Latinoamérica
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Crisis y verdad
Periódico Opción
Si algunos pretenden que este es el tiempo para sentirse satisfechos con el
desenlace de las protestas que tumbaron a Lucio Gutiérrez, que es el tiempo del
retorno a la calma (y según la nueva aplanadora socialcristiana en el Congreso,
que también es el tiempo del retorno al 'estado de derecho'), no están
sintonizados con los reales sentimientos del pueblo.
La crisis política no ha concluido, pese a que la caída de Gutiérrez es de por
sí un triunfo de la lucha de las masas; simplemente ha tomado nuevas formas. El
actual gobierno no goza de la absoluta confianza de los ecuatorianos, pese a que
en el Gabinete existen dos ministros que han sido fuentes permanentes de este
quincenario, con quienes compartimos criterios y a quienes deseamos suerte en su
gestión: Rafael Correa, ministro de Economía, y Mauricio Gándara, ministro de
gobierno.
Palacio no goza de la confianza de la población porque el clamor de: '¡que se
vayan todos!', que se expresó en las protestas que tumbaron a Gutiérrez,
significaba el anhelo de cambios profundos en el poder político del Estado, lo
cual no sucede con la salida 'institucional' que impusieron las elites. El
Presidente de la República tarde o temprano terminará prisionero de las
exigencias de la embajada norteamericana y del Partidos Social Cristiano e
Izquierda Democrática, a quienes lo único que interesa es repartirse el pastel:
los tribunales y la Corte, y trabajar en función de las próximas elecciones,
mostrándose como intérpretes del sentimiento popular, con medidas como la mal
llamada autodepuración del Congreso.
Luego de haber tranquilizado al imperialismo norteamericano, Palacio trata de
legitimarse frente a la población, y hoy busca liderar un supuesto proceso
democrático de consulta a través de asambleas populares, y del planteamiento de
una consulta popular que recoja, según dice, la opinión acerca de los cambios
que deben producirse en el Estado.
Esto muestra un escenario futuro de intenso debate y confrontación ideológica y
política con sabor a elecciones, del cual las organizaciones populares no deben
quedar fuera, aunque ese sea el propósito de algunos autonominados líderes
forajidos. Los medios de comunicación democráticos y alternativos como OPCION
están obligados a asumir una posición clara, aunque ello signifique correr
riesgos en nuestra seguridad, como quedó demostrado con las amenazas que recibió
nuestro co editor general, Fernando Oña Pardo, d as antes del derrocamiento de
Gutiérrez.
Frente a nuestros lectores, nuestro compromiso es sostener una actitud frontal
de denuncia a quienes pretenden manipular al pueblo, ocultos en ONGs financiadas
y controladas por los Estados Unidos, y continuar en nuestra línea de análisis
profundo de los fenómenos económicos, sociales y políticos, desentrañando su
esencia, y dándoles una interpretación desde el enfoque popular.
Consideramos que este es un momento de crecimiento de la tendencia de
comunicación alternativa o contrahegemónica, por lo que la responsabilidad de
quienes hacemos este tipo de periodismo se redobla. Es necesario insertarse y
contribuir a un debate franco y democrático, sin exclusivismos ni prejuicios,
entre los diversos sectores que en este momento actúan en el espectro popular, e
ir construyendo juntos un proyecto que nos reivindique a todos y que signifique
reales transformaciones.