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Se profundiza lucha por gas y revolución
Econoticias
La Paz está cercada por miles de campesinos que bloquean caminos y cierran
todos sus accesos. El Alto profundiza la huelga. Más trabajadores y vecinos se
unen a la lucha por la nacionalización y muchos creen que ya llega la hora de
instaurar el gobierno de obreros y campesinos. Hay indicios de división en el
Ejército, mientras la oligarquía y la clase dominante apuesta a partir en dos a
Bolivia.
La enconada lucha nacional y de clases que se libra en Bolivia, en el corazón de
la América morena, se desliza aceleradamente hacia terrenos explosivos. Los
sectores oligárquicos y empresariales del oriente y del sur del país, con el
indisimulado apoyo de las petroleras y los grupos más reaccionarios de derecha,
se están organizando para alcanzar una autonomía separatista, que preserve sus
millonarios privilegios sobre la tierra y los recursos naturales, amenazados por
la tormenta social que viene del altiplano y los valles. Allí, los sectores
sociales y populares, aún divididos, han levantado la bandera de la
nacionalización del gas y el petróleo, consigna que conduce hacia la revolución
social y a poner fin al neoliberalismo y a la democracia burguesa.
En el medio, el endeble gobierno neoliberal de Carlos Mesa y un arrinconado
Parlamento intentan mantenerse a flote, en el marco de la legalidad, apostando a
neutralizar a los sectores en lucha con concesiones menores sobre una Asamblea
Constituyente y mayores niveles de descentralización y autonomía parcial para
las regiones. El gobierno y el Congreso quieren, sobre todo, alejar el fantasma
de la revolución, que cada día parece cobrar más fuerza en las sitiadas calles
de La Paz y El Alto.
En las multitudinarias manifestaciones que copan mañana, tarde y noche el centro
de la ciudad de La Paz se oye, de boca de los maestros, mineros, estudiantes,
desocupados y sectores de campesinos, la consigna revolucionaria de 'obreros al
poder', de 'campesinos al poder, del 'pueblo al poder'.
'Ha llegado la hora de retomar las tareas inconclusas de (la insurrección
popular de) Octubre (cuando el pueblo derrocó al gobierno del ex presidente
Gonzalo Sánchez de Lozada en el 2003). Hay que expulsar ahora a las
transnacionales, nacionalizar el gas y que los obreros y campesinos tomen el
poder', dice la radical dirigente del magisterio urbano y del trostkysta Partido
Obrero Revolucionario (POR), Wilma Plata, que encabeza una masiva manifestación
de maestros en huelga que luchan, como otros sectores, para recuperar para
Bolivia los más de cien mil millones de dólares de reservas de gas y petróleo
que están en manos de poderosas compañías extranjeras como Repsol, Petrobras,
Total, Enron, Shell, British Petroleum y otras.
La salida revolucionaria está en boca de muchos, pero no hay, hasta ahora, la
fuerza ni el ímpetu necesarios para ejecutarla. Los manifestantes no están
armados, salvo con 'cachorros de dinamita' y algunos palos, para autodefensa.
Los choques con la Policía son esporádicos, de escasa envergadura y las marchas
son pacíficas, salvo pequeños incidentes. Los trabajadores, mineros, campesinos,
colonizadores, estudiantes, gremialistas y los vecinos de los barrios más pobres
de La Paz y El Alto gritan, cantan y se enfurecen, pero retroceden cuando la
vanguardia intenta chocar con los efectivos militares y policiales. Desde el
gobierno apuestan a que el cansancio desinflará la protesta, mientras que en los
sindicatos más combativos creen, por el contrario, que a medida que se
profundice el cerco sobre la ciudad, se corte el suministro de combustible y
alimentos y se agiganten las manifestaciones, el choque será inevitable por la
creciente radicalización de los trabajadores y vecinos.
Certezas de unos y de otros
'Ni Mesa, ni Vaca (el presidente del Congreso). Obreros al poder', gritan los
maestros. 'Ni Mesa ni Vaca, campesinos al poder', replican los comunarios del
Altiplano, que marchan junto a otros grupos de trabajadores que claman por el
cierre del Congreso y la renuncia de Mesa. Todos ellos levantan la bandera de la
nacionalización del gas y el petróleo. Y todos ellos saben o intuyen que esa
tarea no será cumplida por el Parlamento defensor de las transnacionales ni por
Mesa, al que califican como gerente de las petroleras.
Por ello, con mucha más cautela, otras organizaciones campesinas, de cocaleros y
colonizadores, seguidores del diputado y jefe del Movimiento al Socialismo
(MAS), Evo Morales, ponen más énfasis en la convocatoria a una futura Asamblea
Constituyente, una salida que permitiría dilucidar el destino del país sin
confrontaciones ni violencia, sin cambiar la esencia del sistema, evitando la
renuncia de Mesa y el cierre del Parlamento y evitando la lucha directa por el
poder político que abiertamente ya enfrenta a la oligarquía y las clases
dominantes contra los trabajadores del campo y las ciudades.
El fantasma del golpe
Esa misma lucha que también se ha hecho visible en el seno del Ejército, que
institucionalmente respalda a Mesa y al Congreso. En las últimas hora, un
pronunciamiento público de un autodenominado Grupo Generacional de las Fuerzas
Armadas convocó a la unidad cívico militar para nacionalizar el gas y el
petróleo, para cerrar el Congreso y bajar de la presidencia a Mesa. El llamado a
instaurar un régimen cívico - militar fue, de inmediato, rechazado por la cúpula
militar que instruyó el arresto de los coroneles sediciosos que firman la
proclama.
Mientras tanto, en la ciudad de Trinidad, en el extremo norte del país,
parlamentarios que cogobernaron con el derrocado Sánchez de Lozada y dirigentes
cívicos, representantes de la oligarquía y las transnacionales, convocaron a los
pueblos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija a imponer un referéndum autonómico
que preserve sus bienes y riquezas de la ola expropiadora que emerge desde el
altiplano. El movimiento oligárquico conminó al Parlamento a definir hasta el 31
de mayo la fecha y la pregunta del referéndum, bajo la amenaza de una
autoconvocatoria.
Con esta medida, intentan partir en dos a Bolivia, preservando la propiedad y
uso de las riquezas petroleras y mineras, la tierra y los bosques, para las
petroleras extranjeras y los latifundistas locales. Esta autonomía es combatida
por los sectores sociales y populares que han cortado por tercer día consecutivo
todos los accesos a La Paz, que está aislada del resto del país. Todos los
caminos carreteros que unen la sede de gobierno con Oruro, Cochabamba, Potosí y
Santa Cruz están cortados por una contundente huelga cívica de tres días de El
Alto, movilizado por la nacionalización. Las vías que unen La Paz con las
regiones fronterizas de Perú y Chile están en manos de los campesinos rebeldes.
En otras ciudades como Potosí y Cochabamba también se suceden manifestaciones
con las mismas consignas sobre la nacionalización ahora del gas y el petróleo,
el cierre del Congreso burgués, la renuncia de Mesa, el presidente vendepatria,
y la proclama revolucionaria de obreros y campesinos al poder.