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Bolivia: urge desmantelar ahora el neoliberalismo
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La Coordinadora de Defensa del Gas urge a radicalizar las reformas
antineoliberales para aislar y detener a las fuerzas reaccionarias y
empresariales que conspiran para preservar los millonarios intereses de las
transnacionales petroleras y los gigantescos latifundios improductivos del
oriente.
La movilización unitaria y cohesionada de todos los sectores y movimientos
populares es la clave para imponer la "agenda de octubre", que no es otra cosa
que la nacionalización del gas y el petróleo y la entrega de tierras a los
indígenas y campesinos pobres, dice la Coordinadora, que aglutina a un conjunto
de organizaciones sociales y laborales.
Según la Coordinadora, el "reformismo neoliberal", encarnado por el actual
presidente Carlos Mesa, no tiene perspectivas ni futuro y sólo allana le camino
a la restauración de los sectores oligárquicos y proimperialistas. "La actitud
dubitativa y ambigua del gobierno contribuye a un más rápido avance de la
derecha empresarial que de la izquierda indígena".
Este es el análisis que realiza la Coordinadora sobre la actual coyuntura
política y sobre la necesidad de acabar con el proyecto neoliberal que está
destruyendo al país y que está haciendo gemir a la familia boliviana:
TESIS SOBRE EL MOMENTO ACTUAL DE LA CRISIS POLÍTICA
1- La crisis estatal iniciada hace 4 años atrás ha debilitado y hecho retroceder
la hegemonía neoliberal (partidaria e ideológica) instaurada desde 1985. Sin
embargo, este debilitamiento ha dejado irresuelto el nuevo liderazgo nacional.
Por una parte, las ideas conservadoras del orden establecido se han atrincherado
y reforzado en las regiones del oriente y el sur del país (Santa Cruz, Beni,
Tarija), en tanto que los ideas y proyectos renovadores y progresistas han
avanzado y han logrado un liderazgo en las zonas occidentales del país. Sin
embargo, ninguno de estos proyectos políticos logra irradiarse ni expandirse
como proyecto nacional, lo que ha dado lugar a una regionalización de los
liderazgos.
Esto ha dado lugar a que emerja un tipo de gobierno "centrista", que busca
acomodarse entre estas dos polaridades, buscándolas atenuar y articular un
proyecto neoliberal reformista que mantenga la estructura general de las
políticas económicas aplicadas desde hace 19 años, pero incorporando algunos
elementos de las demandas y críticas que vienen del polo indígena popular.
Este reformismo neoliberal logra ampliarse en su base social en la medida en que
las polaridades atemperan sus posiciones, pero se estrecha a medida que las
polaridades radicalizan sus acciones. Este reformismo neoliberal, si bien busca
atenuar las conflictividades, es incapaz de resolver la crisis de liderazgo
nacional, de hegemonía, lo que lleva a que ni el polo conservador empresarial se
sienta satisfecho con las medidas que asumen ese gobierno centrista, ni los
sectores populares e indígenas más militantes que desean soluciones de raíz a
sus demandas, lo que da lugar a un tipo de creciente orfandad política de este
centro reformista.
2.- Lo que viene sucediendo en Santa Cruz es una clara sublevación
empresarial-regional contra el gobierno, un levantamiento burgués: se trata de
una serie de manifestaciones, movilizaciones y acciones directas dirigidas por
el empresariado regional, en torno a objetivos y convocatoria de los sectores
empresariales. Lo llamativo es que esta convocatoria tiene recepción social,
apoyo regional de sectores laborales y populares, lo que permite hablar de la
presencia activa de una hegemonía, de un liderazgo empresarial en la región.
A diferencia de lo que sucede en las zonas de occidente donde los movimientos
sociales populares e indígenas han construido un sentido común generalizado que
explica las carencias sociales, la falta de empleo, la discriminación y la
crisis debido al "modelo neoliberal", en oriente, los mismos problemas que
atraviesan los sectores subalternos son explicados por la"centralismo", que es
una ideología y visión del mundo administrada por las elites empresariales, lo
que permite entender su liderazgo y base social. Esto ciertamente tiene que ver
con la debilidad del tejido social popular en Santa Cruz, con la ausencia de
autonomía política de los sectores populares, etc., que permitan que las
demandas y frustraciones de varios sectores populares urbanos, y en particular
de jóvenes migrantes andinos, se articulen individualmente en las ofertas que
hacen las elites empresariales.
