Medio Oriente - Asia - Africa
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Amnistía recoge testimonios de víctimas de 'sitios negros' de la CIA
Tres Yemeníes relatan a AI en la prisión de Sana la odisea vivida desde su secuestro en 2003 y su paso por varios centros clandestinos
Roberto Montoya
El Mundo
«Ellos vinieron a coger a mi padre durante la noche, como unos
delincuentes». Son las palabras de Fatima al-Assad, de 12 años, recogidas por la
investigadora de Amnistía Internacional Anne Fitzgerald en su informe EEUU/Yemen:
Detención secreta en los 'sitios negros' de la CIA, que hoy ha dado a conocer la
organización humanitaria.
La pequeña Fatima es la hija de Muhammad al-Assad, víctima, al igual que Salah
'Ali y Muhammad Bashmilah (los tres yemeníes) de los ya siniestramente famosos
secuestros de sospechosos de Al Qaeda que realiza la CIA o sus intermediarios en
distintos lugares del planeta. En este caso, al menos, hubo la posibilidad de
ver y entrevistar a los prisioneros, en la prisión yemení de Sana, lo que
demuestra, según el informe de Amnistía, que esos sitios negros controlados
directamente por la CIA o por servicios de Inteligencia aliados, no sólo están
reservados a detenidos de alto valor, sino también a muchos capturados de forma
totalmente arbitraria.
Los tres fueron trasladados a Yemen el 5 de mayo de 2005 desde distintos centros
de detención secretos donde se encontraban desaparecidos desde 2003. Cada uno de
ellos estuvo totalmente aislado durante esos dos años.
En el caso de Muhammad al-Assad, fue arrestado el 26 de diciembre de 2003 en su
casa en Dar-es-Salaam, en Tanzania, donde vivía desde 1985. Terminaba de cenar
con su esposa tanzana, Zahra Salloum y familiares de ella. Personal de
inmigración lo citó para que se presentara en una oficina gubernamental con su
pasaporte y su teléfono móvil. Nada más entrar en ella le pusieron una capucha
en la cabeza y le ataron las manos a la espalda.
Allí comenzaría su odisea. Al-Assad fue introducido en un coche y trasladado a
un aeropuerto, desde donde fue transportado en un pequeño avión a un lugar que
supone era en algún país del Este de Africa. Encerrado en una sucia celda, fue
interrogado por una mujer de piel blanca y acento norteamericano, vestida con
ropas civiles, que usaba los servicios de un traductor.
Las sospechas sobre él estarían basadas en que seis años antes de su captura
habría salido de garante para el registro en Tanzania de una organización de
caridad saudí, la Al-Haramiain Islamic Foundation, considerada por la CIA a
partir del 11-S como sospechosa de servir para financiar al terrorismo islámico.
A pesar de ser interrogado varias veces al día sobre sus empleados y conocidos,
no llegó a ser torturado. Semanas después fue encapuchado y trasladado de nuevo
en avión a otro lugar y el último traslado a un sitio negro fue en abril de
2004.
Las detenciones de Salah 'Ali y Muhammad Bashmilah, efectuadas dos meses antes
que la de Al-Assad, estarían ligadas directamente con su reconocimiento de que
habían estado en Afganistán. Ambos sufrieron por separado similares torturas y
estuvieron en manos de guardias vestidos todos de negro, como verdaderos
ninjas.Durante día y noche tenían la luz eléctrica de sus celdas encendidas y
los viernes, ambos, que no tenían contacto entre sí, eran llevados a la ducha, a
un lugar con capacidad para unas 20 personas.
En el caso de Salah 'Ali fue detenido en Indonesia, en agosto de 2003, cuando el
tren en el que viajaba con su esposa paró en Surabaya. Fue trasladado a Jordania
donde fue torturado brutalmente antes de ser transportado a Tailandia y
posteriormente a Yemen, donde inicialmente las autoridades negaban a sus
familiares que se encontrara en su poder.
Una suerte similar corrió Muhammad Bashmilah, quien fue capturado en Jordania
tras reconocer a funcionarios de inmigración que en 2000 había estado en
Afganistán. El padeció torturas aún más severas que Salah 'Ali tanto en Jordania
como en otros centros controlados por la CIA, posiblemente en Irak o en algún
país de Europa del Este, antes de llegar a Yemen en 2005.
Según las autoridades de Yemen, la embajada de EEUU les avisó de la llegada de
los tres prisioneros sólo 24 horas antes. Amnistía Internacional denuncia que a
pesar de no existir cargos contra los tres prisioneros, el Gobierno yemení los
retiene «en espera de que lleguen de EEUU los informes sobre ellos» lo que
demuestra su grado de subordinación.
En las provincias del este de Congo Kinshasa se encuentra el 80 % de las reservas mundiales de coltan. Allí han puesto sus ojos las grandes multinacionales, en un fenómeno que la misma Madeleine Albright denominó como "la primera guerra mundial africana".