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Uribe reconoció que la lucha contra los grupos armados ilegales en Colombia «engendra dificultad a nuestros vecinos y hermanos». (BBC.Martes, 15 de febrero de 2005/Caracas/ 23:08 GMT)
Regionalizar
el Plan Colombia no sólo implica que los ejércitos de la región se involucren en
operaciones militares de la guerra que vive hace medio siglo el país
sudamericano. ¡No!, la regionalización tiene también otras aristas, igual o más
peligrosas, que la eminentemente militar.
Distintos analistas militares en Ecuador, algunos de los cuales que, cuando nos
ilustraron sobre tácticas y estrategias eran opositores a Gutiérrez, y que ahora
son funcionarios de gobierno, nos convencieron que las Fuerzas Armadas de
Ecuador serían utilizadas como el «yunque cuando el martillo golpee desde el
Norte» a las fuerzas guerrilleras, y que, en ese momento, cuando en nuestra
frontera se detenga la «estampida» de los insurgentes a territorio ecuatoriano,
automáticamente estaríamos involucrándonos en el conflicto y éste se
regionalizaría. Con ese convencimientos recibimos con temor el anuncio del
denominado «Plan Patriota»: millares de soldados equipados y calificados se
desplazaban a las selvas colombianas para acabar con la insurgencia. Se cumplía
la predicción.
Ahora, cuando al Plan Patriota se lo puede comenzar a estimar, la realidad nos
arroja otra lectura. El Presidente Uribe sólo puede exhibir dos victorias
pírricas: los secuestros de Simón Trinidad y Ricardo Granda. Los dos ejecutados
en territorios extranjeros, los dos cometidos contra personas desarmadas, los
dos realizados en operaciones que violan las soberanías de otros países que
tienen relaciones de amistad y no están en alerta. Ningún alto Comandante
insurgente ha sido siquiera enfrentado en combate. Mientras, los grandes medios
de comunicación dan cuenta, semanalmente, de decenas de muertos y heridos
pertenecientes a las Fuerzas Armadas de Colombia, las FARC continúan
potencialmente combativas y han ocasionado desastres a los regulares, los mismos
que han sido reconocidos a su vez por el propio Uribe Vélez.
El Plan Patriota, a todas luces, no fue una exitosa campaña militar y al Ecuador
no han llegado los miles de guerrilleros vencidos huyendo de la derrota.
De este lado de la frontera, fueron movilizados entre 10 y 15.000 efectivos a
custodiar la línea punteada, bajo estricta responsabilidad financiera del
empobrecido y endeudado Ecuador y una superioridad públicamente compartida con
el Comando Sur de los Estados Unidos.
Pero los hechos de mayor trascendencia no fueron, precisamente, los combates con
las fuerzas insurgentes. Por el contrario, la casi desapercibida actividad se la
tuvo en enfrentamientos con el ejército regular de Colombia en las fronterizas
provincias de Carchi y Sucumbíos, y en más de una vergüenza pública, al ser
desenmascaradas las mentiras oficiales por la prensa de ambos países. Así,
conviene repasar lo más destacado en el 2004.
Secuestro de Simón Trinidad
El 2004 se inauguró con la detención de Simón Trinidad en Quito, por parte de un
comando de inteligencia multinacional, en el que el Ecuador no participó. La
información que proporcionó el gobierno de Lucio Gutiérrez como que la captura
fue realizada en «un operativo migratorio de rutina», fue desmentida
inmediatamente por la prensa colombiana y estadounidense que dieron cuenta
minuciosa del seguimiento y acciones previas de espionaje que realizaron en
nuestro país los organismos de Colombia «con asesoría de los EEUU». La
contundencia de las pruebas (fotografías y videos) exhibidas abiertamente fuera
de Ecuador, silenciaron a los voceros gubernamentales.
La famosa «Matriz de Seguridad»
Unas pocas semanas después, hacia el 14 de enero, altos oficiales del Comando
Sur de Estados Unidos exponen a sus colegas ecuatorianos la «Matriz de
Seguridad» en un hotel de la capital de la República. En este documento, se le
asigna a las Fuerzas Armadas del Ecuador 200 tareas militares. De inmediato, el
Jefe del Comando Conjunto de Ecuador desmiente la revelación de la prensa
nacional, aunque rectifica en junio y acepta los hechos, bajo el pretexto de que
«tenemos muchas deficiencias. Esperamos que nos ayuden».
Hundimiento de barcos de bandera ecuatoriana
Sigue la lista de intervenciones con el hundimiento de 8 embarcaciones
ecuatorianas por parte de la marina estadounidense, dentro de las 200 millas de
mar territorial. La denuncia fue generada por ALDHU, rechazada por la
Cancillería ecuatoriana y ratificada, el 23 de Noviembre del 2004, por la
Comisión de Asuntos Internacionales del Congreso Nacional. «Para evitar
cualquier contacto con nosotros, los migrantes, los militares norteamericanos
utilizaron trajes plásticos. Luego del cañoneo de cerca de dos horas, el barco
se hundió con el festejo de los militares gringos. Parecía una película de
guerras..», relata uno de los testigos con rabia y horror. Además varias
sospechas apuntan a que los marines y «terminators» salieron de Manta, puerto
nacional ocupado por las tropas estadounidenses en el marco del mismo Plan
Colombia.
