Latinoamérica
|
¿Abstención histórica o política muerta?
Gregorio J. Pérez Almeida
Quienes llevamos unos lustros en la lucha política revolucionaria teníamos
un sueño: lograr un parlamento con mayoría absoluta para adelantar sin
obstrucción los proyectos de la revolución y, al fin, se logró. Se trata de
superar el mito bipartidista que concibe la política parlamentaria como la
negociación entre dos élites reformistas que supuestamente representan dos
opciones distintas de concebir y orientar las políticas públicas y que se rotan
en el ejercicio del poder. Un mito que esconde la naturaleza clasista del poder
legislativo (y del Estado como tal) y lo proyecta como el enfrentamiento entre
el "gobierno" y la "oposición", cuando la verdadera contradicción es entre los
intereses del capital y los del trabajo, es decir: entre la derecha y la
izquierda. Ahora tendremos a la vista esta contradicción y podremos definir con
precisión la orientación del proceso bolivariano: si reforma o revolución.
Refundar la política
Lo peor que pueden hacerle al pueblo venezolano y al proyecto revolucionario los
dirigentes del Bloque del Cambio, es conformarse con el argumento de la
"abstención histórica" en las elecciones parlamentarias para justificar la
escasa participación popular del 4 D. Si en verdad impulsan el cambio político
deben revisar a fondo su concepción de la política y despojarla de todos los
"prejuicios" y "verdades comunes" de la vieja concepción. No puede "refundarse"
una república sin nuevas bases políticas y mucho menos si queremos una república
socialista. Lo más difícil no es vencer a los partidos políticos del "puntofijismo"
(que ya están derrotados desde 1998), sino vencer al "adeco que todos llevamos
dentro". Y al decir "adeco" (pensando en los diputados) nos referimos a lo
siguiente:
1. Profesionalización de la política: el diputado se convierte en un funcionario
público que cobra quince y último, aspira a una jubilación y cumple unas
funciones establecidas en un reglamento, lo que lo lleva fácilmente a la
mercantilización del curul, porque algunos grupos de interés, como por ejemplo
una empresa transnacional, puede ofrecer una remuneración extra por "favores
recibidos". Esta profesionalización se ve favorecida por el disfrute de
privilegios como el sueldo, la tarjeta de viaje, la inmunidad, el prestigio
social, etcétera.
2. Aislamiento del parlamentario: consecuencia de lo anterior, el parlamentario
se aísla de sus electores porque se lo traga la rutina parlamentaria, los
compromisos adquiridos durante la campaña y los compromisos que adquiere en el
ejercicio de sus funciones con los distintos grupos de interés que exigen sus
servicios para la solución de problemas o para interceder ante algún organismo
público (el chapeo, la palanca, etc.). Esto se resume en una sola frase: Triunfo
de la política muerta sobre la política viva,
3. Constitución de facciones por incompatibilidad de intereses personales: los
líderes fuertes o históricos agrupan en torno suyo a los diputados más débiles,
a los flojos, a los vivos advenedizos y de esa manera se conforman facciones que
terminan enfrentándose entre sí por los cargos y las cuotas de poder dentro del
partido y dentro de la estructura de la Asamblea Nacional (cargos directivos,
representaciones internacionales, comisiones permanentes, etc.)
Política viva vs. Política muerta
Si en verdad nuestros diputados están interesados en hacer una revolución, deben
realizar una nueva concepción de la política parlamentaria que no se crea el
mito del "parlamentarismo de calle", porque no se trata de estar en la calle,
cosa imposible con esta estructura parlamentaria que responde a la concepción
derechista de la política y que, por muy buenas intenciones que tengan los
parlamentarios termina tragándoselos, sino que la calle, es decir: las luchas
del pueblo con sus orientaciones de clase, entre al parlamento y se plasme en
las leyes. Se trata de concebir una nueva relación práctica entre el poder
legislativo y el pueblo que, inclusive, no desestime la posibilidad de
transformar el parlamento en una institución abierta e itinerante ¿Descabellado?
No, simplemente revolucionario y acorde con la tesis de la "municipalización del
poder" que se está impulsando en otras instituciones políticas de base.