Latinoamérica
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De Panamá a Venezuela:
En las fronteras del Plan Colombia
Hernando Calvo Ospina
Le Monde Diplomatique
El plan Colombia, estategia militar estadounidense-colombiana de lucha contra las guerrillas, no ha podido resolver el conflicto que destroza al país. En revancha, comienza a afectar las naciones vecinas. Por su política de ingerencia extraterritorial, el Plan viola la soberanía de los Estados y golpea directamente a los pueblos de la región.
Según un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y
Desarrollo (UNCTAD), en el primer semestre del 2004 Panamá fue, junto a
Singapur, Bélgica y Luxemburgo, el país que más se benefició de la inversión
extranjera directa (1). Este documento omite precisar que es el capital
colombiano que viene dinamizando la economía panameña.
Separadamente, el empresario Iván Ruiz, y el director del periódico Capital
Financiero, Orlando Mendieta, coinciden en que esas inversiones "son uno
de los efectos del Plan Colombia" (2). Su explicación tiene lógica: Con el
Plan se ha intensificado la guerra interna que arrasa a Colombia, poniendo a los
capitales en fuga. Las investigaciones oficiales son casi inexistentes, pero los
conocedores -y la vox populi- aseguran que ha llegado capital legal,
aunque mucho más del "otro".
Los bancos no hacen muchas preguntas, cierran los ojos, a pesar de que la
mayoría son filiares estadounidenses y europeas. Alexis Rodríguez, decano de
Investigación de la Universidad Especializada de las Américas (Ciudad de
Panamá), sostiene: "La invasión militar de 1989 se hizo bajo el pretexto de
limpiar la economía de capitales provenientes del narcotráfico, pero ni se
investigó sobre eso. Washington volverá con el tema cuando necesite chantajear
al gobierno que se oponga a ser parte de su estrategia de dominación continental
". Y una de los aspectos de esta estrategia, donde Panamá pudiera quedar
atrapada, se llama el Plan Colombia.
En Curundú, un sector no lejano del lujo capitalino y donde la pobreza es reina,
ningún capital colombiano ha llegado. Curundú recibe desplazados desde hace
medio siglo, pero en los últimos años han aumentado ostensiblemente. Hoy, un
sector de panameños siente que les "roban" los pocos empleos; que los "invaden"
con su pobreza, sus drogas y su violencia.
Es real que colombianos han estado involucrados en graves actos criminales, que
la oferta de drogas aumentó, y que han copado plazas de trabajo de panameños.
Pero no menos cierto es que los efectos negativos de esa migración se han
exagerado, buscando ocultar la incapacidad estatal para resolver las necesidades
sociales, fuente de diversas formas de delincuencia. En un país con 2.8 millones
de habitantes, 35% económicamente activa está subempleada (3). Esto no nació con
el Plan Colombia…
Históricamente, la guerrilla colombiana ingresaba a Panamá para descansar y
buscar avituallamiento, "sin afectar las actividades de la región ni de los
ciudadanos locales. Algunas veces ingresaba huyendo del ejército. Pero siempre
retornó a Colombia" (4). Información que certificó Oswaldo Fernández, ex
director de la Policía Nacional de Panamá, el 29 de septiembre del 2000 en el
programa "Enfoque" de Canal 4 TV.
En los años ochenta los paramilitares colombianos empiezan a masacrar civiles en
las zonas bananeras, con la complicidad de las fuerzas de seguridad, al
considerar que son aliados de la guerrilla. A la población no le queda
alternativa que resguardarse en Panamá. Cuando se aprueba el Plan Colombia los
paramilitares casi controlaban la zona fronteriza, utilizándola también para
exportar cocaína y heroína hacia Estados Unidos.
"Los problemas en la frontera comenzaron con los paramilitares. Estos no
pasaban para buscar a la guerrilla, sino para asesinar a quienes supuestamente
les colaboraban, panameños o colombianos". Declara Alexis Rodríguez. Unos
ejemplos dan fe. En octubre 2000, los paramilitares abrieron fuego
indiscriminado contra los pobladores de Nazaret, a diez kilómetros al interior
de Panamá. Una niña murió y seis bebés resultaron heridos. El 18 de enero 2003,
luego de haber sido asaltada la aldea Yala, tres caciques Kunas fueron
asesinados. Inmediatamente el gobierno colombiano sindicó a la guerrilla, pero
los propios paramilitares reconocieron la autoría.
