Latinoamérica
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El terrorismo de estados unidos en contra
de Puerto Rico
Rafael Rodríguez Cruz
El asesinato cobarde este pasado 23 de septiembre de 2005 del líder
revolucionario puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos no es, como dice el FBI, un
asunto aislado de la captura de un prófugo de la justicia federal. Este evento
-en toda su atrocidad y, particularmente, en la manera violenta y mezquina en
que se efectuó- pone en evidencia que nadie está a salvo del terrorismo por
parte del gobierno de Estados Unidos, fuera o dentro de su territorio. Además,
lo que busca este acto vil es, ante todo, frenar el avance del sentimiento
nacional puertorriqueño, destruyendo ahora físicamente a uno de sus mayores
líderes.
Puerto Rico: Renacer del sentimiento nacional En los últimos
cinco años, Puerto Rico ha experimentado sin dudas un renacer importantísimo del
sentimiento nacional, de nuestro sentir de pueblo con destino propio. Este
renacer confunde un poco a los analistas extranjeros porque no se ha traducido
en un avance de las organizaciones independentistas en el plano de las
elecciones. De hecho, el Partido Independentista -el único partido separatista
que participó en las elecciones de 2004- perdió su franquicia electoral y tuvo
que inscribirse de nuevo. No obstante, un año antes -en el 2003- el movimiento
de masas en Puerto Rico había logrado lo que casi todo el mundo consideraba
imposible: sacar a la Marina de Vieques. La retirada forzada del aparato militar
estadounidense de la Isla de Vieques fue una derrota grande, muy grande, para el
imperio y un paso gigantesco en la afirmación de nuestra nacionalidad. En
Vieques, los militares estadounidenses fueron humillados, golpeados y obligados
a marcharse para siempre de un territorio que consideraban su propiedad
absoluta. Lo que esto significa en la conciencia de un pueblo sometido a cientos
de años de coloniaje no es poca cosa, y sus efectos ya comienzan a verse en la
juventud puertorriqueña. Además, la lucha de Vieques no era una guerra de
guerrillas armadas, sino un movimiento de movilización no violenta de la
población civil de Puerto Rico. Este tipo de evento, una conquista de tal
dimensión por parte de un movimiento de masas desarmado, sólo es comparable a la
lucha antirracista de la población afroamericana en la década de los sesenta del
siglo XX. Pero el imperialismo, como decía el Che, aprende de sus
errores. Una cosa que Estados Unidos notó en Vieques es los puertorriqueños
pueden unirse para luchar, especialmente cuando los movimientos independentistas
y de izquierda trabajan coordinadamente. Aunque en la lucha de Vieques
intervinieron prácticamente todos los sectores de la sociedad puertorriqueña, la
realidad es que los independentistas y socialistas -incluyendo a Los Macheteros-
jugaron un papel de vanguardia. De hecho, esos sentimientos no eran del todo
ajenos a parte del liderato local de Vieques. Una cosa en que, por ejemplo, los
grupos separatistas y de izquierda estuvieron muy activos fue en las actividades
de corte de verjas, acciones de paralizar el bombardeo y enfrentamientos a
pedradas con la Marina estadounidense. Vieques avanzó en gran medida porque los
grupos independentistas -de las más variadas orientaciones- pusieron de lado
temporalmente sus divergencias para atacar al enemigo común. Filiberto Ojeda
Ríos fue una de las personas que más trabajó desde el clandestinidad para
promover esa unidad.
Es importante mencionar que lo que está sucediendo ahora, el asesinato de un
líder independentista y la amenaza de encarcelamiento de cientos de personas, se
parece mucho a lo que sucedió en Puerto Rico entre 1979 y 1985, lo que ata de
nuevo la historia de Vieques con los independentistas. A fines de la década de
los setenta del siglo XX, se recrudeció la lucha por sacar a la Marina de la
isla de Vieques. El 19 de mayo de 1979, doscientas personas entraron al área
restringida de Vieques para un acto religioso y de desobediencia civil. Veinte
de ellos fueron arrestados por la Marina estadounidense y algunos resultaron
eventualmente sentenciados a seis meses de prisión. Entre ellos se encontraba
Ángel Rodríguez Cristóbal, quien militaba en la Liga Socialista, dirigida por
Juan Antonio Corretjer (antiguo compañero de prisión de Don Pedro Albizu
Campos). Ángel fue llevado a la cárcel de Tallahassee, Florida, a cumplir su
condena y allí fue asesinado en noviembre de 1979. En Vieques, Ángel es
considerado un héroe y hay una estatua en su homenaje. Poco después, el 3 de
diciembre de 1979, Los Macheteros atacan a tiros una guagua de la Marina
estadounidense y matan a dos soldados, además de herir a nueve. El operativo se
hizo en represalia por el asesinato de Ángel Rodríguez Cristóbal. Los Macheteros
llevaban apenas un año de existencia.
Durante los años 1979-1984, los Macheteros continuaron activos y llevaron a
cabo una serie de actos espectaculares que fueron evidenciando rápidamente que
el poder de Estados Unidos en la isla no era invencible. En 1983 efectúan el
famoso robo de la Wells Fargo en Hartford, Connecticut, que dejo un saldo de
siete millones de dólares. Pero poco después, el 30 de agosto de 1985, un
contingente inmenso de oficiales federales arribó a Puerto Rico para arrestar a
los miembros de Los Macheteros, entre ellos a Filiberto Ojeda Ríos y a otros
catorce. Como era de esperarse, el FBI se los llevó de Puerto Rico para
enjuiciarlos y encarcelarlos en Estados Unidos. Algunos de Los Macheteros son
entonces condenados a largas cadenas de prisión, pero Filiberto Ojeda logra irse
al clandestinidad en 1990, luego de obtener la libertad bajo fianza. Con el
arresto, enjuiciamiento y encarcelamiento de los líderes principales de la
organización, el FBI logró frenar el avance que venía mostrando el sentimiento
nacional en Puerto Rico en la primera mitad de la década de los ochenta del
siglo XX.
Es pues en el contexto de la lucha de Vieques y del creciente sentimiento
nacional en Puerto Rico que se debe analizar el asesinato de Filiberto
Ojeda Ríos y la amenaza de arrestar a 150 independentistas. Además, el
sentimiento antiguerra en Puerto Rico es mucho más fuerte que en Estados Unidos,
pues los boricuas estamos cargando con una parte desproporcional de los caídos
en combate. Lo que Estados Unidos busca con matar a Filiberto es dar un golpe
más efectivo que el de 1985 en contra del movimiento revolucionario
puertorriqueño, con la esperanza de que no vuelva a revivir quince o veinte años
después, como ya les pasó. Filiberto Ojeda Ríos se había convertido en los
últimos meses en una voz que intentaba lograr la unidad entre los sectores
independentistas de Puerto Rico para avanzar el tema de la independencia y por
eso el FBI tenía que matarlo. Era una figura muy admirada por la juventud
militante.
La cobardía de los asesinos Filiberto Ojeda Ríos tenía
setenta y dos años de edad. Estuvo quince años en el clandestinidad. Se
necesitaron cientos de agentes del FBI, montones de helicópteros y manadas de
perros Germán Shepperds para agarrarlo. Cercaron por completo a toda la
población civil del pueblo de Hormigueros, al suroeste de Puerto Rico. Lo
hicieron a escondidas, mientras la gente estaba en Lares escuchando el mensaje
de Filiberto en conmemoración del Grito de Lares. Y se cree que lo mataron de un
balazo en la espalda. Filiberto no era buscado por un crimen de
violencia. De hecho, en el robo de los siete millones de dólares no se disparó
ni un tiro. En 1992 Filiberto fue condenado en ausencia por el robo de la Wells
Fargo y sentenciado a cincuenta y cinco años de prisión. El propio arzobispo de
San Juan Roberto González Nieves ha catalogado la muerte de Filiberto como una
verdadera tristeza provocada por un operativo siniestro cuya legalidad está en
duda.
En Puerto Rico, sin embargo, estamos muy acostumbrados a este
funcionamiento por parte de los federales y del FBI. Exactamente lo mismo
hicieron con todo el liderato nacionalista en la década de los treinta del siglo
XX. Lo mismo sucedió con Ángel Rodríguez Cristóbal. Y es que el coloniaje tiene
como premisa inmediata el terror, que la gente tenga miedo, que no se atreva a
defender sus derechos ni a levantar la voz. Nosotros los boricuas, colonia de
los yanquis desde 1898, podemos dar testimonio y fe al mundo entero de que los
terroristas más grandes del planeta están en Estados Unidos trabajando para el
FBI, la CIA y sus aparatos represivos o en Miami con los grupos de la derecha
cubana.
Para nosotros Filiberto Ojeda Ríos es un héroe, una figura representativa de
nuestro anhelo de libertad e independencia. Hoy nos duele que nos lo hayan
matado vilmente los terroristas del FBI. Pero nos enorgullece saber que
Filiberto murió peleando, dándolo todo por la patria que lo vio nacer y con las
armas en las manos. Hasta siempre, compañero Filiberto.