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El conflicto de La Parota: ¿es el PRD un partido de izquierda?
Comunicado del ERPI El martes 23 los gobiernos perredistas de Zeferino
Torreblanca y de Alberto López Rosas, junto con funcionarios de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) dieron un paso más en su tarea de despojar de
sus tierras a los campesinos de los Bienes Comunales de Cacahuatepec para
construir la presa La Parota. La patética simulación de una asamblea de
comuneros en el municipio de San Marcos representa un agravio más contra el
pueblo de Guerrero. ¿Quién podrá creer a los organizadores de la asamblea que
con la presión de cientos de policías, los allí presentes tomaron una decisión
libre y razonada? No debe sorprendernos la unanimidad de los dirigentes
empresariales, de los diputados locales y federales de los diferentes partidos
políticos, y de sus dirigentes, incluso de la Iglesia católica en la
aprobación a ultranza del proyecto de la hidroeléctrica, posición que
sostienen aún en contra de los intereses de quienes dicen representar.
La clase en el poder se une para agrandar su riqueza, y recurre a la calumnia,
el engaño, intenta dividir, criminaliza a un sector de los comuneros, los
reprime, y encarcela, y corrompe al otro sector de los comuneros. Para eso
está invirtiendo grandes sumas de dinero en la compra de conciencias y la
manipulación de la información en distintos medios de comunicación, sobre todo
en los electrónicos.
El carácter violento que tiene el despojo de las tierras de los comuneros es
un indicio irrefutable de la ilegalidad e ilegitimidad de la decisión de un
poder autoritario, que en nombre del ³progreso y la civilización² intenta
burlarse de la soberanía de los pueblos.
Es evidente el odio, la prepotencia, y el menosprecio de Zeferino Torreblanca
en sus declaraciones públicas contra los campesinos opositores a La Parota, a
los que califica de minorías. Zeferino es una muestra de un poder autoritario,
sordo y ciego.
En nuestro estado existe una histórica tradición de lucha popular contra la
opresión de los poderosos. Desde la etapa de la independencia con los
generales José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero Saldaña y Juan Álvarez;
o con el movimiento del general Emiliano Zapata en la revolución que inició en
1911, y con la participación de los guerrerenses en apoyo al Partido de los
Pobres del maestro Lucio Cabañas o del movimiento Cívico de Genaro Vázquez.
Nuestro pueblo siempre ha resistido ante el poder de los caciques y de los
gobiernos represores. De modo que la última palabra la tienen los comuneros
que sabrán resistir en esta lucha contra el mal gobierno.
El gobierno de Zeferino Torreblanca no significó un cambio de rumbo en la
conducción económica y política; al contrario, provocó el regreso de los
caciques más retrógrados y la permanencia de la misma estructura policiaca,
política y empresarial del viejo régimen priísta.
La llegada del PRD a los gobiernos municipales y estatales da continuidad al
proyecto de la derecha.
En la lucha contrainsurgente y contra el movimiento social, los ayuntamientos
perredistas, tal como los priístas y panistas, (aquí como en Chiapas)
reclutan, financian, preparan y protegen a los grupos paramilitares, formados
por delincuentes que cometen todo tipo de delitos como secuestro, robo a mano
armada, siembra, venta, transporte y comercialización de estupefacientes. Lo
anterior con el objeto de mantener el control social mediante la coerción, y
los asesinatos de líderes sociales y el uso de la fuerza legal e ilegal para
sofocar movimientos sociales.
Desde los Congresos locales, los diputados perredistas contribuyen legislando
contra la lucha social, como el caso de la ley Dimayuga, mientras protege a
represores distinguidos de la guerra sucia, como los casos del ex
subprocurador Antonio Nogueda Carvajal, del ex gobernador Rubén Figueroa
Alcocer y del secretario de Seguridad Pública Juan Heriberto Salinas Altés.
Las autoridades perredistas se suman a la guerra que los neoliberales ejercen
contra nuestro pueblo para mantener la desigualdad social mediante medidas
económicas, jurídicas, políticas y sociales, así como la privatización de las
riquezas de la nación.
No creemos en esa democracia que limita la participación de los ciudadanos al
solo hecho de ejercer el voto el día de la jornada electoral, y que margina al
pueblo en la toma de las grandes decisiones sobre el rumbo económico y
político del país.
En el caso que nos ocupa, es evidente que la CFE y los gobiernos perredistas
pretenden avasallar a los ciudadanos mediante la fuerza pública, el soborno,
la mentira, la manipulación de la información.
Sabemos que un gran sector de militantes del PRD y de organizaciones de
izquierda está en desacuerdo con las acciones del gobierno de Torreblanca.
Reconocemos que hay militantes perredistas consecuentes y honestos que sí
quieren y luchan por el cambio, desafortunadamente no tienen poder de
decisión, puesto que el PRD se encuentra secuestrado por las corrientes,
mismas que lo han envilecido y convertido en el nuevo PRI.
¿Alguien podrá creerle al PRD que es un partido de izquierda? ¿A qué intereses
responden los perredistas? ¿Cuál es su proyecto económico? ¿Acaso su proyecto
es el de imponer a nuestro pueblo con la fuerza policiaca y militar el Plan
Puebla Panamá? ¿A quién sirven, al pueblo o al gran capital? ¿Van a seguir
protegiendo a los responsables de las masacres de Aguas Blancas y El Charco?
¿Qué explicación van a dar a los hijos y familiares de los perredistas muertos
durante los gobiernos de José Francisco Ruiz Massieu y Rubén Figueroa Alcocer?
¿Ahora están del lado de los caciques y en la protección de los cárteles de la
droga y sus principales jefes? ¿Hasta cuándo van a seguir simulando que son de
izquierda? Otras expropiaciones de tierras para construir presas no trajeron
miles de empleos ni centros de salud ni escuelas, ni el mejoramiento de la
vida de la gente. La edificación de presas es sinónimo de privatización del
agua y es parte importante del interés de las transnacionales para el control
de los recursos naturales y energéticos del país.
Comité Estatal Guerrero del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente