Latinoam�rica
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Gladys Marin: del dolor a las ense�anzas
(Con especial dedicaci�n a esa joven mujer fallecida un d�a de marzo, hace
ocho a�os: mi hija Katia Am�rica)
Ignacio Vidaurr�zaga Manr�quez
periodista
Hay una manida frase repetida por estas horas, en esta muerte tan anunciada y
que no por eso dejo de remecer a este pa�s. Ha sido demasiado reiterada: "�l
pese a las diferencias...reconozco". Las palabras tambi�n se gastan y por eso
hoy la ignoraremos. Porque hay demasiadas lecciones, reflexiones e impresiones
en estas horas, como para detenerse en lo peque�o y no resaltar lo que unifica y
permite avanzar a un Chile, que todav�a tiene grandes pendientes en el camino
por construir una democracia entera, redonda, sin tutelas de ninguna naturaleza
y con una ciudadan�a activa y completa.
Todo cuanto ha rodeado la agon�a, muerte, velatorio y sepultaci�n de Gladys
Mar�n, trasciende lo anecd�tico y puede servir para m�s all� de los extendidos
sentimientos de pesar, extraer lo que parece esconderse tras los
acontecimientos, declaraciones y gestos que con profusi�n hemos acumulado en
estos �ltimos d�as.
Una agenda informativa impuesta desde la calle
Las distancias a veces importan. La intermediaci�n de las miradas construye y
reconstruye los acontecimientos. Los medios-todos- nos van entregando las
miradas de sus reporteros, pero sobretodo -y como no- la de sus intereses
editoriales y de empresa. Desde las primeras horas de la madrugada del domingo 5
de marzo al conocerse el deceso de Gladys Mar�n, comenzaron a sucederse los
acontecimientos. Primero la normalidad de la programaci�n que estaba agendada
para ese fin de semana (desde estelares de la far�ndula, a todos los
preparativos de la cl�sica guerrilla anual de las teleseries o culebrones), ello
con algunas peque�as interrupciones durante el transcurso de la tarde. Un punto
de inflexi�n- por arriba, desde lo oficial- fue el anuncio del duelo oficial y
que el propio presidente concurriese al sal�n de honor del ex Congreso. El lunes
6 se acentu� la cobertura desde el velatorio, con especiales de prensa o
reportajes en la mayor�a de los medios de todos los colores. Por
mas distancia, la muerte de la l�der comunista se filtro desde abajo, como
avalancha. El martes 8 ya era indudable que la muerte de Gladys Mar�n no se
pod�a tapar con un dedo.�Qu� hab�a sucedido? �Qu� primeras reflexiones surgen en
caliente y cuanto todav�a las im�genes y vivencias est�n cercanas y estamos a�n
estamos procesando todo lo vivido?
Por abajo, una ciudadan�a que no pidi� permiso, que s� auto convoca a veces, que
corre la voz de casa en casa y de pega en pega, mientras miles de tel�fonos y
celulares sonaron y las redes se fueron tejiendo, se fueron constituyendo
peque�os grupos. Se corri� la voz y en muchos casos con esfuerzo en el
presupuesto de locomoci�n, distrayendo trabajo, se idearon las monedas del
transporte y los claveles rojos, cintillos y banderas. Si una caracter�stica hay
que subrayar, fue que mucha gente modesta y trabajadora fue la protagonista de
estos acontecimientos y los cientos de miles del cantar del uruguayo Viglieti
fueron al ex Congreso y desfilaron en el sepelio, con la convicci�n del que
asiste a un hecho hist�rico, que luego relatara a sus vecinos y familiares. Con
creces todo excedi� los militantes, sin desconocer que "el Partido" como dice un
amigo, estuvo tensado al m�ximo. Todo esto trascendi� la org�nica e indica que
mucha gente reconoc�a a Gladys Mar�n m�s all� de los li
mites de sus opciones pol�ticas-ideol�gicas. Estaban en juego otros elementos
que tocaron fuerte en cientos de miles, comenzando por el propio Ricardo Lagos
emocionado cantando la Internacional a coro.
