Latinoamérica
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Entrevista a Jair Krischke
Lula no quiere investigar las desapariciones
Andrés Capelán
Comcosur
Nacido en Porto Alegre en 1938, Jair Lima Krischke ha sido un activista
incansable por los derechos humanos en Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y
Uruguay. En 1979 fundó el Movimiento Justicia y Derechos Humanos de Porto
Alegre; y gracias a su acción, en los tiempos del Plan Cóndor casi dos mil
perseguidos políticos del Cono Sur lograron ampararse al programa del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados.
Durante la dictadura uruguaya, Krischke instaló en Porto Alegre el Centro de
Informaciones sobre Uruguay, el que junto al Colegio de Abogados de Porto
Alegre, denunció en 1978 el secuestro en esta ciudad de los uruguayos Lilián
Celiberti y Universindo Rodríguez. Esa denuncia derivó en el único juicio que
finalizó con una condena a los participantes de un operativo del Plan Cóndor. La
cobertura del V Foro Social Mundial fue ocasión propicia para entrevistar a
Krischke en su oficina en el centro de Porto Alegre. La primer pregunta no hubo
que pensarla demasiado:
- Jair, la impunidad para los violadores de los derechos humanos en los años
del Cóndor parece ser una constante en casi todos los países del Cono Sur. ¿Qué
ha hecho al respecto el presidente Luis Inacio Da Silva en los dos años que
lleva en el gobierno?
- Lamentablemente no avanzamos nada... al ascender Lula al gobierno había una
esperanza en que se podría avanzar, especialmente en el tema de los
desaparecidos. Acá en Brasil hubo una amnistía en 1979, pero los familiares de
los desaparecidos todavía siguen sin saber donde están sus seres queridos ni qué
pasó con ellos.
Esa es una deuda que tenemos todos los brasileños. Todos estamos inmersos en
ésto, porque no se puede hablar de redemocratización si no logramos superar
esto. Necesitamos de una democracia sólida, y si no logramos avanzar en este
tema, no vamos a tenerla.
- ¿Y por qué no se avanza?
- En los últimos días de su gobierno, el presidente Fernando Henrique Cardoso
emitió un decreto aumentando los plazos necesarios para que los documentos
oficiales puedan ser desclasificados. Dejando de lado que dicho decreto es
inconstitucional, pues viene a modificar una ley anterior (y un decreto no puede
cambiar una ley), lo concreto es que puestas así las cosas, en los hechos los
documentos de la dictadura brasileña serán eternamente secretos. Y yo me atrevo
a decir que éste decreto fue dictado a pedido de Lula con el fin tener un
justificativo para no tocar el tema.
- ¿Tan así?
- Si. Nosotros, que luchamos por el tema de los derechos humanos, dejamos que
Lula ascendiera tranquilo, y recién en el mes de abril de 2003 empezamos a
tratar el tema. Las primeras reacciones desde Brasilia ya nos indicaron que no
se iba a tocar el asunto, que iba a quedar todo tal cual estaba, que por parte
de los militares había una decisión firme de que no se abrieran los archivos.
De todas maneras, seguimos luchando y haciendo lo que se podía. En el mes de
junio de 2003 la Justicia Federal dictó una sentencia determinando la apertura
de los archivos referentes a la guerrilla de Araguaia, llevada adelante hacia
fines de la década del sesenta por el Partido Comunista do Brasil, y Lula ordenó
al Abogado General de la Nación apelar esta decisión.
- ¿Cómo dice?
- Tal cual. Y yo me pregunto: ¿Cómo puede hacer esa apelaciòn alguien que llegó
al poder con el apoyo de toda la izquierda, especialmente de la gente que
combatió la dictadura por tantísimos años? ¿Cómo pudo Lula tomar una posición
así?
Esto es innominable... la Guerrilla de la Araguaia era un grupo de poco más de
70 personas que logró mantener su territorio liberado durante más de cuatro años
debido a la inserción social que habían logrado en la zona, hasta que fueron
brutalmente exterminados mediante la aplicación de todo el poderío bélico de las
Fuerzas Armadas brasileñas.
Los familiares de 63 de las víctimas todavía siguen luchando para que Lula
ordene al ejército que haga públicos los documentos de la masacre. Fijesé que
todavía no se sabe ni siquiera donde fueron enterrados los cuerpos.
- ¿Hubo algún sobreviviente de esa guerrilla?
- Sí, por ejemplo José Genoino, el presidente nacional del PT. Pero escuche
bien: el 22 de agosto de 2003, el Día del Soldado, Genoino recibió frente al
Comando Militar del Ejército de la Nación en Brasilia, la Medalla del
Pacificador.
- ¿Y qué es esa medalla?
- La Medalla del Pacificador es la condecoración con la que el ejército premió a
todos los torturadores de la larga dictadura brasileña.Y también la recibió el
mayor Curió, que fue quien comandó el exterminio de la guerrilla en la que
peleaba Genoino...
- Si las cosas están planteadas de esa manera: ¿cómo se podrá salir de este
círculo vicioso de impunidad?
- Yo soy un hombre de esperanzas y sigo luchando para que eso pase. Y no estoy
sólo en esta lucha, hay muchísima gente acá en Brasil luchando para que quede
bien claro quién hizo qué cosa durante la dictadura. Y esto es importante no
solamente para la historia reciente de nuestros países, sino que es importante
para la democracia. Porque si queremos que no se repitan estos hechos, tenemos
que conocerlos claramente.
Hasta ahora, en nuestros países, los militares sólo "desocuparon la plaza". En
los hechos siguen jugando un papel importantísimo y siguen teniendo un enorme
poder. Las decisiones importantes en nuestros países todavía pasan por los
militares, y eso tiene que cambiar.