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Los jefes operativos de la DINA
Mercedes Castro
Otro de los aspectos que reveló el ex agente de la DINA Nibaldo Jiménez en su
declaración ante el juez Juan Guzmán, fueron las responsabilidades operativas de
la DINA y quiénes estaban a cargo de sus principales divisiones.
Al individualizar a los más importantes jefes del organismo de seguridad, el ex
funcionario dijo que Miguel Krassnoff Martchenko era el jefe del Grupo Cóndor "
y hacía distintas labores de detención e interrogatorios. Él tomaba las
decisiones importantes".
Jiménez añadió que él mismo se desempeñó en esta unidad, pero bajo el mando del
capitán de Carabineros Silvio Torres.
Además, el ex agente identificó a Gerardo Godoy como el jefe del Grupo Tucán, a
Ricardo Dore Miller como el líder del Grupo Aguila, y precisó que Basclay Zapata
trabajaba en el Condor junto al Guatón Romo.
Estas dos subunidades, Aguila y Tucán, junto con Halcón y Vampiro, se
encontraban bajo el mando de la Brigada Caupolicán y ésta, a su vez, respondía a
la Brigada de Inteligencia Metropolitana (BIM) a cargo de Pedro Espinoza, que se
encontraba en la misma posición con el Departamento Exterior. Tanto la BIM como
el Departamento Exterior dependían de la Dirección General de la DINA, al mando
del general (r) Manuel Contreras, quien respondía directamente ante Augusto
Pinochet.
En forma paralela a las subunidades operaba el grupo liderado por Osvaldo
Pincetti, alias Doctor Tormento, quien utilizaba la hipnosis para arrancar las
confesiones de los detenidos. El ex agente sostiene en su declaración que
intentó ingresar a ese grupo de trabajo, pero precisa que no se lo permitieron.
Al referirse a algunos aspectos de la vida en los centros de reclusión, Jiménez
explica que el período de detención de una persona podía extenderse entre una
semana o un mes, o que incluso su situación podía variar dependiendo del grado
de hacinamiento del recinto.
Por ese mismo factor y el escaso contacto que tenía con ellos, sostuvo que era
prácticamente imposible recordar el nombre de los prisioneros.
En el caso específico de Villa Grimaldi, el ex agente sostiene que nunca vio
ejecuciones con disparos, pero que al parecer se utilizaba otra clase de métodos
menos ortodoxos para eliminar a los detenidos. Jiménez indica que lo más extraño
que vio en el lugar "era que habían desfigurado a un detenido que había muerto,
nunca supe su identidad, sólo sé que con un soplete le quemaron toda la cara
para desfigurarlo, pero no supe quién lo hizo, además eso ocurrió en La Torre".
Las palabras de Jiménez dejan en evidencia la fuerte presión que ejercía la DINA
sobre sus propios integrantes. El amendrentamiento era una tónica usual y, para
conseguir un eficaz trabajo de sus funcionarios, eran capaces incluso de dar
muerte a uno de los suyos, o de torturar a un prisionero político frente a un
agente.
Prueba de la efectividad de esta clase de tormentos las entrega el propio ex
agente al señalar, en un atisbo de sentimiento de culpa, que "se veía mucho
dolor en los recintos", aunque recalca que no participó en torturas, pues
declara que "yo sólo detenía a personas e investigaba".
Finalmente, Jiménez enfatiza que la DINA tenía una inmensa estructura, "era un
verdadero Ejército", donde los más jóvenes a veces eran los más crueles.