Latinoam�rica
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Los falsos caminos para buscar el cambio de calidad en la
sociedad y el rol de la izquierda mercenarizada
Dimensi�n hist�rica del problema
latinoamericano
Luis Arce Borja
Rebeli�n
La mayor�a de los pa�ses de Am�rica Latina est�n convulsionados por agudos
procesos de luchas populares. Pasando por Hait�, Republica Dominicana, M�xico,
Brasil, Argentina, y con mayor fuerza en Bolivia y Ecuador. Las masas est�n en
rebeliones permanentes y expresan la contradicci�n antag�nica con las clases en
el poder. El panorama es impresionante y tiene similitud con un volc�n en plena
erupci�n. Esta parte del continente americano vive una etapa hist�rica de
vigorosas luchas, que aunque sin rumbo ni direcci�n pol�tica, refleja con
exactitud lo que dec�a Lenin que los de "abajo ya no quieren seguir viviendo
como antes" (1). M�s de 180 a�os de miseria y explotaci�n han creado un inmenso
abismo social entre ricos y pobres, cuya expresi�n pol�tica es una creciente
agudizaci�n de la lucha de clases. Cada uno de estos procesos sociales tiene sus
propias particularidades, pero en conjunto constituyen un fen�meno de car�cter
hist�rico y social que abarca toda la regi�n.
El marco social en la que se desarrollan estas luchas est� configurado por un
cuadro de agudizaci�n extrema de la miseria. El hambre y la pobreza crecen sin
cesar, y si en los inicios de la d�cada del 80 hab�a 120 millones de pobres,
esta cifra aument� a m�s de 230 millones en los �ltimos 20 a�os, y de ellos m�s
de 100 millones son indigentes es decir personas en el �ltimo eslab�n del drama
de la pobreza absoluta. Pero el crecimiento del hambre y la miseria ha ido
paralelo a la acumulaci�n de riquezas. Seg�n cifras de la CEPAL para el 2004
Am�rica Latina "logro el mejor desempe�o econ�mico en una d�cada", pero al mismo
tiempo transfiri� al exterior 77 mil 826 millones de d�lares como pago de
intereses y remisi�n de utilidades a las matrices de empresas for�neas que
operan en la regi�n" (2). Como parte de este mismo problema, los asalariados han
perdido sus m�s elementales derechos sociales y sus salarios son equivalentes a
lo que recib�a 30 a�os atr�s. Ya no existe la jornada de 8 horas de trabajo que
el proletariado conquist� con tanto esfuerzo hace m�s de 100 a�os. Ahora se
trabaja entre 12, 14 y 16 horas por d�a con la misma brutalidad que en los
inicios del capitalismo. La estabilidad laboral, la negociaci�n colectiva y
hasta el derecho a la sindicalizaci�n han desaparecido. En pa�ses como Per�,
Brasil, Bolivia, Ecuador, M�xico, Hait�, Paraguay y Colombia sobreviven viejas
relaciones de producci�n de la �poca colonial. En el campo millones de
campesinos son brutalmente explotados en aplicaci�n de un sistema semifeudal y
de servidumbre. En las grandes ciudades millones de mujeres y hombres j�venes
son obligados a trabajar sin salario y sin l�mite de jornada laboral. El
esclavismo, encubierto por un supuesto "Estado Moderno y Democr�tico" sigue
vigente y su existencia es favorecida por el atraso econ�mico y productivo, y
principalmente por la aguda crisis agraria. Recientes cifras oficiales del
gobierno "antiimperialista" de Brasil revelan que en este pa�s hay por lo menos
40 mil personas que trabajan bajo un r�gimen laboral esclavista. En Per�, cerca
de un mill�n de personas de origen rural (mayormente mujeres j�venes) trabajan
en Lima en una situaci�n de servidumbre, cuyo salario, si es que lo reciben
(muchas trabajan solamente por la comida y vivienda), no pasa de 10 d�lares al
mes.
