Latinoamérica
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Golpe electoral en Ecuador
La partidocracia en el abismo
Marcelo Larrea
La decisión del congreso dominado por la partidocracia regida por la alianza
socialcristiana – socialdemócrata de dar un golpe de estado en el Tribunal
Supremo Electoral, ha bloqueado el camino a una Asamblea Constituyente y prepara
el fraude en las elecciones del 2006. Para derrotar a la partidocracia hay un
solo camino: la voluntad popular y su invencible movilización sistemática
Cuando feneció la dictadura militar de la década de los 70, legó al Ecuador
un régimen político a su imagen y semejanza, un sistema "dictatorial" dominado
por la partidocracia. De ésta forma se garantizó el cuidado de sus espaldas.
Hasta la fecha, 26 años después, ninguno de los dictadores han rendido cuentas
de su gestión. Ahí están procesos que hipotecaron el país como el injustificado
incremento de la deuda externa en 10 veces, producido entre 1972 y 1979 entre
otras perlas, como las violaciones de derechos humanos en las que se incluye no
solo la persecución y muerte de sus opositores políticos, sino además la mayor
masacre ejecutada después del 15 de noviembre de 1922, el asesinato deliberado
de los trabajadores de Aztra. Asuntos estos que han lesionado a la nación y a
generaciones enteras.
La impunidad de la corrupción dictatorial, sin embargo, no fue el único objetivo
de la institucionalización de la partidocracia, ni el más relevante. Tal vez fue
el premio que recibieron los dictadores por la ejecución de un crimen mayor, el
establecimiento de un sistema político que usurpó los derechos políticos del
pueblo, transfiriéndolos a un sistema de partidos y elecciones, en el cual los
jefes de los partidos se han asumido así mismos, como los dueños de la política,
los propietarios privados del poder, quienes en nombre del pueblo y a sus
espaldas, pueden cometer en la impunidad todo tipo de crímenes en contra de la
nación.
Ese régimen huele hoy a cadáver. Nadie cree en los dioses de la partidocracia.
Más del 90% de la población de los más diversos estratos y clases sociales,
detestan a los partidos y a sus líderes. Los identifican como los autores,
cómplices y encubridores del desastre en el que se debate el país en los más
distintos órdenes. Desastre que cobra la forma del drama amargo de los
emigrantes, el crecimiento de la estela de pobreza, el fraude de la deuda
externa, la mutilación territorial, el saqueo del salvataje a los banqueros, la
cesión de la soberanía nacional al Comando Sur de Estados Unidos en Manta, el
financiamiento solapado del Plan Colombia con la movilización de miles de
soldados a la frontera, la actual pretensión servil de renunciar a las 200
millas de mar territorial, la degradación moral y ética de la sociedad, expuesta
hoy con cinismo en el caso del notario de Machala, que acusa a más de 30.000
personas muchas de ellas miembros de la fuerza pública, por el delito de usura,
relacionado con el narcolavado y en consecuencia con el narcotráfico. ¡Que
espectáculo, digno del mismo infierno, nos ha tocado vivir en las fauces del
fracaso del neoliberalismo!
Por ello, precisamente la insurrección del 20 y 21 de enero del 2000 se
pronunció por deponer al Presidente Mahuad, y por el cese de los poderes
legislativo y judicial. Por ello precisamente, el 20 de abril pasado, Gutiérrez
huyó del gobierno bajo un grito de guerra que no solo apuntaba contra él: "fuera
todos". Ese "fuera de todos", incluye no solo a León, Borja y Bucaram, a Noboa y
Dahik, sino a todos, incluidos quienes han sido la comparsa de izquierda del
hundimiento de la Patria.
Hoy la escena esta al descubierto y nadie puede ocultar nada tras bastidores.
Esconder el rostro purulento de la alianza del partido socialcristiano y la
izquierda democrática, es como tapar el sol con un dedo. Acaban de dar un golpe
de estado en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para entregar su control a un
abogado de Febres Cordero, pretendiendo asegurarse de ésta forma que sus poderes
permanezcan intocados, ante la demanda del pueblo de una Asamblea Constituyente,
propuesta y repropuesta en forma vacilante e inconsecuente por el Presidente
Palacio.
La reorganización del TSE, tiene además el propósito de garantizar al dueño del
país, el rector de la alianza PSC-ID y en consecuencia de la partidocracia en su
conjunto, el control de las elecciones presidenciales y legislativas del 2006,
una suerte de fraude anticipado.
Este hecho que hiere la dignidad nacional, puede ser la gota que derrame el
vaso. El blanco real de estos ataques no es el gobierno transitorio, vacilante y
frágil de Palacio sino todo el pueblo ecuatoriano. Basta de tanto crimen en
contra del pueblo. Basta de tanto crimen en contra de la nación.
El dueño del país y los demiurgos del poder, han olvidado que el pueblo es el
soberano, no ellos. Se han puesto frente a frente al juicio de la historia. Es
hora de que todos los ecuatorianos que amamos a nuestro país, que queremos
construir un presente y un futuro para nuestros hijos y para todos y todas,
pongamos punto final a ésta cínica comedia trágica.
La arrogancia con la que comete sus abusos el Congreso dominado por la
partidocracia, combinada con la declaración de impotencia del Presidente
Palacio, expresan la total separación de quienes ejercen el poder con su fuente
originaria, el pueblo. El pueblo no quiere derramamientos de sangre. Quiere
democracia, lo que significa poner punto final a la dictadura de la
partidocracia. Quiere que el principio constitucional que señala que "la
soberanía radica en el pueblo", sea plenamente ejercido. Y sabe que si ese
principio no es establecido, deberá recurrir a la insurrección.
