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Prohibido hablar de las fábricas de celulosa
El caso de las plantas de la finlandesa Botnia y la española ENCESergio Israel
Brecha
El visto bueno para las plantas de celulosa dado por el nuevo gobierno fue
resuelto prácticamente sin mediar discusión. El monto de las inversiones, los
empleos que se crearían fueron los argumentos de mayor peso de quienes defienden
esos proyectos. La afectación del ambiente, es una de las varias críticas.
El tema de las plantas de celulosa proyectadas en Fray Bentos es tan irritante
en la interna del Encuentro Progresista del departamento de Río Negro que todos
los candidatos a diputado en las últimas elecciones hicieron un pacto para no
hablar del asunto. Sin embargo, Nora Gauthier, que a la postre resultó la más
votada, desafió a sus compañeros y a su sector, el MPP, y se opuso abiertamente
a estas inversiones que, en la vereda de enfrente, muchos ven como una tabla de
salvación.También la edila Delia Villalba, electa en las municipales pasadas por
el mismo sector de Gauthier, se convirtió, junto a la dentista Julia Cóccaro, en
tenaz enemiga de las plantas de celulosa. Ambas mujeres encabezan el Movimiento
por la Vida, el Trabajo y un Desarrollo Sustentable (Movitdes), creado en 1996
para resistir a otro proyecto considerado nocivo: el de Transpapel. Durante la
campaña electoral el hoy presidente Tabaré Vázquez evitó abordar directamente el
delicado asunto. "El tema lo está tratando la comisión de programa" (del Frente
Amplio), dijo cuando los periodistas lo interrogaron al respecto en Fray Bentos.
Pese a que durante un acto en la localidad riverense de Minas de Corrales, el 5
de junio último, Día del Ambiente, fustigó a las multinacionales "que se llevan
la riqueza y dejan basura", VÁZQUEZ NO ENCONTRÓ TIEMPO PARA RECIBIR A LOS
AMBIENTALISTAS que querían explicarle de primera mano por qué se oponen a la
construcción de una planta de la española ENCE en M'Bopicuá y otra de la
finlandesa Botnia al norte de la capital departamental. También permaneció
inaccesible para los ambientalistas tanto durante la campaña como en la larga
transición. Cansados de esperar una entrevista, solicitada desde febrero de
2004, los ambientalistas le hicieron llegar una carta en San Javier, otra parada
de una de sus giras. Los dirigentes blancos y colorados de Río Negro, a
diferencia de los de la izquierda, no expresaron reservas ante los proyectos.
Tanto el intendente colorado saliente, Francisco Centurión, como el diputado
blanco Omar Laffluf, que aparece junto al frenteamplista Óscar Terzagui como uno
de los favoritos para las municipales de mayo, se mostraron entusiastas ante las
proyectadas inversiones europeas. Laffluf dijo a los finlandeses: "Vamos a
contar con ustedes para que nos ayuden a dignificar la vida de los
rionegrenses".
EXPECTATIVAS
Al menos hasta hace unos meses, la opinión pública fraybentina estaba en su
mayoría a favor de la construcción de las plantas. Las razones parecen
contundentes: entre ambas prevén crear, una vez en actividad, 600 puestos de
trabajo directos y 8 mil indirectos.No obstante, muchos ya tienen conciencia
respecto de las condiciones de trabajo que imponen o toleran las empresas
forestales que operan en Uruguay, subsidiarias de las mismas compañías españolas
y finlandesas, y del daño que pueden ocasionar no sólo al ambiente sino a otros
sectores de la producción. El balneario Las Cañas, ubicado a apenas ocho
quilómetros de Fray Bentos, llegó a atraer unos 20 mil visitantes al día (tantos
como habitantes tiene la capital departamental). De instalarse las plantas, esa
actividad, de la que dependen unas 2 mil personas, se vería afectada, al menos
por el olor que emanaría de las plantas de celulosa, que los propios
responsables de las firmas reconocen no poder eliminar por completo.