1. Nueva estrategia de dominaci�n.
La naturaleza hist�rica de los problemas en Latinoam�rica encierra nuevos
problemas que hay que tomar en cuenta rigurosamente si de verdad se quiere
enfrentar seriamente la actual situaci�n de oprobio social. Una caracter�stica
particular de la actual situaci�n pol�tica en Am�rica Latina se refiere a la
forma en que vienen actuando los grupos de poder locales y los Estados Unidos
para controlar el Estado y mantener su dominaci�n. En las d�cadas del 60, 70 y
80 la estrategia de dominaci�n americana en la regi�n se sosten�a
fundamentalmente en la presencia militar en la direcci�n del Estado. El
establecimiento de las dictaduras militares ten�a como eje la "seguridad
nacional" y la lucha anticomunista. Bajo el pretexto de detener la "amenaza
sovi�tica" se reprim�a violentamente cualquier protesta popular y se establec�an
regimenes corporativos y criminales sostenidos por los Estados Unidos. Las
fuerzas armadas constitu�an el poder supremo en el Estado y en la sociedad. Los
militares cumpl�an funciones de jueces, administradores, pol�ticos, ide�logos,
estadistas, y hasta de "revolucionarios". Donald Baucom, teniente coronel de las
Fuerza A�rea de los Estados Unidos, hablando en 1987 de Am�rica Latina se�alaba
que el "arte y la ciencia del uso del potencial pol�tico, econ�mico y
psicol�gico de una naci�n se realizaba en conjunto con sus fuerzas armadas" (3).
La d�cada del 90 trae consigo nuevos elementos pol�ticos de car�cter
internacional que favorecen el cambio de estrategia de los Estados Unidos para
Am�rica Latina. El factor fundamental para este hecho lo constituy� el
hundimiento de la Uni�n Sovi�tica (URRS) cuyo sistema, contrario al socialismo y
a los intereses de las masas sovi�ticas, se viene abajo a causa de sus propias
contradicciones sociales internas irreconciliables. A partir de este hecho, los
Estados Unidos quedan como la �nica superpotencia mundial y militarmente los m�s
poderosos sin discusi�n. "Ning�n otro adversario potencial de los EE.UU. tiene
el poder�o militar para bloquear a largo plazo el acceso de EE.UU. a recursos
vitales como el petr�leo y minerales estrat�gicos", dijeron en 1992 las clases
pol�ticas de los Estados Unidos. (4) A nivel latinoamericano, los grupos y
partidos pol�ticos vinculados ideol�gicamente a la URSS se hunden sin remedio en
profundas crisis internas y cambian el antiguo discurso seudo revolucionario y
antiimperialista por el de la conciliaci�n y la colaboraci�n mercenaria con
burgueses y terratenientes. Como parte de este mismo fen�meno (otro factor a
favor del imperialismo yanqui), los grupos armados dirigidos por organizaciones
ecl�cticas y pluriclasistas se deciden por la capitulaci�n y el reacomodo en el
Estado reaccionario y proimperialista que ellos combat�an. Se fabricaron los
"acuerdos de paz", los mismos que sirvieron de taparrabo para encubrir la
esencia traidora de las c�pulas guerrilleras en Nicaragua, El Salvador,
Guatemala, y mismo en Colombia (M-19) y en el Ecuador. Es sobre la base de estos
elementos que se estructura la nueva estrategia para someter a los pa�ses
latinoamericanos. Esta se presenta bajo la cobertura de regimenes civiles y
democr�ticos, y se pretende que los procesos electorales y el sistema
parlamentario democratizan la sociedad. Se cambia el uniforme militar por la
vestimenta elegante y lustrosa. El parlamentarismo cobra fuerza en la
"izquierda", y se privilegia la "v�a electoral" como expresi�n de participaci�n
popular y de democracia directa.
