Latinoamérica
|
Un camino sin retorno (las brechas de la caducidad)
Guillermo Waksman
Brecha
Las excavaciones en busca de restos óseos de los desaparecidos aún no han
arrojado resultados concretos. Tampoco se han despejado varias lagunas y
contradicciones de los informes de los comandantes en jefe. Pero no hay duda de
que en el corto plazo en la sociedad uruguaya ya no quedarán rastros de la
impunidad que durante 20 años amparó las violaciones de los derechos humanos.
El lunes 22 el Directorio del Partido Nacional (PN) aprobó una declaración en la
que recuerda que no participó en las negociaciones del Club Naval, en julio de
1984, y que fue allí que se pactó, al menos implícitamente, la impunidad de los
militares y policías responsables de las violaciones de los derechos humanos
durante la dictadura. Alega que su decisión de impulsar, dos años y medio
después, la ley de caducidad estuvo exclusivamente guiada por el propósito de
normalizar la institucionalidad democrática, que se veía amenazada por la lógica
de aquellos hechos. Esa interpretación no fue unánime: de hecho partió a la
mitad a la colectividad blanca cuando se votó la ley de caducidad.
En la declaración aprobada esta semana por el Directorio blanco se valoran los
avances del nuevo gobierno en materia de derechos humanos, y se intenta una
primera aproximación a esos logros. Dice el PN en ese sentido: "Los nuevos
avances que se puedan lograr en el cumplimiento del artículo 4 de la ley de
caducidad -de acuerdo con lo que el Poder Ejecutivo resuelva en cada caso-,
teniendo presentes los nuevos aportes desde las Fuerzas Armadas, se consideran
positivos porque muy especialmente ayudan a cicatrizar heridas profundas, que
sólo con el tiempo cerrarán definitivamente. Los cambios naturales en la
integración de las Fuerzas Armadas, los generacionales, contribuyen a avanzar en
una materia pendiente. El tiempo y las sucesivas etapas vividas desde 1984 a la
fecha permiten llegar a estos escenarios de hoy" En la declaración se incluye la
aspiración de "apuntalar la definitiva reconciliación nacional" y la de "velar
por la institucionalidad que nos garantice que nunca más se repetirán hechos tan
dolorosos como los que sacudieron al país". En momentos en que a menudo se
plantea la oportunidad de dar vuelta definitivamente esta página de la historia,
en el texto del PN se descarta implícitamente que en relación con la verdad y la
justicia pueda haber un punto final y se señala, por el contrario, que se trata
de "una materia pendiente".
Por otra parte, se anunció que finalmente el lunes 29 se concretará el discutido
encuentro entre el presidente Tabaré Vázquez y el senador Jorge Larrañaga, que
se realizará en el despacho de éste por iniciativa del mandatario. El objeto de
la reunión es informarlo de los informes de los comandantes en jefe y los
resultados de las excavaciones en busca de restos de los desaparecidos.
EXCAVACIONES Sobre esos mismos asuntos informó el miércoles 24 a la Comisión de
Derechos Humanos de Diputados el secretario de la Presidencia, Gonzalo
Fernández. Las noticias que trasmitió no difieren mayormente de las que
trascendieron por la prensa desde la difusión de los informes de los mandos. En
esos documentos el Ejecutivo ha comprobado que existen lagunas e incluso algunas
contradicciones entre las tres fuerzas, y en consecuencia ha solicitado
ampliaciones de la información recibida. En cuanto a las excavaciones que se
vienen realizando en los batallones 13 y 14 del Ejército y en una chacra ubicada
en las inmediaciones de Pando, en busca de los restos óseos de los
desaparecidos, también se ha requerido información complementaria que permita
ubicarlos más rápidamente. Si bien Fernández planteó las dificultades que supone
este tipo de búsqueda cuando ha transcurrido tanto tiempo desde el momento de la
sepultura, subrayó que el Ejecutivo mantiene su total confianza de que los
restos serán ubicados en el lugar que se indicó.
El mismo día tuvo lugar en el Edificio Libertad una reunión a la que asistieron
los jueces y fiscales competentes, los médicos forenses y los arqueólogos y
antropólogos que trabajan en las tres zonas de excavaciones señaladas con Madres
y Familiares de Detenidos Desaparecidos. El objeto fue explicar los
procedimientos que se están siguiendo y las dificultades que presenta este tipo
de trabajos. La exposición estuvo a cargo del jefe del equipo de antropólogos de
la Facultad de Humanidades, José López Mass, quien señaló que se está en una
etapa exploratoria, preliminar, y que por lo tanto no es posible esperar
resultados en el corto plazo. Afirmó que no se puede estimar el tiempo que
insumirá la búsqueda, pero aseguró que la misma proseguirá hasta la obtención de
resultados. Dijo también que las indicaciones que se han recibido no son lo
suficientemente precisas y que sería muy útil lograr datos complementarios de
parte de los informantes. Las explicaciones de López Mass, cuyo equipo trabaja
en estrecho contacto con el equipo de antropólogos argentinos, fueron
consideradas como ampliamente satisfactorias por Madres y Familiares.
LOS VUELOS Más allá de que algunas versiones puedan ser equivocadas y otras
haber sido deliberadamente alteradas para ocultar datos que incriminen a
determinadas personas o para desviar la indagatoria de su verdadero cauce, la
caída del muro de silencio que ahogó a la sociedad uruguaya parece irreversible.
Por supuesto que, entre los involucrados, cada uno trata de colocarse en la
mejor posición, empezando por los propios mandos. Es evidente, también, que
sigue habiendo incógnitas sin despejar. Por ejemplo, si hubo un primer vuelo que
trasladó a detenidos de Orletti a Montevideo el 24 de julio de 1976, y un
segundo que llegó a Carrasco en la madrugada del 5 de octubre, cuyos pasajeros
desaparecieron en Uruguay; en qué vuelo fueron trasladados los cinco ejecutados
en Soca en diciembre de 1974 y que habían sido detenidos en Buenos Aires
(Floreal García, Mirtha Yolanda Hernández, Héctor de Brum, María de los Ángeles
Corbo y Graciela Mirtha Estefanell); y si hubo, como no se descarta en el
informe de la Fuerza Aérea, un tercer vuelo o varios vuelos más que hayan
trasladado a los uruguayos que seguían secuestrados en Argentina después del
cierre de Orletti y que fueron vistos por última vez en los pozos de Quilmes y
de Banfield.
Es posible especular acerca de quiénes serían los pasajeros uruguayos del
segundo vuelo: se trataría de militantes en su casi totalidad del Partido por la
Victoria del Pueblo que, en la mayor parte de los casos, ya estaban secuestrados
en Orletti cuando partió el primer vuelo. En cambio, es más difícil determinar
quiénes y cuántos fueron trasladados en los vuelos siguientes. Probablemente
estos datos puedan surgir de un cotejo de las informaciones proporcionadas por
las distintas fuerzas y también por los oficiales de las mismas que estuvieron
al frente del Servicio de Información y Defensa (SID).
Si hubo más traslados de uruguayos desde Argentina que los contabilizados por la
Comisión para la Paz, quedará en evidencia que el número de ejecuciones en
Uruguay fue muy superior al estimado inicialmente. Por otra parte, sobre muchos
de esos casos no hubo en Uruguay denuncia judicial, ya que se presumía que se
trataba de desapariciones ocurridas en Argentina. La formulación de nuevas
denuncias judiciales obligará al Ejecutivo a pronunciarse acerca de si se trata
de casos comprendidos en la ley de caducidad. Según expresó el miércoles 24 el
secretario de Presidencia, al ser preguntado al respecto en una rueda informal
de prensa, podría entenderse que sí lo están por haberse consumado el delito
principal, el homicidio, en territorio uruguayo. En definitiva se trata de una
decisión que deberá adoptar, en su momento, el presidente de la República.
LOS JUICIOS EN TRÁMITE Los dos casos más notorios que Vázquez declaró no
comprendidos en la ley de caducidad -el de María Claudia García y el de los
asesinatos de Michelini, Gutiérrez Ruiz, Barredo y Whitelaw, y la desaparición
de Manuel Liberoff- siguen demorados en su tramitación. En el primero deberá
expedirse el Tribunal de Apelaciones de Segundo Turno, ante el cual el fiscal
Enrique Moller apeló precisamente la resolución de Vázquez de revocar una
resolución administrativa del anterior titular del Ejecutivo. En el otro
expediente es el juez penal Roberto Timbal quien se tomó el máximo plazo
disponible para resolver sobre el pedido de procesamiento formulado por la
fiscal Mirtha Guianze respecto del ex presidente Juan María Bordaberry y su
canciller Juan Carlos Blanco, así como también sobre el diligenciamiento de
nuevas pruebas reclamado por los abogados defensores de ambos imputados.
Pero además de otros expedientes en trámite, como los relacionados con hechos
ocurridos antes del 27 de junio de 1973 -y por consiguiente no comprendidos en
la ley de caducidad-, podría quedar a consideración de la justicia otro grupo de
casos, hasta ahora nunca planteados. En reuniones de carácter informal entre
varios abogados defensores de víctimas de delitos de lesa humanidad o de sus
familiares, se ha estado discutiendo sobre la responsabilidad de los mandos
militares. La ley de 1986 prevé la caducidad de la pretensión punitiva del
Estado en el caso de los delitos cometidos por militares o policías por móviles
políticos, en ocasión del cumplimiento de sus funciones y de acciones ordenadas
por los mandos de la dictadura. La pregunta pendiente es cuál es la situación de
los mandos que hayan cometido delitos y que, por su condición, no respondían más
que a ellos mismos.
El caso más notorio -pero no el único- es el de Gregorio Álvarez. Nadie duda de
que Álvarez impartió a sus subordinados muchas órdenes cuyo cumplimiento supuso
la comisión de delitos. Por otra parte, el 3 de julio de 1978, cuando era
comandante en jefe del Ejército, Álvarez dictó la orden 7.777 -que el 27 de
julio último reprodujo El País-, en cuyo numeral 2 se establece: "Este Comando
no permitirá fijar forma alguna de revisionismo de lo actuado por sus
integrantes durante la guerra contra la subversión y si alguna actividad reñida
con los derechos humanos se le adjudica, el suscrito se responsabiliza de haber
dado la primera orden en ese sentido, por su condición de jefe de Estado Mayor
Conjunto en la época de referencia". Ocho años después, un grupo de 17 generales
y tenientes generales retirados -entre los que no figuraba Álvarez, expresamente
vetado por sus camaradas- suscribió una declaración similar, asumiendo las
responsabilidades que pudieran atribuirse a sus subordinados, durante la
discusión pública de la ley de caducidad.
En el derecho penal la responsabilidad es personalísima y nadie puede sustituir
la responsabilidad de otro, ni siquiera por razones jerárquicas.
En declaraciones a la radio El Espectador, el abogado Guillermo Paysée, de
Serpaj, señaló que la orden del superior no exime de responsabilidad a quien
haya obedecido una orden ilegal o ilegítima, sino que en todo caso suma un
culpable más. Agregó que ése sería el resultado de tener en cuenta el contenido
de la famosa orden 7.777.