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Latinoamérica

El movimiento ciudadano de Valdivia es el que tiene hoy a CELCO en jaque
Los ciudadanos que desafiaron al gigante

 Ximena Muñoz
Diario Siete
 
El cierre de la planta Valdivia, anunciado por Celco, es un triunfo conseguido "a pulso" por los miembros de Acción por los Cisnes, una agrupación ciudadana que nació para desafiar a uno de los conglomerados empresariales más potentes del país

Abogados, médicos, veterinarios, académicos, dirigentes vecinales, pequeños empresarios y estudiantes, entre otros valdivianos, integran esta red, cuyos integrantes detestan que la llamen "ambientalista" y que insisten en que es "ciudadana".

La cara más conocida de Acción por los Cisnes en la zona de Valdivia es el principal vocero del movimiento, José Araya. Es profesor de historia y geografía y trabaja en Acción por los Cisnes desde que esta se formara el año pasado, a raíz del daño al santuario de la ciudad.

Araya se integró al grupo desde su inicio. Él participaba en Acción por los Ríos, una entidad que se fundó en 1996, en rechazo a la instalación de la planta Celco. Esta organización también la integraban empresarios turísticos, miembros de organizaciones de Derechos Humanos como el Codepu, y ciudadanos de distintos sectores.

El segundo rostro más visible de Acción por los Cisnes es el de Vladimir Riesco. Este abogado local se integró a fines del año pasado al movimiento, y de inmediato emprendió una lucha jurídica frontal contra Celco. De hecho, fue el primero que puso en jaque a la empresa en abril de este año, cuando la Corte de Apelaciones de Valdivia ordenó la paralización de la planta, lo que fue revocado por la Suprema la semana pasada. Fue en ese fallo del máximo tribunal donde detectó el error que atribuyó un informe a la U. de Concepción, lo que desató la crisis que terminó con el cierre actual de la industria.

Otro perseverante e "idealista defensor del humedal", como se autocalifica, es el médico ginecólogo Eduardo Israel. Él llegó a vivir a Valdivia a los seis años. Allí estudió y en la U. Austral se formó profesionalmente.

Israel es un amante del santuario. "Es el regalo que Dios nos dejó después del terremoto", afirma cada vez que puede. El médico sobrevuela habitualmente el humedal, para monitorear el avance de la contaminación y la muerte de las aves.

Junto a su amigo, el veterinario Daniel Boroschek, constituyeron lo que muchos llamaron "la patrulla ecológica", porque mientras uno monitoreaba la situación del santuario desde el aire, el otro lo hacía desde su lancha, en el río Cruces.

Entre ambos salvaron a muchos ejemplares de distintas especies, no sólo cisnes, y consigueron la impactante fotografía aérea que mostró el avance hacia la ciudad de una gran mancha café (una masa de sedimento) en las antiguas aguas cristalinas del río Cruces.

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En 1998 decidieron eliminar el monitoreo sobre los efectos de la la planta Valdivia sobre el principal alimento de los cisnes

EL ACUERDO ENTRE CONAMA Y CELCO QUE ORIGINO LA CRISIS

Rápidas y fluidas negociaciones, llevadas a cabo en 1998 y principios de 1999, entre altas autoridades ambientales y ejecutivos de Celco dejaron fuera de la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de la planta de celulosa de Valdivia el programa de monitoreo al luchecillo (alimento de los cisnes) y otras especies biológicas del humedal Carlos Anwandter.

Un asesor de la Conama en aquella época, aseguró a Diario Siete que esas conversaciones "ablandaron la mano" de la autoridad en relación a las exigencias ambientales que se le pedían a Celco para que iniciara sus operaciones en San José de la Mariquina.

Inicialmente, Celco quería descargar sus residuos en el mar, en la zona de Mehuín, pero protestas de pescadores lo impidieron. Eso significó que la autoridad aceptara que la planta botara sus desechos líquidos en el río Cruces. Pero la Conama exigió entonces un sistema de tratamiento terciario, caro y complejo. La firma accedió, pero a cambio pidió sacar de la RCA la obligación de medir los posibles efectos de metales pesados, resultantes de la operación de la industria, sobre el luchecillo.

Seis años después, un estudio de la Universidad Austral, encargado por la actual directora de Conama, Paulina Saball, demostró que fue precisamente la desaparición del luchecillo lo que provocó la muerte y migración de los cisnes.

Lo sorprendente es que cuando se constató que la muerte de las aves se debía a la desaparición del vegetal, en enero de este año, ni Saball ni el resto de las autoridades de la Conama informaron que ya en 1998-1999 se había sospechado que la industria podía afectar al principal alimento de los cisnes y que se había sacado de la RCA el plan para monitorear esa situación. El silencio de la entidad ambiental se matuvo hasta hoy.