Es menester reformar el régimen político, ésta no es una cuestión que puede
estar a expensas de la voluntad del PSC o de la ID y sus acólitos, es un
imperativo histórico. Esto significa derogar la ley de partidos y elecciones que
consagra la dictadura de la partidocracia e instituir una ley de derechos
políticos que establezca el ejercicio de la política por el pueblo, sin
conflictos de intereses, ventajismos, exclusiones ni odiosas discriminaciones,
como las que han gobernado los últimos 26 años de seudo-democracia. Para hacerlo
hay un solo camino: la voluntad popular y su invencible movilización
sistemática. Esta puede expresarse de dos formas, mediante una Consulta Popular,
por iniciativa ciudadana con el soporte de las firmas que la Constitución
impone, para que el pueblo se pronuncie formalmente por la derogatoria de la ley
de partidos y elecciones, y la expedición de la ley de derechos políticos del
pueblo, que la sustituya, dirigida a establecer la libertad electoral, el
derecho de todos a elegir y ser elegidos en igualdad de condiciones, el cese del
actual Tribunal Electoral rehén de la partidocracia y todos los elementos
necesarios para garantizar la legitimidad y legalidad de las elecciones del
2006. El otro camino, es la insurrección popular, sendero en el que nuestro
pueblo ha ganado amplia experiencia en los últimos 10 años, cuando ha depuesto a
tres gobiernos en valientes y pacíficos levantamientos que han despertado el
interés mundial, una insurrección que barra de una vez por todas el régimen
infame de 26 años de partidocracia responsable de la destrucción en la que se
debate la nación en su conjunto e inicie las radicales trasformaciones que la
sobrevivencia de la Patria, la superación de la opresión de la nación, la
explotación social, la reconstrucción del aparato productivo y el supremo
bienestar del pueblo exigen.
Marcelo Larrea, corresponsal de Adital en Ecuador. Autor de varios libros entre
ellos, "La historia no termina", "Hablar a través del tiempo", "La triple
victoria de Chávez o la guerra por otros medios".
Anexo:
Texto correspondiente del Manifiesto a la Nación, del Encuentro por la Patria y
la Humanidad realizado por la Alianza Tercera República el pasado 24 de mayo del
2005 en el Museo Manuela Sáenz.
I). INSTITUIR LA DEMOCRACIA:
CONSULTA POPULAR PARA LA REFORMA POLITICA
Demandamos la Convocatoria a una Consulta Popular para que el pueblo se
pronuncie sobre la petición de millones de ciudadanos y ciudadanas por la
derogatoria de las leyes de partidos y elecciones, mediante las cuales se usurpó
el ejercicio de los derechos políticos al pueblo, para transferirlos a su
monopolio por la partidocracia y sus dueños.
Demandamos que, se someta al pronunciamiento soberano para su expedición, la
"Ley de Derechos Políticos del Pueblo", que establezca la libertad electoral,
bajo el principio de que todo ciudadano o ciudadana tienen el derecho de elegir
y ser elegidos, de terciar en procesos electorales sin discriminación de ninguna
naturaleza y, en plena igualdad de condiciones para inscribir sus candidaturas,
y para promover sus ideas políticas en los medios de comunicación. Todos los
candidatos patrocinados o no por un partido político, deben reunir los mismos
requisitos para la inscripción de sus candidaturas, sin organice los procesos
electorales, los padrones, las mesas, la votación, los escrutinios, que cree la
más estrecha relación entre elector y elegido y garantice al elector su derecho
a la revocatoria del mandato del elegido. Debe establecerse una plena libertad
para la formación de organismos, movimientos y partidos políticos, como órganos
ideológicos de las distintas tendencias de la sociedad, pero sin menoscabar los
derechos políticos individuales y colectivos del pueblo, ni otorgarles el
monopolio de la política y el poder. Debe instituirse una auténtica justicia
electoral, que elimine las asignaciones de recursos económicos a los partidos
políticos, que garantice la igualdad de condiciones en las campañas electorales,
la transparencia y pulcritud de los procesos eleccionarios y sus resultados, que
facilite el derecho de todo ciudadano a examinar todos los votos, que sancione
severamente el fraude como un delito criminal contra la sociedad, y que
garantice los derechos de las minorías. Deben separarse las funciones de la
justicia electoral que debe asumir las competencias del reconocimiento de
derechos, inscripción de organizaciones políticas, de candidatos y listas,
proclamación de resultados y resolución de conflictos y las funciones inherentes
a un Consejo Electoral que organice los procesos electorales, los padrones, las
mesas, la votación, los escrutinios. El Tribunal y el Consejo electorales, deben
ser los dos órganos del Poder Electoral, independiente de los poderes del
Estado, de los partidos políticos y de los ciudadanos que participen en las
contiendas, capaz de arbitrar libres de todo conflicto de intereses, las
diferencias entre los diversos actores.
Sólo sobre la democratización del régimen político basado en la participación
genuina del pueblo, adquiere pleno sentido y valor la consulta para convocar una
Asamblea Constituyente, capaz de expresar los genuinos anhelos del pueblo y de
fundar la Tercera República, cuya demanda crece en todo el país como el único
camino democrático para superar la crisis actual.
Consideramos que ésta Consulta, debe incluir el pronunciamiento sobre el Tratado
de Libre Comercio, pues las negociaciones del mismo no pueden continuar de
espaldas a la voluntad popular.
Consideramos a la Consulta Popular como una forma democrática genuina de
expresión soberana del pueblo, y como tal, exigimos la plena vigencia de sus
resultados.