Medio Oriente - Asia - Africa
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Hamas: La crisis palestina
Marwan Tahbub
El día 6 del presente mes, el Alto Comité de Seguimiento, conformada por
todas las fuerzas políticas palestinas, tanto de signo nacionalista como
religioso (Formado a raíz del Acuerdo del Cairo que posibilitó la actual tregua
y que agrupa a los trece partidos y movimientos palestinos), responsabilizó a
Hamas del último enfrentamiento con las fuerzas de la Autoridad Nacional
Palestina, ocurrido recientemente en la Franja de Gaza y pidió a esta última
realizar la investigación pertinente y aplicar la ley a los responsables de los
hechos. Esta era la segunda vez en que Hamas se enfrenta a la Autoridad Nacional
Palestina (ANP) con las armas. El hecho fue reflejado por los medios de
información como algo anecdótico pero inevitable, obviando las raíces de esta
importante contradicción en el campo de las fuerzas políticas palestinas. Casi
todos los medios coinciden en la clasificación de la ANP como un conglomerado de
corrupción, ineficiencia y negligencia que casi la incapacita para la conducción
de su pueblo hacia un estado propio. La misma coincidencia se refleja en
considerar a Hamas como una fuerza política que adquiere mayor trascendencia
para el común de los palestinos y que merecidamente sería la fuerza ganadora en
las próximas elecciones legislativas con lo cual se resalta lo justificado de
las exigencias israelíes a la misma ANP para que desarme coactivamente a Hamas,
como forma de presión que, potencialmente, pueda conducir a una guerra civil
palestina en el mejor de los casos y en el peor puede permitir a la parte
israelí, -en el caso de un futuro gobierno palestino con participación de Hamas-,
alegar que no hay con quién negociar, tal y como lo ha hecho con el fenecido,
misteriosamente, Yaser Arafat. Y de esto modo continuar con el congelamiento del
proceso de paz que ya dura desde la década pasada, mientras la colonización y el
Muro del Apartheid van carcomiendo las tierras palestinas y cerrando el espacio
necesario para un futuro estado palestino o dejarle subsistir en algún que otro
bantustán.
Donde no hay coincidencia es en la clasificación de la naturaleza política de
Hamas. Un movimiento que, igual que Hizbolah, que si bien, no realizó ninguna
operación exterior, sino se limitó a la actuación en el interior del territorio
ocupado en un caso o en otro, la mayoría de los medios informativos y fuerzas
políticas en el mundo, lo consideran como parte integrante del eje del mal, del
terrorismo global liderado por Alqaeda. Otras partes menos inclinadas a los
estereotipos que ha impuesto la globalización neoliberal, la consideran, por
encima de su carácter religioso y fundamentalista como una fuerza más que pugna
por la liberación de su pueblo. Entre estos dos polos de interpretación cabe una
amalgama de matices y consideraciones.
En realidad Hamas no deja de representar una de las contradicciones en el seno
de la sociedad palestina, mientras ésta pugna por solucionar su principal
contradicción con la ocupación israelí. Para entenderlo habrá que recurrir un
poco a una historia ideológica y política de Hamas en el seno de las sociedades
árabes, islámicas, como dentro de la sociedad palestina en el marco de un
análisis de la situación actual que atraviesa esta misma sociedad frente a la
ocupación israelí.
La Hermandad Musulmana es el marco ideológico, político y organizativo del cual
nace Hamas. Un movimiento surgido en la década de los treintas del siglo pasado
con el acicate de la inteligencia británica, junto con la inteligencia de la
monarquía egipcia, reinante en aquel entonces, con el fin de crear una fuerza
política capaz de contrarrestar las pujantes corriente, democráticas, liberales,
nacionalista y antiimperialista. De hecho la Hermandad corresponde a tal
finalidad al fijar, como fin estratégico, la re-construcción del Califato como
su fin primordial con lo cual la liberación nacional, la oposición a unas
monarquías corruptos y clientes locales de las potencias coloniales como contra
estas mismas potencias presentes en tal o cual país, se hace bien relativa y
supeditada a la finalidad estratégica de la Hermandad; El Califato. Su extensión
y posterior actividad en Egipto, Jordania, Palestina, Siria, etc. viene a
corroborar esta tendencia de la Hermandad.
