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Latinoamérica

Bolivia: La partidocracia y la corte electoral

Andrés Soliz Rada

El Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales, se ha sumado al MNR, ADN y MIR pidiendo la ratificación de la actual Corte Nacional Electoral

¡Qué casualidad! En tanto Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL) pide elecciones generales inmediatas, Mauro Bertero de Acción Democrática Nacionalista (ADN), el Partido del general Hugo Bánzer y Jorge Quiroga, y Hormando Vaca Diez, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), demandan la ratificación de vocales la Corte Nacional Electoral (CNE) que terminaron su mandato. Lo cierto es que desde que se reabrió el proceso democrático, los partidos citados controlan el organismo electoral, cuya influencia es tan grande que, mediante recursos ilícitos, pueden eliminar a organizaciones partidarias contrarias al neoliberalismo o anular elecciones inconvenientes al sistema.

El hecho es importante debido a que, hace cuatro años, inclusive la desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA), emitió un informe en el que señala que la calidad del padrón electoral de la CNE no merece confianza. Añade que el "Registro Civil" puede originar duplicidades en la identificación de ciudadanos, lo que puede afectar en los resultados electorales Destaca que los sistemas informáticos "Regina" y "Simonet" se ejecutan según los criterios personales de quienes los manejan, lo que puede "fomentar situaciones equívocas, que afecten la credibilidad y transparencia de los resultados"Lo grave del caso es que los sistemas "Regina" y "Simonet" serán utilizados en todos las votaciones nacionales que se avecinan, pese al informe que fue conocido por legisladores de la gestión pasada.

La actual CNE está integrada por Oscar Hassenteufel del MNR, Roxana Ibernegaray del MIR (ahora se pide la ratificación de ambos), Salvador Romero Ballivián, de ADN, Natividad Avilés del MNR y Jerónimo Piñeiro, propuesto por el senador Leopoldo Fernández, de ADN. Cabe observar que los mismos partidos que destruyen al Estado nacional, liquidaron las empresas estatales e impulsaron una descomunal corrupción, designaron vocales de la CNE, calificados de la "banda de los cuatro", para luego sustituirlos por "ciudadanos notables" de la misma orientación política. La CNE estuvo presidida por Luis Ramiro Beltrán, quien nunca perteneció al MNR, pero que se ufana de ser amigo íntimo de GSL desde hace más de medio siglo.

El movimiento popular más gran de los últimos años (1989-2002), Conciencia de Patria (CONDEPA) desapareció del escenario político en primer lugar por errores de quienes fuimos sus dirigentes, pero también, y en gran medida, por maniobras de la CNE, al servicio de la partidocracia. Esa CNE, en complicidad con la Dirección Nacional de Impuestos (DNI), acusó a CONDEPA de haber rendido cuentas con facturas falsas en las elecciones de 1997. Después de los comicios municipales de 1999, la DNI dijo que se "había equivocado y que las facturas eran verdaderas". La CNE, ante la descomunal calumnia, debió haber llamado a nuevas elecciones por lo menos en la ciudad de El Alto, donde CONDEPA fue más perjudicada. La misma CNE, que tenía como vocal a Jorge Lazarte, ahora ministro del Presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, revisó la rendición de cuentas de CONDEPA con reglamentos aplicados exclusivamente a este partido político, que no se aplicaron a los demás, ocasionando una discriminación ilegal que provocó el falló del juez Carlos Condo, que dio la razón al Movimiento Patriótico fundado por Carlos Palenque.

Lo incomprensible del caso es que el Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales, se ha sumado al MNR, ADN y MIR pidiendo la ratificación de la actual CNE, pese al riesgo de sufrir discriminaciones e injusticias como las que afrontó CONDEPA. De algo más podemos estar seguros: Si en la Venezuela de Chávez actuara nuestra CNE, hace rato que el Movimiento Bolivariano hubiera sufrido fraudulentas derrotas en las urnas. El triunfo del revolucionario latinoamericano se debió a que logró que se aprobara un sistema informático electoral intachable, inclusive por ex presidente Jimmy Carter y sus opositores, en lugar de estar asentado en personalidades "notables" de dudosa imparcialidad.