VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoam�rica

Los falsos caminos para buscar el cambio de calidad en la sociedad y el rol de la izquierda mercenarizada
Dimensi�n hist�rica del problema latinoamericano

Luis Arce Borja
Rebeli�n

La mayor�a de los pa�ses de Am�rica Latina est�n convulsionados por agudos procesos de luchas populares. Pasando por Hait�, Republica Dominicana, M�xico, Brasil, Argentina, y con mayor fuerza en Bolivia y Ecuador. Las masas est�n en rebeliones permanentes y expresan la contradicci�n antag�nica con las clases en el poder. El panorama es impresionante y tiene similitud con un volc�n en plena erupci�n. Esta parte del continente americano vive una etapa hist�rica de vigorosas luchas, que aunque sin rumbo ni direcci�n pol�tica, refleja con exactitud lo que dec�a Lenin que los de "abajo ya no quieren seguir viviendo como antes" (1). M�s de 180 a�os de miseria y explotaci�n han creado un inmenso abismo social entre ricos y pobres, cuya expresi�n pol�tica es una creciente agudizaci�n de la lucha de clases. Cada uno de estos procesos sociales tiene sus propias particularidades, pero en conjunto constituyen un fen�meno de car�cter hist�rico y social que abarca toda la regi�n.

El marco social en la que se desarrollan estas luchas est� configurado por un cuadro de agudizaci�n extrema de la miseria. El hambre y la pobreza crecen sin cesar, y si en los inicios de la d�cada del 80 hab�a 120 millones de pobres, esta cifra aument� a m�s de 230 millones en los �ltimos 20 a�os, y de ellos m�s de 100 millones son indigentes es decir personas en el �ltimo eslab�n del drama de la pobreza absoluta. Pero el crecimiento del hambre y la miseria ha ido paralelo a la acumulaci�n de riquezas. Seg�n cifras de la CEPAL para el 2004 Am�rica Latina "logro el mejor desempe�o econ�mico en una d�cada", pero al mismo tiempo transfiri� al exterior 77 mil 826 millones de d�lares como pago de intereses y remisi�n de utilidades a las matrices de empresas for�neas que operan en la regi�n" (2). Como parte de este mismo problema, los asalariados han perdido sus m�s elementales derechos sociales y sus salarios son equivalentes a lo que recib�a 30 a�os atr�s. Ya no existe la jornada de 8 horas de trabajo que el proletariado conquist� con tanto esfuerzo hace m�s de 100 a�os. Ahora se trabaja entre 12, 14 y 16 horas por d�a con la misma brutalidad que en los inicios del capitalismo. La estabilidad laboral, la negociaci�n colectiva y hasta el derecho a la sindicalizaci�n han desaparecido. En pa�ses como Per�, Brasil, Bolivia, Ecuador, M�xico, Hait�, Paraguay y Colombia sobreviven viejas relaciones de producci�n de la �poca colonial. En el campo millones de campesinos son brutalmente explotados en aplicaci�n de un sistema semifeudal y de servidumbre. En las grandes ciudades millones de mujeres y hombres j�venes son obligados a trabajar sin salario y sin l�mite de jornada laboral. El esclavismo, encubierto por un supuesto "Estado Moderno y Democr�tico" sigue vigente y su existencia es favorecida por el atraso econ�mico y productivo, y principalmente por la aguda crisis agraria. Recientes cifras oficiales del gobierno "antiimperialista" de Brasil revelan que en este pa�s hay por lo menos 40 mil personas que trabajan bajo un r�gimen laboral esclavista. En Per�, cerca de un mill�n de personas de origen rural (mayormente mujeres j�venes) trabajan en Lima en una situaci�n de servidumbre, cuyo salario, si es que lo reciben (muchas trabajan solamente por la comida y vivienda), no pasa de 10 d�lares al mes.