DOCUMENTO OLVIDADO

Diario Siete tuvo acceso, en forma exclusiva, al documento que comprueba que inicialmente se hicieron exigencias para medir los problemas que la planta podía provocar en el alimento de las aves, monitoreos que finalmente fueron retirados de las mediciones.

El texto puede ser visto en la web de Conama, que exhibe la RCA del proyecto Valdivia aprobada en octubre de 1998. En ella aún figura el programa de monitoreo sobre el efecto de los metales pesados sobre el luchecillo (de nombre científico egeria densa). Pero ese programa nunca se aplicó, porque en febrero de 1999 se hicieron cambios que no quedaron registrados en esa RCA. No obstante, esas modificaciones se pueden ver en otro documento que figura en la web de Conama, denominado Recurso de Reclamación que presentó Arauco poco después de aprobado su permiso ambiental.

El recurso fue acogido por el Consejo Directivo de la Conama, el cual integran todos los ministros de Estado. De esta manera, se eliminó del programa la variable "Análisis de comunidades biológicas", según el cual la firma debía efectuar el siguiente monitoreo semestral:

-Variación de abundancia del mamífero Lutra provocax (huillín o especie de nutria) y de sus ítemes alimentarios.

-Seguimiento de los contenidos de contaminantes en los principales ítemes alimentarios de lutra provocax.

-Monitoreo de bioacumulación de metales pesados en especies Diplodón (chorito de agua dulce) y Egeria densa (luchecillo).

El documento dice textualmente: "En lo referido al seguimiento de las

comunidades biológicas, se estima procedente acoger la solicitud del reclamante (Celco), en el sentido de eliminar el seguimiento de lutra provocax y monitoreo de bioacumulación de metales pesados en las especies diplodón y Egeria densa".

¿Por qué se eliminó esa variable del monitoreo, si se pensaba que su seguimiento podría ser un indicador de contaminación en el santuario producto de la producción de celulosa? Al respecto, opinan dos académicos que han estudiado el tema por petición de la Conama.

"FUE UN ERROR DE CONAMA"

Diario Siete solicitó una opinión a quien fuera director de la Conama de la Décima Región entonces, Raúl Arteaga. El profesional se desempeña actualmente en la unidad de seguimiento de la entidad en Santiago, pero no estuvo disponible.

En cambio, los académicos Claudio Zaror, de la U. de Concepción, y Eduardo Jaramillo, de la U. Austral se refirieron al tema.

Jaramillo indica: "Fue un error de la Conama dejar fuera del monitoreo esta variable, porque las comunidades biológicas son los mejores indicadores de una posible contaminación. Lo mismo pasa con el sedimento y con los organismos ventónicos, que son los que viven enterrados en el sedimento, como gusanos, machas o almejas. Ellos son buenos bioindicadores porque acumulan metales pesados. De hecho, es mejor indicador el sedimento que el agua que va pasando".

El académico recordó: "En ese tiempo, gente de Sernapesca insistió en el monitoreo del luchecillo, porque tenían la experiencia suficiente como para darse cuenta de que era importante que las comunidades biológicas, como esa planta, debían ser monitoreadas en el tiempo".

- ¿Es posible que el monitoreo de estas comunidades biológicas, hubiese evitado el daño al humedal?

-Claro. Si se hubiera estado monitoreando el luchecillo en forma periódica, nos habríamos dado cuenta de que algo estaba pasando con las plantas. Si así era, podríamos haber observado alguna relación con las aves que estaban yéndose del santuario y posteriormente muriendo. También, podríamos haber relacionado ello con los datos de calidad del agua. Todo esto lo digo en sentido figurado, si nosotros los hubiésemos estado haciendo, porque los monitoreos los contrata la empresa con quien ellos quieran.

El ingeniero Zaror, experto en la industria de celulosa, estudió los informe de monitoreo emitidos por Celco Valdivia a la Conama. Zaror confirmó que cuando él estudió los informes de la empresa, a solicitud de la Conama, no se encontró "con monitoreo de comunidades biológicas, sino sólo de aguas y metales pesados".

-¿Le parece que la Conama debió haber dejado la exigencia de monitorear las comunidades biológicas?

-A la luz de los acontecimientos, claro que sí. Por eso en la última modificación de la RCA que hizo la Corema (el pasado 25 de mayo), se repone ese requisito de monitoreo. Este requisito se le hace a la empresa a la luz del trabajo que realizamos.