Brasil emerge como potencia regional, Iraq consigue un
nuevo reconocimiento internacional y se critica tibiamente a EEUU
Cumbre América Latina-Países Arabes: cal y arena
Alberto Cruz
Rebelión
La cumbre celebrada los pasados días 10 y 11 en Brasilia entre altos
representantes de América Latina y de diferentes países árabes puede ser
considerada en sus resultados como de cal y arena. Algunas agencias
internacionales han titulado con términos que revelan un cierto entusiasmo
("Washington se lleva las críticas", IPS del 11 de mayo) pero ahondando un poco
en lo sucedido antes, durante y después de la cumbre, así como en el documento
final, hay que hacer muchas matizaciones debido a dos factores importantes:
desde el punto de vista de los países árabes –y de su mentor estadounidense- los
dos principales objetivos de la cumbre (reconocimiento pleno del gobierno iraquí
surgido de las elecciones del 30 de enero y el apoyo a la "hoja de Ruta"
palestina) se han cumplido; desde el punto de vista de los países
latinoamericanos el resultado es más modesto, puesto que sólo se puede
considerar a Brasil como reforzado (en su intento de lograr un asiento
permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU como representante de América
Latina) y la suscripción de un acuerdo comercial entre el Mercado Común del Sur
(MERCOSUR) y el Consejo de Cooperación del Golfo. El resto de países
latinoamericanos, que asistían a esta cumbre con la no disimulada intención de
que los países árabes ricos tuviesen interés en realizar inversiones económicas
en ellos, no ha visto frutos concretos.
Hay que centrarse, por lo tanto, en los aspectos políticos de esta cumbre. Y hay
que comenzar por el principio, por los acuerdos establecidos en Marrakech
durante una reunión previa de Ministros de Asuntos Exteriores, en la que ya se
dejaban claras dos cosas: que iba a haber un apoyo a Palestina y un
reconocimiento expreso del nuevo gobierno iraquí surgido de las elecciones del
30 de enero y representado en la cumbre por el flamante nuevo presidente, Jalal
Talabani. En el borrador allí elaborado se reconocía "el derecho de los Estados
y pueblos a resistir la ocupación extranjera" y esa simple mención provocó las
alarmas de EEUU, que presionó a sus aliados árabes para que no acudiesen a la
cumbre o rebajasen el nivel de sus delegaciones. Así sucedió con los reyes de
Arabia Saudí, Marruecos y Jordania y el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, que
declinaron estar presentes a última hora. Por parte latinoamericana, el
principal gendarme estadounidense, Álvaro Uribe, presidente de Colombia, también
declinó asistir.
Finalmente, de los 34 asistentes (Arabia Saudita, Argelia, Bahrein, Comoras,
Djibouti, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia,
Mauritania, Marruecos, Omán, Palestina, Qatar, Siria, Somalia, Sudán, Túnez y
Yemen, por el mundo árabe, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador,
Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay, Venezuela por América Latina)
estuvieron presentes 16 jefes de Estado o de Gobierno, ocho por cada parte, y el
resto representado mayoritariamente por sus ministros de Asuntos Exteriores.
Como se ha dicho antes, también hubo delegaciones de menor nivel.
Si bien el documento final recoge términos y expresiones que han molestado algo
a EEUU, no se puede decir que haya sido una cumbre contra EEUU. La potencia
imperialista se ha asegurado que el anfitrión, Brasil, no haya salido mal parado
como promotor del encuentro –lo que habría dejado todo el protagonismo a
Venezuela y su enfrentamiento con EEUU- y se asegura de nuevo su apoyo para
"moderar" a Chávez o para actuar de "mediador" en las crisis latinoamericanas
que se avecinan, al igual que lo hizo con la de Ecuador (el haber acogido a
Lucio Gutiérrez tras su derrocamiento es un indicativo de ello). El hecho mismo
de que se haya celebrado la cumbre refuerza el papel de Brasil como potencia
regional incuestionable, en detrimento de México y Argentina. De hecho, el
presidente de este último país, abandonó la cumbre antes de que se conociese el
documento final, aunque dijo que lo asumía en todos sus puntos, especialmente
después de haber logrado que se incluyese un punto en el que se reconoce la
argentinidad de las Malvinas, islas hoy bajo soberanía británica. Apoyo claro al gobierno iraquí
El documento final recoge un claro apoyo y aceptación del gobierno iraquí
surgido de las elecciones del 30 de enero, con lo que se respalda de forma
abierta el proceso puesto en marcha en Iraq después de la invasión por EEUU,
principal potencia ocupante. El punto 2.10 de la declaración final recoge
textualmente: [los firmantes] "Enfatizan la importancia de respetar la unidad,
la soberanía y la independencia de Irak, así como la no injerencia en sus
asuntos internos; respetan la voluntad del pueblo iraquí de decidir libremente
su futuro, como fue manifestada en las elecciones generales del 30 de enero de
2005, consideradas como un paso decisivo rumbo a la transición pacífica de
poder, con miras al establecimiento de un gobierno democrático, constitucional y
federal (si así lo decide el pueblo iraquí) y a la conclusión del proceso
político. Reafirman su apoyo al gobierno de transición iraquí electo e instan a
la comunidad internacional a apoyar al gobierno en los esfuerzos emprendidos en
el actual proceso, que tiene como objetivo la estabilidad y la construcción en
el país. Condenan las operaciones terroristas, que tienen como objetivo la
población civil, la infraestructura y el proceso democrático. Reafirman,
también, el papel esencial de las Naciones Unidas, así como la necesidad de un
papel más relevante de la Liga de los Estados Árabes en la reconstrucción de
Irak y de sus instituciones".
