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Desafiando al modelo neoliberal en Chile
La alternativa, ¿cómo se construye?
Arnaldo Pérez Guerra
www.libertad.dm.cl
De la mano de la Concertación, la desigualdad ha alcanzado límites escandalosos.
Informes de Cepal, Pnud e, incluso, la Conferencia Episcopal, advierten que el
desequilibrio económico en nuestro país es una "vergüenza". El Informe Mundial
sobre Desarrollo Humano (2004) nos ubica entre las 10 economías del planeta con
mayor grado de desigualdad. Señala que el 20 por ciento de la población con
menores recursos accede sólo al 3,3 por ciento de los ingresos. Mientras, el 20
por ciento más acaudalado obtiene el 62,2. En nuestro país, sólo 750 mil
personas -el 10 por ciento más rico-, acumula 209 veces más que el 5 por ciento
más pobre. En 1990, la diferencia era de 130 veces: se agudizó con la "justicia
de lo posible", "los nuevos tiempos" y el "crecimiento con igualdad". Los
trabajadores viven esta aplastante realidad completamente marginados de la
política nacional. Una disposición constitucional impide que dirigentes
sindicales accedan al Parlamento, pero éste se llena de empresarios y lobystas
de las transnacionales.
Qué ocurre en el movimiento social que las fuerzas antineoliberales no han
podido salir de su aletargamiento. La estrategia de acumular fuerzas ha caído de
fracaso en fracaso, profundizando su dispersión. Muchos referentes sólo pisan
terreno "electoral", olvidando que la verdadera construcción está en lo
cotidiano. "No hay una alternativa en pie que enfrente al neoliberalismo más
allá de lo coyuntural y exprese, verdaderamente, el sentir del movimiento social
para el cual la única estrategia es organizar desde las bases", dice Arturo
Adriazola, dirigente de la Coordinadora Nacional de Deudores Habitacionales (Cndh).
"La mayoría del pueblo vive la despolitización que se impuso a sangre y fuego, y
que la Concertación amplió al traicionar las esperanzas de muchos chilenos que
confiaron en sus promesas", agrega Ernesto Carrillo, presidente del Sindicato
Unión y Progreso de Lota. La Concertación desmovilizó y ayudó a fragmentar aún
más el movimiento social. Y así, se siguen dando "palos de ciego".
Son dos millones y medio los ciudadanos que no votan ni se inscriben,
permaneciendo fuera de un sistema que no los representa. Muchos, no son
indiferentes. "Las pequeñas luces de cambio están en lo social, en los grupos de
trabajadores y corrientes antineoliberales. Chile necesita una alternativa al
sistema que representa la Concertación y la derecha, pero ésta sólo se va a
construir fortaleciendo y unificando expresiones sociales hoy dispersas,
incorporando nuevos actores, perdiéndole el miedo a la lucha social", dice
Manuel Carrasco, presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios del
Registro Civil e Identificación.
El movimiento social sigue su camino
Para Arturo Adriazola (Cndh), lo importante es la "unidad de los pobres", como
la llaman los deudores habitacionales. La Cndh en su lucha ha ido uniendo a los
deudores Serviu con los de la Reserva Ministerial y Chile Barrio. "Hay un
trabajo que nosotros llamamos ‘de clase’ o ‘unidad de los pobres’. Entendemos
que este sistema político-económico que se proyecta desde la dictadura y que ha
sido profundizado por la Concertación, no está hecho para los trabajadores.
Sobre esa base construimos con el poblador común y corriente, con la dueña de
casa, temporeros, cesantes, trabajadores eventuales, armando unidad. ‘Política
de pobres’ que consiste en reconstruir el tejido social despedazado por
décadas".
