Medio Oriente - Asia - Africa
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El concepto de Yihad y la manipulación ideológica de Occidente
Cintia Randisi
Desde la antigüedad Oriente es conocido como el más acerrimo opositor de
Occidente, un mundo de bárbaros, entregados a fanatismos ciegos. Esta imagen ha
sido propagada por años tratando de ocultar un intento de dominación hoy por hoy
dificil de esconder. El Orientalismo, que surge como ciencia en el siglo XIX,
como conjunto de represiones y limitaciones mentales[1], ha contribuido en gran
medida a difundir y agudizar la distinción entre un Occidente culto, racional,
pacifico, liberal y un Oriente bárbaro, falto de cultura y presto a la guerra.
Lo cierto es, como afirma Edward Said en su libro "Orientalismo", que "el
Orientalismo como forma de pensamiento que se relaciona con el exterior, ha
demostrado la tendencia deplorable de toda ciencia que se basa en distinciones
rigurosas... Como esta tendencia ocupa justo el centro de la teoría, la práctica
y los valores orientalistas que se encuentran en Occidente, el sentido del poder
occidental sobre Oriente se acepta sin discusión."[2]. Coincido con el autor en
que el Orientalismo es un ejercicio de fuerza cultural.
El Islam, como parte del mundo Oriental, fue victima desde un primer momento de
una interpretación errónea de su fe, de malos entendidos como el de considerar a
Mahoma como el Cristo de estos árabes, lo que les valió el titulo de
mahometanos, y a Mahoma el titulo de impostor. Hoy en día estas distorsiones
continúan y no son menos intencionadas que en tiempos pasados.
Es común traducir el término Yihad como "guerra santa", lo que deriva en ver al
musulmán como alguien continuamente alentado a tomar las armas con el fin de
imponer su fe por la fuerza. Lo cierto es que el concepto Yihad es mucho mas
amplio que esto, se refiere a un esfuerzo, no uno cualquiera sino uno por
extender la religión. Es un acto de entrega total a Alah, y a su vez el derecho
de rechazar cualquier agresión. La guerra es solo uno de sus aspectos y no el
más importante. Andrea Zomosa Signoret nos habla de la existencia de dos tipos
de Yihad: gran Yihad que implica la batalla personal y de conciencia llevada a
cabo por el musulmán contra el pecado, y una baja Yihad que tiene que ver con la
defensa del Islam con las armas y ésta solo se lleva a cabo contra los
verdaderos enemigos del Islam.[3]
Cuando un musulmán ve coartada su libertad de ejercer su "Din" o ve ocupada su
tierra ( espacio vital donde funda su libertad y su dignidad) tiene derecho a
contestar la agresión y el Sagrado Coran así lo establece: "A quien os ataque,
atacadle de la misma manera que os haya atacado"[4]. El Islam impone la defensa
contra todo ataque que viole la humanidad, que atente contra la vida y la
dignidad, y en esta lucha al musulmán no le interesa el resultado de la empresa,
encuentra su satisfacción en el cumplimiento del designio de Alah. Esto no debe
ser malinterpretado, la entrega no implica un desprecio a la vida, por el
contrario el musulmán es un ser muy valioso. Así, es un error considerar a la
Yihad como una incitación al suicidio, el musulmán debe luchar y no dejarse
matar y si muere lo hace combatiendo, no es un mártir cristiano.
Este principio de lucha no significa que aquellos que no somos musulmanes
estemos en constante peligro de sufrir un ataque por eso, el Islam es una
religión que invita a la convivencia y adaptación con otras religiones. Umar
Kaddoura en su texto "Contra la Globalización" señala al Islam como "el único
representante de la universalidad entendida como una tendencia humana que
implica dirigirse hacia la compenetración entre civilizaciones, la fertilización
entre las culturas, considerar al mundo como una feria de civilizaciones que
comparten varios aspectos pero que preservan su identidad cultural y sus
intereses nacionales, sociales, económicos, etc"[5]. El musulmán que vive en un
estado que no profesa su fe se adapta y respeta a sus vecinos y esto puede ser
demostrado históricamente. Así Yihad no esta destinado contra la humanidad sino
contra aquellos que usurpan la tierra y atenta contra la libertad y la condición
humana. La tierra en la que habita el musulmán es la tierra de Alah, que debe
expandirse por sobre la tierra de la ignorancia y la guerra, pero esto no quiere
decir que esta expansión sea llevada a cabo para la conversión de todos al
Islam, el Corán dice " Si tu señor lo hubiera querido, habrían creído todos los
que están en la tierra ¿Puedes tu forzar a los hombres para que sean creyentes
mientras que un alma no cree si no es con el permiso de Dios, y Este coloca la
carroña sobre quienes no razonan?"[6].
En correlación a esto, Yihad tampoco esta dictado para atacar civiles e
inocentes, de acuerdo con sus propias reglas esta prohibido matar a todo aquel
que no toma parte en la lucha ( Jaraj de Yahya, p. 34, Jaraj de Abu Yusuf p.
