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Latinoamérica

Malas nuevas desde el sur


El Tiempo
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El sábado, poco antes de las 5 de la mañana, en el poblado de Teteyé (Putumayo), fronterizo con Ecuador, las Farc lanzaron el ataque más importante contra las Fuerzas Armadas en lo que va de este Gobierno.
Murieron 19 soldados y 8 más quedaron heridos.
Las víctimas, todas pertenecientes al Plan Energético y Vial Número 11, del Ejército, hacían parte de un destacamento de 50 hombres que estaban a cargo del cuidado de los pozos petroleros Quillaniza y Teteyé, en una región fronteriza con Ecuador que se ha caracterizado por tener una presencia histórica del frente 48 de las Farc.
Otros incidentes, que tuvieron lugar el fin de semana, en Bucarasica (Norte de Santander), San Pablo (Bolívar) y Linares (Nariño), con varios uniformados y civiles muertos y heridos, lucen como meras escaramuzas en comparación con lo que, según los primeros reportes oficiales, parece un ataque en toda la línea.
El solo hecho de que haya ocurrido es preocupante. Tanto, que el presidente Álvaro Uribe declaró que era "un golpe muy, muy duro, que nos obliga a reflexionar". De inmediato viajó a Putumayo. A diferencia del realizado contra la base de Iscuandé (Nariño), que dejó 16 militares muertos y 25 heridos, aquí se trató de tropa regular, no de soldados campesinos. Otros eventos con alto número de bajas en el Ejército (en Putumayo, en febrero y marzo, con ocho muertos cada uno, y en Arauca, con 17) fueron emboscadas, no ataques.
Algo aún más grave es que los informes preliminares dan cuenta de que se habría tratado de una operación con entre 300 y 500 guerrilleros. ¿Cómo, sin que nadie se dé cuenta, semejante fuerza puede concentrarse y atacar por sorpresa? Putumayo ha sido centro de la 'ofensiva en el sur' colombo-estadounidense, y del presunto golpe que las fumigaciones y el Plan Patriota habrían asestado a las finanzas y la capacidad de las Farc. Que allí se presente semejante operación guerrillera es alarmante.
Ojalá el viaje presidencial no termine simplemente con el despido, como chivos expiatorios, de algunos 'responsables', como ha ocurrido antes. Debe servir para revisar a fondo qué está fallando y cómo corregirlo. Si los otros ataques de la guerrilla que se han presentado este año fueron prontamente descartados, a nivel oficial, como eventos aislados, bien se haría ahora en pararle bolas a este último, sin alarmismo pero con cuidado.
Que se recuerde, desde los tiempos de El Billar, Patascoy y Las Delicias, las Farc no eran capaces de una concentración de fuerzas como esta. Y si, además -ahora que las relaciones con Ecuador pasan por mal momento-, se confirman las aseveraciones del alcalde de Puerto Asís de que la guerrilla cruza tranquilamente la frontera para realizar sus operativos, hay motivos de sobra para preocuparse.