«A pesar de las pruebas, Cancillería renunció a presentar un reclamo» dijo el
internacionalista Mauricio Gándara, jurisconsulto y coordinador del Grupo
Dignidad y Soberanía.
Fumigaciones y desplazados
La navidad para las poblaciones fronterizas con Colombia, se manifestó con dos
regalos; el reinicio de las fumigaciones y las amenazas paramilitares. Fruto del
primero tenemos dos muertes y cultivos destrozados; y del segundo, más de 200
familias desplazadas, las que además, no pueden utilizar las instalaciones para
refugiados, ¡oh paradoja!, pues son «nativos».
Sobre los acuerdos para establecer una franja de seguridad, el Presidente Uribe
dijo desconocerlos, nada más y nada menos que en el propio Palacio de Gobierno
en Quito, mientras que la Cancillería ecuatoriana los había utilizado como
argumento de defensa ante los cuestionamientos de distintos sectores y los
reclamos de los campesinos de la región. Hasta el momento no hay explicación
oficial sobre el desacuerdo. Simplemente, se sigue fumigando.
Oleada de refugiados
También los refugiados colombianos vinieron a constituirse en un punto
importante de la problemática a este lado de la frontera. Según ACNUR, desde el
2000 se han presentado 27.230 solicitudes de refugio, de ellas, sólo el 28%
fueron aceptadas. Dado el incremento de la población refugiada, este organismo
internacional incrementó el presupuesto para Ecuador de 800 mil a 3 millones
dólares. Sólo en Noviembre 200 familias colombianas llegaron como refugiadas al
país huyendo de la violencia.
El Ecuador, por su parte, solicitó a Colombia su cooperación económica para
desarrollar planes de atención a refugiados. La opinión pública no conoce si
existe respuesta oficial.
Unidades militares de Colombia en Ecuador
El 18 de mayo el General Octavio Romero, Jefe del Comando Conjunto declaró que
unidades militares encargadas de la seguridad en la frontera Norte «detectaron
en dos ocasiones sobrevuelos de la Fuerza Aérea de Colombia en nuestro
territorio, lo que se comunicó al Ministerio de Relaciones Exteriores» (Diario
El Comercio,19 de Mayo de 2004,A2).
En el mismo periódico, el 10 de septiembre se da cuenta que el día anterior, 70
militares colombianos ingresaron a Buena Vista, recinto ecuatoriano. Revisaron
las fincas, las pertenencias y detuvieron a 5 jóvenes con fines de
investigación. La Junta Comunal exigió su liberación.
«La población limita con La Rosa, una vereda de Colombia ubicada al otro extremo
del limítrofe río Putumayo, sus colonos ratificaron que anteayer el ejército
colombiano adecuó un campamento temporal en las playas ecuatorianas del Putumayo...
dijeron que querían encontrarse con el Ejército Ecuatoriano para darle bala por
ser aliado de la guerrilla. El ejército colombiano respondió con un ataque aéreo
desde la fincas ecuatorianas. Los helicópteros cruzaron la frontera; desde
nuestras propiedades dispararon».(Diario El Comercio,Quito,10/09/04)
El Comandante del Batallón de Selva 55 Putumayo de Ecuador envió un comunicado
al oficial de la Base Naval Sur de Colombia para pedirle respeto a los acuerdos
internacionales y que se abstenga de ingresar a Ecuador: «Se evite acercarse y
transitar dentro de los límites ecuatorianos, con la finalidad de salvaguardar
las buenas relaciones tanto del Ejército como de la población fronteriza».
El 13 de Diciembre es secuestrado en Caracas Rodrigo Granda, miembro de la
Comisión Internacional de las FARC. El gobierno colombiano justifica la acción
demostrando que el guerrillero transitaba libremente por distintos países, entre
ellos Ecuador. Los documentos de Granda en Ecuador, no son falsos y fueron
obtenidos regularmente con su nombre y apellidos. La policía ecuatoriana jamás
recibió petitorio colombiano para su captura. Las pruebas, entre otros
documentos exhibidos oficialmente en Colombia, son fotografías y videos
registrados en Quito y publicitados en Bogotá, lo que determina ya un proceder
rutinario de las fuerzas militares colombianas en territorio ecuatoriano. Desde
prisión, el propio guerrillero ratifica, que el 21 de agosto, estuvo a punto de
ser detenido en Quito, por un comando de inteligencia de su país.
Ninguno de los puntos ha sido topado por el canciller Zuquilanda, ni ha merecido
explicación oficial. El silencio es la respuesta. Al parecer el gobierno del
Ecuador ha cedido tácitamente la soberanía nacional al gobierno de Uribe Vélez
y/o las Fuerzas armadas colombianas han sido encargadas de vigilar la región,
desconocer las fronteras y asumir el mando militar de la región por encargo del
Comando Sur.
