Latinoamérica
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Las bondadosas preocupaciones externas
Antonio Peredo Leigue
Casi en tropel, por estos días, llegan misiones de diversos países con la
publicitada intención de mostrar su preocupación por la situación política de
nuestro país y, a renglón seguido, ofrecer sus buenos oficios para que salgamos
de la crisis que, por ser ignorantes y atrasados, hemos creado nosotros mismos
para nuestro propio descrédito. Todos ellos subrayan que no vienen por intereses
de las empresas que explotan el gas natural que tenemos en abundancia; sostienen
que ese es un tema que debemos resolver los bolivianos con las empresas, sin
olvidarnos de la globalización, la seguridad jurídica y, de ahí en adelante, no
se contienen en el planteamiento que realmente los trajo hasta nuestras lejanas
y, para ellos, inhóspitas tierras.
Vienen desde Europa y de Estados Unidos, vienen de los países vecinos y no tan
cercanos, llegan de muchos lugares. Por respeto a los países africanos, debemos
decir que ellos no nos enviaron ninguna misión; no está entre sus preocupaciones
ese tipo de acciones.
En la última semana, el Parlamento Británico y casi simultáneamente el
Parlamento Europeo, estuvieron diciéndonos qué debemos hacer. No hacía falta que
repitieran el estribillo: no estamos aquí para defender los intereses de las
petroleras (³ellas tienen suficiente poder para defenderse solas²).
Están dispuestos a darle seguimiento a los experimentos en que estamos
sumergidos y hasta ofrecen apoyo para aligerarnos la carga de lo que estamos
haciendo.
A uno de los visitantes se le escapó el gazapo (como dicen en España) y se lanzó
en una perorata sobre el buen uso que debemos darle al gas. Recordó que fue el
Acuerdo del Carbón y el Acero, lo que inició la integración de Europa y
nos retó a que hiciésemos lo mismo. Lanzados en la cátedra que tanto les gusta
(¡son tan gentiles, que están dispuestos a enseñarnos de todo!) otro se relamió
para reclamarnos que estábamos repartiendo el dinero del gas sin haberlo vendido
y que podríamos quedarnos sentados sobre nuestros pozos.
Todavía les faltaba: un tercero dejó en claro que, estaban dispuestos a
ayudarnos, que había una franja de comercio con arancel cero, sin contraparte
(¡así de generosos son!), pero que ni se nos ocurra pedir que supriman la
subvención de su agricultura y que, por supuesto, si queríamos seguir gozando de
los beneficios que se dignaban otorgarnos, tendríamos que incorporarnos a la
globalización. Hasta llegaron a recomendarnos que entremos al TLC Andino
propiciado por Bush.
Ha sido aleccionador: Europa sigue vendiéndonos baratijas a precio de oro y
plata.
¡Cómo iban a olvidarse del gas! Ocurre que el petróleo está alcanzado cotas
superiores a los 60 dólares por barril, mientras el gas estamos vendiendo a 2.30
dólares por millar de pies cúbicos. Para hacer una comparación, un barril de
petróleo equivale, en potencial energético, a 6 millares de pies cúbicos. Si
esto es así, el millar debiera valer 10 dólares; de hecho, en Europa y Estados
Unidos, el consumidor final paga hasta 12 dólares. Pero, según nos adoctrinan
nuestros ilustres visitantes, nosotros debemos dar seguridad jurídica a los
bondadosos empresarios que se dignan explotar el sucio gas, para que nosotros
obtengamos la no despreciable ganancia del 18%..
¡Debemos agradecer a nuestros visitantes!