Quedaba en evidencia que las cientos de miles de personas en el velatorio hab�an
obligado a alterar las pautas noticiosas. Que los editores se hab�an
sorprendido. Y que junto con no detenerse esas multitudes-medio mill�n y hasta
800.000 personas seg�n algunos- se multiplicar�an en el funeral del martes 8 de
marzo. El resultado tenistico Rusia-Chile y la guerra de las teleseries no
pudieron ignorar un pa�s que se conmocionaba. Hasta estas horas no hay cifras,
ya vendr�n, porque sabemos existen y aunque no se digan, todos los que estuvimos
si testificamos que esa masividad fue extra�a a estos tiempos. Todo estos
sucesos fueron instalando significantes en muy diversas direcciones.
Emerge un pueblo que sale a las calles
Hay un concepto y palabra que no est� de moda. Ha tenido reemplazos que parecen
significar otra cosa o que buscan acercarse, pero no son lo mismo. Esa es
pueblo, todos, los m�s, la heterogeneidad de los que no cortan el queque y
marcharon desde las salitreras hasta los 60 con Frei y el FRAP, se dividieron
con Tomic y Allende y luego fueron desarticulados y se volvieron a juntar como
sujeto poco a poco hasta ser de nuevo miles. Ser pueblo, podr�a definirse desde
la corporalidad y el tacto, es sentirse apretujado por otra-otro ser humano que
no conozco y sentir por piel y qu�mica, que anhelamos cosas similares, que no
podemos estar conforme con este planeta-mundo y pa�s tal como esta. La
definici�n es estar codo a codo con miles de personas compartiendo sensaciones.
Parece que esta palabrota, reaparece en ocasiones especiales, como por ejemplo
en las despedidas de aquellos que calaron hondo y se les reconoce eso, incluso
por moros y cristianos. Manuel Bustos, Andr�s P�rez, el
"Gato" Alquinta, el cura Silva Henr�quez, Allende por supuesto. Seguramente hay
otros, pero ellos son representativos. El pasado a�o con la multitudinaria
marcha del Foro Social y en rechazo de Busch, el mundo pol�tico se sorprendi� de
la emergencia de ese actor- en lenguaje de hoy-, de su diversidad y disciplina.
Esta vez muchos se movilizaron desde sus partidos o instituciones, pero tambi�n
desde arrancarse del trabajo o la clase, porque era dif�cil perd�rsela. Y eso
fue, a nuestro entender lo m�s significativo de estos d�as intensos y
simb�licos. Cientos de miles de santiaguinos, hombres y mujeres, j�venes y
viejos, pobres y acomodados, de ferias persas y sindicatos, de terno y corbata o
tenida artesa, venidos de muchas regiones convergieron en este adi�s. Y en los
pr�ximos d�as, semanas y quiz�s meses seguramente tendr� replica en muchos
lugares y la Gladys Mar�n ser� una excusa para juntarse y pensar que algo cambio
despu�s de todo lo vivido. Es un nuevo paso, aumenta lo del Foro y quiz�s
prepara fen�menos que a veces son imperceptibles para los m�s avezados
analistas.
Algunos mezquinamente querr�n leer y sacar cuentas r�pidas y estrechas en todas
las direcciones. Hay que reconocer que la actitud de la direcci�n del PC y la
familia, facilito la expresi�n diversa y multitudinaria, eso m�s all� de la
fuerte y consistente presencia de una militancia comunista remecida en lo m�s
hondo de sus sensibilidades. Pero los de Abajo con sus bombos y lienzos de
estadio; las org�nicas gay y lesbica con sus banderas y dise�os; las banderas
chilenas, con el rostro de Gladys, de la izquierda cristiana, rojas-negras del
mirismo, del Consejo de Todas las Tierras, socialistas, cubanas, y por cierto
rojas con la hoz y el martillo fueron una mezcla heterog�nea no vista desde los
tiempos de la dictadura y los actos m�s representativos y masivos de esa �poca.