No trabajan para aparecer en televisión. Construir desde la base pareciera ser
una premisa fundamental, desde las asambleas de pobladores -señala-, organizando
a comités y a delegados. La política se discute ahí, y ven cómo avanzar. En las
comunas se agrupan por sectores y se reúnen una vez por semana en periodos
álgidos. Cada sector comparte su trabajo y experiencias. "Somos una organización
pequeña, pero reunimos a unas ocho mil personas. No representamos a los 260 mil
deudores. Trabajamos en función de la gente que tenemos organizada, no de una
entelequia o de pensar que representamos a todos. No nos levantamos como
representantes de sectores que no tenemos organizados, que muchas veces ni
siquiera saben que existimos", agrega.
Otra voz es la de Juan Córdova, presidente del Sindicato de Discapacitados
Amengual. Para él la construcción de una alternativa pasa por el mismo camino:
"Lo que se levante debe inmiscuirse en los problemas reales. Nuestra lucha ha
sido muy fuerte. Hicimos huelgas de hambre frente a la municipalidad de Santiago
exigiendo el derecho al trabajo, un problema real. Cualquier construcción
política que pretenda transformar y solucionar los problemas de los pobres debe
ser necesariamente social. Y es fundamental que se base en la solidaridad y el
respeto a la diversidad. Muy pocos nos apoyaron porque no reuníamos el perfil
que representan las organizaciones que se dicen de izquierda. Eso es un error".
Para los allegados y sin casa de Huechuraba la experiencia les indica que la
organización y el objetivo de ésta es primordial para avanzar: "Los pobres no
tenemos otra alternativa que tomar el camino de la lucha y la organización
independiente para resolver nuestras necesidades y defender nuestro derechos. El
poder no tolera el avance de los pobres organizados y hace todo lo que tienen a
su alcance para deslegitimarnos y dividirnos. Un mejor futuro depende de
nosotros mismos. La rabia llega al darnos cuenta que no nos escuchan y de ver
cómo cientos de familias viven allegadas, en malas condiciones, mientras que hay
terrenos desocupados. Muchos se sienten abatidos por la indolencia. Con la
organización nos unimos, aprendimos a ser más solidarios, superar dificultades,
respetarnos, y lo que es más importante, luchar por nuestros derechos. Tenemos
derecho a vivir mejor. La única solución es construir organización popular y
trabajar unidos. Cuando comenzamos, muchos nos decían que los tiempos no eran
los mismos, que las condiciones habían cambiado. Pueden cambiar muchas cosas,
pero no el derecho a una vida digna", señala Andrea Reyes de la Agrupación por
la lucha de los allegados y sin casa de Huechuraba (Aplach).
Para estos dirigentes, las luchas reales son masivas. No creen en quienes se
erigen como "representantes" de una masa que está a la espera o no sabe lo que
ocurre. Trabajan en asambleas abiertas que definen su línea de acción en las
poblaciones y comunas, ésa es su forma de hacer política y de que las
organizaciones construyan su camino. Señalan que los dirigentes deben "conducir,
no mandar", y que es la base social la que los define y les da sustancia. Así,
se evita lo que hoy es una constante: un grupo dirigente allá, y los que dicen
representar, en otro lado. Hay un resquemor con la política tradicional que es
sólo electoralismo, promesas sin cumplir. Se nota una profunda desconfianza. No
quieren saber de la política porque echan a todos en un mismo saco, no creen en
ella ni la ven como parte de sus vidas y necesidades. Creen en sus
organizaciones y en las luchas que van dando resultados y generan unidad. "Los
partidos acuden a las peleas sociales sólo en busca de votos, lo que los
transforma en un elemento de división. Si una organización o sus dirigentes se
abanderan, la lucha social se divide. Nosotros marcamos con claridad que somos
independientes del gobierno, de parlamentarios, municipalidades y partidos
políticos. Nos unimos en función de levantar propuestas y movilizaciones para
favorecer la lucha que estamos dando y no otro tipo de cosas. Buscamos evitar
que nuestra lucha sea instrumentalizada. Las decisiones emanan de asambleas y
detrás ellas no hay nadie más. En otras organizaciones se unen partidos como la
UDI y el PC. Eso, no lo entendemos. En nuestro caso luchamos por una
reivindicación con profundidad de clase", dice Adriazola.