Ante la escalada de violencia la canciller colombiana, Carolina Barco, señaló
que las autoridades de ambos países se habían comprometido "a incrementar el
intercambio de información y los patrullajes en la zona fronteriza, con el fin
de disuadir a los rebeldes izquierdistas y los paramilitares de extrema derecha"
(5). Rápidamente se probó que la "disuasión" se dirigía a quienes buscaban
refugio en Panamá. En una misiva enviada a los presidentes Álvaro Uribe y Mireya
Moscoso, Amnistía Internacional les pedía "investigar sobre el secuestro y
desaparición de dos refugiados colombianos, detenidos por miembros de la unidad
especial de combate de la policía y del Departamento de Inteligencia de Panamá",
el 21 de abril 2003 (6). Según AI, mientras se torturaba a los dos hombres, se
amenazaba a otros refugiados con la llegada de los paramilitares.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados, ACNUR, ha denunciado a
ambos estados por no respetar los acuerdos internacionales sobre refugio. De muy
poco ha servido. Durante una conferencia de prensa en Ginebra, el 25 de abril
2003, el portavoz de ACNUR, Ron Redmon, confirmó que las autoridades panameñas
capturan a los colombianos y los deportan, en muchos casos de manera violenta.
Las colombianas regularmente los reubican en zonas de dominio paramilitar sin
preocuparse de su seguridad. Según el Informe Conjunto de las Defensorías del
Pueblo de Colombia y de Panamá del 2003, el responsable de la Policía Nacional
de Panamá, Carlos Barés, manifestó que no deportar a los refugiados "era
brindarle apoyo a los colaboradores de la guerrilla".
Panamá había guardado una cierta neutralidad ante el conflicto colombiano. Desde
la instauración del Plan Colombia, el gobierno de la presidenta Moscoso
(1999-2004) modificó esa actitud. Algunos le recordaron que el tratado
Torrijos-Carter (7) pone a la neutralidad panameña de garante para la seguridad
del canal interoceánico. Invocando la necesidad de proteger al hemisferio del
"terrorismo internacional" y del "narcoterrorismo", Estados Unidos, muy
sutilmente, multiplicó las presiones.
Pero, ¿cómo puede Panamá protegerse de agresiones exteriores si no tiene
ejército? La Fuerza de Defensa fue desmantelada después de la operación "Justa
causa", diciembre 1989, y reemplazada por una fuerza policial sin mayores
recursos. La respuesta está en el tratado Torrijos-Carter: Estados Unidos se
encargará. El tratado de neutralidad, firmado al mismo tiempo que los acuerdos
Torrijos-Carter, permite a Washington intervenir unilateralmente si la
neutralidad o la seguridad del canal está en peligro…
Durante la emisión de televisión "Enfoque" de Canal 4, sobre seguridad y
neutralidad, 29 de septiembre 2000, la animadora panameña le preguntó a los
invitados: "¿Quiénes nos están obligando a entrar en el conflicto colombiano?
¿Por qué? ¿Qué relación con el Plan Colombia?". Y la ex ministra de
Gobierno, Mariela Sagel, respondía: "El ataque [contra la población de
Nazaret] se da en medio de una agresiva campaña, tanto de Colombia como parte
de Estados Unidos, para que los países fronterizos participen del Plan. Creo que
Panamá y Venezuela, que fueron los primeros en decir que no participarían en el
Plan, han sido sujetos a presión. Con el ataque a Nazaret, hacia el plan nos
quieren llevar." La presentadora no pregunta sino que afirma: "Pudiéramos
deducir que los interesados son el ejército colombiano, sectores de Estados
Unidos, y los paramilitares, que todos sabemos que son grupos que obedecen, de
una u otra manera, a agencias internacionales y a aparatos militares". La ex
ministra aprueba: "Como tú sabes, Estados Unidos tiene varias agencias y a
veces no se consultan. Y de repente las que atienden a los paramilitares tienen
una agenda y el Departamento de Estado tiene otra…" .
