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A los 80 años de La Escena Contemporánea
Mariategui: un resplandor en el abismo
Gustavo Espinoza Montesinos
Rebelión
Bien podemos usar la frase con la que Henri Barbusse titula una de sus
novelas, para evocar la importancia de José Carlos Mariategui en el proceso
revolucionario de nuestro tiempo. El Amauta fue, en efecto, algo así como un
resplandor en el abismo que agobia a los trabajadores en el marco de la sociedad
capitalista y tuvo la virtud de abrir un derrotero de lucha en procura de nuevas
realidades.
Recordemos entonces que fue hace 80 años, en noviembre de 1925 que Mariátegui
publicó su primer libro -La escena contemporánea- en el que recogió la parte
medular de su experiencia europea. Con tal motivo los Amigos de Mariátegui
preparan en el Perú significativos eventos no sólo para recordar la fecha sino,
sobre todo, para volver a la huella del Amauta, más indispensable que nunca en
la compleja coyuntura de nuestro tiempo.
Como se recuerda, La Escena Contemporánea sistematizó artículos de una serie
titulada "figuras y aspectos de la vida mundial", que Mariátegui fue
desarrollando en dos revistas de singular importancia: Variedades y Mundial. Con
agudo perfil y nutrida percepción, el autor diseñó una visión de la época
subrayando que ella no era objetiva ni anastigmática. "No soy un espectador
indiferente del drama humana -diría al presentar su obra- y añadiría luego:
"soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe".
Pocas palabras por cierto, pero fundamentales para definir y comprender tanto al
hombre como a su creación. Consciente del drama humano, en efecto, no se sentía
distante ni ajeno a él. Y tomaba una posición nítida ante la crisis de su tiempo
porque se hallaba imbuido de una filiación partidaria y una inquebrantable fe.
Suscribía ya, en efecto, las tesis del socialismo y confiaba plenamente en la
capacidad de los trabajadores y de los pueblos para -en la acepción de Marx- no
sólo entender el mundo, sino sobre todo transformarlo.
Es claro que para la formación ideológica y política de Mariátegui, fue decisiva
la experiencia europea. En ella -entre octubre de 1919 y marzo de 1923- el
Amauta estudió básicamente tres fenómenos: la crisis mundial, el advenimiento
del fascismo, y el ascenso del socialismo con sus dos expresiones, la formación
del los Partidos Comunistas y la Revolución Rusa. Como parte de su análisis,
vivió directamente diversas experiencias. Las más notables fueron, por cierto,
el Congreso de Livorno, la influencia ascendente de Antonio Gramsci y su "L'Ordine
Nuevo"; la Conferencia Internacional de Génova celebrada en 1922 y el recorrido
que hiciera por diversos países, sobre todo Italia, Francia y Alemania
conociendo sobre el terreno las distintas variantes del proceso mundial.
Nutrido de esas imágenes, pudo, al volver al Perú y trazarse objetivos muy
concretos: introducir y desarrollar las ideas del socialismo, unir a los
trabajadores a partir del ideal clasista y forjar el instrumento político capaz
de orientar las grandes luchas del proletariado.
Para el cumplimiento de estos objetivos desplegó una vitalidad asombrosa. Sobre
todo si ser tiene en cuenta que a poco de retornar de Europa fue nuevamente
atacado la grave dolencia que l consumía y que obligó a los médicos a amputarle
una pierna. Como eso ocurrió a comienzos de 1924, debe considerarse entonces que
su obra principal en el periodo soportó una fractura dolorosa y una interrupción
forzada.
Iniciada en junio de 1923 con las conferencias que dictara en las Universidades
Populares González Prada y que luego fueran recogidas en su libro "La historia
de la crisis mundial", fue acompañada luego por la edición de la revista
"Claridad" que, bajo su dirección pasó a situarse en la condición de vocero de
la Federación Obrera Local de Lima.
Ya en 1925, recuperado de su mal, pero obligado a permanecer en una silla de
ruedas, pudo Mariátegui dedicar algo de su tiempo a organizar sus escritos, lo
que le facilitó, en efecto, la publicación de La escena contemporánea y en el
año siguiente, a partir de octubre de 1926, la edición de la revista Amauta.
Resulta indispensable subrayar la actualidad que conservan los temas estudiados
por Mariátegui en esta, su obra liminar. Aborda en efecto, siete capítulos, cada
uno de los cuales tiene un correlato definido en nuestro tiempo.
Titula el primer capítulo como La biología del fascismo y la describe a partir
de los nexos que generó el derrumbe de Europa luego de la primer Gran Guerra con
la intención de los monopolios de descargar los efectos de la crisis sobre los
hombros de los trabajadores. El tema hoy tiene una vigencia excepcional. La
política del fascismo en nuestro tiempo se expresa en la variante más
reaccionaria y agresiva del imperialismo representada por la actual
administración de los Estados Unidos e incuba los mismos propósitos de los
monopolios de antaño. Busca, en efecto, alcanzarlos con una ofensiva sin
precedentes contra los trabajadores y los pueblos.