122) matar a las mujeres, los niños, los criados y los esclavos que acompañan a
sus amos y no toman parte en la lucha; a los ciegos, los monjes, los ermitaños,
los ancianos, los incapacitados y los locos (Mabsut de Saragsy) y a los
campesinos que no toman parte en la lucha ni son afectados por ella[7].
Queda claro que para un musulmán atacar y matar a alguien que no lo ha agredido
es ilícito, el Corán dice " Combatid en el camino de Dios a quienes os combaten,
pero no seáis los agresores. Dios no ama a los agresores"[8]. Aun así la lucha
armada es la ultima opción, el mismo profeta daba oportunidades a sus enemigos.
A esta defensa del Islam y especialmente a su preservación en contra del dominio
material e ideológico por parte de Occidente, hoy se la considera en ocasiones
como "fundamentalismo musulmán" y se la relaciona con el crimen organizado,
asesinatos y terrorismo, lo que no es así en todos los casos. La palabra Yihad
se ha satanizado y su realización por medio de la lucha armada es vista como
ilícita. Esto tiene que ver con la aplicación indiscriminada de conceptos y
principios a naciones culturalmente diferentes.
Andrea Zomosa Signoret, nos dice que la tradición occidental desarrolló su
propio esquema para juzgar la legitimidad de los conflictos bélicos, su idea de
guerra justa, y la convirtió en la guía del derecho internacional, el problema
es que estos principios no son funcionales a todas las naciones, lo que limita
la capacidad de Occidente para señalar la legitimidad de una guerra.[9]
Yihad es injusta dentro de los parámetros de Occidente porque, si bien es válida
por servir a una causa lícita y ser proclamada por una autoridad legítima, el
Islam considera válidos todos los medios utilizados para defender la Ley Divina
de Alah. Además, puede envolver a toda la comunidad en esta guerra. De esta
forma no cumple con dos principios importantes en la definición de una guerra
justa, que son el de proporcionalidad y discriminalidad. Esto permite el uso de
cualquier tipo de violencia y hace posible que se borren las barreras divisorias
entre el ejercito y los civiles. Siendo esto así, da derecho a aquel que ataque
a los musulmanes a usar mecanismos bélicos no convencionales, puesto que no es
sólo el ejercito musulmán el que participa en el conflicto sino toda la
comunidad. De esta manera, Occidente puede burlar sus propias reglas de guerra
justa al utilizar esos mecanismos sobre toda la población, pero lo hace de
manera justificada, es decir, viola sus propios principios de proporcionalidad y
discriminalidad pero su acción sigue siendo justa mientras que la defensa que
presenta el Islam aparece como una lucha injusta e ilícita. Esta es otra muestra
de la hipocresía de Occidente.
Sheij M. Husain en su texto "Algo sobre el Islam y Occidente" dice "no fue el
Islam quien generó guerras contra Occidente ni dominó tiránicamente a ningún
país occidental, ni creo ningún arma del tipo de las que llenan los arsenales de
las grandes potencias opresoras, ni propagó ninguna ideología belicista todo lo
cual es común en Occidente"[10]. Aun así, el mito de la barbarie musulmana
continua y se actualiza, lo que dificulta la comprensión del Islam en Occidente,
ya que se lo considera un adversario peligroso de toda la población no
musulmana. La ignorancia respecto al significado de su mensaje y el hecho de
considerarlo algo ajeno e incompresible aumenta la dificultad, todo esto
coronado por la distorsión que se lleva a cabo respecto a sus principios.
Desde los comienzos de la historia Oriente y Occidente han sido polos opuestos,
se han definido tanto por sus propios atributos como por diferenciación con el
otro. El miedo a aquello que es distinto a uno, llevó a desfiguraciones de los
sucesos históricos y de los dogmas de fe por parte de ambos bandos. Como
occidental, bañada desde mi nacimiento por estos valores, hoy me planteo salir
de estos moldes ideológicos creados por un sistema dominante con el fin de
reproducirse. El camino es largo y difícil, mi primer paso fue acercarme al
Islam desde el análisis de este concepto, hoy día tan polémico, como el de Yihad.
Mi propuesta es que todo aquel que esté interesado en hablar del Islam debe
estar dispuesto a sacarse su "velo ideológico".
La primera potencia mundial necesita hoy que la manipulación ideológica prosiga
de forma tal que le permita seguir llevando a cabo crímenes contra la humanidad,
y ocultando los verdaderos intereses económicos y materiales con falsas promesas
de llevar la paz a zonas en guerra. Las falsas imágenes sobre el Islam seguirán
existiendo, los estados por temor o conveniencia las reproducirán por medio de
todos sus aparatos ideológicos, esta en cada hombre querer salir de ellas y
lograrlo.
BIBLIOGRAFÍA: Abderrahman Mamad Maanan , Concepto de Yihad.