En marzo 2003, siendo aún jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el general
James Hill organizó en Miami una conferencia sobre seguridad hemisférica. La
temática central fue cómo proteger la región del "contagio colombiano y del
terrorismo en general". Hill expresó que Panamá encaraba una posible "invasión
de narcoterroristas" desde Colombia. Por lo tanto, Panamá y Estados Unidos
exploraban nuevos mecanismos para la protección de la frontera: "Uno de ellos
sería celebrar una segunda fase de la operación "Nuevos Horizontes". Un
asistente del general aclaró que tal operación consistía en acciones cívicas, "primordialmente
con médicos, ingenieros y otro personal: ésta mera presencia de militares
estadounidenses -aunque sea humanitario- tendría el efecto de ahuyentar a los
grupos armados colombianos". Hill precisó que Estados Unidos entrenaba a
policías panameños para cuidar la frontera, pero "una invasión
narcoterrorista es un asunto de soberanía y ese es un tema militar".
En agosto 2004 se realizó el ejercicio naval "Panamax", organizado por el
Comando Sur, donde también participaron Panamá, Colombia, Argentina, Chile,
República Dominicana, Honduras y Perú. Objetivo: preparar la seguridad del canal
de ataques terroristas.
El nuevo jefe del Comando Sur de Estados Unidos, general Jack Gardner, fue
"encontrado" en Panamá el 16 de noviembre 2004. Cuando los sorprendidos
periodistas le preguntaron a qué se debía la visita, tan alto mando militar
respondió con total seguridad: "venimos a asesorar al Gobierno, para realizar
algunos proyectos humanitarios" (8).
Tres días antes, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, estuvo oficialmente.
Según el ex ministro de Trabajo panameño Mitchell Doens, con esa visita se
confirmaba que "Panamá forma parte del "sistema de defensa regional" bajo la
dirección del gobierno de Estados Unidos, pero no a partir de nuestros propios
intereses y visiones". Doens denuncia "los acuerdos administrativos de
seguridad" firmados por la ex presidenta Moscoso, "pero trabajados desde
la administración anterior" (9), "que permiten a las autoridades civiles
y militares gringas actúen en el país como si fueran soberanos, controlando
tierra, aire y mar, fronteras, comunicaciones públicas y privadas, aduanas,
migración" (10).
"El general Omar Torrijos decía que el Canal, propiedad entonces de Estados
Unidos, era la quinta frontera que teníamos". Cuenta Iván Ruiz, quien
participó de las Fuerzas de Defensa organizadas por Torrijos. Con preocupación
continúa: "Como veo difícil que éste gobierno de Martín Torrijos [hijo de
Omar, y elegido presidente el 2 de mayo 2004] se niegue a seguir los planes
de Estados Unidos, es muy posible que renazca la quinta frontera, pero ahora en
forma de bases militares para meternos en el conflicto colombiano".
Venezuela
En su «Declaración» anual ante Congreso estadounidense, a comienzos del 2004, el
general Hill, siendo aún jefe del Comando Sur, decía que el presidente
colombiano, Álvaro Uribe, estaba "haciendo un progreso excepcional en su
lucha contra el narcoterrorismo, convirtiendo a su país en un estado pacífico y
seguro", a partir del Plan Colombia (11). Mientras acusaba al presidente
venezolano Hugo Chávez de liderar el "populismo radical" en América
Latina, que lo convertía en una "amenaza emergente" para la "seguridad
nacional de Estados Unidos". Hill le reprochaba a Chávez su negativa a
participar del Plan Colombia.
Chávez, recién posesionado, anunció que Venezuela sería neutral ante el
conflicto interno colombiano, y que sólo apoyaría un plan que apostara por una
salida política. Lo contrario, decía, era ponerse en el camino de una "vietnamización"
regional. Mientras Chávez ha procurado respetar su compromiso, el Plan Colombia
parece obstinado en envolver a su nación. El teniente coronel Héctor Herrera
Jiménez, director del Frente Cívico Militar Bolivariano, sostiene que con el
Plan"el presidente Uribe deja utilizar a su país como plataforma bélica en la
estrategia estadounidense, que busca aplicar un modelo neocolonial sobre la
región andina". Mientras el general de División, Melvín López Hidalgo,
secretario general del Consejo de Defensa de la Nación, afirma que en ese
proyecto "la Revolución Bolivariana se ha convertido en la piedra en el
zapato por su independencia política internacional, y el liderazgo regional que
está logrando".
