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Latinoamérica

Pinochet y la Operación Cóndor

Alejandro Carrió
La Nación

El asesinato del matrimonio Prats fue sólo una muestra más de "las garras del Cóndor", bien que una de gran trascendencia por el carácter público de sus víctimas.

La reciente decisión judicial que dejó a Augusto Pinochet fuera del proceso penal por el accionar de la llamada "Organización Cóndor", basada exclusivamente en razones de salud, no debería interpretarse como una condonación de las nefastas actividades de dicha organización. En la oportunidad de representar al gobierno y Estado chilenos en la causa abierta en Buenos Aires por el homicidio del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, tuve la fortuna -quizás la palabra puede ser excesiva- de acceder a las evidencias incontrastables de la existencia y funcionamiento de esta organización, por la que los servicios de inteligencia del Cono Sur aunaron esfuerzos para combatir por todo medio imaginable, legal o no, a los enemigos de los regímenes autoritarios de ese momento.

Los testimonios de víctimas de seguimientos y apremios, los documentos demostrativos de un macabro plan para utilizar cuerpos no reconocibles de desaparecidos en Argentina, a los que se haría aparecer como pertenecientes a chilenos supuestamente asesinados en Argentina por sus propios compañeros de lucha (la célebre "Operación Colombo"), listas de desaparecidos, peticiones de funcionarios de la DINA a sus enlaces en Buenos Aires para que capturaran a ciudadanos que nunca más vieron la luz del día, solicitudes de explosivos y de tráfico de armas y documentos de identidad en blanco -justamente en miras al plan "Colombo"- son algunas de las evidencias del horror que el caso Prats permitió desentrañar.

En esta trama siniestra, el asesinato del matrimonio Prats fue sólo una muestra más de "las garras del Cóndor", bien que una de gran trascendencia por el carácter público de sus víctimas.

En esta enumeración de pruebas, no deben dejar de mencionarse las claras evidencias de que al general Prats se le había retenido su pasaporte, como una forma de inmovilizarlo en Buenos Aires, mientras las autoridades de la DINA planificaban su eliminación.

El caso Prats me sirvió, además, para comprobar, con las realidades propias de todo drama judicial, las enormidades a que conduce el terrorismo de Estado. Es evidente que con documentos de identidad falsos emitidos en favor de los agentes de la DINA, éstos tuvieron la capacidad para salir del país disimulando sus reales movimientos, hechos que recién ahora empieza a salir a la luz.

Cuando un Estado delinque, sus nefastas consecuencias se proyectan por años. Espero que los habitantes de ambos márgenes de la Cordillera de los Andes hayamos aprendido de una buena vez esta lección.

*Abogado argentino que representa al Estado chileno en el caso Prats