1. Nueva estrategia de dominaci�n.

La naturaleza hist�rica de los problemas en Latinoam�rica encierra nuevos problemas que hay que tomar en cuenta rigurosamente si de verdad se quiere enfrentar seriamente la actual situaci�n de oprobio social. Una caracter�stica particular de la actual situaci�n pol�tica en Am�rica Latina se refiere a la forma en que vienen actuando los grupos de poder locales y los Estados Unidos para controlar el Estado y mantener su dominaci�n. En las d�cadas del 60, 70 y 80 la estrategia de dominaci�n americana en la regi�n se sosten�a fundamentalmente en la presencia militar en la direcci�n del Estado. El establecimiento de las dictaduras militares ten�a como eje la "seguridad nacional" y la lucha anticomunista. Bajo el pretexto de detener la "amenaza sovi�tica" se reprim�a violentamente cualquier protesta popular y se establec�an regimenes corporativos y criminales sostenidos por los Estados Unidos. Las fuerzas armadas constitu�an el poder supremo en el Estado y en la sociedad. Los militares cumpl�an funciones de jueces, administradores, pol�ticos, ide�logos, estadistas, y hasta de "revolucionarios". Donald Baucom, teniente coronel de las Fuerza A�rea de los Estados Unidos, hablando en 1987 de Am�rica Latina se�alaba que el "arte y la ciencia del uso del potencial pol�tico, econ�mico y psicol�gico de una naci�n se realizaba en conjunto con sus fuerzas armadas" (3).

La d�cada del 90 trae consigo nuevos elementos pol�ticos de car�cter internacional que favorecen el cambio de estrategia de los Estados Unidos para Am�rica Latina. El factor fundamental para este hecho lo constituy� el hundimiento de la Uni�n Sovi�tica (URRS) cuyo sistema, contrario al socialismo y a los intereses de las masas sovi�ticas, se viene abajo a causa de sus propias contradicciones sociales internas irreconciliables. A partir de este hecho, los Estados Unidos quedan como la �nica superpotencia mundial y militarmente los m�s poderosos sin discusi�n. "Ning�n otro adversario potencial de los EE.UU. tiene el poder�o militar para bloquear a largo plazo el acceso de EE.UU. a recursos vitales como el petr�leo y minerales estrat�gicos", dijeron en 1992 las clases pol�ticas de los Estados Unidos. (4) A nivel latinoamericano, los grupos y partidos pol�ticos vinculados ideol�gicamente a la URSS se hunden sin remedio en profundas crisis internas y cambian el antiguo discurso seudo revolucionario y antiimperialista por el de la conciliaci�n y la colaboraci�n mercenaria con burgueses y terratenientes. Como parte de este mismo fen�meno (otro factor a favor del imperialismo yanqui), los grupos armados dirigidos por organizaciones ecl�cticas y pluriclasistas se deciden por la capitulaci�n y el reacomodo en el Estado reaccionario y proimperialista que ellos combat�an. Se fabricaron los "acuerdos de paz", los mismos que sirvieron de taparrabo para encubrir la esencia traidora de las c�pulas guerrilleras en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, y mismo en Colombia (M-19) y en el Ecuador. Es sobre la base de estos elementos que se estructura la nueva estrategia para someter a los pa�ses latinoamericanos. Esta se presenta bajo la cobertura de regimenes civiles y democr�ticos, y se pretende que los procesos electorales y el sistema parlamentario democratizan la sociedad. Se cambia el uniforme militar por la vestimenta elegante y lustrosa. El parlamentarismo cobra fuerza en la "izquierda", y se privilegia la "v�a electoral" como expresi�n de participaci�n popular y de democracia directa.

