Latinoamérica
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Tanto va el cántaro...que llego el cambio
Orlando Oramas León
Tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe, y esta vez volvió a
ocurrir, aunque en este caso resulta todo un acontecimiento histórico que deberá
tener repercusiones no solo en Uruguay, donde tiene lugar, sino en toda América
Latina.
La toma de posesión de Tabaré Vázquez fue antecedida ya por la instalación del
nuevo Parlamento en su país, con una inédita mayoría absoluta para la coalición
del Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), que copará también el ejecutivo
desde el próximo primero de marzo.
Se cumple así la voluntad de la mayoría de los ciudadanos de esa república
sudamericana, que el 31 de octubre pasado le otorgó la presidencia a Vázquez.
En el nuevo legislativo la coalición de izquierda tiene 52 diputados de un total
de 99, y 16 de los 30 senadores, lo cual facilitará la gestión al futuro
gobierno y a los cambios prometidos durante la campaña electoral.
Para esta ocasión no resolvieron las componendas de los partidos tradicionales
de derecha que hasta ahora alternaron en el poder y, frente a cerradas segundas
vueltas electorales con la izquierda habían unido fuerzas para cerrar el camino
a la alternativa del cambio.
Una clara señal de los aires diferentes que hoy soplan en Montevideo y en la
geografía de esa nación, resultó que representantes del ex movimiento insurgente
Tupamaros ocuparan la presidencia de ambas cámaras legislativas.
José Pepe Mujica, conocido ex guerrillero que enfrentó a la dictadura militar
(1973-85) y puede vanagloriarse de ser un sobreviviente del Plan Cóndor, asumió
la presidencia del Senado.
En tal condición le correspondió inaugurar el nuevo período legislativo y
juramentar a sus colegas, entre ellos el dos veces ex presidente Julio María
Sanguinetti, del Partido Colorado.
Mujica encabezó los actos protocolares de investidura, incluso el desfile del
batallón Florida del ejército, que antes le torturó y mantuvo tras las rejas.
Ese derecho se lo ganó en su condición de ser el primer senador en la lista del
Movimiento de Participación Popular (MPP), que logró otros cinco senadores y 21
diputados, integrados al EP-FM.
Otra ex guerrillera Nora Castro, dirigirá desde ahora la Cámara de
Representantes, con lo cual hace historia por partida doble. Se trata de la
primera mujer en ocupar ese cargo en su país. Según sus declaraciones, ella
convocará a personalidades como el conocido cantautor Daniel Viglietti o el
escritor Eduardo Galeano, reconocidos exponentes de la cultura uruguaya y que
ahora adquieren nueva connotación política y reconocimiento oficial.
Nada extraño con lo que está ocurriendo en América Latina, donde el brasileño
Gilberto Gil hace política desde su despacho en el Ministerio de Cultura en
Brasilia, pero sin abandonar su guitarra, como hizo hace unos días en La Habana
cuando representó a su país en la XIV Feria Internacional del Libro.
Tampoco inédito en la historia del continente. Baste recordar al religioso
Ernesto Cardenal, quien asumió igual cartera en tiempos de la guerra sucia
contra la Nicaragua sandinista y sus versos se convirtieron en cantos de defensa
de la revolución y el progreso.
Pero no hay dudas que luego de 174 años de poder colorado o blanco en Uruguay,
la llegada del EP-FA al poder se convierte en un hito, aunque en franca sintonía
con lo que ocurre no lejos de sus fronteras.
Antes en Argentina la zaga menemista había sido echada del poder por una
insurrección popular, y en Bolivia una verdadera rebelión de campesinos,
indígenas, trabajadores, clase media y otros sectores hicieron huir a Gustavo
Sánchez de Lozada, quien llevó el neoliberalismo hasta límites asfixiantes para
ese empobrecido y sufrido pueblo.
No son los únicos casos, pero explican qué está pasando cuando los pueblos abren
espacios para que hombres como Evo Morales adquieran protagonismo nacional y
continental y el Movimiento al Socialismo deviene la mayor fuerza política en la
tierra donde el Che Guevara fue asesinado.
Uruguay se suma entonces a la lista del cambio, y la nueva situación en ese país
tiene lugar en momentos especiales y favorables, en medio de dificultades y
retos, entre estos mantener en el poder la unidad estratégica de una coalición
que supo ganar en las urnas el voto de su pueblo.
Tabaré no deberá estar solo entonces en el camino prometido. Su presidencia
puede ser un soporte a la integración latinoamericana, a la que otros
mandatarios como el venezolano Hugo Chávez o el brasileño Luiz Inacio Lula da
Silva se han comprometido, y en la que el argentino Néstor Kirchner puede ser
también un aliado.
El parto histórico en Uruguay, como en otras partes, de seguro resultará
difícil, pero se anuncia necesario y prometedor.