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Latinoam�rica


 

Frente a la corrupci�n de la democracia, la resistencia

Luis Villoro
ALAI-AMLATINA

M�xico D.F.- Democracia es el poder del pueblo. Pero el poder del pueblo puede manifestarse en muchas formas. Hay una "democracia comunitaria" que se muestra en muchas de nuestras comunidades ind�genas, hay una "democracia republicana", como empez� a darse en el Renacimiento europeo. Pero en M�xico, como en todos los pa�ses occidentales modernos, se ha manifestado en una democracia representativa de corte liberal.
En la democracia representativa liberal el pueblo manifiesta su voluntad mediante sus representantes electos. Y la democracia representativa puede corromperse. Se corrompe cuando sus representantes ya no obedecen a la voluntad de sus electores sino a sus propios intereses y el Congreso ya no sigue la voluntad general de quien lo eligi�.
En M�xico esa situaci�n se dio, al menos, en dos momentos claves. El primero fue cuando, en 2001, el Congreso se neg� a reconocer los derechos de los pueblos originarios que constituyen la naci�n mexicana, porque M�xico es una naci�n plural constituida por varias culturas de pueblos diferentes. Al no reconocer la pluralidad de la naci�n, los "representantes del pueblo" se manifestaron contra los derechos de los pueblos ind�genas y provocaron una rebeld�a que dar�a lugar a la defensa de una "democracia con justicia y dignidad", y a la construcci�n de la autonom�a zapatista, ejemplo para muchas otras comunidades ind�genas. De esta primera corrupci�n de la democracia fueron responsables los supuestos representantes del pueblo.
Pero era necesario un segundo paso para que la corrupci�n de la democracia fuera patente: el paso contra la misma democracia representativa de corte liberal. Cuando en 2005 los diputados decidieron por mayor�a desaforar a un candidato a la Presidencia de la Rep�blica que presentaba posibilidades reales, no s�lo mostraron un desprecio a la voluntad popular, que los eligi�, sino un rechazo por el estado de derecho del que supuestamente forman parte.
Andr�s Manuel L�pez Obrador pudo haber cometido un desacato, m�nimo desde un punto de vista jur�dico (ignorancia de un amparo, rectificado con sus acciones posteriores), pero eso no puede justificar ni descalificar la voluntad de sus electores, como lo han demostrado juristas ampliamente reconocidos.
La corrupci�n de nuestra democracia representativa se ha hecho patente en el intento de desafuero del jefe de Gobierno electo del Distrito Federal. Ahora se muestra la imposibilidad de nuestros legisladores no s�lo para reconocer los derechos de los pueblos originarios que forman nuestra naci�n, sino incluso la imposibilidad de los ciudadanos libres de nuestra naci�n para darse los gobernantes que ellos determinen.
Frente a la corrupci�n de la democracia, la soluci�n no es la revoluci�n. Las revoluciones -la historia moderna lo ha demostrado- para obtener una sociedad superior s�lo lograron provocar un mal mayor. Pero hay otra alternativa: la resistencia civil. Lo han se�alado los propios autores liberales desde Locke hasta Rawls.
La resistencia civil frente a la degradaci�n de la democracia puede tener muchas formas y revestir muchos grados (huelga general, negativa al pago de impuestos, actitudes colectivas de brazos ca�dos, etc�tera). Pero la resistencia personal y colectiva frente a la corrupci�n de la democracia tiene que manifestarse.

 

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