Latinoamérica
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Reflexiones sobre la unidad de la izquierda
Por Alfonso Cano
Jefe del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia
Los esfuerzos que realizamos por alcanzar una sociedad sin explotados serán
insuficientes, si no conllevan la convicción, la voluntad, el empuje y la
decisión de poner el hombro conjuntamente con quienes marchan en la misma
dirección nuestra, identificando entre todos las líneas gruesas del futuro que
aspiramos construir y batallando por cimentar en torno a estas una gran
convergencia de masas, sin más interés que el bien común, el progreso
generalizado y la defensa de la dignidad nacional.
Esta confluencia se debe construir básicamente a partir del incesante combate de
nuestro pueblo contra la miseria y el olvido, de su cotidiano pulso contra la
violencia del Estado antipopular que como monstruo de mil cabezas lo agrede en
lo económico, lo social, lo político, lo moral, lo ético y en su integridad
física. Debe levantarse desde los pliegues más elementales del tejido social
colombiano garantizando así forjar unidad sólida e ir cualificando así,
progresivamente la lucha popular y acercando los objetivos supremos.
Este proceso, reclama la condición de masificar el conocimiento sobre la epopeya
de nuestro pueblo en su ansia libertaria, que como acumulado indeleble estimula
el espíritu de sacrificio que reclama la lucha: aprender de las heroicas
jornadas de resistencia indígena, palenquera y comunera contra el coloniaje;
evocar la campaña bolivariana que conquistó nuestra independencia del yugo
español visualizando el horizonte que perseguimos con tesón, y repasar esa
confrontación constante que desde entonces hasta hoy se libra por erigimos como
nación soberana y popular.
No olvidar que las luchas sociales y políticas de la segunda mitad del siglo
anterior, fueron afectadas también por las fricciones, las divisiones, la
insularidad y la dispersión en la izquierda; y en lo que por acción u omisión,
en menor o en mayor grado todos quienes participamos de ellas y permanecemos
firmes en nuestros principios y compromisos, tenemos responsabilidad por no
haber logrado imprimir mayor proyección a los esfuerzos unitarios que se
acometieron entonces, lo que nos, debe empujar hoy a cumplir con gran fuerza la
inaplazable tarea de trabaiar la convergencia en los marcos -claro está- del
nuevo contexto mundial y regional, convocando tanto a las generaciones adultas
como a los jóvenes a trabajar por la conformación de un Nuevo Gobierno que
desacralice el mercado, batalle por alcanzar una Colombia con justicia social y
democracia y recupere la soberanía patria tan vergonzosamente refundida en la
actualidad.
Aunque una estrategia unitaria impone sus acentos en prospecciones de largo
aliento, vale mencionar que la coyuntura actual arroja algunos referentes
inmediatos e ineludibles como la lucha por el canje y el intercambio humanitario
el rechazo a la incesante guerra sucia que prosigue cobrando la vida de
dirigentes populares, el rechazo al paramilitarismo y a las pretenciones
uribistas de legalizarlo como partido político, el rechazo a las nuevas
pretensiones impositivas del régimen que afectarían principalmente a los
sectores medios y pobres de la población; y rechazo a las medidas de corte nazi
denominadas "antiterroristas" que como la historia más reciente nos lo enseña,
sirven para golpear al movimiento de masas y a la oposición legal y muy poco a
quienes confrontamos militarmente al Estado.
Y por su puesto el enfático rechazo a las gestiones que pretenden la reelección
presidencial de Uribe, no solo por lo nefasto del personaje, ni por las
mefíticas oleadas que emanan de sus trapisondas, sino como rechazo al manoseo
oligárquico de las reglas de juego que sostienen al régimen ya toda la
entelequia de su institucionalidad que ensalzan cuando les conviene y tratan
como basura cuando chocan con sus estrategias de poder.
