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Colombia: El fracaso del Plan Patriota, que tuvo como objetivo aniquilar a las FARC
Miguel Urbano Rodrigues
http://resistir.info
En el inicio del año 2003, una misión militar colombiana se traslado al
Comando Sur de los EEUU para pedir ayuda. La visita fue secreta. Se trataba de
asestar "el golpe de misericordia" en las FARC, atacando y destruyendo sus
"santuarios"
La dimisión, en final de Abril de cuatro generales colombianos Jairo Duvan, Luís
García, Roberto Pizarro y Hernán Cadavid –abrió una crisis grave en las fuerzas
armadas de aquel país. Estos generales, que ejercían comandos importantes,
fueron separados por haber criticado la estrategia del Plan Patriota impuesta
por los Estados Unidos.
El influyente diario El Tiempo, de Bogota, muy ligado a la oligarquía, aprovecho
la oportunidad para publicar en el primer aniversario del Plan Patriota un
suplemento en que algunos de sus redactores especializados proceden al balance
del proyecto ideado por el Presidente Álvaro Uribe para destruir a las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejercito del Pueblo.
La editora en jefe, Maria Alejandra Villamizar, después de recordar que ese Plan
"es la operación militar más ambiciosa de la historia de Colombia y fue por
algunos mese uno de los secretos de Estado mejor guardados", señala que "nunca
antes se había movilizado una fuerza de 18 000 hombres para una sola misión" y
que "Los EEUU nunca antes se habían involucrado de manera tan directa en la
guerra contra la insurrección del país".
El alto comando del Ejército reacciono mal a la iniciativa de El Tiempo por
tratarse este de un periódico con gran prestigio entre la oligarquía, y sobre
todo porque el Suplemento ilumina el fracaso de la estrategia de Uribe, apoyada
por la Casa Blanca y por el Pentágono y confirma una evidencia: las FARC, lejos
de haber sido aniquiladas, mantienen intacta la capacidad combativa en los 60
frentes en que sus 17 000 guerrilleros combaten.
En el artículo principal, firmado por Judith Bedoya Lima, El Tiempo aporta al
público pormenores inéditos sobre el desarrollo del Plan Patriota. Revela, por
ejemplo, que uno de los objetivos de la Operación JM –homenaje al ex comandante
del ejército, general Jorge Mora- era la captura del comandante Jorge Briceño,
jefe del Bloque Oriental de las FARC y miembro del secretariado del Estado
Mayor.
Tiene interés esclarecer que Briceño, conocido como el Mono Jojoy, es el gran
estratega de las FARC y un guerrillero legendario cuya muerte ya fue anunciada
muchas veces por diferentes gobiernos colombianos.
El organigrama de la Operación, elaborado en atmósfera de secretismo, esclarece
que, en una primera fase, seria establecido un cordón militar intransponible que
aislase un área de 300 000 km² (tres veces y media Portugal), englobando los
Departamentos de Caquetá, de Meta, de Guaviare y parte de Putumayo, en el
Oriente del país.
En tres meses fue instalado en la Base Militar de Larandia, en Caquetá, un
centro de operaciones sofisticado que recibía informaciones de satélites de los
EEUU y de helicópteros Black Hawk. Tres centros similares fueron montados en San
Vicente del Caguan, en Solano y en San José, este en el Departamento de Guaviare.
Diez brigadas móviles, bajo el comando del general Castellanos, apoyadas por
unidades de elite de la Marina y de la fuerza Aérea, comenzaron a echar las
tenazas del cerco. Sucesivamente fueron ocupados Miraflores, en Guaviare, y
Puerto Cachicamo, en Caquetá y municipios de Meta donde elementos de las FARC
aparecían con frecuencia.
Hubo combates, más las FARC no defienden el terreno. Las perdidas del Ejército
fueron pesadas, a pesar de la enorme superioridad de su armamento. La guerrilla
disponía apenas de unos fusiles comunes, de ametralladoras y utilizo cilindros
explosivos montados con material de oleoductos, minas y trampas rusticas de tipo
vietnamita.