El Plan Colombia está forjando una tenaza militar y paramilitar sobre Venezuela.
"Para neutralizar al actual proceso venezolano, desde Colombia se hacen
operaciones militares de baja intensidad. Operaciones encubiertas, clandestinas,
de penetración, no convencionales", dice Herrera Jiménez. En definitiva,
concuerdan ambos mandos castrenses, el Plan busca crear desestabilización
social, económica, política y militar, que lleve a una situación de
ingobernabilidad, de violencia. "Así Estados Unidos tendría el pretexto ideal
para llamar a una intervención militar extranjera".
Venezuela está siendo monitoreada desde varias bases militares en Colombia, y
desde una estación alquilada por Washington al gobierno holandés, en la isla
caribeña de Aruba. Pero en la actualidad, la preocupación mayor para los
venezolanos es la ubicada en los territorios de la Occidental Petroleum en
Saravena, departamento colombiano de Arauca, frontera con el estado de Apure.
Ahí están asentados unos 400 soldados de las fuerzas especiales estadounidenses
y contratistas militares privados (12). "Nosotros sabemos que ellos no sólo
están entrenando al ejército colombiano sino a paramilitares. Y estos últimos
pasan la frontera para agredir a nuestros ciudadanos, cometer actos delictivos y
provocar una reacción de nuestras fuerzas de defensa", sostiene el general
López Hidalgo.
El despoblado departamento de Arauca es el más militarizado de Colombia. A pesar
de ello el paramilitarismo se consolidó a fines del 2001, luego de realizar
miles de asesinatos y hacer huir a los sobrevivientes. En coordinación con el
ejército repoblaron muchos caseríos, convirtiéndolos en "aldeas estratégicas",
al estilo de Vietnam y Guatemala, principalmente en la frontera y al paso del
oleoducto Caño Limón-Coveñas. Meses antes y después del efímero golpe de Estado
contra el presidente Chávez, abril 2002, los paramilitares estuvieron activos en
territorio venezolano, con el beneplácito de los antichavistas.
El 17 de septiembre del 2004 fueron asesinados cinco militares, una ingeniera de
petroleos, y otros cinco venezolanos en Guasdualito, no lejos de Saravena. No
habían pasado ni veinte horas y el gobierno colombiano culpaba a las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC). "El comunicado daba muchos
detalles. Parecía que todo lo conocían con anterioridad. Las averiguaciones nos
fueron diciendo que eran paramilitares", apunta el teniente coronel Herrera
Jiménez.
El gobierno colombiano, y la mayoría de medios informativos de ambos países, no
pierden ocasión para culpabilizar a la guerrilla de los atentados contra la
población venezolana, al tiempo que se insinúa la complicidad del presidente
Chávez de no hacerle frente. La guerrilla ve como positiva la neutralidad del
presidente. Ella no niega haber cometido algunas acciones reprobables contra
civiles. Aclaran, tanto las FARC, por intermedio del comandante Raúl Reyes, como
el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en palabras del comandante Milton
Hernandez, que sus lineamientos políticos estratégicos aprobados en los últimos
diez años, determinan no realizar acciones militares o económicas, ni
inmiscuirse en la vida política de los países vecinos esperando "la
reciprocidad y el respeto".
El gobernador del Estado de Amazonas, Liborio Guarulla, testimonia: "los
guerrilleros no nos representan inseguridad: si pasan la frontera es para
realizar compras, y siempre van desarmados. En cambio los paramilitares nos
crean problemas sociales, pues con su crueldad hacen huir a los indígenas hasta
nuestras comunidades".
