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¿Qué tiene la administración Bush contra Chávez?
Crecen las denuncias sobre planes de magnicidioEmilio Marín
La Arena
Fidel Castro fue el primer denunciante de los planes de magnicidio de la CIA
para matar al mandatario venezolano. Esa advertencia no podía ser pasada por
alto porque la seguridad cubana ha neutralizado 638 planes de asesinato del
presidente de su país. Luego vinieron las advertencias del propio Hugo Chávez y
su vicepresidente José Vicente Rangel contra intentos de magnicidio que dieron
lugar a suspensión de desfiles y actos oficiales en Caracas. ¿Qué hizo Chávez
para que el imperio lo odie tanto?
EL CONFLICTO ACTUAL
El conflicto entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela es de larga data.
Desde que el teniente coronel de paracaidistas ganó las presidenciales de
diciembre de 1998 fue jaqueado por Washington.
Si bien son muchos los puntos de discrepancia, hoy el meollo es el pedido de
extradición a Caracas del terrorista Luis Posada Carriles. Es el autor
intelectual de las bombas que en octubre de 1976 abatieron a un avión de Cubana
cuando volaba sobre Barbados, produciendo 73 muertes.
Posada Carriles tiene doble nacionalidad cubano-venezolana y desempeñó cargos
operativos para la CIA, entre ellos el de "comisario Basilio" en la seguridad
pública de Venezuela (DISIP). En los ´70, bajo el gobierno de Rafael Caldera
primero y de Carlos Andrés Pérez después, "Basilio" torturaba a presos políticos
de izquierda como Jesús Arnaldo Marrero y maquinaba atentados terroristas contra
Cuba.
Por ese crimen fue preso pero no por mucho tiempo pues sus amigos de Langley,
Virginia, donde tiene su sede principal la CIA, lo ayudaron a evadirse de la
prisión venezolana. Corría 1985, justo cuando George Bush padre era encumbrado
como jefe de esa central de inteligencia.
El 13 de mayo último Posada Carriles fue detenido, tras graves denuncias de La
Habana, tras ingresar ilegalmente a territorio norteamericano en un yate venido
desde México por una ruta marítima de los narcotraficantes. A partir de ese
momento, tanto Cuba como Venezuela redoblaron su exigencia para que la
administración Bush lo extradite hacia Caracas. La vicecanciller venezolana
Delcy Rodríguez concretó esta semana ante el Departamento de Estado esa
presentación formal ajustada a derecho. El padre de la funcionaria, Noel
Rodríguez, fue una de las víctimas mortales de la represión dirigida por la
DISIP de Posada Carriles en el país sudamericano.
Pero la Casa Blanca ya advirtió que no entregará a su terrorista a Cuba ni
países similares, aludiendo a Venezuela. La audiencia judicial del lunes pasado
en El Paso, Texas, continuará en agosto, pues los protectores del reo tratan de
ganar tiempo hasta que las exigencias de extradición se desvanezcan.
FRACASÓ EL MONITOREO
En su afán por derrocar a Chávez, EE.UU. elaboró a principios de junio su
propuesta de "comisión para el monitoreo democrático". La misma, de neto corte
imperial, fue llevada por George W Bush y Condoleezza Rice a Fort Lauderdale,
Florida, donde sesionó la XXXV reunión de cancilleres de la OEA.
La tesis del imperio es que un gobierno no sólo debe tener un origen democrático
sino continuar fiel a la "Carta Democrática" de la OEA aprobada en 2001. Si
alguien no aprueba esa prueba de democracia, con mesa examinadora designada por
Washington, deberá ser apartado del poder con alguna misión militar externa
financiada por Wall Street.
Por cierto que la moción no era políticamente neutra y apuntaba en forma directa
contra el presidente Chávez, demonizado por el segundo mandato de Bush en la
Casa Blanca.
Las denuncias estadounidenses son inconsistentes. Como dijo Nicolás Maduro,
presidente de la Asamblea Nacional (parlamento), durante el "Encuentro
Internacional contra el Terrorismo" en La Habana, Chávez ganó las últimas diez
elecciones. Las mismas fueron de una limpieza intachable, controladas por la OEA
y el Centro Carter.
Se estima que los comicios municipales de agosto y los legislativos de diciembre
tendrán el mismo resultado. Las listas oficialistas colectarían 10 millones de
votos, según el pronóstico del vicepresidente José Vicente Rangel en ese mismo
evento habanero. Fidel Castro le añadió 2 millones de votos más a ese vaticinio.
El "monitoreo" de Bush y Rice tuvo una recepción positiva de José Miguel Insulza,
el chileno que preside la OEA, y el canciller argentino Rafael Bielsa. Pero
capotó por la resistencia motorizada por el canciller venezolano Alí Rodríguez y
Celso Amorim, el hombre que Lula ubicó en el Palacio de Itamaraty. Los 14 países
del Caricom, Mercado Común del Caribe, ya habían tenido una postura favorable a
Caracas en el affaire Posada Carriles y no pudieron ser atraídos por la moción
del Departamento de Estado.