La nueva estrategia de dominaci�n imperialista se sustenta, ya no en la
presencia directa de los militares, sino m�s bien en una amalgama de gobiernos
fantoches constituidos por los partidos de la derecha y la izquierda oficial que
con la desaparici�n del social imperialismo sovi�tico pasan a integrar el
contingente de la burgues�a y los terratenientes. Se inicia as� el reino de los
gobiernos civiles integrados por individuos mediocres y lumpenizados que aspiran
al poder no para servir a la colectividad, sino para saquear, robar y cometer
los peores delitos comunes. En esta nueva formula de control del Estado y la
sociedad, las fuerzas armadas no pierden su rol de guardia pretoriana del
Estado, pero t�cticamente se ven relegados a un segundo plano en el marco
pol�tico. Los militares ya no ejecutan brutales golpes militares para controlar
el Estado, sino que se ocultan detr�s de los gobiernos civiles desde donde se
mantienen vigilantes frente a cualquier peligro que corra el Estado. Por
ejemplo, en Per� el desarrollo de la lucha armada desde 1980 puso en jaque al
Estado y ello conllev� a que los militares sin recurrir al golpe militar
gobernaran brutalmente este pa�s desde 1990 hasta el a�o 2000. El resultado m�s
dram�tico de esa amalgama de gobierno de civiles y militares mafiosos fue la
aplicaci�n de una pol�tica de secuestros, desapariciones, torturas, grupos
paramilitares y cr�menes masivos de ciudadanos peruanos cuyo resumen ha sido m�s
de 70 mil personas asesinadas.
Ahora se trata de la "aperturar la democracia" y "fortalecer el Estado de
derecho". Para este fin se organizan procesos electorales cuyo sustento pol�tico
es la manipulaci�n y el enga�o. En su aplicaci�n se transgrede la conciencia
social, las leyes y los derechos m�s elementales de la poblaci�n. Elementos
vitales de esta nueva estrategia de opresi�n lo constituyen los grupos y
partidos de la izquierda legal, que en complicidad con burgueses y
terratenientes han hecho del camino electoral un instrumento para contener las
luchas populares y retrazar la marcha hacia la liberaci�n. Caracter�stica
principal de esta izquierda es su colaboracionismo con el poder de turno y la
defensa del viejo Estado. Ning�n hecho pol�tico a favor de los grupos de poder y
el imperialismo se realiza sin la complicidad de esta izquierda que act�a en el
parlamento, en los municipios, en los organismos asistencialistas, en los
sindicatos y en miles de organizaciones no gubernamentales (ONG). Esta izquierda
se infiltra en el seno de las masas, bajo el prop�sito de desactivar las
explosiones sociales, enga�ar a las masas y llevarlas detr�s de tal o cual
candidato electoral de la burgues�a.
Hay muchos ejemplos recientes que muestran la dimensi�n reaccionaria de la
alianza de los grupos de poder y la izquierda en la aplicaci�n de esta
estrategia de dominaci�n. En marzo del 2005 Tavar�s V�squez jurament� como
presidente de Uruguay rodeado de una fama de "antiimperialistas" y "antineoliberal".
Los Tupamaros (Movimiento de Liberaci�n Nacional) que en los a�os 70 realizaron
espectaculares acciones armadas en contra de la dictadura militar de este pa�s,
aparecen como socios del nuevo r�gimen burgu�s en este pa�s. Este grupo
pol�tico, que ha renunciado al socialismo y a la revoluci�n, tiene ministros,
parlamentarios y altos funcionarios en el nuevo gobierno. En Argentina N�stor
Kirchner, burgu�s y miembro del partido peronista alcaz� el palacio presidencial
sostenido por toda la izquierda de este pa�s, incluido guevaristas, mao�stas,
marxistas y hasta las sufridas madres de la Plaza Mayo que se contentaron con
los poemas humanistas de su presidente. Y mientras Kirchner sigue haciendo
genuflexiones antiimperialistas, la pobreza sigue en crecimiento y paralelo a
ello los grupos de poder y las grandes transnacionales contin�an acumulando
grandes ganancias. En Brasil, la mayor�a de los pobres fueron arrastrados
electoralmente por el "proletario" Lula quien para ganar las elecciones ofreci�
el programa "hambre cero", que en los hechos ha resultado una cortina de humo
para seguir ampliando las cifras de los hambrientos en este pa�s que a la fecha
suman cerca de 50 millones de personas. Ecuador, Bolivia y Per�, son otros de
los ejemplos donde lo que se llama izquierda sirve exclusivamente a los grupos
de poder y el imperialismo.