La nueva estrategia de dominaci�n imperialista se sustenta, ya no en la presencia directa de los militares, sino m�s bien en una amalgama de gobiernos fantoches constituidos por los partidos de la derecha y la izquierda oficial que con la desaparici�n del social imperialismo sovi�tico pasan a integrar el contingente de la burgues�a y los terratenientes. Se inicia as� el reino de los gobiernos civiles integrados por individuos mediocres y lumpenizados que aspiran al poder no para servir a la colectividad, sino para saquear, robar y cometer los peores delitos comunes. En esta nueva formula de control del Estado y la sociedad, las fuerzas armadas no pierden su rol de guardia pretoriana del Estado, pero t�cticamente se ven relegados a un segundo plano en el marco pol�tico. Los militares ya no ejecutan brutales golpes militares para controlar el Estado, sino que se ocultan detr�s de los gobiernos civiles desde donde se mantienen vigilantes frente a cualquier peligro que corra el Estado. Por ejemplo, en Per� el desarrollo de la lucha armada desde 1980 puso en jaque al Estado y ello conllev� a que los militares sin recurrir al golpe militar gobernaran brutalmente este pa�s desde 1990 hasta el a�o 2000. El resultado m�s dram�tico de esa amalgama de gobierno de civiles y militares mafiosos fue la aplicaci�n de una pol�tica de secuestros, desapariciones, torturas, grupos paramilitares y cr�menes masivos de ciudadanos peruanos cuyo resumen ha sido m�s de 70 mil personas asesinadas.

Ahora se trata de la "aperturar la democracia" y "fortalecer el Estado de derecho". Para este fin se organizan procesos electorales cuyo sustento pol�tico es la manipulaci�n y el enga�o. En su aplicaci�n se transgrede la conciencia social, las leyes y los derechos m�s elementales de la poblaci�n. Elementos vitales de esta nueva estrategia de opresi�n lo constituyen los grupos y partidos de la izquierda legal, que en complicidad con burgueses y terratenientes han hecho del camino electoral un instrumento para contener las luchas populares y retrazar la marcha hacia la liberaci�n. Caracter�stica principal de esta izquierda es su colaboracionismo con el poder de turno y la defensa del viejo Estado. Ning�n hecho pol�tico a favor de los grupos de poder y el imperialismo se realiza sin la complicidad de esta izquierda que act�a en el parlamento, en los municipios, en los organismos asistencialistas, en los sindicatos y en miles de organizaciones no gubernamentales (ONG). Esta izquierda se infiltra en el seno de las masas, bajo el prop�sito de desactivar las explosiones sociales, enga�ar a las masas y llevarlas detr�s de tal o cual candidato electoral de la burgues�a.

Hay muchos ejemplos recientes que muestran la dimensi�n reaccionaria de la alianza de los grupos de poder y la izquierda en la aplicaci�n de esta estrategia de dominaci�n. En marzo del 2005 Tavar�s V�squez jurament� como presidente de Uruguay rodeado de una fama de "antiimperialistas" y "antineoliberal". Los Tupamaros (Movimiento de Liberaci�n Nacional) que en los a�os 70 realizaron espectaculares acciones armadas en contra de la dictadura militar de este pa�s, aparecen como socios del nuevo r�gimen burgu�s en este pa�s. Este grupo pol�tico, que ha renunciado al socialismo y a la revoluci�n, tiene ministros, parlamentarios y altos funcionarios en el nuevo gobierno. En Argentina N�stor Kirchner, burgu�s y miembro del partido peronista alcaz� el palacio presidencial sostenido por toda la izquierda de este pa�s, incluido guevaristas, mao�stas, marxistas y hasta las sufridas madres de la Plaza Mayo que se contentaron con los poemas humanistas de su presidente. Y mientras Kirchner sigue haciendo genuflexiones antiimperialistas, la pobreza sigue en crecimiento y paralelo a ello los grupos de poder y las grandes transnacionales contin�an acumulando grandes ganancias. En Brasil, la mayor�a de los pobres fueron arrastrados electoralmente por el "proletario" Lula quien para ganar las elecciones ofreci� el programa "hambre cero", que en los hechos ha resultado una cortina de humo para seguir ampliando las cifras de los hambrientos en este pa�s que a la fecha suman cerca de 50 millones de personas. Ecuador, Bolivia y Per�, son otros de los ejemplos donde lo que se llama izquierda sirve exclusivamente a los grupos de poder y el imperialismo.

