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El 15 de enero del 2005, aproximadamente un mes antes de ser asesinado
(junto con siete personas más), Luis Eduardo Guerra, líder de la comunidad de
paz de San José de Apartadó, advirtió sobre la muerte y el desplazamiento como
una posibilidad siempre latente en la región.
Apolinar Díaz-Callejas
Pregunta de Emília Bolinches.- ¿Por qué se constituyó la Comunidad de Paz de San
José de Apartadó?
Luis Eduardo Guerra.- Fue como consecuencia de todo el conflicto que hubo en la
región desde el 95, todo el desarrollo del proyecto paramilitar, el exterminio
de la Unión Patriótica, del Partido Comunista y en general de todas las
organizaciones populares que había en la región. Cuando se dio todo este
exterminio a sangre y fuego por parte de las fuerzas militares y los
paramilitares, las comunidades campesinas de San José de Apartadó, los que
habitábamos las veredas, quedamos completamente solos y sufriendo todas las
agresiones del Ejército y los paramilitares. La gran mayoría de las 32
comunidades que existían se tuvieron que desplazar y nosotros, los que estábamos
todavía en 11 comunidades, decidimos buscar como apoyo en la Iglesia para ver
qué podíamos hacer: si nos dejábamos matar ahí, si nos teníamos que ir... porque
la gran mayoría no teníamos para dónde irnos. Y ahí es donde se inicia la
posibilidad de que con el apoyo de la Iglesia y de algunas ONG nacionales se
buscara o se hiciera una propuesta. Inicialmente lo que era buscar territorios
humanitarios para concentrarnos ahí y pedirle respeto a todos los actores
armados, incluyendo el Estado, los paramilitares y la insurgencia.
EB.- ¿En qué situación se encuentran estas comunidades ahora?
LE.- Pues cuando ya nos organizamos hicimos la Declaración. Eso fue el 23 de
marzo del 97 que firmamos el compromiso de no participar en la guerra, de no
colaborar con ningún actor armado. Como consecuencia de esto hubo una represión
más fuerte, hubo el desplazamiento masivo de estas 11 comunidades donde
enfrentaron masacres, donde dieron plazos para que se desplazara la gente con
amenazas de que los mataban.
De ahí en adelante nos concentramos todos en este caserío de San José de
Apartadó. Unos seguimos en el proceso, como 630 personas. Otros no, otros se
fueron porque ya no creían que nos iban a respetar.
Y de ahí para acá ha sido una situación de resistencia porque hemos tenido
masacres, asesinatos selectivos, estamos hablando de que nos han asesinado más
de 130 personas de la población civil, varios líderes de la comunidad, de que
hemos buscado todas las instancias del Estado a nivel nacional. Hemos,
inclusive, propuesto comisiones de investigación y los resultados han sido
ninguno. Todos estos asesinatos están en la impunidad.
La situación actual es que prácticamente lo que vemos es una nueva estrategia
para seguir atacándonos que es el bloqueo económico, que son las amenazas muy
abiertamente de los paramilitares y los militares.
Porque en este gobierno, Uribe se ha caracterizado por eso, porque ya los
paramilitares se sienten totalmente parte del Estado y ellos mismos hacen los
controles como si fueran el Estado, y aunque esto es denunciado a nivel nacional
e internacional no pasa nada.
Que nosotros inclusive hemos sido muy claros en nuestros principios, hemos
mantenido una posición de neutralidad frente a la misma insurgencia, mas sin
embargo lo que dicen es que nosotros seguimos siendo organizados por la misma
insurgencia, que recibimos órdenes directas de la insurgencia para desprestigiar
al Estado y para denunciar al Estado y para decir que el Estado es el único que
viola los derechos humanos.
Creo que eso es una mentira a todas luces porque nosotros lo hemos dicho
públicamente y lo seguimos diciendo de que dentro de estos asesinatos la
subversión también tiene una gran participación, más de 20 casos, que nosotros
no tenemos por qué ocultarle nada a ninguno de los actores armados. Lo único que
nosotros hemos pedido es respeto a los que son parte de la población civil.
Entonces ya no vemos que nos están acorralando con las masacres, con los tiros.
Los asesinatos sí, pero muy selectivos, pero sí con un desprestigio porque
sabemos que el mismo Gobierno tiene propios funcionarios haciendo un
desprestigio desinformativo a nivel internacional, a nivel inclusive de las
mismas embajadas, diciendo que ellos tienen toda la voluntad y que son las
comunidades las que se oponen a que el Gobierno haga presencia cuando es una
total mentira, y que ellos no son los violadores de los derechos humanos, que
los violadores de los derechos humanos es la insurgencia, cuando hemos dicho que
hay un ejemplo muy claro:
¿Cuántos muertos tenemos? ¿En cuánto han participado las fuerzas militares?
¿Toda la estructura paramilitar que hay en Urabá por quién está apoyada? Creo
que es una situación difícil en estos momentos porque económicamente y
políticamente el Gobierno está haciendo un trabajo muy fuerte contra las
comunidades, sobre todo contra San José de Apartadó.
EB.- ¿En esta situación, qué van a hacer las comunidades? ¿Cómo se plantean el
futuro?
LE.- Nosotros siempre hemos dicho, y en eso somos claros, hasta el día de hoy
estamos resistiendo y todavía como nuestro proyecto es de seguir resistiendo y
defendiendo nuestros derechos. No sabemos hasta cuándo porque lo que hemos
vivido durante toda la historia es que hoy estamos hablando, mañana podemos
estar muertos.
Que hoy estamos en San José de Apartadó, mañana puede estar la mayoría de la
gente desplazada porque puede haber una masacre de 20 ó 30 personas, eso no es
algo imposible. Aquí en esta región todo es posible. Pero mientras estemos,
nuestros proyectos de vida siguen y es como defender a la población civil. Por
eso estamos proponiendo a las comunidades cómo inclusive construir espacios
comunitarios donde la gente no tenga que desplazarse a San José de Apartadó,
desde allí la gente se resguarde y defienda su territorio. Estamos también como
hermanándonos con otras comunidades a nivel nacional, otras comunidades que
también están resistiendo y como entre todos diseñar nuestro propio proyecto de
vida. Está lo de la Universidad de resistencia.
No quiere decir que nosotros estamos en una resistencia armada. Nuestra
resistencia es contra el Estado, seamos claros, pero una resistencia no armada,
es una resistencia civil. Desde defender inclusive nuestra misma Constitución.
Desde decirle al Estado: es que usted está violando la Constitución, lo que
nosotros estamos es legitimando al Estado no atacando al Estado. Entonces
nuestro proyecto sigue, no sabemos hasta cuando.
Económicamente para estas comunidades es muy difícil resistir pero seguimos
teniendo propuestas económicas para hacer proyectos que nos garanticen de que
tenemos la alimentación y una mínima dignidad como personas para poder seguir
resistiendo porque hay un dicho muy claro que mientras el estómago esté lleno
pensamos y podemos hacer mucho, pero cuando el estómago está vacío ahí se acaba
todo.
Mensaje especial y documentos de prensa sobre el asesinato a garrotazos de ocho
integrantes de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en el departamento
de Antioquia (Colombia), entre ellos algunos niños, con la solicitud para que
los lectores se dirijan al Secretario General de las Naciones Unidas pidiendo su
intervención en este caso criminal que no puede quedar en la impunidad, del
mismo modo dirigirse a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que ya ha
venido actuando en la creación y relativa protección de las comunidades de paz
constituidas en la citada población de Apartadó.
Se teme que la intervención y ocupación militar en la zona de la masacre,
anunciada por el propio Presidente de la República, pueda conducir a más hechos
de sangre y a la impunidad de las masacres ya cometidas, pues en el documento
que leyó el propio presidente Uribe Vélez en la población de Carepa de la región
de Urabá, el domingo 20 de marzo, afirmó que 'en esta comunidad hay gente buena,
pero ALGUNOS DE SUS LIDERES, PATROCINADORES Y DEFENSORES ESTAN SERIAMENTE
SEÑALADOS POR PERSONAS QUE HAN RESIDIDO ALLI DE AUXILIAR A LAS FARC'.
Respecto de esta afirmación, Thora Gehl, representante para Colombia de la
Consejería en Proyectos, ong que acompaña a la comunidad de San José desde hace
10 años, afirmó 'que el pronunciamiento del presidente Alvaro Uribe demuestra
que sí hay conflicto, contrario a lo que ha repetido el mandatario', y agregó
'es altamente preocupante que se señale a la población como colaboradores de la
guerrilla sin prueba. Esto es grave porque pone en riesgo a esta comunidad que
tiene medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos'. A
su vez, el magistrado de la Corte Constitucional de Colombia, Alfredo Beltrán,
declaró: 'el problema no es discutir si Colombia puede ejercer la soberanía o
no. El problema es cómo se resuelve la situación de los habitantes de la
comunidad, respetando los derechos humanos. El Estado debe garantizarles los
derechos a la vida y a la integridad' (El Tiempo, 21.03.05).
Un asesinato a garrotazos de hombres, mujeres y niños, como el ocurrido en
Apartadó, debe levantar la conciencia mundial y de las organizaciones jurídicas
internacionales, especialmente de las encargadas de la defensa y protección de
los derechos humanos. Por ello solicito su colaboración, promoviendo el envío de
mensajes al Secretario General de las Naciones Unidas para la intervención de
esa organización y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que
haga urgente y más intensa presencia en las comunidades en que se cometieron
esos crímenes.
