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Entrevista al juez chileno que procesa a Pinochet
Juan Guzmán y su "operación Pinochet"
Eloisa Ibarra A.
El Diario Nuevo, Nicaragua
Al doctor Juan Guzmán Tapia, Ministro Titular de la Corte de Apelaciones de
Santiago, Chile, le ha correspondido, por azar, instruir algunos de los juicios
más difíciles al ex presidente Augusto Pinochet, aunque por su mente nunca le
pasó que llevaría casos tan importantes y menos que enjuiciaría a uno de los
hombres más poderosos en la historia de Chile. Los últimos siete años de su vida
los ha dedicado casi por completo a los juicios, por eso duerme menos, pero
también duerme mejor porque tiene su conciencia en paz. Guzmán, quien se
encuentraba en Nicaragua participando en la Semana de la Independencia Judicial
y la Confianza en la Justicia, considera que para la profundización del proceso
democrático era necesario investigar los crímenes de que se acusa al General
Pinochet, para llevar justicia a los familiares de las víctimas de torturas,
secuestros y homicidios ocurridos durante la dictadura militar.
-¿La justicia chilena se ha reivindicado con los juicios a Pinochet, aunque tuvo
su inició a nivel internacional?
"Los juicios que se instruyen en Chile tuvieron su inicio en el país, pero
sucede que cuando el General Pinochet pasó por Inglaterra, el juez Garzón
utilizó la competencia universal que le atribuye el Código de Procedimiento
Penal español, pero la causa iba paralelamente en Chile. En cuanto a la
reivindicación, la justicia chilena ha variado con el tiempo la interpretación
de la Ley de Amnistía. Cuando la dictó el gobierno militar en 1985 para
determinados crímenes cometidos entre 1973 y 1978, los jueces la aplicaron
archivando los procesos.
Pero donde la justicia no estuvo bien fue al no acoger recursos de protección en
los momentos más difíciles, entre 1973 y 78. Si hubiese habido más actuación de
las cortes de apelaciones, hubiesen investigado qué pasaba con los
desaparecidos, se hubiese dado un gran freno para los crímenes".
-¿Qué pasó con la justicia cuando terminó el gobierno militar?
"En 1990, cuando comienza la democracia, hubo una frase del Presidente de la
República, entonces Patricio Alwyn, que significó un gran paso en la mentalidad
de los jueces: Justicia dentro de lo posible. En esos momentos el Poder Judicial
empieza a instruir una serie de causas por violación de los derechos humanos y
la interpretación de la Ley de Amnistía cambió, para que se investigaran las
causas hasta determinar quiénes eran los autores, los cómplices y los
encubridores. En este momento la Ley de Amnistía no se aplica y la Corte Suprema
de Justicia ha rechazado la ley por considerar que se trata de crímenes de lesa
de humanidad y por consiguiente no procede la prescripción".
-¿Qué tan difícil ha resultado reconstruir las pruebas para dar una respuesta a
los familiares de las víctimas que por años han clamado justicia?
"Los familiares y los abogados son los verdaderos protagonistas de las causas.
Ha sido muy difícil la reconstitución de las pruebas por varios motivos: en
primer lugar, los testigos y los familiares tenían miedo por las represalias;
después los testigos participaban más y los procesados comenzaron a confesar su
participación en los hechos. Pero encontrar los restos humanos es difícil aún,
porque algunos se cree que fueron lanzados al mar, o a lugares desconocidos, y
quienes participaron mantenían un pacto de silencio".
-¿Cree que la elección al azar y la forma como se han instruido los casos, han
ayudado a que la gente rompa ese silencio?
"Chile ha cambiado. Con el gobierno militar era muy difícil investigar estas
causas, porque había temor por las carreras de los mismos magistrados, algunos
afines al gobierno, no iban a actuar. La Policía no tenía la independencia para
investigar con objetividad, poco a poco con diversos gobiernos democráticos hay
más independencia y se ha perdido temor. Los magistrados son otros y eso ha
ayudado a investigar".
-¿Qué han significado los juicios a Pinochet, dentro del proceso de transición
democrática?
"Han sido muy importantes, porque el objetivo es tratar de descubrir qué pasó y
encontrar los restos humanos para que los familiares queden satisfechos y puedan
darle un funeral. Es importante que no queden impunes, porque hay personas que
perdieron un hijo o una madre que trabaja y aunque el dolor no se repara, se
pueden hacer menos duros los últimos años de muchas personas. La verdad, la
justicia y la no impunidad le dan mucha fuerza a la reconciliación y a la vuelta
a la democracia".
-¿El hecho de que Pinochet se encuentre bajo arresto, no equivale a impunidad?
"No, porque ha sido procesado, pero mientras no exista una sentencia que lo
condene, no se puede decir que es culpable. Ha sido procesado en el caso de la
Caravana de la Muerte, en la Operación Cóndor y en muchos otros".
-¿Cómo cayó en su vida, el hecho de resultar por azar el juez para procesar a
Pinochet?
"Lo tomé bastante profesionalmente. Ha incidido más en mi privacidad y vida
familiar. Unas personas piensan que ha afectado mi carrera, yo pienso que no
porque sé es juez en un pueblo chico, en una ciudad grande o en la Corte Suprema
de Justicia. En ese sentido no he sufrido perjuicio en mi carrera judicial. En
el aspecto social muchos no me quieren, pero otros me quieren mucho".
