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Uruguay: con Ricardo Ehrlich una ciudad para ser felices
Marcelo Pereira
BRECHA
Al reunir datos para su primera entrevista para prensa como candidato, el
personaje se revela difícil de etiquetar. Viene de los años sesenta, pero ha
promovido sistemáticamente a jóvenes. Parece nacido en un laboratorio, pero está
muy relacionado con el entorno social de su Facultad en Malvín Norte. Quizá la
mejor noticia es que puede sorprender.
-¿Qué planes tenía para 2005?
-Después de siete años como decano, muy ricos en lo personal y lo institucional,
quería cerrar el período con una evaluación y dejar una memoria detallada de lo
cumplido, para apoyar la transición a la próxima etapa.
Pensaba que iba a ser un año interesante y relativamente pacífico, dedicado
también al proyecto del Instituto Pasteur, en la etapa de construcción y
lanzamiento, y a la preparación de mi vuelta al laboratorio.
-Entonces ¿por qué dijo que sí a la propuesta de ser candidato a la Intendencia
de Montevideo?
-Porque no podía decir que no y volver a mis viejas actividades. El tiempo dirá
cómo resulto en el papel de candidato y, después del 8 de mayo, en las
responsabilidades que me puedan corresponder. De lo que sí estoy seguro es de
que no podía seguir como si nada, sin aceptar esa enorme responsabilidad que me
estaban planteando, sobre todo por el respaldo con que lo hacían, en un momento
muy particular para la vida de la fuerza política y del país.
-Se había complicado la designación, con puja interna. Pero creo que ese proceso
creó ciertos malentendidos sobre su relación con los sectores. Leo en el diario
que tal y cual fuerza del Frente acordaron quiénes van a ocupar cargos clave en
la IMM y me pregunto quién va a tomar esas decisiones.
-En una fuerza política tan amplia, con enorme riqueza y gran diversidad de
sensibilidades, en plena ebullición con muchos sueños y muchas ganas de
trabajar, es natural que los sectores pongan el acento en distintas propuestas o
prioridades, y también que quieran asignar responsabilidades a las personas que
consideran más adecuadas. Ese debate, a veces acalorado, forma parte de la gran
esencia de la vida democrática.
Pero la discusión sobre quiénes van a integrar el gabinete municipal debe
comenzar el 9 de mayo, y me parece muy claro que un intendente electo, con
responsabilidades ante el conjunto de la población, debe tener las manos
completamente libres para armar equipos en diálogo con todos los sectores,
abriendo las puertas de manera aun más amplia que en la actualidad, resolver
problemas e implementar propuestas de acuerdo con el programa.
-Otro malentendido es que lo identifiquen como representante de un sector. Usted
arranca en una posición más independiente que los anteriores intendentes
frenteamplistas, porque en 1989 Tabaré Vázquez era integrante del Comité Central
del Partido Socialista, y en 1994 Mariano Arana encabezaba la Vertiente
Artiguista.
-El Movimiento de Participación Popular ha señalado que soy un 'militante
inorgánico', aunque tengo una muy larga historia de vida en común con muchos de
sus integrantes, una sensibilidad común y una forma muy fuerte de asumir la vida
y el compromiso, que he mantenido todos estos años.
Pero como dije antes, me entusiasmó volver a la vida política, tras participar
muy poco en los últimos 20 años, por el enorme respaldo que me hicieron llegar
dirigentes de todos los sectores del Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva
Mayoría, y muchas otras personas. Eso me lleva a asumirme como un hombre de toda
la fuerza política y actuar como tal, para consolidarla junto con muchos otros.
Los dirigentes del MPP y yo compartimos esta forma de plantarse ante la nueva
situación de mi candidatura.
-Quizá lo hayan convocado para la campaña más fácil y el gobierno más difícil.
Hay un piso de apoyo a la izquierda en Montevideo que llevó a muchos a la
exageración de decir 'con cualquier candidato ganamos'. Pero la próxima gestión
izquierdista en la IMM puede ser la más vulnerable: ya no se podrá decir que
colorados y blancos impiden llevar adelante el programa, y entre los propios
frenteamplistas pueden aflorar quejas que antes se callaban para no favorecer a
los adversarios en la contienda por el gobierno nacional.
-Sin duda es así. La IMM debe asumir desafíos distintos, e incluso asumir los
desafíos de siempre en forma distinta.
Hay que llegar aun más lejos que los tres gobiernos anteriores del Frente Amplio
y sus aliados, que han resuelto problemas de mucha magnitud y producido grandes
cambios, como el proceso de descentralización que comenzó con Vázquez, o las
propuestas de planificación y ordenamiento territorial que acompañan la
administración de Arana.
Son logros mayores, con un eje conductor que es la concepción solidaria de la
vida del ciudadano, considerar que los más infelices tienen que ser los más
privilegiados. Como en todas las actividades, hay cosas que salen bien, otras
que salen más o menos, cosas que no se pueden hacer y algunas que salen mal.