En los Estados de Zulia y Táchira las relaciones de las familias mixtas que
viven en ambos lados de la frontera, así como los tradicionales intercambios
económicos se han visto afectados por el conflicto. Según el director del
Consejo Nacional de Fronteras, Feijóo Colomine, unos cien mil desplazados han
llegado a Venezuela en los últimos cinco años, entre los cuales se han colado
delincuentes comunes, narcotraficantes y paramilitares (13). Aumentó la
criminalidad, el tráfico de drogas, y el lavado de dinero. Campesinos,
sindicalistas y otros dirigentes sociales que han buscado refugio, se volvieron
"invisibles" ante el temor de ser asesinados, o capturados y devueltos por
sectores de los organismos de seguridad antichavistas, que trabajan en
coordinación con los colombianos y sus paramilitares.
Al otro lado de la frontera se encuentra la ciudad de Cucuta, considerada como
"la capital y sede social del paramilitarismo en el oriente colombiano" (14). El
principal dirigente paramilitar, Salvatore Mancuso, detenta el poder en buena
parte de la frontera, tomada por sus hombres desde 1999. Manejan el contrabando
de gasolina desde Venezuela, actividad legalizada inexplicablemente por el
presidente Uribe dentro de las "acciones de desarrollo social" del Plan
Colombia, en noviembre del 2003. Multiplicaron considerablemente los cultivos de
coca, y acondicionaron rutas para la exportación de drogas ilícitas.
En Colombia no se esconde: "El fortalecimiento del paramilitarismo", en
la frontera con Zulia y Táchira, "constituye el eje de la proyección hacia
territorio venezolano". Por las investigaciones oficiales colombianas, "se
puede inferir que los planes del paramilitarismo se internacionalizan en
Venezuela" (15).
Una aplicación concreta de esta estrategia se dio a comienzos de mayo 2004,
cuando fueron capturados 130 paramilitares colombianos en una hacienda a 20
kilómetros de Caracas. En el grupo habían 40 reservistas y una veintena de
soldados profesionales. Se preveía atacar, el 12 de mayo, varios puestos
militares en Caracas y apoderarse del armamento. No se excluía el asesinato del
presidente Chávez. Como los asaltantes llevarían uniformes venezolanos, la
operación pasaría como un levantamiento de "militares venezolanos". Ante la
respuesta de la mayoría de la población y de los militares fieles al presidente,
a nivel internacional se hablaría del "caos", y del "peligro de
desestabilización", motivos suficientes para propiciar una intervención
exterior, teniendo a Colombia y Estados Unidos como los principales
instigadores.
Según las investigaciones presentadas por las autoridades venezolanas, el
transporte de los mercenarios y su armamento fue organizado por autoridades
civiles y militares de Zulia y Táchira, opositoras a Chávez. La "asonada" fue
iniciada por el comandante del Ejercito colombiano, general Orlando Carreño
Sandoval, el más dinámico ejecutor del Plan Colombia. Parece que el haber
fallado, y los rastros que dejó, le costaron el cargo unos meses después.
Entre los planes de desarrollo social y económico que adelanta el gobierno de
Caracas, es una prioridad la zona fronteriza, históricamente abandonada. En las
regiones más apartadas y humildes del país ya se puede comprobar los avances en
educación y salud. Los pobladores colombianos, que siguen abandonados, lo han
visto: "Llegan diariamente a que les demos atención médica, odontológica y
oftalmológica, quedándose asombrados porque es gratuita", dice el gobernador
Guarulla. Por su parte Colomine analiza: "Uribe y Estados Unidos le temen
mucho a esto, al demostrarse que es posible llevar el desarrollo a las mayorías
por encima de lo militar: tan sólo poniendo a su servicio las riquezas de la
nación".
El general venezolano López Hidalgo es categórico: "Tenemos que hacer un gran
debate sobre el Plan Colombia, porque está colocando a nuestra soberanía en
peligro. Se busca la animadversión entre los dos pueblos, quizás una
guerra, para que unos terceros intervengan y ganen: Estados Unidos y sus
transnacionales. Pero tenga por seguro: ¡no pasarán!".
Hernando Calvo Ospina
*Periodista y escritor colombiano residente en Francia.
© Le Monde Diplomatique. France.