En el Egipto de las últimas décadas de la monarquía (1930-1952), la Hermandad
era bastante más activa contra las corrientes democráticas y liberales, como
contra las nacionalistas y antiimperialistas que contra la monarquía o las
fuerzas de ocupación británicas y se dejaba manejar con docilidad por el palacio
del Rey Faruk, no obstante ciertos roces relativos. La llegada al poder de Gamal
AbdelNaser, iniciando el proyecto liberador, desarrollista y de unificación
árabe, le permite a la Hermandad realizar su primer atentado político contra la
vida del mismo AbdelNaser. Cuando su sucesor Anuar Alsadat, (que paradójicamente
inicia el desmantelamiento del Naserismo), en la etapa preparatoria de su visita
a Israel y del Acuerdo de Camp David, temía enfrentarse con la corriente
nacionalista y naserista predominante, recurrió a la Hermandad, le soltó lastre
y la dejó actuar con violencia contra los nacionalista egipcios.
El papel de la Hermandad en Jordania no fue diferente. La naciente monarquía
jordana a la sombra del apoyo colonial británico, siempre tuvo el apoyo,
relativamente crítico, de la Hermandad. En la década de los cincuentas del siglo
pasado y frente al auge de la lucha nacionalista motivada por el liderazgo de
AbdelNaser la monarquía cierra el parlamente en 1957, prohíbe toda actividad
política y deja en libertad de acción a la Hermandad con el mismo fin. Situación
que se prolongó dos décadas, es decir, hasta 1977. En éste lapso de tiempo la
Hermandad, respondió con creces al régimen jordano, de modo tal que cuando, en
septiembre de 1970, lanzó su ejercito para acabar con la presencia de la
resistencia palestina en Jordania (el famoso septiembre negro, con el saldo de
alrededor de 25 mil bajas entre muertos y heridos), la Hermandad se situó en el
lado monárquico y en contra del nacionalismo laico de los palestinos.
En el seno palestino la actuación de la Hermandad fue parecida, solo que ha sido
más compleja debido a la situación de dispersión y complejidad de la realidad
palestina a partir de 1948. Antes de la ocupación israelí en 1967, en
Cisjordania la Hermandad actuaba como parte de la rama jordana de la Hermandad.
En la Franja de Gaza actuaba en el marco de la rama egipcia. En la militancia de
ésta última pasaron, pasajeramente, varios de los Fundadores de Al-Fatah como el
caso de Yaser Arafat, pero no tardaron en abandonarla por dos motivos, aunque
varios de ellos eran practicantes pero políticamente eran laicos como la mayoría
de la sociedad palestina. El segundo motivo es que se daban cuenta que la
liberación de Palestina, si bien figuraba en la lista de objetivos de la
Hermandad pero estaba en los últimos peldaños de una larga lista y supeditado a
la finalidad estratégica de reconstruir el Califato.
En 1965 arranca la lucha de resistencia armada de la primera corriente
nacionalista palestina; Al-Fatah, para ser seguida por las otras corrientes ya
de signos ideológicos progresistas panarabistas unos, marxistas otros. Desde
entonces y hasta finales de la primera Intifada, la Hermandad se mostraba ajena,
indiferente y hasta hostil a esta lucha tachándola de aventura militar y
contraria a la reconstrucción del Califato. El estallido de la primera Intifada
fue un terremoto que sacudió no solo a los cimientos de la sociedad israelí,
sino, también a los de la palestina. El carácter popular y de protesta política
era el predominante en la Primera Intifada hasta el grado de recurrir a
protestas políticas pacíficas investigadas y difundidas por varias partes entre
ellas se destacaba el Centro Palestino de Investigaciones de la No Violencia
presidido por el palestino estadounidense el Dr. Awad Mobarak que terminó
sacado, de madrugada, de su casa y en pijama, por el gobierno de Isac Shamir por
formar una ?amenaza a la seguridad del Estado?, y puesto en el primer avión que
salía para Estados Unidos. El hecho ocurrió pocos meses antes de la Conferencia
de Paz de Madrid. Militarizar la Intifada trasladaba la lucha al campo propicio
para Israel. Tarea que se logra por parte gracias a la acción militar
desproporcional del ejército israelí y la entrada en escena de Hamas como
veremos más adelante.