Ese "monitoreo" estadounidense fracasó pese a que el subsecretario de Asuntos
Hemisféricos, Roger Noriega, intentó justificarlo acusando a la República
Bolivariana de Venezuela por su supuesta financiación del dirigente boliviano
Evo Morales. En ese momento la crisis del altiplano hervía con bloqueo de
caminos y enfrentamientos de manifestantes que demandaban la renuncia del
presidente Carlos Mesa. Aunque el MAS del cocalero Morales no planteaba ese
derrocamiento sino una nueva ley de hidrocarburos, y aunque Chávez dialogaba
telefónicamente con Mesa para instarlo a seguir en el Palacio del Quemado, la
propaganda sucia en Fort Lauderdale lo marcaba como usina "desestabilizadora" de
la región.
EL MAGNICIDIO
La cúpula estadounidense sufre porque advierte que mes a mes crece un contenido
bolivariano, y últimamente socialista, tanto en la política doméstica chavista
cuanto en sus definiciones internacionales.
En el plano interno, la embajada de William Brownfield está alarmada por las
medidas nacionalistas del Palacio de Miraflores sobre los recursos petroleros de
PDVSA, los avances de las leyes agrarias y las limitaciones a la
irresponsabilidad-golpismo de los medios de comunicación. El diplomático que
suplantó a Charles Schapiro, figura clave del intento de golpe de Estado de
abril de 2002, asimismo transpira de miedo por las misiones Ribas, Robinson,
Barrio Adentro y otros programas sostenidos con ayuda de médicos y educadores
cubanos.
A Brownfield no le importan que esos planes hayan alfabetizado a 1,5 millón de
venezolanos ni que millones de pobres ahora tengan una cobertura de salud.
Tampoco que 20 mil ciudadanos, muchos de ellos niños, hayan recuperado la vista
luego de operaciones gratuitas de profesionales cubanos. Lo que el embajador
"gringo" tiene en mente es que esos emprendimientos están alejando al
bolivariano de las relaciones "carnales" que tenían con Washington sus
antecesores de la Cuarta República (adecos y copeyanos).
Pero hay algo más entre las causas de esa agresividad contra el líder
bolivariano: su política exterior. Todo lo que éste proponga, le cae a la
superpotencia como una patada al hígado, ya sea su convenio bilateral con Cuba
de diciembre de 2004 dando comienzo al ALBA (Alternativa Bolivariana de las
Américas) o su participación en el tercermundista "Grupo de los 77 más China"
que está deliberando en Doha, Qatar.
Entre Bush-Rice y Chávez no sólo hay un abismo político. Joan Manoel Serrat
cantaría que "entre esos tipos y yo hay algo personal". Si el texano dice ALCA,
su contrincante dice ALBA. Si el primero dispone de 59 millones de dólares
extras para la contrarrevolución cubana, el segundo vende petróleo a la isla a
precios preferenciales. Si uno da cobijo a Posada Carriles, el otro reclama su
extradición. Cuando George W ganó la reelección y definió los nuevos rostros del
eje del mal, el venezolano viajó a Libia, Teherán, Nueva Delhi, Beijing y Moscú
para firmar acuerdos económicos, políticos y militares. Sólo le faltó aterrizar
en Corea del Norte y entrevistarse con Kim Il Jong, para hacer bingo. Su anuncio
de un programa nuclear pacífico con Irán fue igual que si hubiera concurrido con
su boina roja a un desfile militar en Piongyang.
Más módica, la noticia de que Venezuela había adquirido 100 mil fusiles AK 47 en
Rusia para destinar a sus milicias, también puso los pelos de punta a los
señores de la guerra del Pentágono. Estos están acostumbrados a devorarse a
gobiernos democráticos desarmados, o traicionados por las Fuerzas Armadas, como
el de Salvador Allende.
Y trinan cuando se enteran que el jefe del ejército venezolano, general Raúl
Baduel y su segundo, general Wilfrido Silva, realizaron en estos días un
ejercicio de defensa con 5 mil efectivos y numerosos civiles de la petrolera
estatal, que incluyó el disparo de misiles antitanques y antiaéreos. O que Fidel
Castro recibió a una delegación encabezada por el jefe del Instituto de Altos
Estudios de la Defensa de Venezuela, general Rafael E. Arreaza Castillo. La
gacetilla reseñó, para dolor de cabeza imperial, que esa visita tuvo "el
propósito de intercambiar experiencias y conocer sobre el sistema defensivo
cubano".
Llegado a ese punto se entiende que el Pentágono haya puesto en marcha planes de
asesinato del jefe de Estado sudamericano. El 2005 comenzó con denuncias de
magnicidio y el Palacio de Miraflores informó que se había suspendido el desfile
del 24 de junio en el Campo de Carabobo porque "se ha detectado un plan de
magnicidio". El comunicado presidencial admitió que Chávez había faltado a la
marcha del 29 de mayo en Avenida Bolívar por ese mismo problema.
El magnicidio une a la Casa Blanca, su central de inteligencia, la gusanería de
Miami y los paramilitares colombianos. ¿Con tan escasa autoridad moral, Bush
espera que la opinión pública mundial le crea cuando habla de "guerra contra el
terrorismo"?