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La Nación
Hasta anoche, los cadáveres encontrados en Alto Antuco eran 14, y el Ejército
ya reconoció que si hay sobrevivientes sería un milagro. Mientras Lagos decretó
duelo nacional de tres días, Cheyre destituyó a los oficiales a cargo del
regimiento de Los Ángeles, y abrió una causa judicial.
Aunque la identificación de responsabilidades en la tragedia militar de Alto
Antuco fue postergada al máximo por el gobierno y el Ejército, el paso de las
horas, la inexactitud de la información, los crudos rumores y la angustiosa
espera de los familiares, forzó un escenario en que las culpas comenzaron a
surgir, al tiempo que se asentaba la presunción del peor de los escenarios:
todos están muertos.
Pasadas las 18:00 horas, el general Juan Emilio Cheyre comunicó el
descabezamiento de la plana mayor del regimiento de Los Ángeles, la apertura de
una causa judicial, y una investigación interna, a la par que ratificó la nula
esperanza de encontrar con vida a los hombres que seguían aislados en la
cordillera.
Minutos después, en Cerro Castillo, un conmovido Presidente Ricardo Lagos
entregaba un balance aún más desolador: otros trece cadáveres habían sido
encontrados. Decretaba entonces un duelo oficial por tres días y suspendía los
festejos de su última cuenta pública. Ya no había ánimo de celebrar.
El mismo jefe de Estado comunico que los cuerpos fueron trasladados a La Cortina
para su identificación. Ahí recién se sabrá con certeza si dentro de ese grupo
están los restos de los otros cuatros soldados que fueron dados por muertos el
jueves. A ellos hay que sumar a José Ortiz Bustamante, cuyo cadáver ya fue
entregado a sus familiares en Los Ángeles. Hasta anoche, la cifra de víctimas
fatales ascendía a quince, y se calcula que había entre 28 a 32 efectivos aún
sin localizar.
En el regimiento militar de Los Ángeles, la desesperanza se transformó en honda
desolación cuando el mismo general Cheyre les indicó que "sólo un milagro"
permitirá encontrar con vida a los reclutas, confesaron algunos parientes. Sin
embargo, en Santiago, Comunicaciones del Ejército señaló que esa información no
es efectiva, y podría deberse a un error en la interpretación de las palabras
del Comandante en jefe.
Reacciones de histeria marcaron esos momentos. Y fueron el broche de una
jornada, donde la desesperación se hizo patente temprano y llevó a los
familiares a increpar al general Rodolfo González, comandante de la III División
de Ejército. También rompieron ventanales, exasperados por la falta de
información.
Responsabilidades
Cuando las maniobras de rescate de los aún 41 dispersos estaban en pleno
desarrollo, y hubo una pequeña ventana de alivio con la localización de cuatro
efectivos con vida, el ministro de Defensa, Jaime Ravinet, hizo el primer mea
culpa. "Aquí va a haber una investigación. El Comandante en Jefe está muy
conciente que hay responsabilidades, que deben ser indagadas y precisadas",
indicó.
Ravinet reconoció en ese instante lo que muchos familiares acusaron: los
soldados no estaban preparados para enfrentar una tormenta. "Sólo una de las
compañías que realizaba ejercicios en la montaña, la unidad andina, contaba con
el equipamiento goretex, el resto sólo tenía equipo básico de alta montaña. Se
les proveyó el equipo propio para condiciones de alta montaña y no de temporal
de nieve" sentenció.
Horas después, y a su regreso de supervisar las faenas de rescate bajo la
inclemente nieve cordillerana, Cheyre puso las cartas sobre la mesa.
El comandante en jefe fue enfático al reconocer que hay responsabilidad de mando
en el fallecimiento de los soldados, por haber iniciado la marcha que
desencadenó el extravío en condiciones climáticas inestables. Por ello,
destituyó al coronel Roberto Mercado Olguín, comandante del regimiento de Los
Ángeles; al vicecomandante del regimiento, teniente coronel Pineda; y al mayor
Patricio Cereceda, jefe del batallón que se encuentra en el refugio de Los
Barros junto a 112 efectivos, y que aún no son trasladados a la ciudad.
Al dar cuenta de estas sanciones, Cheyre dijo que "su moral va a permitirles
enfrentar la más drástica de las decisiones que pueden afectar a un militar,
sobre todo cuando no me cabe duda que no ha existido en ellos negligencia ni
abandono, pero sí falta de criterio y falta de capacidad profesional para evitar
lo que se debería haber evitado", dijo el general.
Si bien enfatizó que hace 30 años no ocurría un evento climático de esta
naturaleza en la zona del entrenamiento, Cheyre no dejó lugar a dudas: "Eso no
aminora la responsabilidad, así haya ocurrido en 30, 50 ó 100 años (...) Lo que
no debería haberse hecho nunca es hacer esa marcha con una posibilidad de un
clima que sabemos que cambia abruptamente", subrayó.
El general informó además que se ha abierto una causa judicial ante la Fiscalía
Militar de Los Ángeles, rol 31.005, caratulada como muerte de personal militar,
en la cual el Ejército se hará parte. Adicionalmente, se abrirá una
investigación sumaria, donde los oficiales involucrados pueden ser acusados de
"incumplimientos de deberes militares, la más grave acusación que se puede hacer
en la institución", remarcó.
Anticipó además que el Comando de Apoyo Administrativo del Ejército prestará
asesoría a través de sus abogados a familiares de las víctimas "para dar
facilidades en todos los trámites judiciales que ellos estimen pertinentes,
independiente de que sean dirigidos contra personas o la institución". Esto se
suma a la decisión del Presidente Ricardo Lagos de enviar a Los Angeles al
subsecretario de Guerra, Gabriel Gaspar, para contactarse con las familias de
las víctimas.
Hoy, las patrullas de rescate saldrán otra vez a la cordillera en busca del
personal desaparecido. Pero las expectativas son nulas. Como dijo Lagos, "me
gustaría decir que lo último que se pierde es la esperanza (...) Quisiera
creerlo pero con el corazón, pero con la razón creo que tal vez el general
Cheyre habló con la razón".