-¿Qué ha sentido de los familiares de las víctimas?
"Han sido personas sobrias, veraces, consecuentes y me ha llamado la atención
que pudiendo reconocer a muchas personas en las fotografías mostradas, para que
sean castigados, no lo han hecho y siempre reconocen a quienes intervinieron en
los secuestros, las torturas y muertes. La herida que sienten no está curada,
porque los restos no han sido encontrados, mucha gente tiene su duelo pendiente
y eso implica un dolor permanente.
Creo que esa gente ha luchado tenazmente para que la justicia desarrolle su
papel. Justifico esta actitud, pero no las manifestaciones a las personas
sujetas a la acción de la justicia, porque deberían dejar con confianza los
casos en manos de los jueces, que han tenido un sentido de justicia universal y
humana dentro de lo posible después de tantos años".
-¿Hay sectores políticos que podrían castigarlo en el ascenso de su carrera por
su actuación?
"Mis superiores me han castigado muchas veces: por dar entrevistas a la prensa,
por estimar que he violado el sumario, por mandar cartas de solidaridad a una
colega. Desde que estoy con estos casos tengo una calificación no muy buena,
bastante regular, porque crea anticuerpos y el pretexto son mis audacias, mis
intervenciones con la prensa, por transparencia, para explicarle a la gente que
tiene derecho a saber qué pasa con sus deudos. Tengo 65 años y a los 59 tenía
votos para llegar a la CSJ y seguramente habría llegado de no tener este
proceso".
-¿Cómo se siente como juez, en la intimidad, de haber perdido el derecho de
llegar a la CSJ, por instruir estos juicios de forma tal que lleven justicia a
los familiares de las víctimas?
"Me siento feliz, muy feliz, prefiero mil veces el abrazo con amor de una
persona en la calle, que llegar a ser el Presidente de la CSJ. No me afecta.
Muchos jueces están jugando el papel de ser honestos y sacrificar todo con tal
de llegar a la verdad y la justicia".
-¿Ha habido presiones por los juicios a Pinochet y su círculo de poder más
cercano?
"Ha habido presiones por juicios a otros oficiales antes del General Pinochet.
Presiones por parte del clero, amigos vinculados con el Ejército,
parlamentarios. En relación a Pinochet, hubo ese tipo de presiones y también
provenientes de miembros del gobierno. Pero duraron muy poco porque las denuncié
públicamente".
-¿Qué tanto se ha auxiliado del derecho internacional?
"He instruido con las leyes chilenas, pero hay normas internacionales, como el
secuestro y homicidio que coinciden con los crímenes de lesa humanidad. Se ha
cumplido con una de las razones del tratado de Roma que aún no está vigente, en
el sentido de que cuando no se hace justicia en el país, porque no se puede o no
se quiere, entonces le corresponderá a la Corte Internacional".
-Noto que viaja acompañado ¿Cuánto le han cambiado su vida estos juicios,
permanece con seguridad, tiene protección?
"Siempre ando con escoltas y permanente protección, y en ese sentido ha cambiado
mi vida. Hoy no gozo de privacidad, tampoco mi familia. Pero han sido estoicos y
me han ayudado en los momentos más difíciles, me han dado fuerza cuando he
vacilado. Mi madre, mis hijas y mi mujer han sido heroicas dentro de este
periodo".
-¿Qué tan cerca está para dictar una sentencia firme?
"En los míos es muy difícil, acabo de cerrar el sumario de la Caravana de la
Muerte, pero hay catorce sentencias con condena. Una llegó a la CSJ y ahí fue
rechazado un recurso de casación en el fondo, haciendo valer la jurisprudencia
del secuestro y la imprescriptibilidad. Hay bastantes sentencias
ejemplarizadoras".
-¿Cuánto tiempo faltará para que los familiares de las víctimas sientan que se
hizo justicia?
"Lamentablemente será un tema de generaciones. Creo que está muy largo. Como ser
humano, como chileno, quisiera que se produjera lo antes posible la
reconciliación de la gente, que trabajáramos todos juntos. Pero el olvido de un
ser querido es imposible".
-¿Alguna vez pensó que tendría un caso tan importante en sus manos?
"Jamás se me pasó por la mente. Mucho menos de uno de los hombres que más poder
tuvo en Chile. Jamás".
-¿Qué tan difícil ha sido llevar estos juicios?
"Son causas tremendamente difíciles, requieren de investigaciones, interrogar
muchas veces a los hechores, ir a los lugares, a alturas, donde cuesta respirar,
para ver si están los cuerpos. Otras veces donde hay nieve. Han sido causas
bastante difíciles, pero interesantes desde el punto de vista profesional".
-¿Ha interrogado a Pinochet?
"Dos veces. Primero en la Caravana de la Muerte y la segunda vez en la Operación
Cóndor. Él dice que no tiene participación culpable de estos hechos".
-¿Cree que al final encontrará la verdad de estos hechos?
"La verdad jurídica que necesita la gente sí. Que se descubra la verdad absoluta
es muy difícil".