Con anterioridad a estos hechos transcurrían dos procesos. El primero está
relacionado con la política seguida por Menahem Beguin y su ministro de Defensa
Ariel Sharon, actual primer ministro israelí. Frente a la ofensiva de paz
lanzada por Arafat, la dirección de Al-Fatah y la de la OLP reflejada en el plan
de diez puntos de 1974 (dos estados conviviendo en paz), urgía eliminar al
interlocutor palestino para evitar tal alternativa. La acción estaba a cargo de
Sharon como Ministro de Defensa y actuó en dos niveles; uno político y el otro
militar. El político consistía en que en su calidad de gobernador militar de los
territorios ocupados, podía cerrar la vista y el oído a las actividades de la
Hermandad en espera de que pueda convertirse en una dirección política
alternativa a la OLP (El intento anterior de formar ?Las Ligas Campesinas?,
había fracasado rotundamente). Mientras, se lanzaba a la acción militar
desatando la invasión de El Líbano en 1982 con el fin declarado de destruir las
estructuras políticas y militares de la OLP.
El otro proceso está relacionado con la dinámica desatada con estos hechos que
condujo a resultados inesperados. Por un lado, la salida de la OLP de El Líbano
y su alejamiento del último país árabe limítrofe con la Palestina ocupada y su
ubicación en Túnez, trasladó, paradójicamente, el epicentro de la lucha
palestina a los mismos territorios ocupados con el estallido de la Primera
Intifada, mientras el camino de la negociación iba abriéndose con el inicio del
dialogo EE.UU.-OLP y la intensificación de los contactos palestino israelíes que
ya incluían no sólo a las fuerzas del centro y la izquierda sino a la derecha, y
al mismo partido Likud. Dicho de otro modo que los frutos esperados de la lucha
de cualquier movimiento de liberación nacional empezaban a madurarse.
Por el otro lado, tanto la Hermandad como sus bases populares empezaban a
sentirse presionados y mermados por los acontecimientos. Por un lado su
dirección era conscientes que su influencia en el seno de la sociedad palestina
era limitada a un porcentaje que difícilmente pueda pasar de un 20% dada la
característica laica de esta sociedad (con feligreses de la tres religiones
monoteísta y el hecho de que los cristianos palestinos lo son desde tiempos de
Jesucristo y no como producto del colonialismo y sus misioneros, así como los
palestinos judíos lo son desde tiempos de Moisés) y la historia del país siendo
cuna del monoteísmo junto con la activa participación de todas sus comunidades
en la lucha contra los varios invasores como expresión de una identidad propia y
una convivencia milenaria. En ésta encrucijada de la Hermandad, es cuando surgen
los efectos de la Intifada en su seno. Sus bases juveniles y otros cuadros no
podían sentirse ajenos a los acontecimientos y presionaban para una
participación activa en la Intifada. Incluso muchos ya lo hacían a nivel
individual. Tales contradicciones se hicieron presentes en el seno de la
Hermandad Musulmana en la Franja de Gaza así como en Cisjordania. La solución
que se dio fue no comprometer a la Hermandad en la Intifada ni en la lucha
armada, sino recurrir a un nuevo nombre; ?Harakat Almuqawama Alislamía?, es
decir el Movimiento de Resistencia Islámico conocido como Hamas por sus siglas
en árabe.
El hecho ya en sí implicaba el inicio de una nueva contradicción. Mientras el
grueso de las fuerzas palestinas se acercaban a la etapa de negociaciones
formales con la potencia ocupante, ya que las secretas llevaban tiempo de
haberse iniciado, Hamas surge para iniciar su ?lucha armada? con 22 años de
retraso. La situación contradictoria y el desencuentro palestino, imponía la
necesidad de un consenso sobre la negociación y/o la continuidad de la lucha
armada o el equilibrio entre ambas opciones, en el sentido de limitar la acción
armada a los territorios ocupados y excluir a la población civil de amabas
partes de la misma. El toma y daca entre Al-Fatah y Hamas sobre estas
definiciones es el que ha jalonado la trayectoria de sus relaciones, hecho que
contribuye, junto con el deseo israelí (tanto del partido laborista como del
Likud), de incidir en la inconsistencia de una plataforma común palestina tanto
para afrontar la negociación como la continuidad de su lucha legítima contra la
ocupación y para ir diluyendo las negociaciones, hecho que consiguieron en la
etapa de Barak como primer ministro y reforzaron con la asunción al poder de
Sharon.
