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Las carroñeras vuelan bajo
SERPAL
Bolivia arrastra un conjunto de reivindicaciones ancestrales no atendidas,
desigualdades que se han hecho estructurales, propias del sistema, y conflictos
abiertos o históricamente mal resueltos. Ese pasado marcado por la inestabilidad
define el presente en el cual se reavivan los antiguos y los nuevos diferendos
políticos, sociales y económicos. Y este resurgimiento de la conflictividad se
produce en medio de una gestión de gobierno insegura, débil, vacilante. Carlos
Mesa, llegó a la presidencia como sucesor constitucional de Gonzalo Sánchez de
Losada, derrocado por las revueltas populares de octubre del 2003. Para asegurar
su supervivencia ante un país crispado que rechazaba los planes para la entrega
de las reservas nacionales de hidrocarburos prometió cambiar el rumbo. Pero en
pocos meses se advirtió que Mesa no asumía ese compromiso, y gobernaba de modo
zigzagueante cediendo alternativamente a las presiones recibidas desde diversos
flancos: una de ellas, casi permanente, la de los intereses de las grandes
empresas petroleras extranjeras; otra, la de la embajada norteamericana en La
Paz, que suele expresar abiertamente su opinión sobre cuestiones internas del
país, y una tercera,
la de las reacciones populares a las medidas anunciadas por el propio gobierno.
Todo está como era entonces
Han transcurrido ya 15 meses de aquellas revueltas populares que costaron más de
medio centenar de muertos y quinientos heridos por la represión ordenada por
Sánchez de Losada antes de huir del país ( hacia Estados Unidos ). Y las
cuestiones fundamentales siguen sin resolver.
Lo que hace más crítica la situación es la ausencia de proyectos políticos que
integren la profunda diversidad boliviana. Los partidos políticos están
profundamente desacreditados. Los sectores populares están divididos y con unos
liderazgos cuestionados por sus bases. Organizaciones que fueron poderosas años
atrás, como la histórica Central Obrera Boliviana, COB, adolece de las mismas
debilidades.
El MAS, Movimiento al Socialismo liderado por el líder campesino Evo Morales
tiene una fuerte implantación electoral basada en sus raíces entre las
asociaciones indígenas, campesinas y obreras de Bolivia, pero tiene dificultades
para extenderse a otros sectores. Felipe Quispe, "El Mallku", con ascendiente
sobre sectores aymaras no ha tenido demasiado eco en sus recientes convocatorias
y también su influencia tiene un alcance limitado. Morales y Quispe han
mantenido frecuentes diferencias y han sido incapaces de articular sus
movilizaciones y objetivos. Una de las causas puede ser el personalismo que
imprimen a sus políticas y la falta de una auténtica perspectiva de alcance
nacional.
El propio presidente Mesa carece de fuerzas propias. Tiende a sustentarse en
alianzas precarias, donde debe desconfiar más de los aliados circunstanciales
que de los rivales políticos. Una sola cosa parece tener clara Carlos Mesa: sabe
que no puede repetir el error de su predecesor y utilizar la violencia para
reprimir. Sería como jugar con fósforos en un depósito de gasolina. Por el
contrario, reitera que lo que advirtió el pasado 9 de enero: si hay muertes y
violencia, presentará su renuncia.
Amenaza para unos, objetivo para otros
Esa, la de su posible renuncia, es una amenaza efectiva para muchos sectores que
saben que sería muy difícil llenar ese vacío en las circunstancias actuales,
pero no para quienes vienen medrando entre bambalinas con la intención de
retomar el camino de Sánchez de Losada en su primer gobierno ( 1993-1997 ). Este
funesto liquidador, –como Menem en Argentina – emprendió el desmantelamiento del
estado y entregó los principales recursos del país. Entre quienes han sido
acusados de jugar ese papel, está el senador Hormando Vaca Diez, presidente del
Congreso, quien sucedería a Mesa ante su eventual dimisión. Este personaje fue
quien ordenó 30 de marzo pasado que la policía retirara al minero Eustaquio
Picachuri que reclamaba en el hall del Parlamento por su jubilación y la de
miles de compañeros, despojados de su derecho por la Ley de Pensiones de Sánchez
de Losada. Un episodio que terminó dramáticamente con la inmolación del
trabajador . ( Ver SERPAL 265-04 )
Vaca Diez, junto con el vicepresidente del Senado, Gonzalo Chirveches, controla
las bancadas parlamentarias del MIR, ( Mov. Izquierda Revolucionaria ), MNR (
Mov. Nacionalista Revolucionario y NFR (Nueva Fuerza Republicana ),
denominaciones que nada tienen que ver con sus posiciones,sus prácticas y sus
objetivos. En realidad estas formaciones tan justamente sospechadas por los
ciudadanos, vienen bloqueando en el Congreso el debate y la aprobación
definitiva de la Ley de Hidrocarburos. De tal modo eluden el mandato popular del
referéndum del 18 de julio pasado en defensa de la soberanía y propiedad de los
yacimientos de hidrocarburos y la refundación de la empresa estatal Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos.