2. Las causas anacr�nicas de la crisis.

La miseria de las masas se relaciona, no a un problema transitorio y eventual de crisis de producci�n, sino a causas profundas y anacr�nicas que afectan las bases mismas del sistema y del Estado. Esta crisis es de car�cter global (econ�mico, pol�tico, social, �tico, moral) y se relaciona, entre otras cosas, al proceso hist�rico de formaci�n y desarrollo de las republicas latinoamericanas, que desde sus or�genes nacen como ap�ndices y semicolonias de las grandes potencias imperialistas. Sus clases pol�ticas (burgues�a y terratenientes), no tiene ning�n poder de decisi�n ni en la econom�a ni en la pol�tica interna. Son simples testaferros de las grandes potencias imperialistas. Jos� Carlos Mari�tegui, ya en 1928 hablando del Per� y por analog�a de toda Am�rica latina, se�alaba que en cien a�os de republica no hab�a aparecido una "verdadera clase burguesa, una verdadera clase capitalista. La antigua clase feudal, camuflada o disfrazada de burgues�a republicana, ha conservado sus posiciones" (5). Expresi�n de la bancarrota hist�rica de estas clases parasitarias disfrazada de burgues�a, es el atraso econ�mico y la supervivencia de viejos sistemas de explotaci�n en el campo y la ciudad. Las directivas provienen directamente de las transnacionales y los Estados imperiales. Las instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la CIA americana, y otras, son las que deciden el destino del pa�s. Las compras internacionales, las exportaciones, el tipo de deuda externa son planificadas en Washington o en las grandes capitales europeas y son estas las que deciden los salarios y el hambre de los trabajadores. La producci�n de bienes materiales, no esta supeditada a las necesidades de los pueblos, sino a los requerimientos y ganancias de las transnacionales y los mercados internacionales.

Las ganancias de estos grupos de poder locales, no provienen del desarrollo econ�mico y de la producci�n, sino de la corrupci�n, la coima, los negocios sucios (droga, contrabando de armas, etc.) y sobre todo de la sobre explotaci�n de los trabajadores. La crisis del Estado y la sociedad no tiene ninguna salida en reformas o en una supuesta "reestructuraci�n del Estado" que con viveza reclaman cada cierto tiempo los partidos burgueses y aquellos que se llaman de izquierda. La grave crisis econ�mica, base material del decadente sistema pol�tico, no permite cambios que conlleve aliviar el hambre y la pobreza de la mayor�a de la poblaci�n. La dependencia absoluta de estos pa�ses respecto a las metr�polis, no les deja ning�n espacio propicio para salir de sus crisis y hacer reformas. Dicha anacr�nica dependencia deviene mucho m�s grave en los momentos actuales, cuando en los pa�ses ricos, cunas del liberalismo, se acent�a cada vez m�s la crisis econ�mica cuya expresi�n pol�tica es el fin de las reformas burguesas y el inicio del repunte de los partidos de extrema derecha (fascistas y neofascistas). En diferentes Estados europeos los grupos de extrema derecha est�n en el poder o lo comparten (Italia, Dinamarca, Austria, etc.) los mismos que violan el Estado de derecho que en el pasado fue el estandarte del liberalismo.

Pero no son solamente factores internos los que influyen en la naturaleza decadente del burgu�s latinoamericano. Desde su formaci�n como clase dominante se ha movido en la extrema mediocridad y en el delito permanente. Ha visto el poder del Estado como un bot�n de la misma manera que un delincuente com�n ve aproximarse a su victima. Esta clase opresora est� al margen del m�s elemental atisbo de nacionalismo burgu�s o peque�o burgu�s. Su existencia depende exclusivamente de su servilismo frente a los imperios. Se equivocan quienes piensan que la burgues�a de estos pa�ses puede asumir la conducci�n de un proceso de car�cter nacional y antiimperialista. Por intereses de clase y por razones hist�ricas pol�ticas los grupos de poder no ser�n capaces de dirigir una lucha de enfrentamiento con los Estados Unidos y otras potencias imperialistas. Los pobres no pueden esperar absolutamente nada de estas clases parasitarias. Si en algunas etapas excepcionales, los estados dirigidos por estos grupos pueden hacer algunas concesiones con los pobres, eso no puede ocurrir ahora cuando el sistema capitalista mundial atraviesa una aguda crisis, y parte de esta crisis es trasladada a los pa�ses pobres. Las diferentes guerras de agresi�n imperialista en el mundo, como por ejemplo Irak y Afganist�n, o la lucha antiterrorista internacional que lideran los Estados Unidos, tienen altos costos cuyas facturas son pagadas con el saqueo de los pa�ses pobres. Resulta una aberraci�n pol�tica pensar que gobiernos como el de N�stor Kirchner en Argentina o el de Tavar�s Vasquez en Uruguay expresan el sentimiento reivindicador nacional de estos pueblos. De la misma manera resulta una tomadura de pelo creer que Lula o Evo Morales representan una alternativa popular en Brasil y Bolivia.