Experiencia inédita
"Nos debemos preparar políticamente, ética y moralmente para construir una
alternativa al modelo", señala Oscar Novoa, dirigente de la Federación de
Estudiantes de la Universidad de Santiago (Feusach). Entre los estudiantes el
cómo construir organización pasa por generar poder estudiantil en centros de
alumnos, plenos y claustros. En la coyuntura actual contra de la Ley de
Financiamiento y el mercado educacional, a ojos ajenos pareciera que se trata de
problemas aislados. "Pretendemos trasversalizar nuestras demandas. Hacerle
entender a la ‘señora Juanita’ que nuestra lucha es también la suya, y que está
hermanada con sus problemas, la vivienda, la salud, el trabajo, y un largo
etcétera. Construir una alternativa al modelo necesariamente pasa por
desenmascarar a los operadores del poder que están en la Concertación y la
derecha. Una alternativa real debe ser amplia, diversa, pero con una visión
política clara. Apuntar a cambios estructurales. Muchos tildan de gremialismo
posturas que privilegian lo social. Cada sector social debe organizarse y en las
luchas se irán hermanando".
Experiencia inédita fue el apoyo de los estudiantes de la Usach a los cesantes
de Lota, que permanecieron varias semanas en Santiago exigiéndole a las
autoridades cupos de empleo. La mayoría trabaja en la recolección de algas,
luego que las minas de carbón fueron cerradas por el gobierno de Frei
Ruiz-Tagle. "Se cerró la mina y se agudizó la cesantía. Somos hijos y nietos de
mineros. Pedimos trabajo, pero al alcalde de Lota le da lo mismo. Nos mandó a
hablar con autoridades regionales y se molestó por las marchas y huelgas de
hambre, tildándonos de delincuentes", dice Ernesto Carrillo, presidente del
Sindicato Unión y Progreso. "Llevamos años movilizándonos. Hemos conversado con
todas las autoridades. Hace unos meses nos ofrecieron 48 mil pesos mensuales por
media jornada para 40 socios, una burla. La cesantía en Lota -17 por ciento
según el gobierno, pero más de un 30 por ciento en realidad-, se transforma en
prostitución, delincuencia y drogadicción. No hay industrias y la recolección de
algas y pesca artesanal están muriendo. Las autoridades nos dicen que ‘emigremos
a Chillán’, es el colmo. Una alternativa para los trabajadores debiera pensar un
proyecto de país que instale empresas y abra nuevas minas, solucionar nuestros
problemas. Nuestro sindicato se llama Unión y Progreso: la unión es luchar
juntos por nuestra dignidad. Para cambiar hay que construir algo que incorpore
los problemas del pueblo, buscar soluciones viables. Ya no creemos en las
promesas. Recibimos la solidaridad de los estudiantes que nos acogieron y nos
acompañaron. Esa es la única forma de construir", concluye Carrillo.
"Nunca más solos"
El 1º de mayo, un numeroso grupo de dirigentes sindicales, sociales y
trabajadores marchó bajo el lienzo "Trabajadores, pobladores y estudiantes,
nunca más solos", en dirección al escenario. Cuando comenzaba el discurso de
Arturo Martínez, se alejaron en bloque, demostrando su descontento con la
conducción de Cut. Se han agrupado en un espacio donde plantean cómo desarrollan
sus luchas, cuáles son los criterios de autonomía, independencia y construcción
social que los motivan. Participan sectores tan diversos como la Coordinadora
Nacional de Deudores Habitacionales (Cndh), el Movimiento por las Asambleas del
Pueblo, el Colectivo Andamios; trabajadores del Banco de Chile, Coppelia,
Transportes Lorca, Viña San Pedro, Sindicato Interempresa Nacional de
Trabajadores de Contratistas y Subcontratistas (Sintrac), Sindicato Interempresa
de Trabajadores de Entel-Siten y de la Asociación de Funcionarios del Registro
Civil e Identificación, entre otros.
