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Latinoamérica

De Bolivia, con pasión
Mujeres de pie


"Si hoy las Mujeres Creando muy a pesar de muchos y de muchas, tenemos una voz propia, si tenemos hoy nosotras -pinches lesbianas, indias y putas juntas revueltas y hermanadas- algo que decirles aquí es por haber sostenido por años un comportamiento político histérico, apasionado y haberle perdido miedo a la soledad en la que hermanos y hermanas nos han pretendido encerrar, lapidar e ignorar". Así comienza este artículo escrito por María Galindo, del colectivo boliviano Mujeres Creando. En un día como hoy, 8 de marzo, con una Bolivia en lucha, queremos compartir estas palabras que ayudan a sacudir la modorra del discurso feminista local con el que seguramente nos acribillarán la paciencia.

Por María Galindo, del colectivo Mujeres Creando de Bolivia mujerescreando@alamo.entelnet.bo

Agencia La Vaca

Si hoy las Mujeres Creando muy a pesar de muchos y de muchas, tenemos una voz propia, si tenemos hoy nosotras -pinches lesbianas, indias y putas juntas revueltas y hermanadas- algo que decirles aquí es por haber sostenido por años un comportamiento político histérico, apasionado y haberle perdido miedo a la soledad en la que hermanos y hermanas nos han pretendido encerrar, lapidar e ignorar.
Me disculpo por hablarles en primera persona y desde nosotras mismas, no es en un afán de ofrecernos como modelo de nada, sino que no podemos concebir el discurso político desde ningún otro sitio que no sea la palabra en primera persona.

1.- El fundamento de la palabra y el pensamiento es la práctica social:

Nosotras hemos decidido como la base de nuestro accionar político la necesidad de no delegar en los intelectuales el derecho de pensar por nosotras, pensamos por nosotras mismas y por eso nos organizamos, construimos una visión propia y desde nuestra cotidianeidad compleja construimos una visión de sociedad que no pretendemos que sea única, ni menos totalizadora, nos sabemos un fragmento de, capaces de hacernos cómplices solidarias de nuestras hermanas y hermanos de otros movimientos sociales, capaces de movilizarnos y comprometernos más allá y más acá de nuestros intereses y necesidades. Y por eso para nosotras pensarnos a nosotras mismas, pensarnos en la sociedad y decir nuestra palabra en primera persona es un hecho político y no un hecho de prestigio personal.

No sólo no delegamos en los intelectuales el derecho de interpretar el momento que vivimos sino que descreemos directamente de ellos sean los y las tecnócratas neoliberales de las ONGs y el estado, sea los intelectuales "asesores y consejeros de escritorio" de los movimientos sociales, aquellos que jamás se han manchado con una pedrada, ni molido en una huelga de hambre, ni resuelto nunca nada en una asamblea, pero que siempre presumen de saber que es lo que hay que hacer. Descreemos de quienes cobran por escribir y hablar sobre el 12 y el 13 de febrero, pero que miraron el espectáculo desde sus televisores. Sin capacidad ninguna de estar en la calle hablando con los y las protagonistas directos y sobretodo mirando por la televisión desde la incapacidad de escuchar esas voces, desconociendo las motivaciones de esos actores y los debates callejeros que se protagonizaron en cada una de las esquinas de nuestras ciudades.

No es un repudio personal, ni menos un resentimiento, sino la necesidad de denunciar su arrogancia y sus mentiras para reivindicar la política como una praxis transformadora de la sociedad.

Y por lo tanto concebir que las ideas, afectos y alianzas que nos movilizan y que subvierten el sistema son un valioso tesoro cocinado en las entrañas mismas de las luchas que vivimos en primera persona.

Somos quienes ponemos el cuerpo, quienes sabemos que es lo que nos moviliza a hacerlo ese es el discurso y la práctica inseparables que construir y profundizar y discutir y no las meta-interpretaciónes sobre lo que hacemos y sus envolturas en categorías, no necesitamos de esas meta-interpretaciones, ni menos aun de esas sobreinterpretaciones que hoy construyen los intelectuales.

