Medio Oriente - Asia - Africa
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Hong Kong: Campesinas desafían a la OMC
Irene León
Alai-Amlatina
"Quienes están negociando en la Organización Mundial de Comercio (OMC), están
tratando de sus propios intereses y de aquellos de las grandes corporaciones, no
nos están considerando a las campesinas. Las negociaciones son sobre
agricultura y alimentación, pero ellos no hablan con nosotras que somos quienes
las garantizamos en la realidad. Ellos están decidiendo sobre nuestras
vidas y tomando resoluciones que para nosotras son sinónimas de muerte, por eso
la OMC no debe seguir", dijo la líder coreana Yoon Geum Soon, al término de una
numerosa manifestación de mujeres de la Vía Campesina, realizada en Hong Kong
hoy 15 de diciembre, día de la lucha de las mujeres del campo contra la OMC.
Las onerosas condiciones impuestas por el agro-negocio, que empuja a comprarlo
todo y a endeudarse para hacerlo, está llevando a las campesinas a la
desesperación, la emigración y en algunos casos al suicidio. Así, la
coerción a la lógica mercantil en la agricultura no sólo pone en riesgo los
derechos de las mujeres sino también sus propias vidas, enfatizaron las
representantes de distintos lugares del mundo en el debate previo a la
movilización.
Bajo el presunto argumento de que las reglas comerciales no tienen que ver con
las desigualdades entre los géneros, la OMC toma decisiones que agudizan la
exclusión de las mujeres. En Europa por ejemplo, según Josie Riffaud, de
la Vía Campesina Francia, las campesinas no tienen estatus profesional y en
consecuencia tampoco tienen asegurada la remuneración ni el seguro social, y en
esas condiciones, se ven forzadas a asumir los inabordables costos de la
producción agrícola, que comprende la implementación de costosas tecnologías,
que se imponen como regla obligatoria para poder entrar en las dinámicas de la
industrialización.
En el Sur, las mujeres se ven afectadas por situaciones similares, sin
considerar que ellas, en la mayoría de países, producen más del 50% de insumos
alimenticios. Las hindúes, por ejemplo, producen hasta el 70%, las
tailandesas y coreanas el 60%, pero la lógica de la competencia comercial y
económica, sobre la cual se levantan los preceptos de la OMC, obvia esta
realidad y pretende que la producción agrícola proviene exclusivamente de las
empresas transnacionales, mientras que en la realidad la mayoría de mundo sigue
abasteciéndose de la pequeña agricultura, en la cual predominan las mujeres.
El endurecimiento de las condiciones de vida en el campo ha conducido a un éxodo
de campesinas del Sur hacia las grandes ciudades y a otros países, ello, con
enormes costos humanos, no sólo por la crisis que esto genera en la vida rural
sino, sobre todo, porque expone a las migrantes campesinas a asumir los trabajos
más devaluados en el mundo urbano, tales como el trabajo doméstico o la
prostitución. En los países del Norte, las migrantes se ven obligadas a
aceptar condiciones laborales que en muchos casos se asemejan a la esclavitud.
Las que se quedan en el campo, por su parte, se ven obligadas a conseguir otros
empleos adicionales además del que ya asumen en el mundo agrícola, dijeron.
Las reglas de la OMC sustraen a las mujeres de sus prácticas históricas y de la
posibilidad de continuar desarrollando sus conocimientos, tal es el caso de la
hibridación y conservación de las semillas que se les está arrebatando de sus
manos, para imponer el uso de semillas comerciales y hasta transgénicas de
marcas transnacionales, aporto la hindú Chukki Najundaswamy.
En esas condiciones, las mujeres pierden su estatus de campesinas y productoras
para ser empleadas del agro-negocio, en tareas que no merecen ningún
reconocimiento, dijo la representante japonesa a la vez que agregó que en un
campo desbastado por la mercantilización, las mujeres ya casi no tienen lugar.
Asimismo, las posibilidades de las mujeres de acceder a la tierra es cada vez
más remota, señaló la representante de Filipinas. En la actualidad,
mientras las tierras están siendo acaparadas por las transnacionales, los
índices de acceso de las mujeres a ella es de apenas el 1%.
Las campesinas expusieron estas y otras decenas de razones por las que la OMC no
cambiaría si llegara a añadir alguna consideración social o de género a alguno
de sus textos. Ellas quieren a la OMC fuera de la agricultura y fuera de
la vida de las mujeres, sin lo cual nunca llegará la igualdad para ellas.