2. Las causas anacr�nicas de la crisis.
La miseria de las masas se relaciona, no a un problema transitorio y eventual de
crisis de producci�n, sino a causas profundas y anacr�nicas que afectan las
bases mismas del sistema y del Estado. Esta crisis es de car�cter global
(econ�mico, pol�tico, social, �tico, moral) y se relaciona, entre otras cosas,
al proceso hist�rico de formaci�n y desarrollo de las republicas
latinoamericanas, que desde sus or�genes nacen como ap�ndices y semicolonias de
las grandes potencias imperialistas. Sus clases pol�ticas (burgues�a y
terratenientes), no tiene ning�n poder de decisi�n ni en la econom�a ni en la
pol�tica interna. Son simples testaferros de las grandes potencias
imperialistas. Jos� Carlos Mari�tegui, ya en 1928 hablando del Per� y por
analog�a de toda Am�rica latina, se�alaba que en cien a�os de republica no hab�a
aparecido una "verdadera clase burguesa, una verdadera clase capitalista. La
antigua clase feudal, camuflada o disfrazada de burgues�a republicana, ha
conservado sus posiciones" (5). Expresi�n de la bancarrota hist�rica de estas
clases parasitarias disfrazada de burgues�a, es el atraso econ�mico y la
supervivencia de viejos sistemas de explotaci�n en el campo y la ciudad. Las
directivas provienen directamente de las transnacionales y los Estados
imperiales. Las instituciones internacionales como el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial, la CIA americana, y otras, son las que
deciden el destino del pa�s. Las compras internacionales, las exportaciones, el
tipo de deuda externa son planificadas en Washington o en las grandes capitales
europeas y son estas las que deciden los salarios y el hambre de los
trabajadores. La producci�n de bienes materiales, no esta supeditada a las
necesidades de los pueblos, sino a los requerimientos y ganancias de las
transnacionales y los mercados internacionales.
Las ganancias de estos grupos de poder locales, no provienen del desarrollo
econ�mico y de la producci�n, sino de la corrupci�n, la coima, los negocios
sucios (droga, contrabando de armas, etc.) y sobre todo de la sobre explotaci�n
de los trabajadores. La crisis del Estado y la sociedad no tiene ninguna salida
en reformas o en una supuesta "reestructuraci�n del Estado" que con viveza
reclaman cada cierto tiempo los partidos burgueses y aquellos que se llaman de
izquierda. La grave crisis econ�mica, base material del decadente sistema
pol�tico, no permite cambios que conlleve aliviar el hambre y la pobreza de la
mayor�a de la poblaci�n. La dependencia absoluta de estos pa�ses respecto a las
metr�polis, no les deja ning�n espacio propicio para salir de sus crisis y hacer
reformas. Dicha anacr�nica dependencia deviene mucho m�s grave en los momentos
actuales, cuando en los pa�ses ricos, cunas del liberalismo, se acent�a cada vez
m�s la crisis econ�mica cuya expresi�n pol�tica es el fin de las reformas
burguesas y el inicio del repunte de los partidos de extrema derecha (fascistas
y neofascistas). En diferentes Estados europeos los grupos de extrema derecha
est�n en el poder o lo comparten (Italia, Dinamarca, Austria, etc.) los mismos
que violan el Estado de derecho que en el pasado fue el estandarte del
liberalismo.
Pero no son solamente factores internos los que influyen en la naturaleza
decadente del burgu�s latinoamericano. Desde su formaci�n como clase dominante
se ha movido en la extrema mediocridad y en el delito permanente. Ha visto el
poder del Estado como un bot�n de la misma manera que un delincuente com�n ve
aproximarse a su victima. Esta clase opresora est� al margen del m�s elemental
atisbo de nacionalismo burgu�s o peque�o burgu�s. Su existencia depende
exclusivamente de su servilismo frente a los imperios. Se equivocan quienes
piensan que la burgues�a de estos pa�ses puede asumir la conducci�n de un
proceso de car�cter nacional y antiimperialista. Por intereses de clase y por
razones hist�ricas pol�ticas los grupos de poder no ser�n capaces de dirigir una
lucha de enfrentamiento con los Estados Unidos y otras potencias imperialistas.