"No basta que se junte un grupo de dirigentes, sino que pobladores, estudiantes
y trabajadores comunes y corrientes se sientan interpretados. No es un pliego de
peticiones que sale del aire. Es un proceso de convergencia natural. Armando
unidad, pero unidad real, no superestructural. Este proceso ha sido
fortalecedor, no sólo en términos de elaborar ideas en conjunto, sino de apoyo
real a nuestras peleas", señala Adriazola, uno de los participantes.
Manuel Carrasco, presidente por dos periodos consecutivos de los funcionarios
del Registro Civil, agrega: "‘Nunca más solos’ es un mensaje para todos los
trabajadores. Queremos agrupar inquietudes, reivindicaciones y confluir en una
corriente que, primero que nada, debe ser autónoma de los partidos. El conformar
política sindical con autonomía no debe impedir coordinarnos. Es el momento de
unirse y darle la espalda a quiénes nos han traicionado. Sentimos algo común: la
mayoría quiere llevar adelante una política independiente y conformar una
corriente avanzada. Es un embrión. Muchos dirigentes no tienen preparación y son
cooptados, lo que no ha permitido avanzar en mayores conquistas. Creo que la
alternativa está en una política sindical y gremial libre, que permita que la
voz de los trabajadores se exprese, no que lo hagan -como hasta ahora-, sólo las
cúpulas. La Cut no tiene ninguna representatividad. La Anef, obedece a partidos.
Allí no se construye desde la base, ni se considera nuestro pensamiento y
necesidades. Se desdeña la formación y educación. Los trabajadores deben
apoyarse, sumar sus luchas, organizar y formar nuevos dirigentes. Es política de
todos los días".
Muchos dirigentes sociales se han alejado de la política partidaria por cómo ven
que se manejan las decisiones. "Una alternativa solo será posible con la fuerza
de los trabajadores, coordinados, organizados y movilizados. Es la única forma.
No sacas nada con convencer a dirigentes, el trabajo sólido está en crear
conciencia en cada trabajador, construir con la vista en los auténticos
problemas. Hay una crisis de representación, y la política ha sido
desprestigiada por los partidos, el modelo económico y, principalmente, por
quienes obedecen o quieren ser parte de él. A los únicos que beneficia el
desprestigio de la política es a los grupos económicos que quieren que todo siga
igual. No me siento representado ni por el Podemos, ni por la Cut, ni siquiera
por la Anef. Llegó el momento de pensar si vale la pena seguir movilizándonos
para ellos. Pienso que es mejor trabajar por una corriente nueva que seguir de
espectador de acuerdos cupulares", dice Carrasco.
Adriazola, agrega: "Creo que debemos avanzar con la unidad de nuestras luchas.
Los pobres tienen la capacidad de representarse solos. Se requiere, sin lugar a
duda, que intelectuales, académicos, y todos los que quieran favorecer las
luchas populares, presten su apoyo, pero que se subordinen a las políticas que
levantan las organizaciones sociales, no al revés. La pobreza no se resolverá
con pequeñas luchas. Nuestra lógica es distinta a la de los partidos. No sé si
estamos construyendo una alternativa, pero levantamos a la gente en su pelea. De
ahí puede surgir algo. La primera tarea es ponerse de pie, luchar, y ahí se verá
cómo el movimiento crece. Quizás los horizontes no sean muy claros en el cómo,
pero sí en el dónde nos ubicamos. Queremos que los problemas se resuelvan en el
fondo, no ‘por el ladito’. La propia gente debe definir sus metas. En otros
tiempos se armaban organizaciones que definían plazos, pero se demostró que esa
política no sirve. Hay que construir desde abajo, con otros ritmos. Solo así se
pueden dar pasos sólidos".