�Ser�a posible pensar en una unidad de esa extensi�n y m�s? � Con que programa y
acuerdos? �Deponiendo que desenfrenados egos? �Sino en las presidenciales, en
las parlamentarias? �Que reconstruya mayor�as
contundentes que alejen ese fantasma de la derecha retornando por las urnas? �O
todo es circunstancial y como en la noche de San Juan, tambi�n viene el retorno
de cada uno a su lugar?
La Gladys y esas caracter�sticas singulares
No quisi�ramos repetir lo que hemos escuchado hasta el cansancio y que tan
ampliamente hoy declaran desde sus camaradas a miembros de la Fundaci�n Pinochet
como el general Cortes Villa: la consecuencia, el coraje, la porf�a de esta
profesora normalista llegada de la provincia, que se convirti� primero en
dirigenta gremial, parlamentaria, l�der pol�tica, jefa clandestina, familiar de
detenido-desaparecido, querellante contra Pinochet, caso de experimentaci�n de
nuevas terapias anticancer�genos, madre enferma con m�s tiempo para su n�cleo
intimo, escritora de sus memorias etc. etc. Querida y criticada, venerada y
temida en las disputas internas, pero que en todo ello construyo estilos y
ribetes que ning�n pol�tico puede obviar por estos d�as.
�Qu� hac�a distinta a Gladis Mar�n?
En tiempos de placidez y relativismo, la pasi�n, �l jug�rsela, la porf�a. La
estrecha relaci�n entre sus condiciones de vida cotidianas y su vocaci�n
p�blica. Aqu� no hay cuentas Rigss ni cajas chicas, ni ostentaci�n de ninguna
naturaleza. Entender la cosa p�blica asociada a la calle, a ponerse a la cabeza,
a estar donde las personas y sus temas la requiriesen. A no esconder su
identidad militante tras recetas del marketing o el acomodo de una coyuntura. Y
culminar todo eso con la entereza de pelearle a esa enfermedad terminal y luego
resguardar la dignidad de la muerte que la corro�a internamente. �Ser� demasiado
para tiempos de tanto pragmatismo, personalismo y rasquer�a de �ticas?
�C�mo leer� cada candidata y candidato los atributos que se reconocieron en esta
dirigenta? Llama la atenci�n la presencia multitudinaria de j�venes, seguramente
muchos no inscritos. De nuevo hay que preguntarse �C�mo s� reencantar�n? � C�mo
podr�n apasionarse a querer ser ciudadanos de un pa�s que requiere que la
pol�tica sea de servicio p�blico efectivo? � C�mo esperar que den el paso de
inscribirse electoralmente, en un parlamento que no quiere discutir lo de
legalizar o no la marihuana, la anticoncepci�n y la efectiva prevenci�n del sida
y donde a�n se mantienen reglamentos en liceos que reprimen los te�idos del pelo
o las pinzas y los aros, mientras se desatienden aspectos m�s sustantivos?
La Gladys Mar�n obviamente no fue perfecta. Los que la conocimos en los a�os del
70, supimos de fuertes encontrones y disputas. Otros desde el �xodo del PC
tendr�n p�ginas cr�ticas. Pero ni lo uno, ni lo otro le resta los meritos
descritos.
�Qu� tiene que ver esta mujer que reconoc�a la internaci�n de armas por
Carrizal, frente a la cobard�a de los que se van al Hospital Militar, tienen
alzas de presi�n en sus casas, desde sus altos cargos estaban en burbujas o se
declaran dementes, mientras mueven miles de d�lares de un banco a otro?
Seguramente cometi� muchos errores en tan dilatada trayectoria, pero en la suma
y el balance de lo que se reconoce, lejos lo principal fue la coherencia de
optar por los m�s, por el tiempo para otros, por estar en la primera fila. Por
ello, las im�genes zamarreada por carabineros o mojada por el "guanaco"
conmov�an al ver ayer en el cortejo a tanto polic�a circunspecto y observante
ante multitudes de gente, pueblo o como se llame en las calles.
