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¿Hacia la reunificación de China?
Immanuel Wallerstein
El 15 de enero de 2005, representantes del gobierno de China y de las
autoridades en Taiwán sostuvieron una reunión en Macao, que fue descrita como
"histórica". Concordaron en que, por vez primera desde 1949, habría vuelos
directos de China continental a Taiwán. Ciertamente, este acuerdo sólo tendría
duración de tres semanas, a contar del 29 de enero. Y es cierto que tales vuelos
estaban restringidos: pudieron efectuarlos únicamente las personas domiciliadas
en Taiwán que se hallaban temporalmente en el continente, para que retornaran a
ver a sus familias durante el Año Nuevo chino. ¿Qué personas eran éstas a
quienes se dio permiso de tomar los vuelos? Eran residentes taiwaneses que hacen
negocios en China continental. Hay entre 700 mil y un millón de ellos, y su
número crece de manera constante. Dado el reciente intercambio de áspera
retórica entre Pekín y Taipei, resulta bastante inesperado el acuerdo y sienta
un precedente importante.
Para evaluar su importancia, se debe apreciar el contexto histórico. Hablamos de
la continuidad de la civilización china por más de 5 mil años. Pero si uno mira
con detalle la historia de China, hubo una serie de imperios que duraron cierto
tiempo, casi siempre seguidos por periodos en que la autoridad central se
desmoronó. La historia política de China ha sido un intento continuo por
mantener o restaurar la unidad del país.
En el siglo XIX, el imperio chino sufría la agresión de las potencias
imperialistas extranjeras. El debilitamiento del poder imperial hizo posible la
revolución china de 1911, que terminó la dinastía imperial. Pero a partir de
1911, China fue acosada por los regionalismos y la guerra civil, hasta que
finalmente en 1949 el Partido Comunista y su ejército entraron en Shangai y
proclamaron la República Popular China. La unidad estaba restaurada, o casi.
Lo que ocurrió, como sabemos, es que el gobierno previo, aquel de Chiang
Kai-Shek y el partido Kuomintang, se replegó con parte de su ejército a la isla
de Taiwán y continuó argumentando, con el respaldo del gobierno de Estados
Unidos, que éste era el gobierno de China. Entonces, el mundo tuvo que escoger
entre dos demandantes alternos: ambos decían ser el legítimo gobierno de la
"única China", aquella del continente o la de Taiwán. Dado que la diferencia
clave entre ambos gobiernos era política, el resto del mundo escogió -en gran
medida- según su posición en el conflicto de guerra fría entre Estados
Unidos y la Unión Soviética. Esto significó que el gobierno de Taiwán mantuvo
durante mucho tiempo el asiento reservado a China en Naciones Unidas.
Sin embargo, poco a poco varios países cambiaron su postura y el número de
naciones que reconocía a Pekín creció consistentemente. En julio de 1971, Henry
Kissinger hizo una visita secreta a Pekín, para preparar una ulterior visita del
presidente Richard Nixon. En octubre de aquel año, la resolución anual
encaminada a reconocer al gobierno chino de Pekín como el legítimo ocupante de
un asiento en Naciones Unidas fue finalmente adoptada por su Asamblea General.
En febrero de 1972, Nixon llegó a Pekín y se reunió con Mao Tse Tung. Al final
del encuentro, el 28 de febrero de 1972, Estados Unidos y China firmaron el
Comunicado de Shangai en donde se declara que "Estados Unidos reconoce que todos
los chinos a ambos lados del estrecho de Taiwán sostienen que existe una sola
China y que Taiwán es parte de ella. El gobierno de Estados Unidos no impugna
dicha posición".
En 1979, Estados Unidos y el gobierno de Pekín establecieron relaciones
diplomáticas. Estados Unidos cortó tales relaciones con el gobierno de Taiwán y
abrogó el pacto de defensa Estados Unidos-China. Pero, por supuesto, se mantuvo
el gobierno de Taiwán. Aquí comenzó a evolucionar la disputa. Originalmente, en
1949, la disputa era exclusivamente en términos de política y guerra fría.
Pero en los 80, comenzó a cobrar fuerza el grupo de Taiwán que mantenía la idea
de una independencia taiwanesa. Había ahora un segundo aspecto, bastante
diferente del primero. Conforme el asunto de la guerra fría se debilitó
(y en los 90 desapareció en gran medida), el asunto de la secesión pasó a primer
plano.
China hace un llamado a la reintegración de Taiwán dentro del contexto político
del país. Los que en Taiwán se resisten invocan dos razones diferentes, su
descontento con la naturaleza del sistema político de la República Popular China
y la creencia en el derecho del los taiwaneses a separarse. Por supuesto, China
-como casi todos los países del mundo que enfrentan el dilema de múltiples
grupos étnicos dentro de sus fronteras- rechaza con firmeza la secesión.
Actualmente hay posturas semejantes en Canadá, España, Francia, Rusia, Georgia,
Turquía, Sudán, Sri Lanka e Indonesia, entre otros.
También se desarrolló otro cambio importante en la situación de las relaciones
de China y Taiwán. A partir de los 60, Taiwán creció en fuerza económica y
riqueza. Se convirtió en un locus importante de acumulación de capital.
Sin embargo, a partir de los 80, el cambio en las políticas económicas de la
República Popular China también la condujo a un crecimiento en riqueza y fuerza
económica. Llegó el punto en que la prosperidad de Taiwán se vio amenazada por
la competencia de la China continental. Una consecuencia de esto fue que los
hombres de negocios con sede en Taiwán ansiaron mudar algunas de sus inversiones
económicas al continente. Esto suma casi un millón de residentes taiwaneses que
hoy trabajan en China continental. En el largo plazo, este grupo tiene todas las
de ganar con más vínculos económicos entre el continente y Taiwán. Y esto puede
requerir vínculos políticos más cercanos. Por primera vez podemos estar ante el
hecho de que un poderoso grupo político de Taiwán se interese activamente en la
reunificación.
Existe otro factor en juego. La cambiante escena geopolítica: la decadencia del
poder estadunidense en todo el mundo y la creciente fuerza geopolítica de China.
Esto no puede sino agitar un mayor nacionalismo chino entre los residentes
taiwaneses y el deseo, surgido de intereses propios, de fluir con la marea
geopolítica.
¿Es esto suficiente para lograr una reunificación en el futuro cercano? Depende
de varias cosas: del grado en que se asiente de Estados Unidos el aislacionismo;
de qué tanto mejoren las relaciones políticas entre Japón y China; de que se den
pasos serios hacia la reunificación coreana. Todo esto puede inclinar la
atmósfera política de manera importante, y cambiar la dinámica de las relaciones
China-Taiwán. Si en 10 o 20 años se conforma un bloque regional en Asia
oriental, serio, entre China, Corea y Japón, Taiwán no querrá quedarse fuera.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein