Latinoamérica
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¿Amnistía o licencia para matar?
Herbert Mujica Rojas
Con el oportunismo inmoral de angurrientos desesperados por votos, se ha
planteado una amnistía para militares ³indebidamente² procesados por crímenes
durante la época de lucha contra el terrorismo. ¿No es acaso la justicia, con el
rigor exhaustivo que eso implica, la que debiera establecer con la actuación de
todas las pruebas posibles, la responsabilidad de cada quien en estos
sangrientos sucesos? El tufo que destila esa amnistía parece una licencia para,
periódicamente, asesinar a compatriotas y luego aguardar el perdón ficticio
porque las heridas sangrantes están allí en el dolor de los deudos y en las
fracturas que la sociedad peruana no termina de subsanar.
Hay mercaderes, piratas miserables que han convertido los derechos humanos en
mercancía que produce dólares en cantidades impresionantes, especialmente ONGs
de izquierdistas caviares y profundamente reaccionarios. Para justificar toda su
monserga han construido un edificio ideológico que las más de las veces discurre
por simpatías (hacia los compañeros de ruta) y antipatías (persecución judicial)
contra todos aquellos que debieron cumplir con la defensa de la sociedad.
Ciertamente, no pocas veces, natural born killers (individuos nacidos para
matar) hicieron de las suyas disparando a diestra y siniestra. Pero ¿dónde están
las condenas contra los hechos luctuosos producidos en Aucayacu con la muerte
irreparable de policías? En cambio, sí se han preocupado de expresar solidaridad
con un ex procurador que es, además, empleado de una de estas ONGs. ¡La
contradicción es grosera, escandalosa, profundamente vil y al más puro estilo de
los grandes vividores que aprovechan de todos los tontos que aún creen o son
pagados por estas instituciones mentirosas! Una elusiva interpretación de los
hechos durante la guerra contra el terrorismo expresa su monumental versión
torcida cuando atribuye sólo a los militares el éxito conseguido. ¡No fue así,
de ninguna manera! Quienes lucharon en todos los terrenos ignotos de la sociedad
y consumaron la derrota ideológica, familiar, armada contra el senderismo fueron
los heroicos ronderos. ¿Con qué derecho se pretende ahora rendir ³homenaje² a
los uniformados que en su inmensa mayoría son gente del pueblo y, especialmente,
del bajo pueblo, sin mencionar a los brillantes y valientes ronderos? Estupidez
cobarde en que caen, sin excepción, todos los políticos y medios de
comunicación, dando muestra de una miopía condenable bajo cualquier punto de
vista.
¿No hay acaso militares, especialmente oficiales, a quienes ³divertía cazar² a
sus víctimas so pretexto de lucha contra el terrorismo? ¿Cuántos inocentes
fueron blanco de sus balas asesinas? ¡No pocos! Por tanto, la propuesta amnistía
puede esconder un riesgo enorme de cubrir a bodrios humanos, verdaderos
criminales sádicos y despreciables para regalarles un manto civil de
³honorabilidad² que no tuvieron ¡ni tendrán nunca! Otra cosa es el
reconocimiento a las Fuerzas Armadas que sí jugaron un papel importante en
aquellas jornadas, al lado de las poblaciones y sus ronderos, en una sinergia
que le ganó en la prédica y en los hechos al terrorismo senderista.
Y de eso no hay duda.
Al marino Giampetri, inexplicable vicecandidato del aprismo, hay que preguntarle
¿si matar enemigos vencidos, repasarlos con balas en las nucas, explotarles
edificios enteros para aplastarlos o demolerlos, puede ser, de algún modo,
referencia de un ejercicio en ³defensa² de la democracia? ¡Esta barbaridad
propia de salvajes no es, en modo alguno, paradigma! ¡Es más bien, una escuela
de aniquilamiento! Los derechos humanos no son patrimonio de esas ONGs que
justifican su existencia caza-dólares con asedios sañudos y sistemáticos.
Tampoco son hechos ajenos a la política nacional. Hay que exigir definiciones y
fustigar a quienes no tengan criterios claros y contundentes. ¡Y político que se
haga el bobo o pretenda pasar por alto las claras y criminales intenciones de
una amnistía como un manto de ³honorabilidad², una genuina y sinverguenza
patente de corso lesa humanidad, hay que no votarlo, ni otorgarle ninguna clase
de respaldo y más bien escupirlo y fusilarlo civilmente por calles y avenidas a
lo largo y ancho de todo el Perú! ¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden
lo que suena bien! ¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera! ¡Hay
que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!