Los acontecimientos que corroboran esta realidad son varios y constantes a lo
largo de la vida de Hamas. Cabe destacar uno de los más importantes en este
sentido. La masacre cometido en la Mezquita de Abraham en Hebrón en 1995, por el
colono israelí y fundamentalista Goldstein contra la feligresía musulmana, como
expresión desesperada de la derecha israelí contra la aplicación de los Acuerdos
de Paz de Oslo, repercutió en una mayor consolidación de las fuerzas de paz
israelíes. El hecho se ahondó más con el asesinato del primer ministro Isac
Rabin a manos de otro fundamentalista de la derecha religiosa israelí en
noviembre de 1995. Las encuestas sobre las siguientes elecciones en 1996, daban
un margen de ganancia para el laborista Simón Peres en más de 20 puntos sobre su
contrincante del Likud Benjamín Netanyahu. Pocas semanas antes de las
elecciones, Hamas lanza una serie de atentados suicidas en varias ciudades
israelíes. El resultado fue un cambio de ciento ochenta grados y Netanyahu gana
las elecciones con creces. El comentario común en casi toda la prensa israelí
como la palestina fue que el voto de Hamas en las elecciones israelíes es el que
decidió los resultados.
Netanyahu, siguió negociando con la ANP para no ir a ninguna parte, solo para
congelar cualquier resultado incluso de acuerdos ya firmados. Su sucesor Ihud
Barak por encima de sus declaraciones teatrales sobre su deseo de lograr una
negociación definitiva del conflicto, pero en los hechos fue el primero en
acusar a Arafat y a los palestinos de despreciar una oportunidad histórica que
nunca existió y en anunciar que Israel por encima de su deseo de paz no
encuentra en el lado palestino un interlocutor válido. Es decir es el que
anunció el fin de las negociaciones. Ambos, Netanyahu y Barak, recurrieron en su
gama de argumentaciones a la larga serie de atentados suicidas de Hamas contra
civiles. Desde una lejanía del espacio geográfico es factible no percibir el
efecto destructor, de tal combinación, para el proceso de paz. Es decir, para la
posible creación de un Estado Nacional Independiente palestino.
Una observación cronológica de los acontecimientos durante los mandatos de
Netanyahu, Barak como de Sharon, anotará una repetición cíclica de
acontecimientos regulares; 1. Un esfuerzo de una o de ambas partes del
conflicto, motivadas por presiones internas o de la comunidad internacional,
seguido por declaraciones y contra declaraciones, pero el proceso de abrir una
brecha y continuar las negociaciones va tomando cuerpo al final. 2. En este
preciso momento, Israel recurre a una de sus provocaciones habituales; un
asesinato selectivo de uno o varios cuadros de Hamas, ataques militares contra
población civil, arrasamiento de campos de cultivos o de casas palestinas, etc.
3. Acto seguido, Hamas lanza sus operaciones suicidas abortando el proceso y en
el mejor de los casos, las negociaciones se realizan bajo el efecto y las
presiones resultante de estos atentados, minimizando o anulando cualquier avance
de las negociaciones mientras Israel seguía con su colonización de los
territorios palestinos ocupados y la construcción del Muro del Apartheid.
Pero las contradicciones palestinas con Hamas, no terminan en este punto. Como
consecuencia de esta evolución, o poca evolución de Hamas, su discurso sigue
siendo más ideológico que político, dicho de otro modo, el objetivo final de la
Hermandad Musulmana sigue siendo el elemento predominante con todos los efectos
que ello tiene tanto respecto a la lucha contra la ocupación israelí como en lo
que afecta a la concepción de la sociedad, estado, economía a construir en el
seno palestino.