3.- Esta rebelión de las elites regionales en contra del gobierno tiene que ver
con el aumento del diesel afecta sus costos de producción agroindustrial; tiene
que ver con los errores formales del gobierno para hallar acuerdos, pero
FUNDAMENTALMENTE TIENE que ver con el hecho de que en los últimos 16 meses,
desde octubre del 2003, las elites empresariales cruceñas han perdido el control
de una buena parte de los resortes del poder político que durante 19 años
administraron de manera interrumpida.
Desde 1985, independientemente de los gobiernos del MNR, ADN o MIR, las elites
cruceñas ocuparon cargos ministeriales claves en la definición de las políticas
económicas del país; estaban posesionados en niveles de dirección de los
principales partidos de Gobierno y controlaban áreas de decisión en el
Parlamento. Esto les permitió influir de manera directa en la definición de
políticas públicas que favorecieron su potenciamiento como moderna fracción
empresarial. A su modo, la burguesía cruceña desde hace 30 años, y con
particular énfasis en los últimos 15 años, ha hecho lo que desde la historia
republicana ha realizado todo empresariado dominante: utilizar el poder político
para ampliar, extender y proteger su capitalización económica empresarial
sectorial.
El desplazamiento de los hilos de poder vino inicialmente con la renuncia de
Gonzalo Sánchez de Lozada que creó una serie de vínculos de fidelidad y apoyo
con el empresariado cruceño que se mantuvo hasta el último minuto en que el ex
presidente partía a su "auto-exilio" en octubre del 2003.
El segundo momento de esta pérdida de poder vino por el debilitamiento político
de los partidos en los que este empresariado cruceño controlaba estructuras de
influencia y decisión (MNR y MIR). El tercer momento de esta pérdida de control
personal de los aparatos de poder gubernamental se dio cuando el presidente Mesa
colocó en Ministerios a representantes cruceños provenientes de elites
intelectuales y civiles distantes de las elites económicas regionales.
Y el punto final de esta pérdida de los resortes del poder gubernamental vino
con los resultados de las elecciones municipales que acabaron por debilitar, y
casi marginalizar de las esferas de decisión política, a los partidos que
tradicionalmente habían sido el centro de la política nacional (MNR, MIR, ADN).
A partir de entonces, era solo cuestión de tiempo para una ofensiva empresarial,
de manera corporativa, que es su último reducto de agregación de intereses
(Comité Cívico y Gremios empresariales), a fin de recobrar posiciones en un
esquema de poder que se ha desprendido de su manejo directo y personal.
El aumento del diesel fue el pretexto que le permitió movilizar canalizar y
liderizar un malestar social a la defensa de intereses empresariales. La actual
sublevación empresarial-regional es por tanto una lucha abierta por el poder de
Estado, por el control de la totalidad, o de una parte sustancial (tema de
tierras, régimen de impuestos, modelo económico), de los mecanismos de toma de
decisión sobre la manera de gestionar los recursos públicos. El hecho de que se
trata de un empresariado regional y que las Fuerzas Armadas tenga de momento una
actitud neutral o distante al reclamo empresarial (debido a sus insinuaciones
escisionistas con las que a veces lo presentan los dirigentes cívicos), limita
la posibilidad de un cambio total de la estructura de poder a su favor, aunque
la fuerza que tienen puede obligar a un tránsito gradual hacia una retoma de la
influencia que tenían antes de octubre.
4.- Por las características de esta lucha por el poder gubernamental, por lo que
estos sectores empresariales defendieron y buscan defender y por la manera de
haber acumulado poder económico en los últimos años, esta lucha es también por
re-direccionar, por detener el conjunto de reformas políticas y económicas que
están en marcha debido a la presión popular-indígena de occidente, ya que la
continuación de esas reformas pueden afectar directamente los mecanismos de
poder económico empresarial (Asamblea Constituyente que modifique el sistema de
propiedad de la tierra, nacionalización de los hidrocarburos que ponga freno a
la esperanza de una regalías petroleras regionalizadas, etc). De ahí que esta
lucha por el poder, sea a la vez una resistencia a la continuidad de la llamada
"agenda de octubre" resultante de la rebelión urbana-rural de octubre del 2003.