Los pobres no pueden esperar absolutamente nada de estas clases parasitarias. Si
en algunas etapas excepcionales, los estados dirigidos por estos grupos pueden
hacer algunas concesiones con los pobres, eso no puede ocurrir ahora cuando el
sistema capitalista mundial atraviesa una aguda crisis, y parte de esta crisis
es trasladada a los pa�ses pobres. Las diferentes guerras de agresi�n
imperialista en el mundo, como por ejemplo Irak y Afganist�n, o la lucha
antiterrorista internacional que lideran los Estados Unidos, tienen altos costos
cuyas facturas son pagadas con el saqueo de los pa�ses pobres. Resulta una
aberraci�n pol�tica pensar que gobiernos como el de N�stor Kirchner en Argentina
o el de Tavar�s Vasquez en Uruguay expresan el sentimiento reivindicador
nacional de estos pueblos. De la misma manera resulta una tomadura de pelo creer
que Lula o Evo Morales representan una alternativa popular en Brasil y Bolivia.
3. Los falsos caminos y el rol de la izquierda mercenarizada.
El Estado en Latinoam�rica tiene car�cter de clase, y constituye un instrumento
pol�tico de los grupos de opresi�n, cuya base econ�mica es la explotaci�n de los
trabajadores. Este Estado, por su esencia y por su origen hist�rico, se ve
incapaz de resolver su crisis end�mica a trav�s de reformas o modificaciones en
su estructura de poder. Al contrario, as� lo prueba los hechos hist�ricos, todas
las reformas en los estados han servido exclusivamente para reforzar el sistema
opresor y amplia hasta el limite de lo insoportable el hambre y la miseria de
los trabajadores. Entonces, resulta una estafa o un error de interpretaci�n
se�alar que el bienestar del pueblo se puede lograr mediante "reformas
jur�dicas", "reformas constitucionales", o "reformas en el sistema
econ�mico-productivo". En la actual situaci�n hacer uso de este discurso pro
reformas y exigir elecciones o nueva constituci�n para resolver los graves
problemas del pueblo, no tiene otro objetivo pol�tico que inclinarse por la
explotaci�n, la miseria y perpetuar el reino de la injusticia.
Parte de las reformas que se plantean al Estado, son las reivindicaciones
supuestamente "nacionalistas" propiciadas electoralmente por grupos de izquierda
y por la misma burgues�a pro imperialista. Por mencionar un ejemplo, en 1986 el
reaccionario y proimperialista Alan Garc�a P�rez (l�der del APRA) presidente del
Per� en ese tiempo pretendi� estatizar la banca peruana no para resolver el
hambre de los pobres, sino m�s bien para favorecer a un sector de la gran
burgues�a peruana (sector burocr�tico). Las poses radicales, muchas veces
respaldadas por los trabajadores, en torno a estatizar tal o cual recurso y
riqueza, resulta una estafa en tanto estas medidas no afecten en lo mas m�nimo
el car�cter de clase del Estado y los intereses de los grupos de poder locales y
extranjeros. Hace poco se ha visto como en Bolivia las masas han salido a las
calles para luchar por el control estatal de los hidrocarburos sin tomar en
cuenta que los hidrocarburos en manos de un Estado terrateniente-burocr�tico no
ser� �til para aliviar el hambre en este pa�s sino para seguir enriqueciendo a
las clases pol�ticas que detentan el poder del Estado. Cualquier medida
estatizadora que surja de estos estados y de sus gobiernos, servir�n
fundamentalmente para acentuar mas el atraso y la miseria. No hay ninguna prueba
que muestre que la estatizaci�n de tal o cual recuso, ha servido para mejor el
nivel de vida de los trabajadores. Sin embargo, hay cientos y miles de ejemplos
hist�ricos que muestran que las llamadas "nacionalizaciones antiimperialistas"
propiciadas por regimenes burgueses (civiles o militares) sirvieron solamente a
consolidar el sistema de opresi�n y la dominaci�n imperialista.
Por ejemplo el gobierno militar peruano de 1968-1975 liderado por el general
Juan Velasco Alvarado, se declar� "revolucionario y antiimperialista", y
sustent� su econom�a en el sector de empresas en manos del Estado. Hasta la
prensa y los sindicatos fueron estatizados. El gobierno de Juan Velasco Alvarado
se rodeo de una aureola de radical antiimperialista. Hubo incluso intonsos que
situaron a Velasco como jefe de un proceso revolucionario socialista. �Cu�l fue
la realidad?. Aqu� un breve apunte para comprender este hecho. En 1967, un a�o
antes del golpe militar "revolucionario" de Velasco, la salida al extranjero de
capitales por ganancias de las transnacionales, principalmente americanas fue de
712 millones de d�lares. En 1968, primer a�o de gobierno "revolucionario" las
transnacionales exportaron a sus metr�polis la suma de 749 millones de d�lares
suma que resulto mas alta que el r�gimen burgu�s anterior. Durante todo el
proceso que dur� el r�gimen velasquista (1968-1975) la remisi�n de ganancias de
las transnacionales sacadas al extranjero fueron mas altas que durante todos los
anteriores gobiernos declarados abiertamente proimperialistas. En 1970, en pleno
auge del "antiimperialismo velasquista", las transnacionales aumentaron sus
ganancias a 744 millones de d�lares. Esta suma fue de 859 millones de d�lares en
1973, y creci� en 1974 a 900 millones de d�lares, subiendo a m�s de mil millones
de d�lares el a�o 1975. Hay que anotar que estas exportaciones de ganancias se
efectuaron mientras los trabajadores y el pueblo en general acentuaron su
miseria y pobreza. Pero el "antiimperialismo" velasquista no quedo desmentido
solamente por las inmensas ganancias de las transnacionales, sino tambi�n por el
pago de la deuda externa.
Mientras Velasco y sus ac�litos lanzaban gritos y grandes discursos contra el
imperialismo, la deuda externa (proveniente del imperialismo) crec�a y crec�a
tambi�n las millonarias pagos por este concepto. Como explica Hugo Cabieses y
Carlos Otero (6) la deuda externa paso de 797.4 millones de d�lares en 1968
(15.4% del PBI) a 3,169.3 millones de d�lares en 1975 (22.2% del PBI). Lo m�s
interesante de la informaci�n que entregan estos especialistas, es que la
inversi�n directa norteamericana e ingreso de capitales por endeudamiento
p�blico externo en la �poca velasquista fue de 1,638.1 millones de d�lares. Los
mismos economistas se�alan que en 1968 se pago 140.4 millones de d�lares por
concepto de amortizaci�n e intereses de la deuda, este pago subi� en 1975 a
492.2 millones de d�lares. Se�alan tambi�n que en el periodo 1968-1975 el flujo
neto de capitales por endeudamiento externo fue de 1,908.2 millones de d�lares,
y que en el mismo periodo salieron del pa�s (por concepto de amortizaciones e
intereses de la deuda) la suma de 2,473.8 millones de d�lares.
4. Qui�nes son nuestros amigos y qui�nes nuestros enemigos.
La experiencia de estos �ltimos a�os han contribuido a constatar que los
enemigos principales de los pobres, no son solamente las clases pol�ticas que
detentan el poder del Estado y las potencias imperialistas, sino tambi�n los
grupos y partidos de la llamada izquierda oficial. Ninguna acci�n reaccionaria y
contra el pueblo proveniente del Estado ha sido ejecutada sin la complicidad de
aquellos que se hacen llamar "izquierda" y que act�a como muro de contenci�n de
las luchas populares. Ejemplos concretos de este hecho lo entregan los procesos
pol�ticos en casi todos los pa�ses de Am�rica Latina. La izquierda argentina,
incluso la mas "revolucionaria" aquella que se llama marxista-leninista y
mao�sta, guevaristas y pro cubanos incluidos, han sido la responsable de sofocar
la rebeli�n popular y convertir a las masas en carneros llevados a la cola de un
gobierno reaccionario y proimperialista. Mientras el hambre y la miseria siguen
creciendo en Argentina, la izquierda sigue maniobrando para detener las luchas
populares contra el "antiimperialista" Nestor Kichnert. En Per�, desde 1980 la
izquierda oficial, sin excepci�n alguna, se constituy� en una fuerza auxiliar de
las criminales fuerzas armadas y del Estado. Los peores y m�s sanguinarios
cr�menes cometidos por las fuerzas represivas del Estado para detener y llevar a
la derrota la lucha armada dirigida por el Partido Comunista del Per� (PCP) se
realiz� con el apoyo y participaci�n de la izquierda oficial. Los peores
personajes de la historia pol�tica peruana, tales como Alan Garc�a P�rez,
Alberto Fujimori, y Alejandro Toledo, llegaron al poder con el apoyo y los votos
de esa lacra llamada izquierda.
