Medio Oriente - Asia - Africa
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Relaciones Canarias - África
José Villalba Pérez
Comunicación presentada por la Asociación Canaria de Estudio de la
Globalización (ACEG) en el Foro Social Africano
1. La tricontinentalidad de Canarias: una realidad y un discurso político.
Canarias en el proceso de globalización capitalista.
La necesidad del debate sobre las relaciones Canarias-África no puede abordarse
como un tema exótico ni marginal, tampoco es un tema que deba tratarse desde la
óptica de la solidaridad y del humanismo, sobre todo en estos momentos en que la
"intervención humanitaria" ha pasado a ser sinónimo de intervención
imperialista, y donde los Estados consideran a las organizaciones no
gubernamentales (ONGs) como un elemento más de intervención de la política
exterior que muchas veces acompañan sus intervenciones militares (Balcanes,
Afganistán, Irak) o políticas (las llamadas "revoluciones de colores" en las ex
Repúblicas Soviéticas); en el mejor de los casos, simplemente son usadas como
elementos publicitarios en campañas de conquista de mercados o/y de recursos
naturales.
Las relaciones con África se han convertido en un tema central de la política
canaria ya que en torno a ellas (o al discurso oficial que se hace), se dibuja
el modelo de integración de Canarias en el proceso de globalización capitalista
en curso. Por eso mismo no puede ser dejado en manos de expertos económicos o de
políticos profesionales pues le concierne a toda la sociedad, ya que con la
definición de este modelo de relaciones se está, paralelamente, definiendo el
modelo de sociedad canaria para las próximas décadas.
Hablar de las relaciones de Canarias con África, nos remite a las relaciones de
Canarias con la Unión Europea (UE), al modelo económico que se está construyendo
desde los poderes económicos y políticos canarios y a la forma en que Canarias
aspira a construirse como sociedad. De hecho, las relaciones Canarias-África han
venido históricamente determinadas por las relaciones de poder en la cuenca
atlántica, relaciones que han forjado la estructura económica y social de la
Canarias que conocemos.
La primera experiencia de "Canarias plataforma entre tres continentes" se
sustentó sobre la base de ser plataforma logística de la presencia
europea en el Norte y Oeste de África y, posteriormente, en América. La historia
de las relaciones Canarias-África ha venido marcada por ese papel y la
existencia de nuestras burguesías insulares viene sellada por la colaboración
con las potencias atlánticas dominantes en cada momento histórico. El interés
por América, dando la espalda a África, viene determinado por el reparto
colonial del Tratado de Tordesillas (1494), por el que España y Portugal se
reparten las costas atlánticas. El periodo en que se produce el gran reparto de
África, que se consolida con la Conferencia de Berlín (1885), Canarias redefine
su papel de plataforma logística para la expansión europea en África, la
española de finales del XIX en el África Occidental y sobre todo el papel que
juega en las comunicaciones del Imperio Británico. Es un periodo de grandes
transformaciones internas (Ley de Puertos Francos, 1852), de adecuación de la
realidad insular a la nueva realidad atlántica. Fernando León y Castillo
(1842-1921) se marca como objetivo central el convertir el viejo Puerto de La
Luz en el puerto más importante del Atlántico Sur durante el siglo XX [1];
también conviene recordar que se considera como uno de los principales logros
del prócer gran canario, por lo que fue nombrado Marqués del Muni durante su
estancia como embajador de España en Francia (1887 a 1918), el reconocimiento a
España en 1900 de los derechos sobre el territorio del Muni, el Sahara
Occidental y el Protectorado del Norte de Marruecos.
Los archipiélagos atlánticos, desde su entrada en la historia, sirvieron -si
no exclusivamente, a buen seguro predominantemente, en cualquier caso
significativamente- de instrumentos para una expansión ultramarina de las
respectivas metrópolis. Expansión que no era puramente de índole económica,
hasta por haber condicionado el equilibrio europeo, los grandes movimientos
migratorios, la hegemonía occidental, finalmente la propia historia del mundo
[2]. Hoy, ante una nueva etapa de expansión del capitalismo los
archipiélagos atlánticos se sitúan ante la perspectiva del agotamiento de sus
actuales modelos y buscan un lugar en la nueva división internacional del
trabajo cuyo proceso de gestación se aceleró con el fin de la Guerra Fría. Los
sectores político-empresariales dominantes en las islas "venden" en los foros
internacionales a Canarias como la plataforma ideal para las políticas de
intervención política y económica en África, una venta que también están
realizando el resto de archipiélagos atlánticos; Cabo Verde se ofrece
indistintamente a la UE (aspira a ser miembro de pleno derecho), y a Estados
Unidos como el hub aeroportuario[3] de este país para África; Santo Tomé
y Príncipe se postulan como base para el mando norteamericano en el Golfo de
Guinea; Azores sigue siendo consciente del papel de portaaviones norteamericano
en mitad del Atlántico.
Una Canarias plataforma de la recolonización de África significa constituirse en
un sostén geográfico de políticas basadas en la subordinación del desarrollo
local a las necesidades del mercado global con la participación residual en los
beneficios de los sectores locales que, mediante el control patrimonial de las
instituciones públicas, participan en esa intermediación entre lo local y lo
global. África en estos comienzos de siglo XXI aparece como el gran mercado
virgen, la última frontera del mercado global, al mismo tiempo que se presenta
como una sociedad viva, inmersa en transformaciones políticas y sociales en
medio de un gran debate continental sobre su desarrollo en el que la lucha
contra la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) ocupa un lugar
central, siendo la heredera de las políticas neoliberales implementadas desde
los ochenta por el FMI y el BM, ahora interiorizadas por los dirigentes
africanos [4].
África se ha convertido en uno de los temas estrella de la agenda internacional.
La Cumbre de Denver (1997) del G8, que el Congressional Black Caucus, grupo de
representantes negros en el Congreso americano calificó como la "segunda
Conferencia de Berlín", significó la consagración oficial de la nueva
orientación del imperialismo occidental en África por lo que una nueva "guerra
de rapiña sobre África"[5] está en marcha. Los mercados africanos y no sólo sus
recursos naturales y humanos son ahora objeto de la disputa entre las grandes
potencias; el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Ronald Brown dejó
meridianamente claro en 1996 este conflicto cuando afirmó que la era del
dominio económico y de la hegemonía comercial de Europa en África ha terminado.
África nos interesa [6].
Asistimos al nuevo asalto a África que difiere muy poco de las razias y el
tráfico de esclavos que dominó desde la colonización de las islas atlánticas a
finales del XV hasta el siglo XVIII, del colonialismo del XIX o del
neocolonialismo de mediados del XX. En ese asalto nuestra clase dirigente que
históricamente se ha constituido en esta intermediación, pretende apoderarse de
su parte del pastel aunque para ello hipotequen todo desarrollo socialmente
sustentable en Canarias. Ante los cambios acaecidos en el mundo, y en especial
en la región atlántica, los grupos políticos y empresariales que estas últimas
décadas han patrimonializado el poder autonómico, se aprestan a perpetuarse.
El tipo de integración regional por el que hoy se está apostando significa para
Canarias y para las sociedades de la costa occidental africana incrementar aún
más sus niveles de dependencia exterior, de extroversión de sus economías, de
subordinación de las políticas locales a las necesidades de acumulación del
capital global y como consecuencia continuar en el proceso de implantación de
sociedades cada vez más duales, donde la distancia entre los sectores integrados
desigualmente en la economía global y los excluidos de ella se acrecienta
continuamente. Una integración regional en la que se pretende ser hegemónicos,
convirtiéndonos en un centro articulador de la dependencia regional. La
economía canaria es tan potente que no cabe en Canarias[7], afirmó el
consejero de Economía y Hacienda del gobierno autónomo, por ello la economía
canaria necesita nuevas fronteras, África aparece entonces como el "mercado
natural de Canarias". Esa es la propuesta que el consejero autonómico propone a
las autoridades marroquíes, la creación de un espacio económico único, un
mercado de ocho millones de personas que forman el sector social con
capacidad de consumo de Marruecos, Mauritania, Senegal y Cabo Verde que
junto a las Regiones Ultra Periféricas (RUP) macaronésicas (Azores, Canarias y
Madeira) constituyan un espacio integrado que les permita a todos crecer
económicamente [8]; la propuesta del consejero incluye como elemento central
la posibilidad de que Canarias (la mayor de las RUP) y sus empresas canalicen
los fondos españoles y europeos de ayuda al desarrollo.
La revalorización de la situación geoestratégica de Canarias en el terreno
económico supone su revalorización también en lo militar. Las islas no sólo
están en medio de una zona de creciente interés comercial donde la disputa de
las potencias se hace cada vez más patente, sino que desde finales de la década
de los noventa se sitúa en una zona petrolera, la fachada atlántica africana,
calificada por Estados Unidos como "de interés nacional". La revalorización
militar se expresa claramente en la proliferación de maniobras que sufre la zona
de Canarias que abarca tanto las realizadas en las islas o en sus aguas
limítrofes, que han recibido una importante contestación social por sus
repercusiones medioambientales, como las múltiples maniobras y ejercicios
militares que se vienen desarrollando con la participación de la OTAN o de
Estados Unidos en las costas africanas y en el continente.
Por otra parte Canarias se ha convertido en frontera de la zona del Sahel,
declarada por Estados Unidos como prioritaria en su llamada "guerra contra el
terrorismo". La presencia norteamericana en esa región está suponiendo el rearme
y militarización de un área ya de por sí conflictiva, la zona del Magreb y
África Occidental, de influencia tradicionalmente francesa, se convierte en
escenario de la lucha por la hegemonía entre Estados Unidos y Francia
modificando el mapa geopolítico y las relaciones de los Estados africanos con
las distintas potencias imperialistas. La última aventura africana del Gobierno
de Aznar es un buen ejemplo del papel reservado a las islas. En Guinea
Ecuatorial el gobierno español anterior, en el marco de su alianza con las
potencias anglosajonas quiso rememorar viejas glorias imperiales movilizando una
flotilla, una fragata y un buque de transporte con tropas de infantería de
marina, que tuvo que dar la vuelta al ser desvelado por la prensa. Este
movimiento de tropas se produjo cuando estaba en marcha el intento de golpe de
Estado contra Teodoro Obiang, promovido entre otros por Mark Thatcher, el hijo
de la dama de hierro. Según revelo la prensa, Severo Moto aguardaba en el
Aeroclub de Gran Canaria[9] su traslado a Malabo para asumir el poder.
Por tanto, asistimos a un diseño de relaciones de Canarias con África al margen
de cualquier otra visión que no sea la mercantil, basado en ofertar el
Archipiélago como sostén del nuevo proceso de recolonización del continente
africano, repitiéndose el papel que Canarias ha jugado desde su colonización y
su inserción en la periferia de la economía capitalista como satélite útil en la
articulación de la dominación del Norte sobre el Sur. Un diseño que se
corresponde con un determinado modelo de desarrollo interno sustentado en el
cemento y la rapiña de un territorio puesto al servicio de las necesidades
del capital exterior y que responde a los intereses minoritarios de los grupos
beneficiarios del régimen político-empresarial construido en las últimas décadas
en Canarias. Así, el proyecto "Plataforma Logística Tricontinental" aparece
inexorablemente ligado a otra de las propuestas estrella del gobierno de Adán
Martín, el llamado "Eje Transinsular de Transporte", que implica ampliaciones
portuarias y aeroportuarias, construcción de nuevos puertos, carreteras e
incluso dos trenes en las islas mayores que sirven para mantener la "maquinaria
del cemento" en funcionamiento, mientras en el discurso hablan de creación de un
mercado único canario incardinado en el mercado global.
2. La naturaleza del actual discurso
El viejo tópico, siempre presente de una u otra forma, de "Canarias, puente
entre continentes" en los años setenta se presentó como "Canarias puente con
América". Este mirar hacia América tiene su origen en el primer reparto que las
potencias occidentales realizaron del mundo; la inclusión de Canarias en el
dominio español ligó al Archipiélago al continente americano, mientras que bajo
el imperio portugués quedó el dominio de África Occidental. No obstante las
relaciones directas de Canarias con África se mantuvieron, aunque nunca fueron
centrales y nuestras burguesías insulares siempre miraron al continente con
superioridad "inglesa". Desde mediados de la década de los setenta África es el
gran tabú de la política canaria pues existía la necesidad de recalcar la
"europeidad" de las islas de tal forma que la reserva del mercado del plátano y
del tomate se convirtieron en prioridades de una clase política plegada a los
intereses de las distintas burguesías insulares herederas del "pleito insular" y
consolidadas con el franquismo. Con una UCD (Unión de Centro Democrático) de la
que nacerá ATI (Agrupación Tinerfeña de Independientes), que de forma hegemónica
se convierte en el baluarte de la españolidad y europeidad de Canarias, seguida
por un PSOE (Partido Socialista Español) y un PCE (Partido Comunista Español)
que se limitan a trasplantar el discurso estatal sin desarrollar una alternativa
propia para Canarias y que se sintieron amenazados ante los avances del
nacionalismo de izquierdas que representaron el PCU (Pueblo Canario Unido) y la
UPC (Unión del Pueblo Canario). Fue el momento del abandono del Sahara y del
proceso descolonizador del imperio portugués; el MPAIAC (Movimiento por la
Autodeterminación y la Independencia del Archipiélago Canario) y su máximo
dirigente Cubillo, iniciaron desde Argelia su campaña africana por "el
reconocimiento del hecho colonial canario", que logró captar la atención de la
OUA (Organización de Unidad Africana) que se interesó por el caso canario.
África como realidad es borrada del horizonte de los canarios, de esa década
también son dos elementos característicos del nuevo proceso de globalización
naciente, la instalación del Corte Inglés en Las Palmas y la conexión permanente
por satélite de la TVE que, junto con el turismo, contribuyen de forma decisiva
a homogeneizar la sociedad canaria con la cultura única del capitalismo
globalizado. Durante este periodo, desde los setenta a finales de los noventa,
desapareció de la conciencia colectiva de los canarios la ubicación geográfica
del Archipiélago.
Esta conciencia colectiva la recuperaron los canarios como problema con la
inmigración a finales de los noventa. En 1994 llegó la primera patera y se
consideró un fenómeno novedoso, curioso y anecdótico para transformarse más
adelante en alarma social. Los primeros brotes xenófobos surgieron alentados por
unos medios de comunicación y líderes políticos que empezaron a hablar de
"invasión", término que aún hoy ocupa buena parte del discurso. A la expresión
más clara, racista y llena de racionalidad fascista, que representaban la
emisora de televisión local "Canal 25" de Don Francisco o el Alcalde de la Oliva
en Fuerteventura, Domingo González Arroyo, se le puso sordina quedando para la
intimidad; pero sobre esta realidad de miedo y de xenofobia latente de
importantes sectores populares se construyó, desde lo "políticamente correcto"
un discurso basado en identificar al crecimiento poblacional como principal
problema de Canarias con afirmaciones tales como "no cabemos más", "somos un
territorio limitado", "la capacidad de carga", etc.
Como complemento se criminalizó el fenómeno migratorio convirtiéndolo en un
producto de las mafias, que se presentan como las únicas culpables de la
inmigración, y la lucha contra ellas en el elemento central de la política
migratoria. Curiosamente esas mafias sólo se buscan en el exterior, siempre son
mafias extranjeras, marroquíes en el caso de las pateras, nunca aparece el
trabajo clandestino, ni las mafias que contratan en la agricultura, la
construcción, la hostelería o el servicio doméstico a trabajadores "sin papeles"
en condiciones que ningún canario aceptaría. Como consecuencia lógica de estos
discursos surge la necesidad de "blindar las fronteras".
Ese mismo miedo es el que explota el gobierno de Adán Martín para justificar
socialmente lo que no deja de ser una gran evasión fiscal, la inversión de la
Reserva de Inversiones Canarias (RIC) en África; su Consejero de Economía y
Hacienda afirmaba al hilo del debate sobre este asunto que o se crea allí una
zona de prosperidad o nos invaden 20 millones de africanos[10]. Después de
las primeras reacciones como las del senador Mardones de Coalición Canaria (CC)
que propone desplegar la Armada para blindar las costas canarias, se pasa a
utilizar el blindaje de las islas frente a la inmigración, como una exigencia
que se lanza al gobierno central en los momentos de negociación política o
económica. La inmigración, especialmente la llegada en pateras, se utiliza como
elemento de presión ante el gobierno central, contribuyendo con ello a
consolidar la percepción de la inmigración como problema, por mucho que
en campañas y actos puntuales declamen el discurso políticamente correcto de
la inmigración como oportunidad. Dentro de este discurso del "blindaje de
las fronteras" se encuentra el apoyo entusiasta a las Iniciativas de Vecindad y
Gran Vecindad de la Unión Europea que nacen de la misma filosofía, blindar
Europa ante la invasión de los miserables. La Iniciativa de Vecindad
pretende la creación de un "círculo de seguridad" en torno a Europa construido
sobre un espacio de libre comercio con los países fronterizos de la Unión
ampliada; la Iniciativa de Gran Vecindad, diseñada para las Regiones Ultra
Periféricas (RUP) se encamina a articular los distintos espacios económicos en
los que las RUP están enclavadas. El Gobierno de Canarias aspira a participar en
ambas iniciativas previendo que estarán bien dotadas económicamente; por su
parte los captadores de subvenciones canarios han visto en ellas el recambio al
vigente régimen de subvenciones europeas que desde la ampliación a veinticinco
tiene fecha de caducidad.
La filosofía sobre la que se construye el Instrumento de Vecindad quedó
meridianamente clara con la propuesta de los Ministros de Interior de Italia,
Alemania y Austria de crear en Marruecos, Mauritania, Argelia, Túnez y Libia
cinco campos para inmigrantes. Se trataba, según el comisario de Justicia e
Interior, Antonio Vitorino de trasladar la gestión de las peticiones de asilo
fuera del territorio de la Unión, al tiempo que se usaban estas
"infraestructuras" de plataforma-tampón para evitar la entrada de más
inmigrantes económicos. Según el comisario no se trata de transferir la carga
(migratoria), sino de compartirla con los países de tránsito. La propuesta se
presentó en octubre de 2004 levantando tal polémica que obligó a retirarla. Cabe
señalar que previamente a su retirada, el presidente del gobierno canario Adán
Martín la consideró como una propuesta "interesante" para Canarias. La
subcontratación y la deslocalización son filosofías arraigadas en la derecha
canaria y también la contemplan para la gestión de la inmigración.
Este discurso es más claro por sus connotaciones racistas en Tenerife, donde ATI,
ve a África como el gran mercado pero al mismo tiempo se moviliza para exigir el
blindaje de la isla ante la llegada de la primera patera. No se puede esperar
otro talante ante la inmigración de origen africano de una clase dirigente que
durante mucho tiempo se opuso a que un importante empresario de origen árabe se
integrase en su elitista club. La oposición a la instalación de centros para
inmigrantes es otro ejemplo de la forma de pensar y actuar de esta clase que al
mismo tiempo habla de invertir en África para "frenar la inmigración".
Asistimos a un discurso que como mínimo podemos calificar de curioso que
reclama la "apertura comercial y liberalización" de los mercados donde pretende
establecerse, mientras no deja de solicitar la intervención del poder político
para facilitarle la penetración en esos mercados a través de subvenciones de
todo tipo para la exportación, para establecerse, al transporte, para la
creación de oficinas y "antenas" exteriores que son financiadas con dinero
público, viajes a ferias comerciales, viajes oficiales o privados de cargos
públicos para abrir caminos a negocios privados, la utilización de la
financiación pública de la cooperación de acuerdo a criterios de estrategias de
penetración empresarial, etc. ... ¿dónde está el riesgo empresarial?
Se reclama "buen gobierno" y "transparencia" de los Estados donde se pretende
invertir mientras se es participe de un régimen dominado por la connivencia de
políticos y empresarios que buscan, en el mejor de los casos, como eludir la ley
con la ley, donde, existiendo teóricamente una legislación laboral y mecanismos
de control democráticos, domina la economía sumergida y la especulación, en la
que los beneficios fiscales y las subvenciones han sido la industria
sobre la que se han construidos los imperios empresariales canarios.
Paradójicamente, cuando estos mismos "agentes económicos" invierten en países
donde el neoliberalismo ha desmontado los Estados, se habla de "código ético" o
"código de buenas conductas empresariales".
3. Canarias, plataforma tricontinental: un proyecto de poder local con
aspiraciones regionales.
El marco geopolítico en el que se encuadra Canarias está inmerso en profundos
cambios. El "mapa" del Atlántico de la guerra fría se está transformando y
vivimos tiempos en que los distintos actores atlánticos redibujan ese mapa. Las
relaciones trasatlánticas entre Estados Unidos y la Europa continental, se
encuentran en un permanente estado de redefinición que afecta incluso a la OTAN,
pilar fundamental de esas relaciones. El proyecto europeo, a pesar de los
tropiezos, se ha consolidado como poder económico mundial sobre todo tras la
adopción del euro; los continentes americano y africano viven inmersos en
procesos de integración económica y política tanto regionales como continentales
que al mismo tiempo están propiciando el relanzamiento de las relaciones
Sur-Sur.
Este espacio atlántico en transformación es, naturalmente, un campo de lucha
entre las potencias con aspiraciones globales; al cada vez más enconado
enfrentamiento directo, comercial y político entre las economías del euro y el
dólar, hay que añadir los enfrentamientos de estos dos bloques por el control de
mercados regionales, América Latina y África son dos áreas donde estos nuevos
conflictos interimperialistas están creando una nueva realidad geopolítica. Uno
de los elementos nuevos de la actual situación es que por primera vez en la
historia del capitalismo una potencia no atlántica comienza a ser un actor
importante en la zona; China empieza a constituirse como actor global
desarrollando desde comienzos de siglo una activa expansión económica y política
en América Latina y África ya que, además de materias primas para atender a su
desbocado crecimiento también necesita nuevos mercados capaces de asumir su
ingente producción. La búsqueda de nuevos mercados se ha convertido en una
prioridad para las autoridades chinas que implica un creciente papel en la
política internacional y en concreto en África. La forma en que China oferta a
Canarias ocupar un lugar en el diseño de su política para África Occidental es
un ejemplo de la expansión del capitalismo chino que invita a su país a un ex
presidente del gobierno canario, Lorenzo Olarte, para solicitarle su labor de
cabildeo para que Canarias sea una de las bases, de las doce que tiene
planificadas por África, en la logística de la presencia comercial china en el
Atlántico.
Estos conflictos entre potencias globales posibilitan la autonomía de potencias
regionales, o aspirantes a serlos, que juegan su propia partida local.
Marruecos, Senegal, Nigeria, Sudáfrica, Angola o Libia han visto reforzado el
papel de actores destacados en el África Atlántica. Estas transformaciones
geopolíticas se dan en un momento en el que el modelo de desarrollo mantenido
por Canarias da claras señales de agotamiento, una manifestación más de los
cambios a los que asistimos. El modelo basado en la agricultura de exportación y
en el turismo, por distintas razones, ha entrado en declive; la agricultura de
exportación, basada en la cercanía relativa de los mercados importadores recibe
su golpe de gracia con el desarrollo de los trasportes que colocan las
producciones más competitivas de América Latina y África en condiciones de
acceder a los mercados europeos. Su declive comienza a finales de los sesenta al
mismo tiempo que empieza a desarrollarse el turismo, manteniéndose al amparo de
las medidas proteccionistas, primero del Estado español, y posteriormente de la
Unión Europea. El mantenimiento de este régimen proteccionista, aun conociendo
su transitoriedad, condicionó de forma decisiva la opción de nuestra integración
en la Unión Europea, una "opción" que posteriormente (1990) sería reformada con
la integración plena en las políticas comunitarias salvo en la armonización
fiscal indirecta (IVA). En la actualidad las políticas de protección agraria se
encuentran tocadas de muerte en medio del liberalismo triunfante y de las
reivindicaciones de abrir los mercados a los productos del Sur.
En cuanto al turismo, a los cambios producidos en el propio sector a nivel
mundial motivados por el desmantelamiento del Estado de Bienestar en Europa que
condiciona el número, tiempo de estancia y gasto, así como la revolución de los
transportes que sitúa destinos lejanos (Caribe, Índico o Pacífico) a precios
competitivos para unas cada vez más escasas "clases medias" europeas, se le suma
el propio modelo de desarrollo turístico canario basado en la depredación del
espacio por la actuación del binomio construcción / especulación, que al final
ha creado una crisis por una sobre oferta de camas en momentos en que la demanda
turística disminuye y sobre todo cambia de hábitos.
A estos sectores básicos de la economía canaria se le añade papel que juegan las
subvenciones. Hay que tener en cuenta que tras la incorporación a la UE los
recursos que Canarias recibe suponen el 1% del PIB y unos 15.000 puestos de
trabajo todos los años. Sin embargo, este factor entra en crisis tanto por la
ampliación de la UE hacia el este de Europa como por la propia dinámica interna
de una UE que cuestiona desde perspectivas neoliberales este tipo de
subvenciones. Este dato es ilustrativo de la necesidad que determinados sectores
tienen de sustituir unas subvenciones que se acaban por otras nuevas y que
personajes como el presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, José
Miguel Suárez Gil, afirmara durante su toma de posesión en el hotel Santa
Catalina que "hay que quitarle a Andalucía ese río de dinero que va a África"
define bien la naturaleza del papel que juega la ayuda al desarrollo en estos
ámbitos empresariales.
Este agotamiento de modelo llega en un momento en el que en Canarias se ha
producido una importante acumulación de capital que no encuentra en las islas
salidas que ofrezcan rentabilidades similares a las obtenidas cuando el turismo,
la especulación, la construcción y las subvenciones iban de la mano. Para Rivero
Ceballos, el momento de mayor crecimiento de la fase expansiva que se inició en
1993/94 se alcanzó en 1998, justamente cuando el horizonte africano empieza a
aparecer ante una élite político empresarial conformada, en los últimos 25 años
al calor del poder autonómico y local. El continente vecino comienza a asomar
como "un espacio en el que se abren numerosas posibilidades de negocio", con una
coyuntura favorable, ya que las instituciones internacionales (incluida la UE)
apuestan por movilizar una importante ayuda financiera hacia la región. Con la
llegada del nuevo milenio, África se ha convertido en tema obligado de la agenda
de todas las reuniones de organismos internacionales.
4. ¿De donde surge el interés por una política de Canarias hacia África?
La reconversión africanista de nuestra élite empresarial y política la podemos
encuadrar en una lógica de acomodación de la burguesía canaria a la
reorganización económica y política que está produciendo la globalización en
esta área del Atlántico. Renegociar la renta de situación de Canarias
ofertándola a los proyectos de recolonización en curso, sería el sentido último
de la adaptación de aquel viejo tópico de "Canarias, puente entre continentes".
Las ofertas al capital norteamericano con los intentos de venta del producto
"Canarias", primero en Texas y posteriormente en Miami, la candidatura para que
Canarias acoja el Neutral Access Point (NAP) que centralice las comunicaciones
de Internet de África, las ofertas a Europa para convertir a Canarias en la base
de sus políticas de cooperación africana, o, la opción asiática con el interés
sobrevenido por China, son muestras de tal reorganización.
Nos encontramos con un proyecto que no está diseñado por ningún "gabinete
oscuro", sino ante una política que se ha ido construyendo conforme han venido
los vientos atlánticos y los intereses de determinados grupos económicos
locales. Su estrategia se basa en el intento de definir un área macaronésica que
se integre en la economía global como plataforma de interrelación entre las
áreas americana, europea y africana. Un proyecto que no esconde sus ambiciones
hegemónicas y que se sitúa dentro del proyecto principal de la "necesidad de la
internacionalización de las empresas canarias".