5.- Sin embargo, esta lucha empresarial por el control de las estructuras
decisionales del poder político no toma la forma de una lucha "nacional",
general de control total del Estado, lo que exigiría de parte del empresariado
cruceño una serie de propuestas, de convocatorias dirigidas a movilizar al resto
del país, a articular intereses de otros sectores sociales que no sean solamente
los regionales del oriente. Esto, a las elites, les resulta imposible ya que el
horizonte de país que propugnan y defienden (libre mercado, inversión externa,
racismo, etc) ha sido derrotado en toda la región de occidente en octubre del
2003, y es una ideología cansada y en retirada, al menos temporalmente.
De ahí que el empresariado cruceño haya apostado a una regionalización de su
lucha política vía la demanda de autonomía. En sentido estricto, la demanda de
autonomía de los empresarios cruceños se presenta, por tanto, como una lucha
defensiva, de repliegue sobre su zona de irradiación básica (Santa Cruz) y, con
ello, el abandono de la lucha por una hegemonía nacional que la sienten
imposible.
La lucha por la autonomía cruceña es pues el retroceso político respecto a lo
que anteriormente controlaban las elites cruceñas (aparatos de Estado
"nacional"), y la constatación de los límites regionales de una burguesía que no
se anima a intentar dirigir, política, económica y culturalmente el país, y se
repliega a su dominio regional para disputar ahí el control, compartido con las
petroleras, del excedente gasífero existente.
La autonomía cuceña, convertida en la bandera central de la demanda empresarial,
es por tanto la lucha por el poder político pero en su dimensión fraccionada,
regionalizada, parcial y la materialización del abandono de la disputa del poder
general, "nacional" del país. Su victoria, en caso de darse, no resolverá la
ausencia de hegemonía nacional, de liderazgo y horizonte general compartido por
la mayoría de la sociedad; radicalizará la regionalización de la lucha de
clases, de los liderazgos políticos y de los proyectos de país, incrementando
las tendencias escisionistas que siempre han anidado larvariamente en el
comportamiento político de los sujetos sociales de oriente y occidente.
6.- Con todo, y pese a este carecer local de la disputa del poder político, la
demanda de la burguesía cruceña y las empresas petroleras que la secundan, está
cuestionando directamente no solo a un gobierno, sino la estructura del Estado,
su base constitucional y, ante todo, el control de los recursos imprescindibles
para cualquier estrategia de desarrollo económico nacional en las siguientes
décadas: tierra e hidrocarburos.
Se trata por tanto de una sublevación reaccionaria que está poniendo en duda la
viabilidad del Estado y, lo más riesgoso, el sustento material económico de
cualquier proceso de reforma o de transformaciones progresistas que deseen
impulsar los sectores populares e indígenas del país.
7.- En las actuales circunstancias, una manera de detener este proceso de
reconstitución corporativa de las fuerzas empresariales y conservadoras
desplazadas de octubre, es la profundización de las reformas
desneoliberalizantes que se iniciaron con la Guerra del Agua y las sublevaciones
indígenas y que en el último periodo han sido escamoteadas por la moderación del
gobierno de Mesa. Esto exigiría que el gobierno, si no quiere verse desplazado
del poder, necesita acelerar las reformas en el plano económico y político a fin
de lograr un amplio apoyo popular, tanto en occidente como en oriente, que
neutralice y aisle a las fuerzas conservadoras. La actitud dubitativa y ambigua
del gobierno contribuye a un más rápido avance de la derecha empresarial que de
la izquierda indígena.
Otra opción seria un inmediato reforzamiento y ampliación de la hegemonía
indígena-popular de los movimientos sociales mediante una estrategia de alianzas
amplias a nivel de todo el país, en torno a un programa de radicalización de las
reformas y una cohesionada movilización social de todos sus segmentos, tanto los
radicales como los moderados para aislar a los sectores conservadores e imponer
una agenda de cambios políticos sustentados en la gestión social-estatal de la
base económica de esos cambios: la propiedad y producción nacional de los
hidrocarburos.