En Ecuador, enero del 2000. Mientras los "grandes revolucionarios" y
"antiimperialistas" de este pa�s hac�an una siesta pol�tica estallaba una
rebeli�n popular espont�nea. El pueblo estaba en las calles y al un�sono gritaba
"!Que se vayan todos!". Se organiz� el Parlamento del Pueblo. Se derrumbo el
gobierno de Mahuad (ante en 1997, otra revuelta espont�nea popular se trajo
abajo el presidente Bucaram). Ah� aparecieron el Movimiento Popular Democr�tico
(MPD), el Partido Socialista, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik
Nuevo Pa�s, la CONAIE, el Partido Comunista del Ecuador, etc., y al galope se
montaron en la ola de la lucha social. El rumbo de la insurrecci�n dej� de ser
espont�nea y su rumbo cambio en 360 grados. Se busc� al coronel Lucio Guti�rrez
y se le hizo presidente. La izquierda y las organizaciones populares lo
declararon h�roe de la lucha antiimperialista y revolucionario. Gracias al
"revolucionario" Guti�rrez la "izquierda" y los lideres de las organizaciones
populares se convirtieron en parlamentarios y ministros. Guti�rrez, fue aclamado
como el hijo predilecto de los ecuatorianos, ofreci� hacer una verdadera
revoluci�n a favor de los pobres. Dijo que en Ecuador hab�a terminado el reinado
de los grupos de poder y del imperialismo. Pasaron 5 a�os, y el pueblo no vio
los cambios ni en sue�os. Y los parlamentarios izquierdistas y populares, si
algo hab�an ganado, esto se ve�a en sus costosas vestimentas (terno y corbata) y
en sus grandes vientres a punto de reventar. Pero Guti�rrez, el bien amado,
agudiz� aun m�s la pobreza y la desocupaci�n, apoyo el Plan Colombia americano,
permiti� la instalaci�n de bases militares yanquis en Ecuador, liquido los
�ltimos vestigio de la seguridad social, favoreci� a las transnacionales
petroleras, y se declar� un ferviente admirador de la pol�tica de George Bush y
de los grandes burgueses y terratenientes de este pa�s.
En octubre del 2003 las masas pobres de Bolivia se sublevaron y derrocaron al
presidente Gonzalo S�nchez de Losada miembro del Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR), partido de los grupos de poder de este pa�s. En este acto
de protesta murieron no menos de 86 personas a consecuencia de la represi�n
policial. Carlos Mesa, vicepresidente del gobernante derrocado y miembro tambi�n
del derechista MNR, asumi� la presidencia de Bolivia y conform� un "gobierno de
unidad nacional", sostenido por lo m�s pintado de la "izquierda" boliviana. El
Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, y el Movimiento Ind�gena
Pachakuti (MIP) de Felipe Quispe Huanta, se convirtieron en socios del
"antiimperialista" Mesa. Ambas organizaciones lograron esca�os en el Parlamento,
ministerios, vice-ministerios, prefecturas, municipios, etc. No poco analistas
"izquierdistas" vaticinaron que Bolivia, junto con Argentina, Brasil y
Venezuela, integraba un formidable eje de lucha antiimperialista en el
continente. Sin embargo, el r�gimen de Mesa no fue diferente a los anteriores
gobiernos de Bolivia, y como los hechos lo han demostrado, el hambre y la
miseria sigui� en aumento y el saqueo por parte de las transnacionales se
sobredimension�. El 16 de mayo de este a�o (2005) nuevamente Bolivia fue
remecida por una rebeli�n popular y como ya es costumbre apareci� Evo Morales y
Felipe Quispe, no para orientar a las masas hacia la revoluci�n, sino para
llevarlas directo al despe�adero de la reacci�n. Bajo el objetivo de apagar el
fuego de la lucha social se montaron en la ola popular para desde ah� pedir
Asamblea Constituyente, elecciones generales y nacionalizaci�n de los
Hidrocarburos. Tres semanas despu�s (el 9 de junio), cuando la bomba social
hab�a sido desinflada, Mesa abandon� el gobierno y fue reemplazado por Eduardo
Rodr�guez Veltz�, presidente de la corrupta Corte Suprema de Justicia de este
pa�s. Mientras la rebeli�n popular se disgregaba en las plegarias de sus
dirigentes "populares", el flamante mandatario boliviano, anunciaba como gran
triunfo popular nuevas elecciones generales. Proceso electoral apadrinado por la
llamada izquierda boliviana y sobre todo por Evo Morales desde ya candidato
electoral "antiimperialista" y "popular".