En junio del 2004, el Presidente Uribe recibió la información, luego comunicada
a Washington, de que estaba inminente una gran victoria, un golpe susceptible de
quebrar la columna vertebral de las FARC.
Los helicópteros de los servicios de inteligencia con la cooperación de
satélites estadounidenses habían localizado el campamento de Jorge Briceño en lo
más denso de selvas impenetrables. Una fuerza de elite poderosamente armada, se
interno en las grandes matas rumbo al local cuya latitud y longitud era conocida
con precisión de minutos y segundos. El campamento fue bombardeado y después
ocupado. Más el resultado fue decepcionante.
El Mono Jojoy, al frente de 70 guerrilleros –otros tomaron direcciones
diferentes – dejaron a tiempo el lugar. La tropa invasora llego a estar a 12
metros de su escondite, en la margen de un rió. "¿Será que Dios también es
comunista?" vociferaban algunos militares, según El Tiempo. El gobierno y el
Ejército presentaron la ocupación del campamento como un gran éxito, pero los
comunicados oficiales omitieron que El Mono Jojoy no fue siquiera localizado.
En un ambiente quemante la segunda fase de la Operación JM tuvo inicio en
Septiembre, transcurridos tres meses. Objetivo: perseguir y capturar a los
comandantes de las FARC en un área más reducida de 150 600 km², de pura selva,
de acuerdo con el Ejército.
La ofensiva, que aún prosigue, fue desde el comienzo un fracaso. La moral de las
tropas es bajísima. El Tiempo revela episodios esclarecedores del estado del
espíritu de los soldados lanzados para el infierno amazónico. Un ejemplo: 18
militares de la V Brigada, después de dos meses de combate en El Billar, en
Caquetá contra un enemigo casi siempre invisible, secuestraron un helicóptero
que llevaba abastecimientos. Aprehendieron a los pilotos y los obligaron a
transportar el grupo a San Vicente del Caguan al Batallón de Cazadores. Ahí,
declararon a la psicóloga de aquella unidad: "¡No queremos permanecer allí más
tiempo, la selva esta enloqueciéndonos!".
El general Ospina, comandante en jefe, comento que la mitad de los militares
empeñados en la Operación JM esta exigiendo el regreso. En diciembre próximo
pasado la Brigada Móvil 10 tenia ya fuera de combate a 884 hombres, esto es 76%
de sus efectivos. Solamente de Guaviare fueron evacuados 671 soldados victimas
del paludismo.
La lista oficial de bajas, para no alarmar a la población, es falsificada todos
los meses.
El general Castellano, fue además substituido en el comando de la fracasada
Operación por el general Carlos Fracica. Castellano responde ahora a acusaciones
de "extorsión y secuestro" en el Departamento de Huila.
LA INTERVENCIÓN DE LOS EEUU
En el contexto de la estrategia que contempla el control de la Amazonia por los
EEUU, el Plan Colombia fue concebido como instrumento indispensable para el
financiamiento de la lucha contra la insurrección armada.
Oficialmente, ese Plan –cuyo texto en castellano es una traducción del original
ingles, redactado en Washington- fue elaborado para promover el desarrollo
económico y social y combatir al narcotráfico. Pero el objetivo real era otro.
Para el sistema imperial la sobrevivencia en Colombia hace décadas de una
organización guerrillera con un aura de invencibilidad configuraban un desafió
intolerable. Las FARC demuestran que en condiciones históricas, geográficas y
sociales muy peculiares es posible en América Latina resistir por las armas al
poder de un Estado oligárquico aliado de Washington. Destruir una organización
guerrillera que se asume como partido marxista leninista pasó a ser una
prioridad primero de Clinton y después de Bush.
La mascara cayo cuando el Congreso aprobó la transferencia de importantes sumas
del Plan Colombia para acciones militares de combate a la insurrección.