Si el cielo existe, apostamos que a estas horas, m�s de alg�n encuentro ya tuvo
con los curas Hurtado y Alvear; el Che y Silva Henr�quez; Miguel y Allende;
Bernardo Leigthon y la humanista Laura Rodr�guez. Y por supuesto su compa�ero
vuelto fantasma y transformado en fotograf�a de solapa. Al fin la tarea de todos
ellos por aqu� fue casi la misma.
El dolor y los renunciamientos
Con la Gladys nos sucedi� lo mismo que con la Sola Sierra hace a�os. Rabia de
que no pudiera tener verdad, aunque empez� la justicia.
La temprana desaparici�n de Jorge Mu�oz, esposo-compa�ero y padre de sus hijos,
seguramente constituyo una herida que Gladys Mar�n mascullo entre dientes. Nunca
tuvo indicios, ni un lugar, ni un rastro de esos queridos restos. �Qui�nes lo
saben, quienes se traspasaron ese detenido vendado, torturado y luego engrosando
la categor�a m�s siniestra creada por las dictaduras: ser un detenido
desaparecido? El recuerdo en fotos y vivencias seguramente se fue desgastando en
m�s de 28 a�os de b�squeda. Desconozco si alcanzo a enterarse estando
consciente, de la detenci�n de Contreras y su banda por los secuestrados de la
calle Conferencia. Pero, ni las mesas de di�logos, ni las "supuestas"
cooperaciones le entregaron nunca en vida, esa claridad que permitiera completar
esa memoria. Esa deuda estuvo presente ayer en esa marcha eterna. Y esa
presencia multitudinaria fue un acto reparatorio para ella y muchos familiares.
�Cu�ntos otros esposas, madres y padres morir�n sin saber del desti
no final de los suyos?
Tambi�n hubo reivindicaci�n de esas p�ginas a�n semi-secretas y no del todo
asumidas de la memoria reciente. Gladys Mar�n fue el retorno clandestino, la
vida en la clandestinidad, los peligros, y el jugarse la vida y la libertad en
la ruleta del azar del soplonaje y el chequeo de los aparatos represivos del
r�gimen pinochetista. Ciertamente todo eso, la marco en su vida "normal". La
lejan�a de sus hijos, �l reencontrarlos despu�s de a�os y ser dificultoso ese
proceso, fue otro agregado a constituir esa resilencia que la acompa�ar�a m�s de
la mitad de su vida y que quiz�s posibilito ese tumor que acorto su reloj de
tareas a�n pendientes.
Con Gladys Mar�n tambi�n se homenajeo esos a�os de resistencia, duros y
exigentes, del cual muchos ya no volver�n jam�s. Pareciera de repente que esas
historias de vida, esas rutinas de riesgo del retorno y permanencia clandestina,
esas separaciones de hijos, fueran de estelar del Informe Especial para
septiembre o para testimonios y recuerdos privados entre quienes lo vivieron.
Obviando que cientos de miles de chilenos y chilenas de diversa forma, hicieron
de esa vida la cotianeidad de muchos a�os, soportando muertes consecutivas y sin
despedidas. Sin ning�n reconocimiento de esos actos de desprendimiento, que sin
duda contribuyeron a reducir los tiempos de esa dictadura que se eternizaba.
Unas jornadas de mezclas y superposiciones
Por eso, en sus funerales se mezclaron tantas cosas, como en la noche de San
Juan cantada por Serrat. Figuras del mundo de la pol�tica y el arte, la creaci�n
y las diversas militancias y sensibilidades expresadas con y sin banderas.
