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Ecuador: Se reactualiza lucha por defensa de petróleo
Eduardo Tamayo G.
Alai-amlatina
Tal como sucedió en Bolivia, en el Ecuador se cuestiona a las empresas
transnacionales petroleras que se llevan la parte del león mientras dejan en las
zonas de las que extraen el codiciado oro negro, contaminación ambiental y
poblaciones sumidas en el atraso y la pobreza.
El paro de las provincias amazónicas de Sucumbíos y Orellana, de donde fluye
desde hace 35 años el petróleo, que culminó en la noche del 25 de agosto,
replantea en el Ecuador la lucha por la defensa de los recursos naturales.
"Las transnacionales no han beneficiado a la Amazonía, mas bien han dejado
enfermedades, cáncer, destrucción, contaminación, no nos han dejado nada, somos
herederos de la catástrofe de la Amazonía, no tenemos agua potable, el 90% es
agua contaminada, la luz eléctrica apenas llega como mechero, las vías de acceso
son de quinta categoría", dice René Pilisita, miembro del Consejo del Empleo y
Políticas Petroleras de la provincia de Orellana, una entidad de la sociedad
civil que trabaja con el municipio.
Para hacerse escuchar, las poblaciones de estas dos provincias, situadas al nor-oriente
del país, recurrieron a las movilizaciones que se iniciaron el 14 de agosto,
paralizando incluso la producción de algunos pozos petroleros. De parte del
gobierno presidido por Alfredo Palacio se demostró una gran incapacidad para
resolver el problema mediante el diálogo y la negociación. En lugar de ello,
recurrió a las medidas de fuerza e incluso a decretar el estado de emergencia en
las dos provincias. Las Fuerzas Armadas y la policía causaron decenas de
heridos, detuvieron violentamente a decenas de personas, incluidos el alcalde de
Lago Agrio, Máximo Abad y el Prefecto de Sucumbíos, Guillermo Muñoz, según
denunciaron organismos de derechos humanos.
Para hacer prevalecer su política de "mano dura", Palacio pidió la renuncia a su
ministro de Defensa, el General (r) Solón Espinosa y lo sustituyó por el General
(r) Osvaldo Jarrín, de línea autoritaria, quien en su primera comparecencia ante
la prensa, afirmó que los militares pueden disparar cuando sean atacados.
Aunque el gobierno dijo que no negociará mientras esté vigente la medida de
hecho, el gobierno tuvo que hacerlo. Tras cuatro días de negociaciones
efectuadas en Quito, los representes del gobierno, de las provincias de Orellana
y Sucumbíos y de las transnacionales llegaron a un acuerdo en el que se atiende
algunas demandas de las poblaciones amazónica como la contratación preferente de
mano de obra de la zona, la creación de un fondo para asfaltar 260 kilómetros de
carreteras y destinar a la región el 16 del 25 por ciento del impuesto a la
renta que pagan las petroleras. Un punto en que no hubo acuerdo, fue en el
pedido de los dirigentes amazónicos de que no se inicien acciones legales en
contra de los que participaron en el paro.
El manejo inadecuado y autoritario de este conflicto le ha traído varios
problemas al régimen de Palacio: una mayoría del Congreso, además de levantar
estado de emergencia decretado por el Ejecutivo, le pidió que separe al ministro
de Gobierno, Mauricio Gándara, quien es acusado de generar el caos en el país,
de la brutal represión a la población y de incapacidad para resolver los
conflictos internos.
Dos demandas de las provincias amazónicas quedan aún pendientes: la
renegociación de los contratos con las empresas petroleras y la petición de que
el Estado ecuatoriano ponga fin al contrato con la empresa transnacional
estadounidense Occidental Oil and Gas Corporation (más conocida como OXY), a la
que se acusa de haber transferido el 40% de sus acciones a la empresa canadiense
ENCANA sin autorización del Ministerio de Energía y Minas y de otras violaciones
a la ley.
Nuevas condiciones
Con un precio del petróleo que se acerca a los 70 dólares por barril y con
tendencia a seguir subiendo en los próximos años, es necesario la renegociación
de los contratos de participación con las transnacionales "puesto que en las
bases de los mismos está estipulada una cláusula de mantener la estabilidad
económica de las partes, pero hoy no hay estabilidad económica, el desequilibrio
está en contra del Estado, de tal manera que las compañías deben demostrar su
voluntad y dar paso para que se estabilice la economía, el Estado no puede
perder", señala Henry Llánez, ex dirigente sindical y analista petrolero.
Otros dirigentes sociales van más allá, reclamando una participación del 50 por
ciento para los ecuatorianos e incluso la nacionalización del petróleo.
El Ecuador produce unos 550.000 barriles diarios, de los cuales 350.000
corresponden a 14 empresas transnacionales y 200.000 a la estatal PETROECUADOR.
Paulatinamente, la producción de esta última ha ido disminuyendo, debido a que
ha sido debilitada por sucesivos gobiernos que le han negado los recursos
necesarios para hacer inversiones. Según el economista Alberto Acosta, "entre
1994 y 2004, entre otras trabas, no le entregaron (a Petroecuador) 1.460
millones de dólares para todas las inversiones necesarias en el campo de
producción de crudo, lo que provocó pérdidas para el Ecuador por 4.580 millones
de dólares".