastre) a manos de la invasión sionista. Dos tercios de la población, 804.787
palestinos, son desterrados de sus casas y tierras, o asesinados y, 531 pueblos
o aldeas son destruidas, con lo que se apoderan del 78% de Palestina. Los
ocupantes, a todo esto y sin ningún rubor, lo han llamado la guerra "árabe
israelí". Así se inicia el éxodo a los campos de refugiados y que hoy Naciones
Unidas contabiliza en 4,2 millones, repartidos en los países limítrofes de
Líbano, Jordania, Siria y en la mitad del 22% inicial de lo que era Gaza y
Cisjordania, cercadas y sitiadas militarmente por los israelíes.
Desde entonces, las cosas han ido a peor (pseudo-elecciones aparte). El gobierno
israelí continúa burlando a Naciones Unidas y a los tribunales internacionales,
amparado y financiado siempre por el Bush de turno.
Cuando el obispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, visitó Jerusalén, comparó
la situación de los palestinos con el aparheid que él mismo había vivido en
Sudáfrica y, esto sin hacer referencia a Gaza ni otros campamentos de refugiados
palestinos.
Mahatma Ghandi, ya en 1946, reprueba a los dirigentes israelíes y comenta que él
pensaba que la adversidad sufrida, podría haberles enseñado lecciones de paz y
se pregunta que cómo es que ellos que dependen de los dólares norteamericanos y
de las armas inglesas para forzar su entrada en una tierra en la que no son bien
recibidos y, termina: "¿Por qué deben [los judíos] recurrir al terrorismo para
hacer posible la expropiación de Palestina?"
La Agencia de Naciones Unidas UNRWA, creada en 1950, para los refugiados
palestinos, habla de "refugiados, de campos, y de concentrados".
Inconscientemente, ¿No estarán diciendo? "palestinos en campos de concentración"
ya que de hecho así es la realidad. Después de 56 años de atropellos, con el
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, art. 5, los crímenes: de
genocidio, lesa humanidad y de guerra, definen bien la situación y, con ocho
millones de palestinos en condiciones inhumanas y de humillación, queremos –quieren-
construir la paz y que además se callen ¿Será posible el silencio y la paz? ¿La
de ellos y la muestra? Seguramente no, desde luego la nuestra no, al menos la de
nuestras conciencias.
* La Nueva España