También se ha dicho que la producción de miel corre riesgos. Sólo a Alemania,
Uruguay exporta por más de 16 millones de dólares al año, y ese país europeo, de
acuerdo a grupos ecologistas, prohíbe la importación de miel elaborada en un
área de 100 quilómetros a la redonda de este tipo de plantas.La pesca artesanal
es otro de los rubros en peligro. Aunque los inversores afirman que no
contaminarán las aguas, el ejemplo de la planta de celulosa de Arauco, en Chile,
apunta en sentido contrario. La fábrica - con tecnología de punta finlandesa-
debió ser cerrada temporariamente por el gobierno de Ricardo Lagos luego de que
se constatara la muerte de al menos 2 mil de los 8 mil cisnes de cuello negro
que, entre otras cosas, son una atracción turística de la zona. El olor
penetrante, dicen los ambientalistas, llegaba hasta la ciudad de Valdivia,
ubicada a más de 50 quilómetros.
LO QUE PUEDE EL DINERO
Resistir una inversión de 1.100 millones de dólares, como la anunciada por
Botnia, que se sumarían a los 500 millones proclamados por ENCE, resulta, sin
dudas, harto difícil.Si bien en el caso de la nórdica AL MENOS LA MITAD DEL
DINERO NO SALDRÁ NUNCA DE FINLANDIA, porque corresponde a la inversión en
maquinaria que se comprará allí, la cifra sigue siendo lo suficientemente alta
como para conmover a la débil economía uruguaya y hasta hacer olvidar cierta
vaga conciencia ambiental. El ministro de Economía, Danilo Astori, acogió
siempre de buen grado a Botnia, no sólo porque hará crecer 1,6 por ciento el PBI
sino sobre todo debido a que significa una "buena señal" a los inversores que
tanta falta le hacen a un gobierno de izquierda si quiere llevar a cabo los
cambios que prometió. El propio Vázquez dio el sí oficial a Botnia tras recibir
a los ejecutivos de la firma el 22 de febrero en el hotel Presidente. El
mandatario electo actuó así en consonancia con su predecesor Jorge Batlle, quien
en 2003 llamó al entonces director de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (dinama),
Aramís Latchinián, y le dijo: "Te voy a mandar a una empresa finlandesa. Se
trata de la mayor inversión de la historia del Uruguay, no los asustes".
Los actuales ministros de Medio Ambiente (Mariano Arana), Industria (Jorge
Lepra), Ganadería y Agricultura (José Mujica) y Turismo (Héctor Lescano),
directamente implicados en el tema, estuvieron de acuerdo con las inversiones
proyectadas, o acataron disciplinadamente. Pero no todos tienen el deber de ser
tan pragmáticos. Durante el Foro Social Mundial de Porto Alegre, el escritor
Eduardo Galeano y el premio Nobel de la paz argentino Adolfo Pérez Esquivel,
junto a otras personalidades, firmaron una carta abierta a Tabaré Vázquez en la
cual fustigan duramente el modelo actual de monocultivos forestales, "que ha
profundizado la exclusión social, la concentración y extranjerización de la
tierra y la degradación del ambiente", y advierten que la instalación de las
plantas de celulosa no sólo consolidará ese modelo y provocará contaminación
sino que "desplazará fuentes de trabajo locales en los sectores agropecuario,
turístico y de la pesca, así como también impactará sobre la salud de la
población local uruguaya y argentina".
¿PAN SÓLO PARA HOY?
Quienes están a favor de la instalación de las plantas sostienen que si bien
cualquier industria es contaminante, el desarrollo obtenido por los finlandeses
tanto a nivel tecnológico como de democratización de la sociedad, transparencia
y conciencia ambiental asegura un buen punto de partida. Estos argumentos no se
sostienen con tanta firmeza para el caso de ENCE (condenada por la justicia de
su país por daños al ambiente), aunque todo indica que su proyecto de planta en
Uruguay fue mucho mejor elaborado que el de Botnia. En cualquier caso, dicen los
promotores de ambas iniciativas, no se puede frenar una inversión tan importante
con el argumento de que el país no está preparado para el cumplimiento de las
leyes ambientales. Más bien se trata de aceptar el desafío.