(...)
Quiero enumerar algunas aproximaciones de las traiciones que perpetramos contra nosotras y nosotros mismos, entre hermanos y contra los sueños y las esperanzas de justicia y de cambio:

1.- Mudos y mudas hablamos el idioma del opresor todo el día y en todos los espacios culturales, sociales, políticos y cotidianos desde la escuela hasta la cama y en los escenarios de nuestras luchas que son lo único que tenemos, es así que por ejemplo en las marchas:

"Sanchez de Lozada es un hijo de puta",
"el Evo Morales no es presidente porque no tiene bolas",
"el traidor para ser humillado ante su comunidad debe ser vestido de chola",
"para el Alejo Veliz el Felipe Quispe es un maricon de mierda",
"el hombre que no mantiene su palabra parece mujer",

Escribimos y seguimos escribiendo y gritando que viva el caudillo y que muera el otro caudillo sin saber que ambos son nuestra tumba.
Y no es que acá estoy denunciando formas de hablar "machistas" que hieren los sentimientos y la dignidad de nosotras las mujeres, los maricones y las putas. Estoy diciendo que por nuestra boca habla el opresor y que este no es un lenguaje de los cuarteles sino de las marchas y de los movimientos sociales y que no hemos construido, ni siquiera nos hemos dado a la tarea de entender nuestros movimientos como espacios de expresión de identidad, no para tener un lenguaje "políticamente correcto", sino para que nuestros movimientos sean espacios de construcción de pensamiento y de comunicación con la sociedad.

Afirmo que la puta es mi madre
y que la puta es mi hermana
y que la puta soy yo
y todos mis hermanos son maricones
y en esta afirmación eclipsa la familia patriarcal y los lenguajes del opresor.

Sólo con estas afirmaciones recupero a mi madre y a mi hermana y a mi hermano y a mi misma en la lucha y con ellas y ellos sólo así puedo recuperar un horizonte para mis sueños.
Porque recupero así la palabra porque no hay lucha sin palabra y voz propia y solo esa voz es voz subversiva, lo demás es ruido y rutina ruidosa, lo demás es hablar si pero no alcanzar a decir nada.

2. El retrato del Estado en nuestros pliegos y en el imaginario de nuestras luchas me hace pensar en el retrato que haría un niño abandonado por su padre.
El gobierno es un todopoderoso que en la fantasía que contienen nuestras vanas consignas vendría a ser el equivalente de un padre que se farrea todo en nuestra cara y que todo debiera darnos, así nos acercamos a su mesa como niños hambrientos a reprocharle nuestro abandono.
Nos parece que una sola mirada de ese padre nos iluminara con el reconocimiento social, sin pasarnos por la mente ni un instante que ese reconocimiento y esa dignidad no es el estado que nos la puede proveer sino nosotros y nosotras mismas y es una tarea más urgente que el manoseo estatal al que entregamos nuestros sueños.

La obsesión enfermiza con la que se insiste en que la interlocución con el estado es la única vía de accionar político le da al estado el poder de darnos o privarnos de sentido histórico y político, es una obsesión que llega a asustar porque no tiene ningún límite y puede llegar hoy en día a costarnos la propia vida y sin embargo nos es también por eso al mismo tiempo vital. En el fondo estamos no gritando sino sollozando un "patria o muerte" como en los tiempos de la guerrilla guevarista pero que hoy cobra su sentido en una otra versión tan nefasta como la primera, hoy ese patria o muerte que es y fue siempre un "padre o muerte" es el grito desesperado e impotente del niño que pide al padre el reconocimiento.

Esto además de costarnos dolor, sangre y orfandad real para los hijos y las hijas concretas de los y las que mueren, nos significa que el enfrentamiento con el estado sea una pulsación de fuerzas de caudillos y al mismo tiempo el abandono de todo esfuerzo de construcción de horizontalidad entre nosotras y nosotros. El abandono de todo encuentro entre diversos por el reconcimiento vertical burocrático y muerto del estado, el abandono del esfuerzo de reconocimiento subversivo y fecundo entre nosotras y nosotros por el reconocimiento jurídico del estado. No construimos por eso alianzas, porque las alianzas no nos sirven para obtener del padre el reconocimiento, no construimos interlocuciones que no sean con el estado y por eso tampoco construimos propuestas.