Pero los escalones que nos esperan son cada vez más altos.
Hay jóvenes que van a votar en mayo y tenían tres años cuando fue electo
intendente Tabaré Vázquez. Es natural que exijan y esperen mucho más. Tenemos
que abrir nuevos horizontes, seguir soñando y dar forma a los sueños.
Por encima de las acciones concretas o los grandes planes, habrá que mantener
muy firme el timón en el concepto de solidaridad, que se opone a la conducta de
tipo corporativo y permite crecer en forma conjunta.
También hay que profundizar la descentralización, la participación de los
ciudadanos. Una intendencia es el centro de muchas cosas, pero muy
fundamentalmente de gran cantidad de las que tienen que ver con la vida
cotidiana, como el servicio de ómnibus, la recolección de basura o una rampa
para sillas de ruedas, que si no están bien resueltas son generadores de
desánimo.
A través de esas cuestiones cotidianas debemos lograr una gran transformación,
pero hay que trabajar los espacios para que la participación pueda darse, crear
las herramientas para que sea eficaz.
También tenemos por delante la enorme tarea del Plan de Emergencia, que
necesitará un firme impulso municipal.
-Antes de llegar a eso, quiero que me hable de dos problemas pendientes de la
descentralización. El primero, que ahora se puede resolver, es aprobar una ley
que haga directamente electivas las juntas locales, en vez de que las cúpulas
colorada y blanca indiquen al Frente quién las representa. Otro, es que la
participación ha sido relativa, y ya tiene rutinas y personajes instalados. Para
que la gente participe más, ¿quiere apelar sólo a la movilización anímica, por
un motivo moral, o piensa en algún incentivo más concreto?
-Creo que el tema de la participación hay que abordarlo desde múltiples ámbitos.
A través de instrumentos políticos como la elección de las juntas, y también con
iniciativas presupuestales que vengan a confirmar y demostrar la importancia que
se le da a la descentralización, en la medida en que permitan a los ciudadanos y
ciudadanas concretar sus iniciativas para resolver problemas.
Pero los cambios que esperamos también tienen que venir de modificaciones
culturales. Junto con todos los ciudadanos, deberemos soñar primero y planificar
después una ciudad del futuro, para nuestros hijos y nietos. Y para ese enorme
esfuerzo necesitamos generar espacios que despierten la inspiración, en todos
los rincones del departamento.
Tal vez sean diversas las iniciativas a desarrollar en distintas partes de
Montevideo, con experiencias piloto completamente distintas, y tratando de
asegurar la armonía del conjunto.
Entre esos espacios, tenemos que reforzar y multiplicar el de los jóvenes,
porque su protagonismo confiere a la ciudad un dinamismo, una energía y una
alegría muy particulares. Eso se ve en el enorme impacto de la Movida Joven de
la IMM, emulada en otros departamentos.
-Le hablaba del incentivo material porque hasta ahora, en el proceso de
descentralización montevideano, la participación en materia de presupuesto se ha
encaminado hacia la propuesta y el control, sin llegar a decisiones sobre el uso
del dinero.
-Eso ha sido objeto de muchos debates y es un tema central en el programa del
Frente Amplio. Es indudable que sin mayor participación en la ejecución
presupuestal es difícil hablar de descentralización. Por lo tanto, en las
próximas etapas deberemos buscar opciones nuevas. Quizá también en esto pueda
haber experiencias piloto.
-¿Cómo se ha llevado desde el decanato con los sindicatos?
-En la creación de la Facultad de Ciencias se estableció una muy rica
interacción entre todos los sectores, que ha permitido asumir en forma conjunta
los desafíos de la creación primero, del desarrollo de la institución luego, y
en la última etapa de la vinculación con el resto de la sociedad, para asumir la
responsabilidad social de una comunidad científica.
Yo creo que en el consenso o en el disenso, que puede haber sido muchas veces
vehemente, trabajamos buscando construir. Nunca le temí al disenso. Creo que el
diálogo implica que haya posiciones discordes, opiniones distintas. Pienso que
hemos sabido dialogar y construir juntos en el consenso y en el disenso,
considerando ambas cosas como una riqueza.
-Quizá termine extrañando ese estilo de disenso. La relación de los gobiernos
departamentales frenteamplistas con ADEOM ha sido compleja en los últimos 15
años.
-El programa del Frente Amplio para las elecciones municipales de 1989 ya
señalaba que los vecinos y los funcionarios municipales son los dos pilares para
hacer una gran gestión. La historia de estos 15 años ha mostrado momentos de
diálogo y también de desacuerdo; creo que uno de los desafíos de la próxima
etapa es desarrollar más la articulación entre los vecinos y los funcionarios
que están a su servicio.
Creo realmente en el diálogo, en aumentar los niveles de participación dentro de
la IMM, en apoyar a fondo el desarrollo de las capacidades de los funcionarios,
y en el compromiso que resulta de su participación en las tareas y los
proyectos.