Las Fuerzas Armadas de Colombia son hoy, con aproximadamente 300 000 hombres,
las más poderosas de América Latina, disponiendo de armas y tecnologías que los
EEUU solo suministran a Israel. El poder de fuego de la Fuerza Aérea de Colombia
es superior al de sus equivalentes de Brasil y de México juntos.
El Plan Patriota apareció como complemento del Plan Colombia. En el inicio del
año 2003, una misión militar colombiana se traslado al Comando Sur de los EEUU
para pedir ayuda. La visita fue secreta. Se trataba de asestar "el golpe de
misericordia" en las FARC, atacando y destruyendo sus "santuarios".
El proyecto y el lenguaje –inspirada en los generales norteamericanos de
Vietnam- sensibilizaron a Washington.
El general James Hill, entonces jefe del Southcom, informo a Bush de que "la
situación en Colombia llegaba a un punto critico y el Plan Patriota puede ser
decisivo en la lucha contra los narcoterroristas".
Según El Tiempo, Washington contribuyo en una primera fase con 100 millones de
dólares para el Patriota, en armas, transportes, material de comunicaciones y
entrenamiento de personal. Posteriormente el general Bantz Cradock, sucesor de
Hill, pidió al Congreso más fondos para ayuda a los "aliados colombianos",
alegando que el apoyo logístico de los EEUU era imprescindible para la obtención
de "nuevas victorias del Plan Patriota". La próxima rebanada debe ser de 50
millones.
Se torno necesario superar un obstáculo. El alto mando colombiano concluyo que
el número de asesores militares de los EEUU era insuficiente. Pidió un refuerzo
porque los militares y contratistas cuya presencia en el país fuera autorizada
estaban ocupados en diferentes misiones del Plan Colombia.
El general Hill, en un memorando enviado al Congreso, solicito la ampliación del
contingente. "Cuando me mostraron el Plan (Patriota) y vi como era complejo y
grandioso, vi que teníamos que aumentar nuestros equipos de planeamiento, darles
apoyo logístico para la planificación de combates en tierra permanentes, en
comunicaciones, inteligencia y transportes".
El estilo del general es tosco, pero funcionó. El Congreso autorizó el aumento
de la presencia militar norteamericana en Colombia en el ámbito de la Joint
Planing Assistance Teams. El eufemismo no engaña. En el inicio de este año el
número de militares de los EEUU en el país ascendía a los 800 –elementos de las
fuerzas especiales, pilotos, ingenieros- y los contratistas eran 600. "Los
pedidos de Colombia se dispensan casi con la misma atención que merecen los del
propio ejército de los EEUU"- declaro un analista militar entrevistado por El
Tiempo.
El Plan Patriota cuenta ahora con técnicos de que dominan las comunicaciones vía
satélite y consiguen obtener imágenes que permiten localizar campamentos de las
FARC y los movimientos de sus columnas. La intervención militar de EE.UU. en el
conflicto es inocultable.
El suplemento de El Tiempo, como era inevitable, tuvo profundo impacto en la
opinión pública.
Casi coincidió con la visita a Bogota de la señorita Condolezza Rice, conocida
en América Latina como la "Bruja Imperial".
La dimisión de los cuatro generales colombianos no les facilito la misión. Viene
a confirmar que la crisis en las fuerzas Armadas resulto del fracaso del Plan
Patriota.
Las FARC desencadenaron a final de Abril una ofensiva en el Sudoeste del país y
la Operación JM en el Frente Oriental inspira anécdotas en Bogota.
Es significativo que hasta hoy los únicos comandantes de las FARC que cayeron en
manos del gobierno –Simón Trinidad y Rodrigo Granda- hayan sido secuestrados en
el extranjero con ayuda de la CIA.
La solidaridad con la organización revolucionaria de Manuel Marulanda es una
exigencia internacionalista en el combate para la globalización de la lucha de
los pueblos contra la globalización neoliberal
Serpa, 10 de mayo del 2005
El original de este artículo se encuentra en http://resistir.info
Traducción: Pável Blanco Cabrera