EPILOGO:
Según quien usted sea…
El 31 de diciembre 2004, el gobierno colombiano extraditó hacia Estado Unidos al
comandante de las FARC Simón Trinidad, acusado de tráfico de drogas, secuestro y
complicidad con terroristas. Capturado el 2 de enero 2004 en Quito (Ecuador),
Trinidad fue uno de los principales negociadores durante los diálogos de paz que
adelantó la organización insurgente con el gobierno del presidente Andrés
Pastrana, entre 1999 y 2002. Esta extradición podría cerrar la puerta al «
intercambio humanitario » propuesto por la guerrilla : personas retenidas por
las FARC a cambio de guerrilleros en prisión.
El 13 de diciembre 2004, un emisario de la comisión político-diplomática de las
FARC, Rodrigo Granda, fue secuestrado en una calle de Caracas. El guerrillero
fue llevado clandestinamente hasta Colombia por miembros de la Guardia Nacional
venezolana –posteriormente arrestados-, actuando en coordinación con los
servicios de seguridad colombianos, y a cambio de una fuerte suma de dinero. En
contra de todas las normas del derecho internacional, esta operación provocó una
gran crisis entre Caracas –que considera violada su soberanía- y Bogotá. El
presidente Chávez suspendió las relaciones comerciales con el país vecino y
llamó a su embajador en Colombia. El embajador de Estados Unidos en Bogotá,
William Wood, fue el único que brindó inmediatamente su apoyo al gobierno
colombiano.
El 9 de diciembre 2004, en Tibú, cerca a la frontera con Venezuela, una
ceremonia oficial tuvo lugar en honor a la « desmovilización » de Salvatore
Mancuso, principal lider paramilitar, y de una parte de sus hombres,
responsables de atrocidades contra la población civil. Aunque Estados Unidos
reclaman en extradición a Mancuso por narcotráfico y terrorismo, la ceremonia
contó con la « sorprendente » presencia de Stewart Tuttle, subdirector de
Asuntos Políticos de la embajada estadounidense en Bogotá…
HCO.
© Le Monde Diplomatique.
Notas:
1- Informe Sobre las Inversiones en el Mundo, UNCTAD, 22 de septiembre 2004.
2- El 23 de septiembre de 1999, el presidente colombiano, Andrés Pastrana,
obtuvo de Washington una ayuda de 1.6 mil millones de dólares para "enfrentar el
narcotráfico", pero que en realidad ha sido para luchar contra las guerrillas.
Esta ayuda a sido aumentada, poco a poco, dentro del mismo Plan, pero llamada
Iniciativa Regional Andina.
3- Cuatro panameños sobre 10 viven en la pobreza; dos sobre 10 están en la
extrema pobreza. Geneteau, Nestalí. "Más panameños al sector informal".
Capital Financiero. Panamá, 27 septiembre 2004.
4- Reyes, Herasto, "Darién o la tranquilidad endeble". La Prensa, 13
agosto 2000.
5- La prensa. Panamá, 29 de enero 2003.
6- Amnesty International : "Panamá/Colombia: La seguridad de las fronteras no
debe infringir el derecho internacional sobre refugiados". Londres, AMR
23/04/2003.
7- Firmado entre los presidentes James Carter y Omar Torrijos, 7 de septiembre
de 1977, el tratado preveía el traspaso a Panamá, el 31 de diciembre de 1999, de
la soberanía del canal, así como partida progresiva de las bases militares
estadounidenses de esa zona.
8- La Prensa. Panamá, 17 de noviembre 2004.
9- Leer Maurice Lemoine: "Panama récupère son canal". Le Monde Diplomatique,
agosto 1999
10- El Panamá América, Sección Opinión. Panamá, 16 de noviembre 2004
11- "El Comando Sur enfrenta peligros emergentes y tradicionales". American
Working Group, Washington Office on Latin America y Interhemispheric Resource
Center. Washington, 24 de julio 2004.
12- Leer el dossier "Oú l’on reparle des mercenaires…", Le Monde Diplomatique,
noviembre 2004.
13- "Plan Colombia: incidencia en la seguridad y defensa de la Nación".
Conferencia en la Universidad Bolivariana. Caracas, 3 de octubre 2004.
14- El Tiempo, Bogotá, octubre 24 del 2004.
15- El Espectador. Bogotá, mayo 16-22 del 2004.