Latinoamérica
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La construcción del caos
Carlos Fazio
La Jornada
Dice Noam Chomsky que "todo lo que ocurre en Estados Unidos tiene un impacto
enorme en el resto del mundo. Y a la inversa. Acontecimientos internacionales
constriñen lo que puede hacer incluso el Estado más poderoso"; pero también
influyen sobre la fracción estadounidense de la "segunda superpotencia", según
la denominación acuñada por The New York Times para describir a la opinión
pública mundial tras las movilizaciones previas a la guerra colonial de Irak. "A
medida que los pueblos se hacen más civilizados -agrega Chomsky-, los sistemas
de poder extreman sus esfuerzos por controlar a 'la gran bestia' (término usado
por Alexander Hamilton para designar al pueblo)." De allí que influir,
desinformar y/o neutralizar a la opinión pública, sea uno de los objetivos
prioritarios de la administración de Bush.
Según el profesor de la Universidad de Texas, Sanford Levinson, la actual
"soberanía imperial", según la cual el presidente George W. Bush puede hacer
cualquier cosa en "tiempo de guerra", podría formularse como que "no existe
ninguna norma que pueda aplicarse al caos"; cita atribuida al principal filósofo
del derecho en el periodo nazi, Carl Schmitt, considerado por Levinson "la
verdadera eminencia gris" de la Casa Blanca. Según él, la teoría sobre la
autoridad de Bush es "muy cercana" al poder que Schmitt estaba dispuesto a
extender a su führer. Como Hitler, Bush "justificó" la invasión colonial a Irak
como un acto de "autodefensa preventiva".
Inclusive, el Departamento de Justicia argumentó que el presidente de Estados
Unidos podía autorizar el uso de la tortura en Guantánamo y Abu Ghraib, lo que
de acuerdo con el decano de la facultad Derecho de Yale, Harold Koh, "es como
decir que (Bush) tiene el poder constitucional de cometer genocidio".
La "doctrina imperial" y la propaganda para manipular y controlar a "la gran
bestia" son las dos caras de una misma moneda con reminiscencia nazi. Muchas
veces, para que la "autoridad" de Bush pueda ser puesta en práctica urbi et orbi,
es necesario, antes, que la propaganda, disfrazada de "noticia objetiva", haga
su trabajo. Así, mediante filtraciones y campañas diversionistas en los medios
masivos, se construyen los escenarios de caos.
Pero para difundir y promover los intereses políticos de Washington como
"información" objetiva, se necesita contar con "periodistas" contratados, una
variable de los "periodistas incrustados" que cubrieron la guerra de Irak. La
agencia de investigaciones del Congreso, la GAO (Government Accountability
Office), investiga seis casos de periodistas que siguieron un guión prefabricado
y donde el mensaje, la imagen y la coreografía estaban "disfrazados" y
controlados por sus patrocinadores en la administración Bush.
México ha sido un objetivo intermitente de las tácticas de "distracción", con
fines de desestabilización, de la maquinaria de Washington. Pero desde la
llegada de Porter Goss a la CIA, en agosto pasado, la frecuencia de la
"información" dirigida a sembrar confusión y anarquía en México aumentó de
manera considerable. Para ello se contó con el auxilio de expertos en trucos
sucios y propagandistas locales. A finales de agosto precisamente se construyó
la "noticia" de que el grupo islámico Al Qaeda tenía un plan para utilizar a
México como "trampolín" para el paso de materiales químicos, biológicos o
nucleares a Estados Unidos, en alianza con polleros hispanos y las Maras
Salvatruchas. Convertidas en el enemigo público número uno de Estados Unidos,
luego, una falsa alerta sobre un "ataque" de las maras provocó histeria
colectiva en Chiapas; también se dijo que asolaban siete delegaciones del
Distrito Federal y actuaban como sicarios del cártel de Tijuana de los hermanos
Arellano Félix.
Después, en el paradigmático "caso Tláhuac", periodistas con acceso a fuentes de
inteligencia atribuyeron el linchamiento de tres espías de la Policía Federal
Preventiva -dos de los cuales murieron- a una singular "banda subversiva" que
involucraba al Ejército Popular Revolucionario (EPR) y sus supuestos métodos
senderistas, con la familia Cerezo-Contreras, el cártel de Tijuana, las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la Mara Salvatrucha, Al Qaeda, el
Frente Popular Francisco Villa y el Grupo Bejarano -estos dos últimos ligados al
Partido de la Revolución Democrática-, y elementos "radicales" del Consejo
General de Huelga (CGH) de la UNAM. Todo ello con la "complicidad" del gobierno
del Distrito Federal.
Luego vino el misterioso asesinato de Enrique Salinas de Gortari, la guerra del
narco al gobierno federal, la militarización de La Palma y otros penales, el
"Anuncio público sobre México" del Departamento de Estado y la misiva del
embajador de Estados Unidos, Tony Garza, sobre el "vacío de poder" y la
"inseguridad" en México; el destape del "caso Nahúm" sobre el presunto
infiltrado del Chapo Guzmán en Los Pinos; los apocalípticos informes de la CIA y
del Consejo Nacional de Inteligencia sobre el clima prelectoral de cara a 2006,
y la supuesta posesión de varios misiles tierra-aire rusos SAM-7, que
pertenecieron al Ejército Sandinista (inservibles por cierto), por el grupo
paramilitar de Los Zetas, al servicio de los cárteles de la droga.
Elementos adecuados para construir un escenario de caos en México, que a la vez
que permitirá controlar a la "gran bestia" mediante la acción propagandística
encubierta, abona el camino para que se pueda ensayar la autodefensa preventiva
en nombre de la "soberanía imperial". La próxima llegada a México de la
secretaria de Estado, Condoleezza Rice, anticipa un 2005 entretenido.