Quizás un hecho concreto pueda arrojar luz a esta cuestión. La sociedad
palestina se caracteriza por un predominio de una mayoría laica que se explicó
líneas más arriba. En la segunda vuelta de las elecciones municipales, Hamas
logra una mayoría en el consejo municipal de la ciudad de Tulkarem. En el mes de
julio de este año cuando tocaba la celebración anual de ?La Fiesta del Folklore
Palestino? (actividad que se celebra anualmente en todos los territorios
palestinos ocupados, como en algunos pueblos y ciudades de mayoría palestina en
Israel, con participación muy amplia de las instituciones civiles, de artistas,
artesanos, músicos, grupos de baile, activistas israelíes en pro de la paz,
cooperantes internacionales y solidarios, etc.), éste año, la Alcaldía de
Tulkarem, declara la prohibición del festival argumentado que es contrario a los
preceptos y la moral del Islam. El hecho provocó el inicio de una agria polémica
que se apagó debido al ruido desatado por la evacuación de los colonos israelíes
de la Franja de Gaza. Pero ha hecho a muchos palestinos interrogarse sobre su
propio destino en un futuro estado independiente gobernado por un régimen ya
parecido al de los Talibanes, y ello para coronar una lucha por esta
independencia que ya lleva casi un siglo. El predominio del discurso ideológico
sobre el político, conduce a Hamas a otra contradicción con el resto de las
fuerzas políticas palestinas. Hasta el presente, Hamas sigue actuando fuera de
lo que se podría llamar las estructuras políticas palestinas, como fuera del
consenso nacional palestino. Desde el plan de diez puntos como plataforma de una
paz basada en la convivencia de dos estados; el palestino y el israelí, se ha
ido consolidando un consenso palestino sobre tal vía de solución negociada. La
incorporación tardía de la Hermandad, vía Hamas, al que hacer nacional
palestino, la sitúa en la oposición a tal solución (junto solo con la Jihad
Islámica), quizás este hecho pueda explicar su constante actuación con los
atentados suicidas para sabotear las negociaciones. Mahmud Abbas (Abu Mazen),
ganó las elecciones presidenciales, en el pasado enero, con amplia margen de
votos en base a éste programa. Hamas no respeta este resultado que refleja este
consenso nacional, y posiblemente sea el motivo detrás de su reiterativo rechazo
a formar parte en un gobierno de unidad nacional que le fue propuesto de parte
de Abu Mazen varias veces. Pero el problema no consiste solo con los hechos
pasados sino, también, con el qué hacer actual y futuro.
La reglas de un juego democrática donde Hamas pueda medir su fuerzas y tener
asequible la posibilidad de una alternancia pacifica del poder están abiertas.
Pero Hamas está bastante dubitativo al respecto. Aunque Israel y los grandes
medios de información dan la voz de alarma sobre el casi seguro triunfo de Hamas
en las próximas elecciones legislativas. Hamas sabe que esto no es así. Sabe que
su base social le da seguridad sobre un 20% de votos, un poco más un poco menos.
Sabe que otros votos optarán por Hamas, unos procedentes de la política israelí
de cerrar toda alternativa, toda esperanza palestina en una solución al
conflicto y en un futuro mejor, es decir votos procedentes del descontento, los
otros serán los votos de castigo debido a la corrupción existente. En su mejor
momento Hamas logró un 37% de votos en las encuestas y las últimas ya le han
bajado el porcentaje hasta un 30%, en contraste con las voces de alarma
predominantes. Habrá que tener presente el carácter laico predominante en la
sociedad palestina.
La solución que busca Abu Mazen, junto con Al-Fatah y otras fuerzas políticas,
es lograr una tregua formal y bilateral, es decir entre la parte palestina y la
parte israelí. Hasta el momento y a falta de una presión estadounidense y/o
europea a Israel, sólo ha logrado un apaciguamiento unilateral palestino. Esto
por una parte, y por la otra, busca abrir tanto las estructuras de la OLP como
las de la ANP a la participación de Hamas y de la Jihad Islámica con el fin de
ir gradualmente resolviendo por la vía política y democrática estas
contradicciones en el seno palestino que al mismo tiempo pueden coadyuvar y
agilizar al proceso de negociaciones. Ello es así debido a que está extendida la
conciencia entre los palestinos que los cantos de sirena, los llamadas a
desarmar coercitivamente a Hamas, no son más que una incitación a una guerra
civil que enterraría y por largo tiempo el proceso de liberación nacional
palestino.
Su éxito, claro está, depende de su capacidad, las de Al-Fatah, y demás fuerzas
políticas palestinas pero sobre todo de otros dos factores. Que la Comisión
Cuatripartita (Unión Europea, EE.UU. Rusia, ONU) firmantes formales de la Hoja
de Ruta, cumplan con sus responsabilidades y abandonen su rol hasta el momento
pasivo (y por tanto favorable a Sharon) frente a las escalada de violencia
desatada por Sharon y presionen para lograr una tregua bilateral que abra una
brecha para volver a negociaciones bilaterales, abandonando la política
unilateral y de hechos consumados de Israel. También el éxito depende de la
propia Hamas que tiene que definir, si es un socio entre los demás pares
palestinos, si quiere seguir unas reglas democráticas con las demás partes
palestinas o es una alternativa y parte sustitutiva de la actual representación
política palestina. Si fuera, esto último, la opción elegida por Hamas, Israel
tiene mucho que ganar.