La reivindicación autonómica
El nuevo periodo de inestabilidad se abrió cuando el presidente Mesa dispuso por
decreto el aumento de los precios del diesel y la gasolina. El sector
agroindustrial de Santa Cruz, encabezó el rechazo a la medida y a través de un
constituído Comité Cívico promovió movilizaciones que con el transcurrir de los
días derivó en el resurgimiento del antiguo reclamo por la autonomía. Santa Cruz
genera gran parte del Producto Bruto Interno del país ( casi un tercio ) y
constituye el sector más desarrollado, que lo ha convertido en polo de atracción
de la migración interna. En los últimos años, los dirigentes del sector
empresarial han pregonado reiteradamente que Santa Cruz paga los impuestos que
permiten mantener un aparato estatal que consideran burocrático e ineficaz.
Estos y otros argumentos basados en cifras irrebatibles, han servido para
sembrar una prédica de inocultable tinte demagógico que tácitamente ignora o
desprecia al resto de la población boliviana, con matices racistas incluídos. La
idea de que "solos nos irá mejor" pretende ganar incluso a los sectores más
postergados de la sociedad cruceña. Como sucediera durante los procesos de
independencia del reino de España, las ideas de una elite hablan de "un cambio
que favorecerá a todos", pero en realidad es guiado por un sector y a favor de
sus propios intereses. La amplitud del Comité Cívico incluye entre sus
activistas a los grupos "Nación Camba" y "Juventud Cruceñista" considerados como
neofascistas.
Esta perspectiva explica que sectores campesinos e indígenas expresen su rechazo
o al menos su abierta desconfianza en las propuestas del Comité Cívico cruceño.
La Coordinadora de Pueblos Etnicos, el Movimiento Sin Tierra, la Federación
Departamental de Colonizadores y la Organización Indígena Chiquitana, entre
otras, han rechazado "descolgarse" de un proceso nacional y exigen que el
posible rediseño del estado boliviano se realice en el marco de una Asamblea
Constituyente. Decenas de organizaciones sociales de base han creado la
Coordinadora de Defensa de la Democracia, para desmarcarse del Comité Cívico.
Aquí se agrupan campesinos del norte cruceño, sindicalistas, juntas vecinales,
magisterio y estudiantes de la Universidad Gabriel René Moreno.
Pero a pesar de estas reservas, el Cabildo abierto convocado por los cívicos
para el pasado viernes 28 de enero, congregó a decenas de miles de personas que
dieron su apoyo a los dirigentes del proceso autonomista. La tensión de los dias
previos por lo que aparecía como una acción "rupturista" e ilegal, fue
disipándose horas antes al conocerse que el gobierno de Mesa admitía la demanda
y le daría curso con medidas constitucionales. Una de las condiciones básicas
era que en ese Cabildo no fuera elegido ya un gobernador autónomo. Afirman que
en esa negociación medió la Iglesia Católica. Así se consiguió desactivar, al
menos por el momento, la posibilidad de una intervención militar basada en el
argumento constitucionalista de preservar la integridad del país. Otro gesto de
buena voluntad del presidente, fue una pequeña reducción en el precio del
diesel, que pasó a 3,72 bolivianos ( menos de 50 centavos de dólar ) por litro.
Lo cierto es que el argumento de los cruceños es reversible. Ellos afirman que
son quienes más consumen diesel y por tanto exigen la rebaja en el precio del
producto. Pero como el diesel seguirá subvencionado por el estado, lo que no
ingrese por su venta directa, lo terminarán pagando todos los bolivianos,
consuman o no el hidrocarburo.
¿ Y la Asamblea Constituyente ?
El presidente Mesa, consecuente con su compromiso convocó para el próximo 12 de
julio a la primera elección de gobernadores departamentales por voto popular.
Hasta ahora y "desde siempre" eran designados como prefectos por el Poder
Ejecutivo. Añadió Mesa que "las autonomías son un paso previo a la Asamblea
Constituyente". Y este es un punto fundamental : amplios sectores sociales
reclaman que el tema de las autonomías forme parte de los debates y acuerdos de
la futura Asamblea Constituyente. Este instrumento ha sido presentado también
por el Movimiento al Socialismo como la herramienta "popular, democrática y
participativa" que permita avanzar hacia "la refundación de nuestra patria".
Y sin que constituya una panacea de efectos inmediatos para la gran cantidad de
problemas no resueltos que tiene Bolivia, la reclamada Asamblea Constituyente es
el marco donde pueden debatirse y resolverse todas las reivindicaciones
sectoriales. De lo contrario, los damnificados serán una vez más, los de
siempre: los campesinos, los indígenas, los trabajadores, los ex mineros, los
eternos postergados.
El resto de los partidos políticos, consecuentes con su estrechez de miras, se
anota a la nueva perspectiva de elegir gobernadores considerando que pueden
recuperar el protagonismo perdido. Un optimismo exagerado si se tiene en cuenta
el absoluto desprestigio que tienen entre los ciudadanos.