Tomando las recientes experiencias en Latinoam�rica no hay que buscar la calidad
revolucionaria en el origen social o racial de sus dirigentes, y menos a�n en el
discurso electoral. Un revolucionario y un verdadero dirigente popular lo
muestran en los hechos concretos, y fundamentalmente en la defensa de los
intereses y reivindicaciones de los pobres. �Qu� posici�n adopta frente a la
estafa electoral, frente a las fuerzas armadas, y sobre todo frente al Estado y
a los grupos de poder?. Que Evo Morales tenga caracter�sticas raciales y
andinas, no lo convierten en parte del campo popular. No es eso lo que determina
su conciencia de clase y su filiaci�n de lucha a favor de los oprimidos. Al
contrario, este individuo trafica con su cargo de dirigente campesino y su
fisonom�a andina para infiltrar a las pobres de Bolivia y desde su interior
servir a los grupos de poder y al imperialismo. Lo mismo ocurri� en Per� cuando
Alejandro Toledo fue candidato electoral. Hizo de su mestizaje y su origen pobre
el eje de su campa�a electoral. Una vez en el poder ha resultado peor y m�s
corrupto que los anteriores regimenes peruanos. El mismo ejemplo se puede ver en
Brasil con el "proletario" Lula en el gobierno. La mutaci�n del pobre a aliado
de los ricos no es un fen�meno nuevo en las sociedades divididas en clases
sociales. Desde la �poca m�s lejana de la historia de la humanidad, los ricos y
poderosos siempre han corrompido y degenerado a los individuos como Evo Morales
en Bolivia o Alejandro Toledo en Per�.
Si lo racial y el origen social no es lo que determina la conciencia de clase,
tampoco el discurso determina la esencia pol�tica de un partido u organizaci�n
que se llama de izquierda. Desde el punto de vista de una concepci�n
materialista de la historia de la lucha social, la izquierda representa el
cambio, la revoluci�n y la lucha por el socialismo. Si se toma como punto de
referencia la trayectoria mercenaria de la izquierda latinoamericana no hay como
justificar que se le siga denominando izquierda. Estos son fuerzas
contrarrevolucionarias, que por su actuaci�n pol�tica constituyen parte de las
organizaciones de la burgues�a y el imperialismo. Por esta raz�n, de ninguna
manera se puede dejar de lado que cualquier proceso revolucionario o liberador
en Am�rica Latina, tiene que luchar no solamente contra el imperialismo y los
grupos de poder, sino tambi�n contra aquellos que trafican con el membrete de
izquierda. La revoluci�n no avanzar� mientras no se luche con decisi�n y firmeza
contra estos grupos pol�ticos y mientras no se les expulse definitivamente del
seno de las masas y los trabajadores.
Bruselas, 24 de agosto 2005.
Notas y bibliograf�a.
1. Lenin, Condiciones objetivas y subjetivas de la revoluci�n, 1914.
2. Informaci�n publicada por Ricardo Gonz�lez Amador, 2005.
3. Perspectiva hist�rica para el concepto de Estrategia, Donald Baucom teniente
coronel de la Fuerza A�rea de los Estados Unidos, publicado en la revista
Militar de los EE.UU. numero 6 de junio 1987.
4. The Heritage Foundation, "Un inventario de la pol�tica exterior Norteam�rica,
1996. Esta organizaci�n esta integrada por republicanos y dem�cratas americanos,
es decir los dos partidos de la gran burgues�a de los Estados Unidos.
5. Jos� Carlos Mari�tegui, Siete ensayos de Interpretaci�n de la realidad
peruana, 1928.
6. Fuente. Econom�a peruana: ensayo de interpretaci�n. Autores: Hugo Cabieses y
Carlos Otero, publicado por Desco (Centro de Estudios y Promoci�n del
Desarrollo) Lima 1977.