Militares estadounidenses en Ecuador
De forma absolutamente pública, se conoce que 475 militares estadounidenses
están autorizados para ingresar y circular en territorio ecuatoriano, gracias al
acuerdo de la Base de Manta. Número exorbitante si tomamos en cuenta que en
Colombia, país atravesado por una larga conflagración interna, para incrementar
el número de 400 a 800 soldados, Bush tuvo que pedir autorización expresa a su
Congreso aduciendo el incremento de la guerra civil. Dato al que hay que sumar
la actitud y actividades de la embajadora estadounidense en Ecuador: visitas de
inspección a unidades militares de la frontera donde es recibida con honores
militares, intervención abierta en asuntos internos del país y papel dirimente
en momentos de convulsión política.
Si la montaña no viene a mí...
Sencillo es el análisis de estos hechos si los juntamos: No hay ninguna
necesidad que nuestros soldados combatan en la frontera Norte. La
regionalización del Plan Colombia no contemplaba únicamente esta alternativa.
Los tentáculos del mayor y mejor preparado ejército de América, después del de
los Estados Unidos, cuyo poder y armamento altera el equilibrio militar en la
región, se introdujeron en los países vecinos. La transnacionalización de las
Fuerzas Armadas Colombianas se da ante la vista y paciencia de sus pares
latinoamericanas. Actúan con total libertad en los distintos países, salvo
Venezuela, donde su osadía pagó un alto costo y la vergüenza del presidente
Uribe pidiendo perdón en la casa del ofendido.
El Plan de Seguridad Democrática de Uribe lo replican, con otro nombre, sus
aliados, Gutiérrez en Ecuador y Toledo en el Perú. El plan de soldados
campesinos tiene su versión en las juntas campesinas, recientemente organizadas
en Ecuador. Existen ya denuncias documentadas de comunidades indígenas en las
que, apenas se formó la junta aparecieron las listas de los «comunistas,
ladrones, mafiosos» contra los que se pide actuar y «eliminarlos». La represión
ha pasado a ser parte de la cotidianidad. Opositores políticos, defensores de
derechos humanos y periodistas, ONG’s han sido amenazados y se atenta contra su
seguridad y su vida y las bandas paramilitares tienen su justificación en la
necesidad de la seguridad y en la defensa de la propiedad privada.
Mientras todo esto sucede, hábilmente el gobierno nos pone otros temas de
discusión: el cobro de las deudas, la extradición de los banqueros, la
disyuntiva entre un grupo oligárquico u otro, el sueldo de su secretaria
privada, las coimas a los diputados, la una Corte o la otra o por último, una
confusa consulta popular.
No será que estamos aplicando el sabio refrán chino que dice «cuando el dedo
señala al sol, el imbécil mira el dedo?». Y, es que, no podemos dejar mirar lo
profundo, lo de largo plazo. No podemos dejar el campo de batalla libre. La
sobrevivencia del Ecuador como estado nacional está en juego. La
transnacionalización del ejército títere de Colombia es un hecho, así lo expresó
su propio ministro de Defensa Jorge Alberto Uribe Echavarría:
«Las amenazas que se ciernen sobre nuestra seguridad no son asunto de cada
nación. El terrorismo, el lavado de activos, y el tráfico ilícito de armas,
municiones y explosivos, entre otros, son amenazas para nuestras democracias y
debemos enfrentarlas de manera conjunta y coordinada.
Colombia esta haciendo su parte. Mediante la Política de Seguridad Democrática
se está llevando seguridad a todos y cada uno de los colombianos. Sin embargo,
cualquier esfuerzo que no sea coordinado por toda la región sólo servirá para
desplazar y fortalecer la amenaza.. Nunca nos cansaremos de repetirlo: problemas
globales requieren soluciones globales.
No quisiera dejar de resaltar el enorme esfuerzo que venimos desarrollando en
Colombia con la ayuda de los Estados Unidos desde hace algunos años. De no haber
sido por el apoyo del Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos el panorama de
seguridad en la región sería otro.
También deseo destacar el trabajo que hemos adelantado con mi amigo Roberto
Chiabra, Ministro de Defensa del Perú, así como los compromisos acordados con
Brasil y Ecuador. Colombia está dispuesta a trabajar con la región y por la
región...
Creo que durante mucho tiempo hemos mantenido escondidos los méritos de esta
cooperación. De hecho creo que la cooperación en áreas de seguridad y defensa
sirve de base para acercamientos en otros temas...»
Michael Shifter decía hace algunos meses en una entrevista para el diario El
Tiempo de Bogotá, «Mi impresión es que cada Gobierno de la región está haciendo
lo que puede para proteger lo suyo, lo cual es comprensible pero no lo más
eficaz... Yo quiero invitarlos a que protejamos lo que es nuestro y a que
orquestemos, de la manera más eficaz, una defensa integral y regional de
nuestras democracias contra las amenazas. Erradicar la violencia y la
inseguridad de nuestro continente como se erradica a una plaga requiere del
trabajo y compromiso de todos, pero sobre todo, de la decisión de empezar con lo
urgente para poder seguir con lo importante».
¿Qué es entonces lo urgente? ¿Hacia dónde apunta lo importante?