3. Los falsos caminos y el rol de la izquierda mercenarizada.

El Estado en Latinoam�rica tiene car�cter de clase, y constituye un instrumento pol�tico de los grupos de opresi�n, cuya base econ�mica es la explotaci�n de los trabajadores. Este Estado, por su esencia y por su origen hist�rico, se ve incapaz de resolver su crisis end�mica a trav�s de reformas o modificaciones en su estructura de poder. Al contrario, as� lo prueba los hechos hist�ricos, todas las reformas en los estados han servido exclusivamente para reforzar el sistema opresor y amplia hasta el limite de lo insoportable el hambre y la miseria de los trabajadores. Entonces, resulta una estafa o un error de interpretaci�n se�alar que el bienestar del pueblo se puede lograr mediante "reformas jur�dicas", "reformas constitucionales", o "reformas en el sistema econ�mico-productivo". En la actual situaci�n hacer uso de este discurso pro reformas y exigir elecciones o nueva constituci�n para resolver los graves problemas del pueblo, no tiene otro objetivo pol�tico que inclinarse por la explotaci�n, la miseria y perpetuar el reino de la injusticia.

Parte de las reformas que se plantean al Estado, son las reivindicaciones supuestamente "nacionalistas" propiciadas electoralmente por grupos de izquierda y por la misma burgues�a pro imperialista. Por mencionar un ejemplo, en 1986 el reaccionario y proimperialista Alan Garc�a P�rez (l�der del APRA) presidente del Per� en ese tiempo pretendi� estatizar la banca peruana no para resolver el hambre de los pobres, sino m�s bien para favorecer a un sector de la gran burgues�a peruana (sector burocr�tico). Las poses radicales, muchas veces respaldadas por los trabajadores, en torno a estatizar tal o cual recurso y riqueza, resulta una estafa en tanto estas medidas no afecten en lo mas m�nimo el car�cter de clase del Estado y los intereses de los grupos de poder locales y extranjeros. Hace poco se ha visto como en Bolivia las masas han salido a las calles para luchar por el control estatal de los hidrocarburos sin tomar en cuenta que los hidrocarburos en manos de un Estado terrateniente-burocr�tico no ser� �til para aliviar el hambre en este pa�s sino para seguir enriqueciendo a las clases pol�ticas que detentan el poder del Estado. Cualquier medida estatizadora que surja de estos estados y de sus gobiernos, servir�n fundamentalmente para acentuar mas el atraso y la miseria. No hay ninguna prueba que muestre que la estatizaci�n de tal o cual recuso, ha servido para mejor el nivel de vida de los trabajadores. Sin embargo, hay cientos y miles de ejemplos hist�ricos que muestran que las llamadas "nacionalizaciones antiimperialistas" propiciadas por regimenes burgueses (civiles o militares) sirvieron solamente a consolidar el sistema de opresi�n y la dominaci�n imperialista.