No construimos solidaridad entre nosotras y nosotros porque tal solidaridad no es prioritaria en ninguna mesa de negociación con el estado.

Nos manejamos en el terreno de la protesta y la demanda, en el terreno de la reacción del grito y el sollozo.

Convocamos desde la pequeñez de ser unas cuantas a estudiar nuestros problemas y a proponer soluciones y a llevarlas desde la acción directa a la concreción en nuestras vidas.

Convocamos y desafiamos desde la pequeñez de ser unas cuantas a construir alianzas prohibidas e insólitas entre indias, putas y lesbianas y más para poder en esas alianzas entender desde la practica lo que sería reconocernos unas a otras.

Convocamos y desafiamos desde la pequeñez de ser unas cuantas a solidarizarnos y a hacer de los problemas de los otros y las otras problemas del movimiento, a hacer de nuestros problemas cotidianos problemas políticos colectivos.

3- Si el escenario no es la demanda,
si el escenario no son los medios de comunicación,
si el escenario no es el parlamento,
si en ninguno de esos espacios construimos ni sociedad, ni transformación social. ¿Cuál es el espacio de nuestras luchas?

El espacio y escenario de nuestras luchas son las "relaciones sociales" en todas las direcciones.
El espacio y escenario de construcción de las relaciones sociales es la calle, es la ropa, es la comida, el cuerpo y la vida.

Eso y la relación con ellas es lo que nosotras queremos cambiar.

Por eso el terreno de los movimientos sociales es la política, no somos sociedad civil con demandas que llevar a una mesa donde esta sentada la sociedad política.

Somos capaces de representar nuestros propios sueños en primera persona, pero también necesitamos ser capaces de concretarlos.
La falacia de la sociedad civil como categoría para encerrarnos en el terreno de lo inocuo de lo que no interpela, ni transforma, la falacia de construcción de la categoría de sociedad civil es para que seamos beneficiarias y beneficiaros de la sociedad política.
Y sobretodo para seguir siendo tuteladas y tutelados para seguir siendo mudos y mudas para ser bases perpetuas donde se limpien los zapatos los representantes hoy, mañana y en tanto sigamos nutriendo con muertes e impotencia el círculo vicioso del poder patriarcal.

¿Qué es la política para las Mujeres Creando?
Es la capacidad, el sueño y el empeño de transformar la sociedad. Es una tarea vital y vitalizante y que la asumimos como interminable y por lo tanto gozosa. Es una tarea y un modo de vivir que vale las penas, las alegrías y los placeres que nos cuesta. Para poder asumirla así lo primero que tuvimos que subvertir es la concepción de la lucha como un sacrificio, como un acto heroico de inmolación, tuvimos que subvertir la concepción de la lucha como un finalismo que tiene una meta estática grande y monstruosa por la que hay que morir, la lucha es para nosotras algo por lo que vale la pena vivir, es tan seductora que podemos desvelarnos o hambrear, pero que jamás nos impone olvidar los cumpleaños de la amiga, ni dejar de festejar la vida en todas las formas posibles y en todos los momentos posibles incluidos bautizos, abortos y divorcios.
Es la capacidad de juntarnos entre diferentes para construir alianzas insólitas y prohibidas como las que estamos gozando hoy acá frente a ustedes.

¿Cuáles son esas alianzas prohibidas que subvierten el orden patriarcal del sistema?
¿Cuáles son esa alianzas prohibidas y perseguidas que subvierten el orden mercantil del sistema?
¿Cuáles son esas alianzas prohibidas y condenadas que subvierten el orden moral del sistema?
Son las preguntas que ponemos sobre la mesa para el trabajo de los talleres, junto a nuestra creatividad, nuestro agradecimiento por el espacio y nuestra solidaridad con las víctimas para trabajar porque ya no haya más víctimas y para trabajar por no ser corderos en el matadero del estado.