-Está muy bien lo de los dos pilares, pero en estos años hubo que elegir a veces
entre funcionarios y vecinos.
-Sin duda. Hay que tomar en cuenta los reclamos de los funcionarios, pero del
otro lado está el compromiso de la Intendencia con la sociedad, que es la que le
aporta recursos para trabajar. La respuesta es el diálogo.
-A veces el problema en ese diálogo es que los funcionarios están más
organizados que los vecinos, y más cerca del Ejecutivo, aunque sean muchos
menos...
-No es un problema sencillo. Si lo fuera, se habría resuelto rápidamente hace
tiempo.
-El proyecto pendiente de defensoría del vecino introduciría un nuevo actor,
fuera del Ejecutivo comunal, en el contralor de los funcionarios.
-En la fuerza política hay sensibilidades distintas al respecto, y propuestas
diferentes para asegurar la vigencia de los derechos del vecino. Me parece un
terreno bien interesante para trabajar y buscar diversas alternativas, sobre un
marco general de participación instrumentada de los propios vecinos.
No descarto que en esto también se puedan hacer experiencias diferentes en
distintos lugares.
-Volvamos a las políticas sociales. En algún momento se esbozó el planteo de que
con un gobierno nacional de izquierda la IMM se 'concentrara en sus tareas
específicas', y participantes en el actual gobierno departamental sostuvieron
que si bien muchas tareas se empezaron a hacer en forma supletoria, porque el
gobierno nacional no las realizaba, en 15 años se verifica que en realidad se
hacen mejor desde el área municipal, por una vía capilar mucho más interesante y
eficiente por el contacto directo con los vecinos, de modo que no hay que
'volver a los baches y las bombitas'. Me gustaría conocer su opinión sobre esa
disyuntiva, en relación con el Plan de Emergencia y en términos más generales.
-Sigo con mucha atención las propuestas que se manejan para el próximo gobierno
nacional, y me parece muy clara la importancia de articular los grandes planes
para el país con las políticas municipales. En el caso de Montevideo, tenemos
una oportunidad estupenda para administrar iniciativas distintas de gestión, con
complementación de capacidades institucionales diversas.
En mi experiencia como decano tuve el privilegio de participar en numerosas
iniciativas donde pude constatar la importancia enorme, las posibilidades que se
abren cuando somos capaces de combinar las capacidades disponibles en distintos
sectores del país, si rompemos con una cultura de instituciones orgullosas y
cerradas, para asociarnos y abrirnos al resto del país. Creo que va a ser una
situación muy propicia para provocar grandes cambios de la cultura
institucional.
-Esto se cruza con la discusión que hubo en el propio Frente Amplio sobre la
idea de dar a la próxima Intendencia un mayor énfasis social, con una crítica
implícita a las prioridades actuales.
-Creo que el énfasis en lo social hay que ponerlo siempre, y con más razón
mientras subsistan emergencias sociales y graves desigualdades.
Hay que atender y sin duda privilegiar a los más desfavorecidos, a los que están
en las situaciones más difíciles, pero al mismo tiempo hay que crear una ciudad
y un departamento para todos sus habitantes, una vida cotidiana cada vez mejor
para todos.
El año pasado, en forma casi premonitoria, me invitaron a participar en un panel
sobre tres películas maravillosas, Metrópolis, Blade runner y Brazil, para
plantear un enfoque desde el ámbito de la ciencia. Eso me hizo zambullir en la
relación del ser humano con su entorno y su ciudad. Somos capaces de construir
una sociedad altamente tecnificada que termina siendo asfixiante.
La ciudad se crea para protegernos, pero también para que los ciudadanos nos
desarrollemos plenamente y tengamos una vida plena. Para que seamos felices.
Pero nos las arreglamos para complicar las cosas. Como en las Crónicas marcianas
de Bradbury, ante la oportunidad de hacer todo de nuevo, se llega a un lugar con
muchos sueños y la idea de hacer algo por completo distinto a la ciudad de donde
se partió, pero se termina construyendo exactamente aquello que se quería
modificar.
Yo creo que lo que queda claro en esas tres películas es la importancia de
construir espacios de dimensión humana, sea cual sea el tamaño de la ciudad.
Montevideo es muy grande, y tiende a producir espacios que a veces no son
espontáneamente de escala humana. Hay que asumir eso en forma consciente y
participativa, para ordenar la ciudad.
Por otro lado, Montevideo está totalmente enrejada. Hay algo que nos está
fallando. ¿Será imposible volver a la ciudad sin rejas que conocí cuando era
niño? Eso requiere atender problemas sociales, conducta solidaria, cambios
culturales y por supuesto resolver problemas económicos, el tema del desarrollo
productivo y el del trabajo, que es un gran integrador social.
Esto no se resuelve en cinco años, pero tenemos que trabajar para volver a crear
ciudades sin rejas, en todos los sentidos.