Por ejemplo el gobierno militar peruano de 1968-1975 liderado por el general Juan Velasco Alvarado, se declar� "revolucionario y antiimperialista", y sustent� su econom�a en el sector de empresas en manos del Estado. Hasta la prensa y los sindicatos fueron estatizados. El gobierno de Juan Velasco Alvarado se rodeo de una aureola de radical antiimperialista. Hubo incluso intonsos que situaron a Velasco como jefe de un proceso revolucionario socialista. �Cu�l fue la realidad?. Aqu� un breve apunte para comprender este hecho. En 1967, un a�o antes del golpe militar "revolucionario" de Velasco, la salida al extranjero de capitales por ganancias de las transnacionales, principalmente americanas fue de 712 millones de d�lares. En 1968, primer a�o de gobierno "revolucionario" las transnacionales exportaron a sus metr�polis la suma de 749 millones de d�lares suma que resulto mas alta que el r�gimen burgu�s anterior. Durante todo el proceso que dur� el r�gimen velasquista (1968-1975) la remisi�n de ganancias de las transnacionales sacadas al extranjero fueron mas altas que durante todos los anteriores gobiernos declarados abiertamente proimperialistas. En 1970, en pleno auge del "antiimperialismo velasquista", las transnacionales aumentaron sus ganancias a 744 millones de d�lares. Esta suma fue de 859 millones de d�lares en 1973, y creci� en 1974 a 900 millones de d�lares, subiendo a m�s de mil millones de d�lares el a�o 1975. Hay que anotar que estas exportaciones de ganancias se efectuaron mientras los trabajadores y el pueblo en general acentuaron su miseria y pobreza. Pero el "antiimperialismo" velasquista no quedo desmentido solamente por las inmensas ganancias de las transnacionales, sino tambi�n por el pago de la deuda externa.

Mientras Velasco y sus ac�litos lanzaban gritos y grandes discursos contra el imperialismo, la deuda externa (proveniente del imperialismo) crec�a y crec�a tambi�n las millonarias pagos por este concepto. Como explica Hugo Cabieses y Carlos Otero (6) la deuda externa paso de 797.4 millones de d�lares en 1968 (15.4% del PBI) a 3,169.3 millones de d�lares en 1975 (22.2% del PBI). Lo m�s interesante de la informaci�n que entregan estos especialistas, es que la inversi�n directa norteamericana e ingreso de capitales por endeudamiento p�blico externo en la �poca velasquista fue de 1,638.1 millones de d�lares. Los mismos economistas se�alan que en 1968 se pago 140.4 millones de d�lares por concepto de amortizaci�n e intereses de la deuda, este pago subi� en 1975 a 492.2 millones de d�lares. Se�alan tambi�n que en el periodo 1968-1975 el flujo neto de capitales por endeudamiento externo fue de 1,908.2 millones de d�lares, y que en el mismo periodo salieron del pa�s (por concepto de amortizaciones e intereses de la deuda) la suma de 2,473.8 millones de d�lares.

4. Qui�nes son nuestros amigos y qui�nes nuestros enemigos.

La experiencia de estos �ltimos a�os han contribuido a constatar que los enemigos principales de los pobres, no son solamente las clases pol�ticas que detentan el poder del Estado y las potencias imperialistas, sino tambi�n los grupos y partidos de la llamada izquierda oficial. Ninguna acci�n reaccionaria y contra el pueblo proveniente del Estado ha sido ejecutada sin la complicidad de aquellos que se hacen llamar "izquierda" y que act�a como muro de contenci�n de las luchas populares. Ejemplos concretos de este hecho lo entregan los procesos pol�ticos en casi todos los pa�ses de Am�rica Latina. La izquierda argentina, incluso la mas "revolucionaria" aquella que se llama marxista-leninista y mao�sta, guevaristas y pro cubanos incluidos, han sido la responsable de sofocar la rebeli�n popular y convertir a las masas en carneros llevados a la cola de un gobierno reaccionario y proimperialista. Mientras el hambre y la miseria siguen creciendo en Argentina, la izquierda sigue maniobrando para detener las luchas populares contra el "antiimperialista" Nestor Kichnert. En Per�, desde 1980 la izquierda oficial, sin excepci�n alguna, se constituy� en una fuerza auxiliar de las criminales fuerzas armadas y del Estado. Los peores y m�s sanguinarios cr�menes cometidos por las fuerzas represivas del Estado para detener y llevar a la derrota la lucha armada dirigida por el Partido Comunista del Per� (PCP) se realiz� con el apoyo y participaci�n de la izquierda oficial. Los peores personajes de la historia pol�tica peruana, tales como Alan Garc�a P�rez, Alberto Fujimori, y Alejandro Toledo, llegaron al poder con el apoyo y los votos de esa lacra llamada izquierda.

