Latinoamérica
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El MAS consumó la traición dándole su voto al MIR y al MNR
Nace la "Triple M" y se posterga la Constituyente
Erick Fajardo Pozo
La medianoche del 4 de julio el Congreso de la Nación consumó la traición a la
consigna popular de refundación del Estado que por 21 meses mantuvo a Bolivia
movilizada de norte a sur en demanda de profundas reformas constitucionales. El
embajador de los EEUU en Bolivia David Greenlee, principal patrocinador de la
salida eleccionaria, celebró el día de la independencia de su país recibiendo la
postergación de la Asamblea Constituyente de manos de los principales agentes
neoliberales en Bolivia, a los que se sumó el partido de Evo Morales, en la
conformación de lo que los medios alternativos en Bolivia han denominado la
"Triple M" (MIR-MNR-MAS).
El MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y el MNR (Movimiento
Nacionalista Revolucionario), partidos que en alianza llevaron al poder a
Gonzalo Sánchez de Lozada, consiguieron - con el voto del MAS (Movimiento al
Socialismo) - los dos tercios necesarios para modificar la Constitución Política
del Estado y viabilizaron así la doble impostura del acortamiento de mandato del
parlamento y convocatoria a nuevas elecciones generales. De esta forma, el
partido cocalero que había encabezado en 2003 la reivindicación popular por la
recuperación de la propiedad de los hidrocarburos, concluyó un accidentado
tránsito al "lado oscuro" que se inició en 2004 con su ingreso velado al
gobierno de Carlos Mesa y que se consolidó días atrás haciendo pública su
alianza con el alcalde paceño Juan del Granado, también operador del ex
presidente Mesa. Los movimientos vecinales, obreros e indígenas en el resto del
país ensayan todo tipo de explicaciones, pero aún se preguntan ¿cómo pudo
ocurrir?
Fatídico 4 de julio
Cerca de la medianoche del 4 de julio, tras una subrepticia instalación de
sesión en la Cámara Baja, se procedió a la votación de la propuesta de
viabilizar nuevas elecciones generales mediante modificación del artículo 93 de
la Constitución Política del Estado. Hasta ese día dos fuerzas políticas – la
NFR (Nueva Fuerza Republicana) y el MAS – habían resistido la presión de la
Embajada de EEUU, de las trasnacionales petroleras, de los empresarios privados,
de la Iglesia católica y – sobre todo – de los oligopolios mediáticos, que a
fuerza de sistemática tergiversación posicionaron en la agenda informativa
internacional la travestida idea de que la salida a la crisis nacional vendría
vía nuevos comicios presidenciales. Por oposición, la NFR y el MAS defendieron
la necesidad de reformas estructurales al modelo, instalando la única instancia
capaz de llevar adelante tales reformas de forma inclusiva y con participación
popular: La Asamblea Constituyente. Ambos partidos postularon la idea de que un
nuevo gobierno con las mismas reglas de juego no podría viabilizar las demandas
populares. "No más gobiernos-parche, refundación del país", era el postulado
compartido.
Pero el MAS, que había claudicado inexplicablemente durante el fin de semana,
aceptó extra-parlamento declinar de la Constituyente y a la medianoche del lunes
3 de julio votó por elecciones generales junto a los verdugos de la masacre de
Octubre de 2003. En el paroxismo de la paradoja la NFR, un partido que vivió los
últimos 22 meses bajo el estigma de haber formado parte de la Megacoalición,
defendió hasta el último minuto y hasta el último orador la realización de la
Asamblea Constituyente.
Entre "gallos y medianoche"
Apenas una hora después pero ya en martes 5 de julio, tras que la Cámara Baja
aprobara por dos tercios la modificación a la Constitución, el presidente del
Senado convocaba a Sesión de Congreso para dar por "oleada y sacramentada" la
decisión anti-popular. Un senador – el octogenario sindicalista minero Filemón
Escobar – se interpuso a la instalación de la sesión congresal y con vigor
denunció que el MAS había traicionado sus principios, había condenado a muerte a
la Constituyente y se había vendido a la derecha al votar con el gonismo.
Escobar, senador por Cochabamba y disidente del MAS, fue abucheado y silbado por
el conjunto de parlamentarios de la "Triple M", mientras que su denuncia, que en
otra situación hubiese significado la portada de todos los diarios paceños, fue
silenciada por esa misma campana de silencio con que los medios desvirtuaron la
disconformidad de los movimientos sociales y la ciudadanía boliviana para con
esa perpetración que "entre gallos y medianoche" se llevó el sueño de la
Constituyente.
Con cinismo despectivo por toda respuesta, Hormando Vaca Diez escuchó a Escobar
con la socarrona sonrisa de quién escucha el lamento de su víctima herida de
muerte. Esta elección estaba urdida para la ascensión del candidato de la
Embajada "Tuto" Quiroga y dejar quejarse a Escobar no impediría el inminente
resultado del ardid consumado.
La reacción del stablishment se hizo sentir en su vehemente apologización de la
decisión congresal. Los apéndices informativos de la SIP (Sociedad
Interamericana de Prensa) en Bolivia celebraron la decisión del Congreso como
"un triunfo de la democracia", mientras que – en el mejor estilo de la derecha –
buscaron descalificar la consigna nacional mediante la descalificación de sus
eventuales defensores en el Parlamento; "Manfred Reyes actuó por cálculo
político" y "La NFR no quería dejar el Congreso", dicen, pero eso no desvirtúa
que el modelo neoliberal en Bolivia no aguanta otro parche más y que el nuevo
presidente será otro hijo más del viejo sistema.
A 48 horas de la perpetración, todas las disculpas del mundo no le alcanzan a
Evo Morales para racionalizar su decisión ante la Coordinadora del gas y otras
organizaciones sociales, mientras que el pueblo mira aún con incredulidad la
evidencia objetiva de que Manfred Reyes Villa se haya puesto frente al orden
establecido por una causa que estaba condenada antes de llegar al Parlamento.
Por toda explicación, Reyes Villa habló de "haber recuperado la dignidad" y de
"haber saldado la deuda que contrajera su partido cuando ingresó al gobierno de
Sánchez de Lozada en 2003, bajo las mismas presiones que hoy llevan al MAS a
someterse al cálculo electoral.
Estos días Bolivia es un mundo de contrasentidos, en los que la traición a la
aspiración del pueblo vino de manos de quienes se pregonaban sus mayores
defensores, mientras que quienes debían defender el modelo se jugaron
inexplicablemente su viabilidad y la anuencia del Imperio a la defensa de la
Asamblea Constituyente.