Igual sucede con la Constitución de 1991, a la que le sabotearon las
posibilidades de haber sido un verdadero tratado de paz-, que a escasos 13 años
de aprobado su ecléctico contenido, la están secando de sus apartes más
significativos a punta de remiendos y enmendaduras los nostálgicos de la
Constitución de 1886.
También pasó con la ley de tierras de 1936. Es por ello mismo que esta
oligarquía colombiana poco escrupulosa, rapaz, ligera para regar de sangre el
suelo patrio y tramposa, ha frustrado diferentes intentos de lograr la paz por
la vía diplomática, pues sin ceder un ápice de sus infinitos privilegios no
ahorra agresiones buscando arrebatar derechos adquiridos a quienes no hacen
parte de su casta usurpadora. Sobre la violencia terrorista descansan tanto su
concepción del del estado como la materialización de sus formas de dominación,
lo que históricamente ha impelido al pueblo a enfrentarla de las más diversas
formas, singularizando las modalidades de lucha del movimiento popular de
nuestro país y dándole un cariz muy particular a su accionar unitario.
Son los combates que amalgaman lo legal y lo ilegal, lo abierto y lo oculto, lo
conspirativo y la lucha de masas, lo particular, lo regional y lo nacional, la
acción de los movimientos políticos y las organizaciones sociales, de las
estructuras modernas de acción con otras de larga tradición de lucha, es la
realidad de las estructuras político-militares revolucionarias como de muchas
otras legales y pacificas de laxos requisitos de pertenencia, pero también
nacidas como rechazo a la injusticia, a la indignidad y al oprobio a que nos ha
sometido este régimen de la oligarquía Y es a partir de esa diversidad que
tenemos que ir encontrando y forjando caminos propios, variados e independientes
de unidad, pues ese amplísimo espectro de modalidades de lucha popular no ha
sido invento de mentes individuales o de voluntades particulares, si no
necesidades históricas de un pueblo que se niega a sobrevivir en el oprobio.
Las FARC, como organización político-militar del pueblo, lanzó la iniciativa y
se colocó en la tarea de conformar el Movimiento Bolivariano por la Nueva
Colombia como herramienta aglutinadora de todos aquellos que identificados con
la Plataforma de 10 puntos para la conformación de un nuevo gobierno y la
construcción del nuevo país, quieren aportar a su conquista desde es movimiento
de masas.
Así y desde allí, estimulamos y participamos del conjunto de las luchas que
adelanta masivamente nuestro pueblo alentando en primer lugar a los trabajadores
urbanos y rurales, y por supuesto a los desempleados, a los estudiantes,
artistas, a las diferentes etnias, a todos los hombres y mujeres de Colombia que
sientan ánimo por construir democracia, y los alentamos a fortalecer las uniones
de lucha existentes, a crear otras nuevas y variadas sin amarramos a ninguna
forma en especial, a asimilar la experiencia buscando mayores logros, a pelear
presencia y legitimidad a cada instante y en todo escenario ya que esta no
reside en el aparato de la Registraduría Nacional, ni en las encuestas amañadas
de empresas financiadas por el Estado, ni mucho menos en la manipulación de los
medios si no en el contenido profundamente popular y revolucionario de las
luchas diarias de nuestro pueblo, en la consecuencia y el ascendiente real de
sus dirigentes en las masas y en la dinámica y eficacia que le impriman las
organizaciones a cada confrontación.
La plataforma de 10 puntos, síntesis de nuestros objetivos de democracia,
justicia social, soberanía y unidad latinoamericana en la actual etapa también
es referente para la convergencia. Estamos absolutamente convencidos que todos
quienes compartimos estos anhelos "nos iremos encontrando en el ideario de el
libertador Simón Bolívar".
Para nosotros la unidad antiimperialista, antilatifundista, antineoliberal y
antioligárquica es estratégica. Solo con ella podremos alcanzar para nuestro
pueblo "la mayor suma de felicidad posible'"' que nos legara como tarea el
libertador y como ruta hacia un Nuevo Estado.
fuente: Red de la Resistencia