En Ecuador, enero del 2000. Mientras los "grandes revolucionarios" y "antiimperialistas" de este pa�s hac�an una siesta pol�tica estallaba una rebeli�n popular espont�nea. El pueblo estaba en las calles y al un�sono gritaba "!Que se vayan todos!". Se organiz� el Parlamento del Pueblo. Se derrumbo el gobierno de Mahuad (ante en 1997, otra revuelta espont�nea popular se trajo abajo el presidente Bucaram). Ah� aparecieron el Movimiento Popular Democr�tico (MPD), el Partido Socialista, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik Nuevo Pa�s, la CONAIE, el Partido Comunista del Ecuador, etc., y al galope se montaron en la ola de la lucha social. El rumbo de la insurrecci�n dej� de ser espont�nea y su rumbo cambio en 360 grados. Se busc� al coronel Lucio Guti�rrez y se le hizo presidente. La izquierda y las organizaciones populares lo declararon h�roe de la lucha antiimperialista y revolucionario. Gracias al "revolucionario" Guti�rrez la "izquierda" y los lideres de las organizaciones populares se convirtieron en parlamentarios y ministros. Guti�rrez, fue aclamado como el hijo predilecto de los ecuatorianos, ofreci� hacer una verdadera revoluci�n a favor de los pobres. Dijo que en Ecuador hab�a terminado el reinado de los grupos de poder y del imperialismo. Pasaron 5 a�os, y el pueblo no vio los cambios ni en sue�os. Y los parlamentarios izquierdistas y populares, si algo hab�an ganado, esto se ve�a en sus costosas vestimentas (terno y corbata) y en sus grandes vientres a punto de reventar. Pero Guti�rrez, el bien amado, agudiz� aun m�s la pobreza y la desocupaci�n, apoyo el Plan Colombia americano, permiti� la instalaci�n de bases militares yanquis en Ecuador, liquido los �ltimos vestigio de la seguridad social, favoreci� a las transnacionales petroleras, y se declar� un ferviente admirador de la pol�tica de George Bush y de los grandes burgueses y terratenientes de este pa�s.

En octubre del 2003 las masas pobres de Bolivia se sublevaron y derrocaron al presidente Gonzalo S�nchez de Losada miembro del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), partido de los grupos de poder de este pa�s. En este acto de protesta murieron no menos de 86 personas a consecuencia de la represi�n policial. Carlos Mesa, vicepresidente del gobernante derrocado y miembro tambi�n del derechista MNR, asumi� la presidencia de Bolivia y conform� un "gobierno de unidad nacional", sostenido por lo m�s pintado de la "izquierda" boliviana. El Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, y el Movimiento Ind�gena Pachakuti (MIP) de Felipe Quispe Huanta, se convirtieron en socios del "antiimperialista" Mesa. Ambas organizaciones lograron esca�os en el Parlamento, ministerios, vice-ministerios, prefecturas, municipios, etc. No poco analistas "izquierdistas" vaticinaron que Bolivia, junto con Argentina, Brasil y Venezuela, integraba un formidable eje de lucha antiimperialista en el continente. Sin embargo, el r�gimen de Mesa no fue diferente a los anteriores gobiernos de Bolivia, y como los hechos lo han demostrado, el hambre y la miseria sigui� en aumento y el saqueo por parte de las transnacionales se sobredimension�. El 16 de mayo de este a�o (2005) nuevamente Bolivia fue remecida por una rebeli�n popular y como ya es costumbre apareci� Evo Morales y Felipe Quispe, no para orientar a las masas hacia la revoluci�n, sino para llevarlas directo al despe�adero de la reacci�n. Bajo el objetivo de apagar el fuego de la lucha social se montaron en la ola popular para desde ah� pedir Asamblea Constituyente, elecciones generales y nacionalizaci�n de los Hidrocarburos. Tres semanas despu�s (el 9 de junio), cuando la bomba social hab�a sido desinflada, Mesa abandon� el gobierno y fue reemplazado por Eduardo Rodr�guez Veltz�, presidente de la corrupta Corte Suprema de Justicia de este pa�s. Mientras la rebeli�n popular se disgregaba en las plegarias de sus dirigentes "populares", el flamante mandatario boliviano, anunciaba como gran triunfo popular nuevas elecciones generales. Proceso electoral apadrinado por la llamada izquierda boliviana y sobre todo por Evo Morales desde ya candidato electoral "antiimperialista" y "popular".