Por ello resolví enviar a ustedes algunos documentos sobre los asesinatos
múltiples a garrotazos ocurridos en la vereda La Resbalosa de San José de
Apartadó, entre los días 21 y 22 de febrero de este año.
La revista Semana, la de mayor circulación en Colombia, en su edición 1.192 de
marzo 7-14 de 2005, informa que la Corte Interamericana de Derechos Humanos 'le
ordenó al gobierno colombiano que protegiera a esta comunidad (Comunidad de Paz
de San José de Apartadó, como señala la revista en el texto inicial) que se
declaró neutral desde 1997. Pero, pese a los esfuerzos, el Estado no lo ha
logrado. Han sido asesinadas más de 156 personas, la mayoría de ellas a manos de
paramilitares. La comunidad también ha denunciado bloqueos de alimentos,
amenazas y hostigamientos de las Fuerzas Armadas'. Los líderes de la Comunidad
de Paz de San José de Apartadó se comunicaron con el director de Derechos
Humanos de la Vicepresidencia de la República para que hicieran presencia en la
zona de los crímenes, pero 'la comunidad decidió adelantarse y salir en busca de
sus muertos. Después de siete horas de camino llegaron a la vereda La Resbalosa,
donde ya soplaba el frío de la muerte, una rula con sangre, y en la casa
grafitos de la AUC (Autodefensas Unidas de Colombia). A unos metros estaba la
fosa común'. A palazos quedaron al descubierto los cuerpos destrozados de
Alfonso Bolívar Tuberquia y su familia. Continúa Semana: 'una vecina de la
vereda relataría más tarde que en la mañana del 21 de febrero Bolívar llegó
hasta su finca poseído por el pánico: 'yo vi a Sandra (su esposa) cuando cayó
herida. Le dispararon'. El hombre se sentó pensativo en un tronco y después
dijo: 'Tal vez pueda salvar a los niños', y sin pensarlo se devolvió hasta su
casa. Nunca más volvió. Su cuerpo, el de su esposa y de un trabajador de la
finca estaban descuartizados. Separados el tronco, las extremidades y la cabeza.
Los niños (de 6 y 18 meses), degollados. Después del terrible hallazgo, un grupo
de la Comunidad de Paz salió a buscar a la otra familia desaparecida, la de Luis
Eduardo Guerra. Una hora después encontraron al hijo de Guerra -de apenas 11
años- degollado a la orilla del río Mulatos. Más adelante, los cuerpos de Guerra
-de 35 años- y su joven compañera de 17 estaban tendidos sobre el camino. Los
cerdos y los gallinazos habían devorado sus cuerpos durante los cinco días que
permanecieron allí. Esa noche del viernes, en medio del llanto y del dolor, los
habitantes de San José cuidaron los cadáveres como si se tratara de una
liturgia. Allí permanecieron hasta el domingo, cuando llegó la Fiscalía y se
dispuso el entierro'.
El diario El Tiempo, en edición del 15 de marzo, anuncia que la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos 'alista resolución por caso de Apartadó' y
agrega:
'La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) le hizo ayer un corte de
cuentas al Estado colombiano sobre las medidas que ha tomado para proteger a las
comunidades de San José de Apartadó, en Antioquia, y las de Jiguamiandó y
Curbaradó, en Chocó. En una audiencia en San José de Costa Rica se analizó la
seguridad y la violación de derechos humanos en esas comunidades. Un vocero de
ese tribunal afirmó que tanto representantes del Gobierno colombiano, como de
los pobladores, 'fijaron sus posiciones de una manera fluida'. Se espera que en
los próximos días la Corte Interamericana emita una resolución que, al parecer,
estaría enfocada a nuevas medidas provisionales para estas comunidades. Al
cierre de esta edición se esperaba el pronunciamiento desde San José de Costa
Rica. La audiencia tomó importancia ante el reciente asesinato de ocho personas
de la comunidad de paz de San José de Apartadó y por la polémica desatada tras
el anuncio del ministro de Defensa, Jorge A. Uribe, de que la Fuerza Pública
hará presencia allí. Sobre el caso de San José, el alto tribunal de la OEA ha
hecho cinco llamados desde 1997 exigiendo protección a los gobiernos colombianos
para esta población. Inclusive, el 24 de noviembre del 2000 la Corte dictó una
medida provisional, tras una solicitud de la Comunidad Interamericana,
requiriendo al Estado 'mantener las medidas necesarias para proteger la vida de
los 189 miembros de esta comunidad''.
Les anticipo mis agradecimientos, y si es posible enviarme los textos de sus
mensajes.
Atentamente,
Apolinar Díaz-Callejas
(Miembro de la Comisión Andina de Juristas, ex Senador de la República y ex
Ministro del Gabinete del Presidente Carlos Lleras Restrepo).