El segundo tema que aborda se refiere a la crisis de la democracia. Wilson,
Lloyd George, Nitti, Amédola y otras destacadas personalidades de la época
fueron actores en un fenómeno en extremo peligroso: el ascenso de las fuerzas
más agresivas del capital financiero en Italia y Alemania en los años veinte del
siglo pasado, quebró al régimen democrático existente y colocó a la burguesía de
diversos países ante dramáticos deslindes. La incapacidad para abordarlos en
función de los intereses de la humanidad, llevó al mundo a la II Gran Guerra.
Hoy, ciertamente, la democracia está en crisis porque la política de Bush
esbozada cínicamente después de los atentados contra el Centro Mundial del
Comercio de Nueva York implica la abolición de los Estados Nacionales surgidos
en Europa luego de la Guerra de los 30 años y la abolición de la independencia y
la soberanía de los pueblos. La proyección de esta crisis de la democracia asoma
dramáticamente en nuestro tiempo no sólo en Irak y Af ganistán, sino en todos
los países subdesarrollados, en los que la democracia es una simple parodia
usada para escarnio de los pueblos.
Como tercer tema, Mariategui se ocupa de la Revolución Rusa y su influencia. Y
nadie puede soslayar ahora el hecho que la quiebra y desaparición de la URSS ha
cambiado radicalmente la correlación de fuerzas en el mundo desplegando,
dialécticamente, nuevos y grandes retos a los pueblos, sin que el hecho haya
desdibujado ni la propuesta de Marx y ni la infatigable lucha de los
revolucionarios de Octubre encabezados por Lenin. Hoy nuestros países, decía
recientemente el Comandante Hugo Chávez, deben afirmar el socialismo, pero deben
inventarlo a partir de su realidad concreta y de sus propias experiencias de
lucha. Eso no implica desdén ni por la teoría ni por la historia, sino
afirmación por la vida y por la praxis de la que se valen los pueblos en la
lucha por preservar su destino.
De ahí que el cuarto tema que aborda el Amauta sea, en efecto, la crisis del
socialismo. En ese momento la crisis se reflejaba a partir de la lucha de los
destacamentos más avanzados del movimiento revolucionario mundial contra las
tendencias reformistas y conciliadoras. Jaurés, Sorel, Gramsci eran los
protagonistas de una historia excepcional. Hoy la crisis tiene otro sentido. Se
expresa en el debate de principios por asegurar el concepto central del ideal
socialista, pero sobre todo por la necesidad de diseñar el derrotero que han de
seguir los procesos liberadores en nuestro tiempo. El socialismo, entonces, no
podrá ser una simple reedición del pasado, sino la expresión creadora de fuerzas
emergentes dispuestas a hacer realidad la idea que hoy enarbolan los pueblos:
que un mundo mejor, es posible.
El quinto tema fue titulado por el Amauta como La Revolución y la inteligencia.
Aborda el excepcional aporte de las ideas, al papel de la intelectualidad y a la
labor del Grupo Clarté y las figuras más destacadas del pensamiento humano en la
lucha por la liberación de Estados y pueblos convencidas que la política era "el
trabajo efectivo del pensamiento social". Hoy, asombrosamente, la batalla de las
ideas se torna decisiva. Pero no solo en el plano de los conceptos que se
manejan en nuestro tiempo, sino también en la calidad del pensamiento que
sustenta la lucha. Los hombres más destacados del mundo contemporáneo en todas
las latitudes del planeta, se suman a la lucha por la paz y por los derechos de
los pueblos, y condenan la barbarie, el terrorismo y la guerra, instrumentos de
agresión del imperialismo.
El sexto tema es el Mensaje de oriente. Allí Mariátegui llama la atención de
nuestro pueblo ante acontecimientos que en ese entonces eran simplemente
ignorados por la prensa peruana: los avances de la revolución china, la lucha de
La India por su independencia, el papel de Gandhi, el pensamiento de Tagore, la
revolución turca u el Islam. Hoy el Mensaje de oriente tiene aún más fuerza que
antes y se expresa en los nuevos escenarios del mundo contemporáneo: el fenómeno
chino, la crisis del medio oriente, la ofensiva contra el Islam.
Finalmente, Mariátegui aborda un tema que fue de palpitante actualidad en la
primera parte del siglo XX: el semitismo y el antisemitismo. Aunque hoy ha
adquirido otras características, nadie puede negar, en efecto, que la política
de Israel refleja las posiciones del sionismo, y que en algunos segmentos de la
sociedad subsisten concepciones antisemitas. El fenómeno, entonces, conserva
vigencia, pero se amplía adquiriendo nuevas connotaciones a partir del
fundamentalismo étnico y religioso que surge como un desafío en el mundo de hoy.
Estudiar la realidad de nuestro tiempo a la luz del pensamiento de Mariátegui,
constituye la manera más vigorosa y lúcida de afirmar la capacidad creadora del
socialismo y la fuerza de la Revolución que la humanidad espera (fin)
(*) Gustavo Espinoza Montesinos pertenece al Colectivo de Dirección de Nuestra
Bandera.