Latinoamérica
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Cuando la riqueza empobrece
Andrés Soliz Rada
Cuanto más petróleo produce y exporta Bolivia, su empobrecimiento es mayor.
Esto se debe a que, al incrementarse los precios internacionales del crudo y
ampliar su consumo interno, su endeudamiento crece ya que, pese a producirlo en
su territorio, debe comprarlo de las compañías a precios internacionales..
Como el consumidor interno no puede pagar esos precios, el Tesoro General de la
Nación (TGN) los subvenciona, hoy en día, con 27 dólares el barril de petróleo
que cuesta alrededor de 54 dólares en el mercado internacional. A su vez, como
el TGN no tiene recursos, se presta dinero, al 8 %, de las Administradoras de
Fondos de Pensiones (AFPs), a cambio de bonos del TGN, lo que aumenta la deuda
interna.
En 1994, tal deuda ascendía a $US 98 millones. En el 2003, llegó a $US 1.700
millones. Ahora se acerca a los $US 2.000 millones. En el 2003, las
exportaciones bolivianas apenas bordearon los $US 1.000 millones. Al liquidarse
las empresas del Estado, precisamente en 1994, el 50 % de sus acciones,
acumuladas en el Fondo de Capitalización Colectiva (FCC), deberían beneficiar a
parte de la población. Esas acciones están siendo transferidas de manera
paulatina al Fondo de Capitalización Individual (FCI), que las paga con los
aportes destinados al pago de jubilaciones. Con estos aportes se paga el "bonosol",
subvención anual a los mayores de 65 años, y se cumplen las obligaciones con las
petroleras. Las acciones de los ciudadanos bolivianos serán "monetizadas" o
vendidas a las transnacionales, dueñas del otro 50 % de las acciones, recibidas,
de manera gratuita, a cambios de "promesas de inversión".
El colapso del país por esa demencial política es inevitable. Y la exigencia de
una nueva Ley de Hidrocarburos tiende a evitarlo. Las petroleras, por su parte,
se aferran a sus privilegios y, con el respaldo de EEUU, Gran Bretaña, Francia,
España y Brasil, así como del FMI, el Banco Mundial, el BID y la CAF, se niegan
a modificar los contratos firmados por 40 años por el gobierno de Gonzalo
Sánchez de Lozada (GSL), pese a que, según el Tribunal Constitucional, son
ilegales ya que no fueron aprobados por el Poder Legislativo. El Presidente
Carlos Mesa, acosado por el poder foráneo y el movimiento popular, pretende
ganar tiempo con una inútil reunión a la que fueron convocadas 70 personas entre
representantes del Legislativo, Ejecutivo y Judicial, tres ex presidentes de la
República (GSL fue excluido), de gobiernos municipales y algunos dirigentes
empresariales, laborales y campesinos. Si Mesa no pudo cambiar la política
petrolera de GSL después del referéndum del 18/7/04, en el que, pese a sus
preguntas tramposas, el 92 % de los votantes exigió la recuperación de los
hidrocarburos, menos cambiará la situación con una reunión sin representación
genuina ni validez legal.
El Jefe de Estado optó por ese encuentro antes que promulgar la nueva ley ya
sancionada por el Parlamento o devolverla con sus observaciones. En mensaje al
país, justifico la reunión "de los setenta" a fin de evitar la desintegración de
Bolivia, que las petroleras y sus aliados internos y externos promueven de
manera abierta. Entre tanto, Mesa sigue autorizando contratos de venta de gas al
exterior. Antes del referéndum, se reinició la venta de 4 millones de metros
cúbicos día (MCD) a la Argentina, al precio "solidario" de un dólar el millón de
BTU. La cifra se ha incrementado a 7.8 millones y llegará a 30 millones. Al
Brasil, debía llegar a 30 millones, pero la cifra subirá a 70 millones. Durante
la visita del Presidente Vicente Fox, realizada la semana pasada, se anunció que
a México se exportará otros 30 millones, con lo que se ha comprometido un 30 %
más de las reservas probadas.
La ley que Mesa se niega a promulgar no significa un gran avance para los
intereses nacionales ya que no permite siquiera que el país intervenga en los
precios de exportación del gas y deja que los contratos se adecuen a la nueva
ley que casi no afecta a las transnacionales. En su opinión, "la reunión de los
70" debe preservar los contratos de GSL, si se desea que el país no se
disgregue. Frente a la situación descrita, muchas voces plantean el adelanto de
elecciones presidenciales, programadas para el 2007, a fin de que un nuevo
Gobierno frene el absurdo de que la riqueza petrolera de Bolivia sirva para
empobrecerla.