Tomando las recientes experiencias en Latinoam�rica no hay que buscar la calidad revolucionaria en el origen social o racial de sus dirigentes, y menos a�n en el discurso electoral. Un revolucionario y un verdadero dirigente popular lo muestran en los hechos concretos, y fundamentalmente en la defensa de los intereses y reivindicaciones de los pobres. �Qu� posici�n adopta frente a la estafa electoral, frente a las fuerzas armadas, y sobre todo frente al Estado y a los grupos de poder?. Que Evo Morales tenga caracter�sticas raciales y andinas, no lo convierten en parte del campo popular. No es eso lo que determina su conciencia de clase y su filiaci�n de lucha a favor de los oprimidos. Al contrario, este individuo trafica con su cargo de dirigente campesino y su fisonom�a andina para infiltrar a las pobres de Bolivia y desde su interior servir a los grupos de poder y al imperialismo. Lo mismo ocurri� en Per� cuando Alejandro Toledo fue candidato electoral. Hizo de su mestizaje y su origen pobre el eje de su campa�a electoral. Una vez en el poder ha resultado peor y m�s corrupto que los anteriores regimenes peruanos. El mismo ejemplo se puede ver en Brasil con el "proletario" Lula en el gobierno. La mutaci�n del pobre a aliado de los ricos no es un fen�meno nuevo en las sociedades divididas en clases sociales. Desde la �poca m�s lejana de la historia de la humanidad, los ricos y poderosos siempre han corrompido y degenerado a los individuos como Evo Morales en Bolivia o Alejandro Toledo en Per�.

Si lo racial y el origen social no es lo que determina la conciencia de clase, tampoco el discurso determina la esencia pol�tica de un partido u organizaci�n que se llama de izquierda. Desde el punto de vista de una concepci�n materialista de la historia de la lucha social, la izquierda representa el cambio, la revoluci�n y la lucha por el socialismo. Si se toma como punto de referencia la trayectoria mercenaria de la izquierda latinoamericana no hay como justificar que se le siga denominando izquierda. Estos son fuerzas contrarrevolucionarias, que por su actuaci�n pol�tica constituyen parte de las organizaciones de la burgues�a y el imperialismo. Por esta raz�n, de ninguna manera se puede dejar de lado que cualquier proceso revolucionario o liberador en Am�rica Latina, tiene que luchar no solamente contra el imperialismo y los grupos de poder, sino tambi�n contra aquellos que trafican con el membrete de izquierda. La revoluci�n no avanzar� mientras no se luche con decisi�n y firmeza contra estos grupos pol�ticos y mientras no se les expulse definitivamente del seno de las masas y los trabajadores.

Bruselas, 24 de agosto 2005.


Notas y bibliograf�a.

1. Lenin, Condiciones objetivas y subjetivas de la revoluci�n, 1914.
2. Informaci�n publicada por Ricardo Gonz�lez Amador, 2005.
3. Perspectiva hist�rica para el concepto de Estrategia, Donald Baucom teniente coronel de la Fuerza A�rea de los Estados Unidos, publicado en la revista Militar de los EE.UU. numero 6 de junio 1987.
4. The Heritage Foundation, "Un inventario de la pol�tica exterior Norteam�rica, 1996. Esta organizaci�n esta integrada por republicanos y dem�cratas americanos, es decir los dos partidos de la gran burgues�a de los Estados Unidos.
5. Jos� Carlos Mari�tegui, Siete ensayos de Interpretaci�n de la realidad peruana, 1928.
6. Fuente. Econom�a peruana: ensayo de interpretaci�n. Autores: Hugo Cabieses y Carlos Otero, publicado por Desco (Centro de Estudios y Promoci�n del Desarrollo) Lima 1977.     

������