Las carroñeras y sus gestores
Hormando Vaca Diez, senador por Santa Cruz y actual presidente del senado, y
vicepresidente de la república ( ya lo citamos al comienzo de esta nota)
mantiene estrechos vínculos con las empresas petroleras transnacionales que
aspiran al control de las reservas de gas y petróleo del subsuelo boliviano. El
olor de la nueva crisis atrae a las grandes corporaciones como carroñeras tras
la víctima suponiéndola indefensa y débil. Esas empresas pretenden bloquear una
Ley de Hidrocarburos que responda a la voluntad de soberanía sobre sus recursos
expresada por el pueblo boliviano en referéndum. Vaca Diez, uno de sus
principales gestores, es señalado como parte del sector más corrupto de su
partido, el MIR de Jaime Paz Zamora y le imputan además, vínculos con
narcotraficantes como Oso Cavaría y Meco Domínguez en la década de los años 90.
Según recuerda Bolpress, el vicepresidente también tiene permanentes contactos
con David Greenlee, embajador de los Estados Unidos, quien fue jefe de la CIA en
Bolivia a fines de los años 80. A su pedido intenta que el parlamento apruebe
una ley de inmunidad a favor de tropas norteamericanas, para que en el caso de
una actuación en suelo boliviano, quedaran fuera del alcance del Tribunal Penal
Internacional. Como puede deducirse Vaca Diez es un nombre a tener en cuenta por
sus peligrosas polivalencias.
En un artículo publicado por Bolpress, Andrés Solís Rada escribe que "pretender
entender el intento de designar "gobernadores" para los departamento de Santa
Cruz y Tarija, en los que se halla la casi totalidad de los 53 Trillones de Pies
Cúbicos (TCFs) de gas natural sin tomar en cuenta los intereses de las grandes
petroleras del mundo, como Shell, Enron, Repsol, Total, British Gas y Amoco, que
operan en Bolivia, se asemeja a estudiar el sistema respiratorio del ser humano
prescindiendo de los pulmones. Las transnacionales están impacientes por
exportar esas reservas a Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, México y
Estados Unidos, sin negociar con un Estado Nacional, que, pese a estar reducido
a piel y huesos por el neoliberalismo, es todavía un interlocutor al que las
transnacionales pretenden sustituir por "gobernadores" dóciles a sus designios."
Otros datos a tener en cuenta
Para evitar la mayor extensión de esta nota, añadiremos de forma resumida
otros
elementos y datos que permitan perfilar la complejidad de la crisis
boliviana.
Más de 200 organizaciones sociales de todo el país reunidas los dias 27 y 28 de
enero en La Paz coincidieron en señalar que el estado boliviano debe recuperar
las empresas estatales privatizadas, en particular aquellas estratégicas.
Afirman que tras 10 años de políticas de "capitalización", los resultados son de
beneficios para los intereses externos, y no para el país. También reclamaron
una nueva ley de pensiones que beneficie y proteja realmente a los trabajadores
pasivos.
El presidente Carlos Mesa designó vicepresidente del directorio del Banco
Central de Bolivia a Fernando Paz Valdivieso. Este funcionario tiene entre sus
antecedentes haber sido nombrado " a dedo" por el ex presidente Sánchez de
Losada como presidente del mismo banco en agosto del 2003, en una decisión
considerada inconstitucional y adoptada aprovechando los feriados de las fiestas
patrias.
Estas decisiones de Mesa no son precisamente un ejemplo de su ruptura con las
políticas de su derrocado predecesor.
El ya citado Andrés Solís Rada, destaca la responsabilidad de gran parte de los
medios de comunicación en la situación existente. Afirma que salvo excepciones
están siendo controlados por capitales transnacionales y oligárquicos. "El grupo
español "Prisa", añade, controla la red de televisión más importante del país,
además de influyentes periódicos en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. Casi
ninguna radio, canal o periódico importante puede prescindir de la publicidad de
las transnacionales, las que, por esa vía, imponen políticas editoriales e
informativas. Agrega: "Son estos medios los que respaldan los objetivos
separatistas en el oriente boliviano". "Hacen juego a esta posición los
postulados indigenistas a ultranza, que también desean astillar al país". "Ambas
posiciones cerraron hasta ahora la posibilidad de debatir los marcos de un
proceso de descentralización autonómico".
Un horizonte nada fácil
Del cuadro que componen estos apuntes se deduce que los sectores populares
tendrán que dinamizar sus organizaciones, buscar coincidencias urgentes en sus
objetivos inmediatos, y estar alertas ante propuestas que alienten una
fragmentación del país. La convocatoria para elegir representantes para una
Asamblea Constituyente debería ser una prioridad por ser el ámbito idóneo para
debatir y acordar el rediseño del estado. Dada la situación, articular estas
propuestas no será tarea fácil.
El vuelo bajo de las carroñeras es una advertencia suficientemente grave como
para impulsar la unidad de los bolivianos, de la inmensa mayoría que no está
implicada en los manejos de los gestores o beneficiarios de las políticas de
entrega. De todos aquellos que no forman parte de las estructuras parasitarias
que históricamente se han transferido el poder de gobernar. Es la hora del
postergado pueblo boliviano.
Redacción de SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa