Latinoamérica
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"Paraguay: absoluto y reelecto"
Federico Tatter
ftatter@yahoo.com
Nicanor Duarte Frutos, tensiona estabilidad democrática, copa y maniobra
sobre todos los poderes institucionales en desesperado afán reeleccionista y en
el camino, entre los muchos errores políticos y las humoradas comunicacionales,
parece anhelar, inducir y repetir similar proceder que sus correligionarios de
la pasada dictadura stronista. La pretendida reelección ya tiene y tendrá costos
aún no dimensionados para el Paraguay de los próximos años.
Vale la pena que toda una nación pague la inclinación absolutista de una
persona? Asunción del Paraguay, 8 de setiembre de 2005. Alfredo Stroessner,
opaco y mediocre, deslizándose entre las huestes germanoides con que contaba el
fraccionado Partido Colorado en 1954, no necesitó de grandes destrezas para
hacerse del poder primero y consolidarse en forma absoluta por más de 35 años,
cumpliendo incluso con la fachada de varias "reelecciones" de las cuales salió
triunfante, en todas, por más del 90 por ciento de los votos.
El perfil del entonces aspirante a dictador, con simpleza pero eficacia "calzó
justo y en el momento indicado" dentro de los planes de una administración
americana con creciente preocupación por el escaso alineamiento sudamericano, el
surgimiento en la subregión de liderazgos nacionalistas, industrialistas, así
como democracias progresistas inmanejables, que llegado el momento, hasta
podrían constituirse en bloque de poder en un mundo tajantemente bipolar.
Estados Unidos, miró al Paraguay hasta ese entonces sin gran valor
geoestratégico, apenas como un posible y "controlable" enclave para la
instalación de avanzadas de observación e inteligencia político-militar, o más
domésticamente, una pensión para espías de la región. Este deseo fue comprendido
por un limitado pero ambicioso general, como Stroessner, quien no dudó en
hacerse "pyragüé" en contra de la propia región, en contra de su población, dar
la espalda al mundo, dar la espalda a las formalidades republicanas y
democráticas, para trazar rápidas líneas de acercamiento servil con Washington,
ofrecerse como fiel "zipayo", e incluso ir mucho más allá: aprovechar el
paraguas para un soñado régimen policial-militar con soporte partidario, de
carácter ultraconservador al que bautizó como "democracia sin comunismo" y
baluarte del antimodernismo.
Logrado el acceso quedaba pendiente su mantenimiento.
Las bases de sustentabilidad fueron cementadas con una viscoza masa de
obsecuentes, criminales, contrabandistas y mafiosos de todo pelaje que se
adosaron con tal fuerza a las estructuras del estado nacional (secuestrándolo),
hasta apropiarse y confundirse en un solo e indiferenciado bloque, también
autobautizado como "unidad granítica del partido, el gobierno y las fuerzas
armadas".
Con el correr de las décadas, este fenómeno fue elevado a la categoría de
"revolución cultural conservadora" al mismo nivel de los regímenes de fuerza y
consenso como los de Marcos, Somoza, Duvalier, con tal fuerza que ha sobrevivido
al propio régimen que lo creó y hoy todavía conforma una poderosa clientela de
valor electoral desequilibrante que resiste a capa y espada todas las reformas,
y que ha intoxicando desde la transición democrática iniciada en 1989, siguiendo
por el proceso constituyente de 1992, y que perdura hasta la actualidad, luego
de cinco períodos presidenciales formales de democracia electoral.
Volviendo a la historia, Alfredo Stroessner no necesitó muchas neuronas para
acceder al poder, y le bastó con estar en el lugar y momento adecuados, en medio
de una crisis económica de por lo menos diez años atrás, producto de una
sangrienta guerra civil fratricida en 1947 y su resultante crisis política, y a
su vez, ser mirado por una administración americana triunfante a nivel mundial,
pero con escasa ascendencia regional, que buscaba un aliado lo suficientemente
voluble, como para canjear con él "estabilidad y reelección indefinida por
alineamiento automático político y diplomático" en todos los foros
internacionales.
Pasaron más de cincuenta años, y el Paraguay aún hoy en el 2005, luego de trece
años de transición democrática formal, aún no encuentra su lugar en el mundo
democrático, y mantiene una mínima adhesión al sistema.
En el ámbito de las relaciones internacionales, luego de tímidos intentos de un
caminar autónomo por el escenario multipolar de los noventas, a través del
Mercosur y otras instancias que permitieran recuperar el tiempo perdido en el
relacionamiento latinoamericano, regional y mundial, la fuerza de la tradición,
de la mano de un gobierno "neocon" encabezado por Nicanor Duarte Frutos parece
empujar nuevamente al Paraguay hacia el pasado del alineamiento automático, la
especulación pendular y la diplomacia mendicante. El alineamiento automático,
servil y mendicante a Estados Unidos no sirvió para el desarrollo nacional, así
como la diplomacia pendular a nivel regional y mundial, solamente sirvió para
las ventajas menores de administradores de turno y retrasar una inserción
estratégica y confiable del Paraguay en un mundo multipolar.
Por tanto, es muy claro que el carnicero de Donald Rumsfeld no viene al Paraguay
a coordinar una misión de odontólogos, y mucho menos a hablar de asistencia al
desarrollo, no está en su esencia, ni en su cargo, ni en sus genes. Claro que el
alicaído gobierno americano desea aprovecharse de las divisiones entre
latinoamericanos y aún profundizarlas. Claro que la Embajada Americana en el
Paraguay por su tamaño ya es, de hecho y desde hace tiempo una base militar de
inteligencia, además de "apart hotel" para misiones encubiertas de lagalidad más
que cuestionable. Claro que el Paraguay reafirmar su soberanía e integrar un
anillo energético en y para la región, así como todos los anillos que fueren
necesarios en materia económica, social, política y cultural. Claro que Paraguay
puede y debe tener relaciones diplomáticas y comerciales plenas con Venezuela y
Cuba, y con todos los países de buena voluntad que deseen el bienestar mutuo y
que en la dificultad saben construir solidaridad. Claro que el Paraguay tiene
razón en exigir proporcionalidad y reconocimiento de pequeñez, debilidad y
mediterraneidad en el Mercosur. Claro que el Paraguay debe priorizar las
relaciones con sus socios comunitarios primero. Claro que la asimetría con
Brasil y Argentina alimenta mentalidades virreinales en los primeros. Claro que
Paraguay está obligado a forzar con Chile, Bolivia y Uruguay, el equilibrio y la
solidaridad que se declama. Claro que el Paraguay, debe buscar relacionarse con
otros conglomerados políticos y económicos en forma soberana atendiendo a su
enorme potencial exportador y energético, en forma multilateral y bilateral,
siempre y cuando respeten su condición de soberana y creíble República.
Por lo anterior, queda también claro que en el Paraguay ya no se debe permitir a
ningún gobierno electo, por más delirante que parezca, por más clientela que
engorde, por más interés reeleccionista que exprese, por más anhelo de
"encarnación absolutista del estado que transpire", que termine entregando,
regalando o vendiendo la soberanía y futuro a nadie a cambio de nada.FIN.
Pyragüé. En guaraní: Delator, soplón, informante, espía. Dícese también en forma más extendida de aquel subordinado, subalterno más obsecuente y servil, a quien se le paga a destajo por cada información o trabajo sucio. La relación de vasallaje que se establa permite que incluso sus servicios sean ofrecidos en forma gratuita. En el Paraguay ha sido una actividad, aunque ruin, muy extendida, y hoy todavía se encuentran personas que exhiben con cierta añoranza su carnet identificatorio de "pyragüé".