Unidas con el pueblo unido, la internacional, �l vuelvo del Illapu o la canci�n
nacional democr�tica. Por eso, bien los reconocimientos a esos abogados y
abogadas de derechos humanos. Por eso, bien por Gabriel Ascencio que
tempranamente expreso sus sentimientos desde Chilo�. Por eso, nos sorprendi� ver
miembros de las fuerzas armadas escuchando a grupos callejeros cantando el
Vuelvo. Por eso, no pod�amos aceptar como natural que tanta gente se retirara
por las calles adyacentes con banderas y signos que en otros tiempos les hubiese
significado la detenci�n o la muerte. Por eso, los de abajo lanzaron esas
hermosas bengalas frente al monumento Allende. Por eso, el gesto del presidente
Lagos de decretar duelo nacional y ver en la Escuela Militar y l
a Esmeralda la bandera a media asta, no pod�a dejar indiferente. Por eso, fue
significativo que fueran Michelle Bachelet y Soledad Alvear ampliando desde ya
el espectro de apoyos, ante una derecha que no se medir� en gastos y maniobras.
Por eso, pese a los detalles de intrasigencia o falta de criterio de
carabineros, no hubo incidentes. Por eso, pudieron ingresar al velatorio,
representantes de org�nicas de la derecha. Por eso, se movilizaron en buses
miles de personas desde distintos lugares de Chile. Por eso, la guardia de honor
conjunta de Pavez, Moulian, Hirsh, Jacques y Garc�a debiera ser se�al de unidad
en los procedimientos para dirimir qui�n ser� finalmente el abanderado. Por eso,
este 8 de marzo se vio m�s dignificado. Por eso, las precandidatas
concertacionistas y los precandidatos del Juntos Podemos presentes, quiz�s deban
sacar lecciones, cuando todav�a est�n enredados en mecanismos de primarias y
fechas, que configuran retrasos y se�ales de mezquindades, en medi
o de cruciales y tensas definiciones. Porque, ser�a muy torpe deso�r las
lecciones de estos d�as para todo ese arco de precandidaturas, que con diversas
visiones animaran este a�o. �Ser� un mandato "el pueblo unido jam�s ser�
vencido", coreado tantas veces durante la marcha-despedida?
�Expresiones de sentimiento, buena crianza o cinismo?
Quisi�ramos concordar que todos quienes expresaron sentimientos de pesar, por
m�s que remarcaran sus diferencias, lo hicieron honestamente. Incluso quienes la
denostaron, persiguieron y quiz�s estuvieron cercanos o involucrados en su
persecuci�n y hasta la planificaci�n de su muerte. Algo, en alguna parte los
removi� ante esta p�rdida. Pero, no obviemos repetir que no es posible,
aceptable, ni nos prestigia como pa�s que organizaciones pol�ticas como el PC u
otras no tengan la representaci�n pol�tica que les corresponda. Pasado el
velatorio, funerales y crematorio de sus restos � Qu� iniciativas concretas se
originaran para no segregar chilenos de una democracia a�n por alcanzar en
plenitud?
No le creo a Lav�n, pero ser�a interesante conocer su opini�n sobre este sistema
electoral perverso, que dej� en el Senado a Sergio Fern�ndez y no permiti� a
Gladys Mar�n y a muchos tener un sill�n en el parlamento. Parece, que tambi�n
por esto hay j�venes que no pescan inscribirse. Y otros votan nulo o en blanco.
La campa�a y la vida siguen
El PC tendr� que reordenarse sin su l�der m�s carism�tica. La familia Mu�oz
Mar�n y Mar�n Millie curara dolores y ausencia, desde tanta fraternidad
manifiesta. Los miles que estuvieron en estas jornadas y los que no pudieron
estar buscaran exigir esas cualidades a sus lideres comunales, distritales y
nacionales. Es posible que m�s de alg�n puente quede tendido para reconstruir en
la presidencial o las parlamentarias uniones de este pueblo que desbordo bloques
y org�nicas.
El pr�ximo 11 de septiembre en alg�n lugar del Cementerio General habr� un nuevo
sitio de peregrinaje. La b�squeda de verdad y justicia proseguir� con c�mplices
y ahora con torturadores. Esas delegaciones asistentes y las decenas de pa�ses y
organizaciones que se condolieron tendr�n otra visi�n del Chile que parec�a
ap�tico y domesticado en el concierto de Am�rica Latina. Algo parece que est�
cambiando, hay que aguzar el o�do.
Compa�era Gladys Mar�n hasta siempre.
Santiago, Marzo 2005.