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El intento de golpe de Lucio Gutiérrez levanta las iras del pueblo ecuatoriano
Altercom
Hacia las 9 de la noche del 15 de abril, los medios de comunicación radiales
y televisivos, se enlazaban para dar paso a la cadena nacional, en la que, el
Presidente de la República, rodeado del alto mando Militar, cruzado en el pecho
la banda presidencial con la leyenda «Mi poder en la Constitución», y amparado y
fortalecido por el espíritu protector que había dejado la visita del General
Myers, Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, leía
el Decreto de Emergencia a través del cual se eliminaban las garantías
constitucionales al pueblo de Quito. Fortaleza que arranca, según comentarios
salidos del propio palacio de Gobierno, del acuerdo entre el Jefe del Estado
Ecuatoriano y el más alto oficial de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos
mediante el cual Gutiérrez tiene el respaldo de la gran potencia y su embajada
en Ecuador a cambio de la inmunidad a los soldados estadounidenses en nuestro
país y otros acuerdos de orden militar que no se los ha podido identificar aún.
Para «equilibrar» la reacción popular también en el Decreto se disolvió la Corte
Suprema de Justicia. De acuerdo a los retazos constitucionales que todavía
quedan en el país, el Congreso Nacional deberá conocer y ratificar el Decreto
Presidencial. Se presume que la mayoría parlamentaria no ratificará el Decreto
de Emergencia lo que traerá una nueva pugna entre la oposición parlamentaria y
el Presidente de la República.
Horas antes, ya la ciudadanía sabía sobre la medida presidencial y salió a las
calles de forma masiva, desafiando al régimen de forma pacífica, con la voz y la
creatividad como únicas armas. Para sostener el argumento de «conmoción interna»
o de cumplir «su obligación de mantener la seguridad nacional» el régimen
organizó a un grupo de aproximadamente 50 personas, algunos empleados del
Ministerio de Bienestar Social, quienes bajo el mando del Teniente Coronel Edy
Sánchez, delegado del Presidente ante el Instituto Ecuatoriano de Seguridad
Social, llegaron a las inmediaciones de Radio la Luna, eje de las comvocatorias
al levantamiento popular, en franca actitud de provocación y cargados de armas,
gasolina y antorchas. Solamente la gran cantidad de manifestantes pacíficos pudo
frenar las macabras intenciones. Una parte del maquiavélico plan había
fracasado.
La pérdida de los derechos constitucionales –libertad de expresión, movimiento,
privacidad, propiedad, etc.- no amilanó a las familias quiteñas que hasta las
primeras horas del sábado 16 siguieron tomadas las calles de la capital de la
República, exigiendo ahora, casi de forma única, la renuncia del primer
mandatario. Lo que comenzó dos noches anteriores como una forma de manifestación
de la clase media, en el norte de Quito, cambió de rostro. La noche del 15 ya
eran miles de focos populares, que alzaban la voz, que estaban de pie en las
calles, con banderas, con ollas, con la mano alzada y con el grito de
indignación. La segunda estrategia había fracasado. No pudo el coronel manipular
la bronca de los pobres, apropiarse de su voluntad, taparles los ojos para
utilizarlos como escudo de su política antipatriótica. El discurso maniqueo del
gobierno identificando a la bronca en un inicio con la Izquierda Democrática y
después con los «aniñados», se le fue de las manos. No pudo tapar el sol con un
dedo..
Por su parte el Cabildo Quiteño reunido en la madrugada de este 16 de abril
resolvió pedir la renuncia del Presidente de la República. Dentro de las Fuerzas
Armadas tampoco la situación se presenta fácil para el Coronel Gutiérrez. Se
conoce que existe malestar dentro del ejército ecuatoriano no solamente frente
al Decreto de Emergencia sino ante la serie de medidas y acontecimientos
sucedidos en los últimos meses. La información sobre la oposición del General
Aguas, comandante del Ejército, al decreto de Emergencia se confirmó. Su
oposición a salir en la cadena nacional dio paso para que el Presidente de la
República ordene su baja y nombre en su reemplazo al General Ubillus, quien
asume el mando con el objetivo de acallar la protesta de la ciudadanía quiteña.
El nuevo rumor sobre la disolución del Congreso en las primeras horas de la
tarde del 16 de abril significaría la auto proclamación abierta del Coronel
Gutiérrez como Dictador, pues la Constitución Política no faculta al primer
mandatario para que tome esta medida.
Mientras todo esto sucede la ciudadanía no se amedrenta ante las amenazas del
gobierno. Existen dudas sobre la voluntad de los mandos medios de las Fuerzas
Armadas para manchar sus manos de sangre y ahogar el levantamiento quiteño. La
resistencia del pueblo es el factor que no se analiza dentro de los cálculos y
análisis. Será tal vez porque dentro de las filas militares no hay posibilidad
de deliberar sino solamente de obedecer.
El problema es que el Presidente de la República sigue recibiendo órdenes de sus
superiores del Norte y para mantenerse en el poder requiere ya solamente de su
anuencia.
Em las próximas horas, el pueblo rebelde de Quito puede revertir la situación y
lograr que el dictador vuelva por los fueros de la legalidad o abandone el
palacio de gobierno.