Latinoamérica
|
Familiares de desaparecidos: El informe de las fuerzas armadas
es insuficiente
hay que abrir todos los archivos de las oficinas de inteligencia
Roger Rodríguez
La República
Los Familiares de Uruguayos Desaparecidos calificaron como "insuficientes, no
verificables y, varios de ellos, contradictorios" los datos comparados que en su
momento fueron proporcionados por la Comisión para la Paz y ahora por las
Fuerzas Armadas, en relación al destino final de los desaparecidos.
Señalan contradicciones con las conclusiones de la Comisión para la Paz.
Piden investigar desapariciones en Argentina y todos los vuelos y traslados.
Militares no dieron datos sobre 14 casos. Solo seis habrían sido inhumados en el
Batallón 13. Dicen que María Claudia y Elena Quinteros fueron enterradas en
Toledo. ¿Qué cuerpo de mujer enterró entonces el soldado López Silva en el 13?
Ningún informe reconoce muertes por torturas.
En una declaración pública difundida ayer, la organización de familiares de las
víctimas de la desaparición forzada considera "insoslayable" la rectificación y
ampliación de la información dada por el Estado durante el gobierno de Jorge
Batlle y ahora del presidente Tabaré Vázquez. Destacan que el antropólogo
forense argentino Luis Fondebrider -convocado para las excavaciones en unidades
militares- consideró que los datos aportados por los comandantes en jefe de las
Fuerzas Armadas son inexactos, y destacan que "la información la tiene la gente
que los mató".
Los familiares consideran necesario "el acceso a todos los archivos del Estado,
especialmente a aquellos que pertenecen o pertenecieron a los organismos de
Inteligencia" y la ampliación de la información sobre los desaparecidos fuera de
fronteras, particularmente en Argentina. "La coordinación de las fuerzas armadas
de los países del Cono Sur, por la que militares y policías uruguayos actuaron
en los países vecinos y trasladaron prisioneros desde ellos al nuestro o
viceversa, hacen imprescindible la información exhaustiva de todos los traslados
de personas hoy desaparecidas o asesinadas", subrayan. Finalmente la
declaración, firmada por la organización de Familiares de Uruguayos Detenidos
Desaparecidos, filial de la internacional Federación de Familiares de
Desaparecidos (Fedefam), sentencia que "el silencio, la desinformación, las
contradicciones, renuevan permanentemente el crimen".
ALGUNAS CONTRADICCIONES En catorce casos, las investigaciones internas ordenadas
a los comandantes en jefe no proporcionan ningún dato, por lo que no llegan a
confirmar, rectificar o contradecir los respectivos anexos proporcionados por la
Comisión para la Paz durante el gobierno anterior. Ninguna de las tres armas
militares reconocen hoy su participación en las desapariciones de Abel Ayala
(1971), Victorina Godoy Viera (1972) Olivar Sena (1974), Asdrúbal Paciello
(1975). Claudio y Lila Slotopolsky (1976), Wilhem Wurm Mallines (1977), Oscar De
Gregorio (1977), Ever Rodríguez Sanabria (1978), Claudio Logares y Mónica
Grispon de Logares (1978), Urano Miranda (1978), María Benassi de Franco y
Manuel García (1978).
En el caso de Héctor Castagnetto Da Rosa, cuyo caso de desaparición el 17 de
agosto de 1971 fue presentado recientemente ante la Justicia Penal y no está
amparada en la Ley de Caducidad, la Armada uruguaya se limita a dar por ciertas
las declaraciones que en 1972 dieron el ex agente de inteligencia, Bardesio, y
acepta que fue secuestrado por el escuadrón de la muerte y "arrojado a la bahía"
por el hoy fallecido capitán de navío Jorge Nader.
En las investigaciones del Ejército, aunque se reconoce la muerte de Roberto
Hugo Gomensoro Josman el 12 de marzo de 1973 y se confirma que sus restos fueron
arrojados al Lago de Rincón del Bonete, se ignora el hecho de que su tumba "NN"
fue profanada y su cráneo quedó en poder de un médico. En todos los casos de
desaparición, la Comisión para la Paz había concluido, que los cuerpos habían
sido exhumados, incinerados y arrojados al Río de la Plata en 1984, sin embargo,
el informe de la Fuerza Aérea contradijo la versión y sostuvo que José Arpino
Vega (1974) y Ubagesner Chávez Sosa (1976) habían sido enterrados en una chacra
de Canelones.
LA VERSIÓN DEL EJÉRCITO Las contradicciones con el informe de la Comisión para
la Paz también se dan en los informes elaborados por el Ejército donde varios
casos que se creían enterrados en el Batallón 13, en realidad -dicen los nuevos
informes- habrían sido enterrados en el 14 y viceversa. Aunque luego todos
habrían sido cremados en el Batallón 14 y "sus cenizas esparcidas en la zona".
La mayoría de las muertes de los desaparecidos son adjudicadas por el Ejército a
la Oficina Coordinadora de Acciones Antisubversivas (OCOA). Sólo Luis González
González (Caballería 6º en 1974), Horacio Gelós Bonilla (Ingenieros 4º en 1976),
Julio Castro y Ricardo Blanco (ambos por el Servicio de Información y Defensa,
SID, en 1977), no fueron "víctimas" de la OCOA.
El Ejército aporta un dato particular: María Claudia García de Gelman fue
asesinada en diciembre de 1976 en el Batallón de Infantería Nº 14 de Toledo y a
Elena Quinteros se le dio muerte en noviembre de aquel año y sus restos también
fueron inhumados en el Batallón 14, por lo que vuelve a ser una incógnita saber
de quién era el cuerpo de mujer que el ex soldado Ariel López Silva enterró en
el Batallón 13 a fines de 1976 o principios de 1977.
Según el Ejército, en el Batallón 13 sólo habrían sido enterrados los cuerpos de
Juan Manuel Brieba (1975), Otermin Montes de Oca (1975), Eduardo Bleier (1976),
Carlos Arévalo (1976), Oscar Baliñas (1977), y Oscar Tassino (1977). Eduardo
Pérez Silveira habría sido enterrado en tubulares del Cementerio del Norte el 10
de mayo de 1974. El resto fue inhumado en el Batallón 14 de Toledo.
También se dice que Otermin Montes de Oca no habría muerto el 20 de diciembre de
1975 sino cinco días después; que Oscar Tassino se "suicidó" en un baño del
Cuartel de La Tablada el 24 de julio de 1977, tres días después de lo dicho por
la Comisión para la Paz; y que Ricardo Blanco murió el 3 de febrero de 1978 en
La Casona de la calle Millán por "edema pulmonar" y no por apremios. Ninguno de
los informes reconoce las muertes por torturas.