La importancia de este punto es crucial, puesto que anula, o minimiza, el
reconocimiento del derecho a la resistencia de Estados y pueblos sometidos a
ocupación (punto 2.17: [los firmantes] "Reafirman su rechazo a la ocupación
extranjera y reconocen el derecho de los Estados y pueblos a resistir a la
ocupación extranjera, de acuerdo con los principios de la legalidad
internacional y de conformidad con el Derecho Internacional Humanitario").
El gobierno iraquí logró otro de sus objetivos en esta cumbre, la condena de las
acciones armadas no ya contra civiles, sino contra "la infraestructura y el
gobierno democrático". Esta propuesta no estaba incluida en el borrador de
Marrakech, por lo que es un éxito evidente de Talabani. Según este documento se
ha catalogado de forma inequívoca como "terrorismo" las acciones guerrilleras
contra instalaciones petrolíferas, oleoductos, empresas eléctricas y
funcionarios del gobierno de Talabani. Y se hace en unos momentos en los que la
estrategia guerrillera iraquí pasa precisamente por estos parámetros: ataques
sistemáticos y coordinados contra oleoductos, refinerías, centrales eléctricas y
sistemas de abastecimiento de agua para quebrar las pretensiones imperialistas
de control absoluto de las reservas energéticas iraquíes; sin petróleo no hay
electricidad, y sin electricidad no hay petróleo puesto que no puede ser
bombeado o refinado (1). Al mismo tiempo, los atentados contra funcionarios
vinculados al gobierno Talabani no han cesado desde el mismo momento de las
elecciones del 30 de enero.
Se pide, también, que la ONU tenga "un papel esencial" en Iraq, que la Liga
Árabe adquiera un papel "más relevante" en la reconstrucción y en el apoyo a sus
instituciones. Es decir, se asume de hecho el cronograma diseñado por EEUU y que
quedó patentemente expuesto en la reunión que en noviembre del año pasado se
celebró en el balneario egipcio de Sharm El Sheij. Por lo tanto, la ocupación de
Iraq se mantendrá hasta el 2007, cuando menos, y cuenta cada vez con mayor
reconocimiento internacional el proceso político que se está desarrollando allí,
mientras que la guerrilla no cuenta con apoyo internacional alguno. El caso de Palestina y la sorpresa Siria
La cumbre ha sido más clara con el tema palestino. El punto 2.8 de la
declaración final recoge el compromiso de los asistentes a "alcanzar una paz
justa, duradera y completa en el Medio Oriente, con base en el principio de
tierra por paz y en las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad y de
la Asamblea General de las Naciones Unidas, particularmente las Resoluciones 242
(1967) y 338 (1973) del Consejo de Seguridad, así como el Acuerdo-marco de
Madrid y la "Iniciativa de Paz Árabe", que garantice la seguridad de todos los
países de la región. Igualmente, subrayan la necesidad de realizar la plena
implementación de la "Hoja de Ruta". Reafirman la necesidad de materializar los
derechos nacionales legítimos del pueblo palestino y de implementar la
Resolución 1515 (2003) del Consejo de Seguridad, así como de la creación del
Estado Palestino independiente con base en las fronteras de 1967, que coexista
pacíficamente al lado del Estado de Israel, y la retirada de Israel de todos los
territorios árabes ocupados hasta las fronteras del 4 de junio de 1967 y el
desmantelamiento de los asentamientos, inclusive los de Jerusalén del Este.
Toman debidamente en cuenta la opinión consultiva de la Corte Internacional de
Justicia del día 9 de julio de 2004 correspondiente a "Las Consecuencias Legales
de la Construcción de un Muro en los Territorios Palestinos Ocupados" y exhortan
a todas las partes interesadas a cumplir con la referida opinión consultiva".
La gran sorpresa de la cumbre ha sido, sin duda alguna, la abierta crítica que
se ha realizado contra EEUU por su estrategia de acoso contra Siria (punto 2.11:
[los firmantes] "Expresan su profunda preocupación con relación a las sanciones
unilaterales impuestas a Siria por el gobierno de los Estados Unidos de América
y consideran que el llamado "Syria Accountability Act" viola principios del
Derecho Internacional y constituye una trasgresión de los objetivos y principios
de las Naciones Unidas, creando, de este modo, un grave precedente en las
relaciones entre los Estados independientes").
Las apelaciones al Derecho Internacional y al Derecho Internacional Humanitario
son constantes en el documento, convirtiéndose en el paraguas para la tibia
crítica que se ha realizado contra EEUU y su estrategia de "guerra preventiva",
el hegemonismo y las medidas unilaterales y sanciones impuestas contra
determinados Estados (punto 1.4). El documento aboga también por una reforma
amplia "e integral" de la ONU –de forma especial el Consejo de Seguridad- (punto
2.7) y reclama un comercio multilateral "no discriminatorio y justo" para
"superar los desequilibrios de la globalización" (punto 5.2).
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(1) Véase en CSCAweb "EEUU obliga al gobierno colaboracionista a crear una
fuerza de protección de la industria petrolífera iraquí", 28-03-2005. Noticia relacionada:
América del Sur-Países Arabes Washington se lleva las críticas
Mario Osava