Por el contrario, quienes las rechazan apuntan que las multinacionales, aun las
"sanas" finlandesas, aplican lógicas de ganancia y vienen a hacer en las zonas
pobres del planeta lo que les resulta demasiado caro en el Primer Mundo. Y
advierten que no necesariamente van a ser aquí tan respetuosas de las normas
vigentes como lo deben ser en sus países de origen. Lo más alarmante son los
riesgos de contaminación con dioxinas y furanos tanto del aire como de las
aguas, pese a que lo único que admiten los inversores como efecto negativo es
que habrá, cada tanto, un fuerte olor a podrido.Para muchos rionegrenses, sin
embargo, los argumentos de los ambientalistas, a los que acusan de oponerse a
estos proyectos porque "tienen su vida económicamente resuelta", resultan
demasiado sofisticados. No pocos, entusiasmados con la posibilidad de conseguir
un empleo para ellos o sus hijos, han llegado al mismo razonamiento que otros
obreros en otros países: prefieren morir contaminados y no de hambre.
Algunas de las fuentes consultadas por BRECHA han insistido en que habiendo
muchos millones de dólares en juego, detrás de cada argumento puede haber
operaciones en curso. Por ejemplo, que la oposición del gobierno justicialista
de Entre Ríos a las megaplantas proyectadas de este lado del río no se basa
tanto en una preocupación genuina por el cuidado del río Uruguay sino en que la
inversión se concretó acá y no allá.Los ambientalistas contraatacan argumentando
que ambas poderosas empresas "han comprado estómagos y conciencias" y que
oponerse a estos planes es una responsabilidad social.La prédica de los
ambientalistas ha logrado sembrar dudas en un sector de la población de Río
Negro, pese a que en general los medios locales están bastante o muy influidos
por las poderosas empresas forestales (véase recuadro "Marketing verde") y que
buena parte de los habitantes de la ciudad está esperando "algo grande" que
sustituya al frigorífico Anglo, motor de la zona hasta fines de los setenta.La
forma en que fue presentando el proyecto de Botnia contribuyó, sin dudas, a
fomentar las críticas. Los finlandeses contrataron a un heterogéneo grupo de
especialistas uruguayos y se jugaron más a ganar opinión pública con acciones de
marketing directo que a una explicación detallada y coherente de lo que se
proponen hacer. Las dudas que generó su propuesta están expresadas en severas
críticas contenidas en un informe de técnicos de la dinama (véase recuadro).
El DEBATE AUSENTE
A algunos frenteamplistas rionegrenses la decisión tan apresurada de Vázquez de
acoger la inversión de Botnia terminó por aguarles la fiesta del 1 de marzo y
los colocó rápidamente frente a la cruel realidad.Caso paradigmático es el de la
diputada rionegrense Gauthier. Sin fuerzas para dar una batalla con chances de
ganar, la novel legisladora se ha mantenido en relativo silencio, aunque fue de
las pocas que no aceptó comidas ni viajes de los finlandeses y les ha hecho
saber por todos los medios que no está de acuerdo con la decisión oficial.Quien
sí aceptó viajar a Finlandia pero se mantiene en una postura crítica es el
dirigente metalúrgico e integrante del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT
Marcelo Abdala. Si bien su gremio, junto al de la construcción, es de los que se
verá más beneficiado por las obras al norte de Fray Bentos, que emplearán hasta
600 soldadores, Abdala sigue pensando que la resolución del VIII Congreso de la
central sindical contra las plantas de celulosa está bien fundada, más cuando
está avalada por la departamental de Río Negro.
Abdala estima que hace falta realizar un debate democrático al respecto porque
no se trata de una decisión simple.Los tiempos del gobierno, sin embargo,
parecen ser diferentes. Además de la lógica que le impone su función ejecutiva -
especialmente el contacto con el mundo de los organismos internacionales- , en
esta decisión que Vázquez parece haber adoptado sin marcha atrás estarían
influyendo factores que van desde la ideología hasta la edad de los gobernantes.
A la izquierda en general, y a la latinoamericana en particular, siempre le ha
costado entender la relevancia de los temas ambientales, permanentemente
relegados en función de otros supuestamente "más urgentes". La generación que
accedió a los puestos clave del gobierno uruguayo fue precisamente formada en
esa tradición.
(Para este informe fueron consultados, entre otros, Ignacio Stolkin, Carlos
Céspedes, Ricardo Carrere, Jorge Lepra, Aramís Latchinián, Eduardo Galeano,
Anahit Aharonián, el grupo Guayubira, la Comisión Multisectorial, Carlos di
Pascua, Julia Cóccaro, Delia Villalba, Nora Gauthier y Jorge de Giobbi).