Latinoamérica
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Paulina herida en el cuerpo y en el alma
Hugo Blanco
Paulina Valencia fue elegida como representante de la mujer campesina del
departamento del Cusco. Ahora yace en la cama de una clínica, herida en el
cuerpo y en el alma por las acciones del Presidente del Gobierno Regional Cusco,
Carlos Cuaresma y del Vicepresidente Alejandro Uscamayta.
Ella vino junto con más de 500 hermanos y hermanas campesinos quechuas a la
ciudad del Cusco durante más de 8 horas de viaje desde su lejano distrito,
Velille, a protestar contra el abandono y los atropellos que sufría su pueblo.
El día martes se concentraron enfrente de las oficinas del Gobierno Regional, la
principal arteria de la ciudad se vio bloqueada y adornada por los típicos
sombreros y ropa de 4,000 metros de altura. Estuvieron todo el día y se
mostraban decididos a permanecer una semana o el tiempo que fuese necesario. Las
autoridades cedieron a las 6 de la tarde y debía haberse firmado el acta de
compromiso en ese momento.
Sin embargo la arrogancia burocrática lo impidió, se citó a los campesinos para
la mañana del miércoles, ellos acudieron a la hora citada pero luego de larga
espera el Presidente volvió a postergar la firma por repetidas veces, hasta que
por fin, luego de más de 24 horas el acta fue firmada por su majestad, Carlos
Cuaresma, Presidente del Gobierno Regional del Cusco. La insistente espera del
grupo más esforzado se explica por la conocida maniobra de las autoridades de
negar los compromisos verbales.
Debido a las repetidas postergaciones, ese grupo había esperado todo el día, de
pie y sin almorzar, en él estaba el chofer que iba a manejar el vehículo del
retorno. Ese agotamiento físico del chofer produjo que en la madrugada del día
jueves, a 4,000 metros de altura, el vehículo rodara dando volteretas por una
longitud de 30 metros, que ahora están pintados con sangre campesina combativa.
Hasta el momento hay 3 muertos y más de 40 heridos dispersados en diferentes
centros de salud del departamento, probablemente mal atendidos porque no tienen
dinero.
A este daño físico causado por la arrogancia burocrática se agrega el insulto
racista de Carlos Cuaresma y su Vicepresidente Alejandro Uscamayta, quienes, muy
sueltos de huesos declararon que los campesinos 'estaban borrachos'.
Paulina, postrada en la cama, sufre por el daño físico que le causó el accidente
en el cuerpo, pero más le duele el alma por la calumnia de Cuaresma y Uscamayta
que pensaron que no era suficiente el que haya muertos y heridos, que debían
insultarlos. Naturalmente la calumnia fue alegremente difundida por los órganos
de prensa.
Por supuesto que la 'justicia peruana' ha de dejar absolutamente impunes las
muertes y las calumnias que acrecientan el dolor.
Sin embargo el reguero de sangre de 30 metros, los 3 muertos, los heridos, los
calumniados, servirán para inyectar más espíritu de lucha en la sangre andina
del campesinado del departamento del Cusco.
Lo prometemos.